Capítulo 8, Parte 4

Carmen le había pedido a Tyrone que le pasara una revista de moda que estaba encima de una pequeña mesa de la habitación. En la misma mesa él había encontrado un periódico del día anterior y se puso a leer las noticias que ya eran algo del pasado y de las que se había enterado. Entre un párrafo y otro Tyrone daba un vistazo a Carmen pero luego de leer un artículo extenso sobre las guerras, que le llamó mucho la atención, se percató que ella dormía con la revista sobre su pecho. Él le quitó la revista del pecho, la colocó a un lado y aprovechó que Carmen se había dormido para ir a hacer las llamadas que le prometió realizar.

Salió de la habitación y fue al teléfono que se encontraba cerca del laboratorio. Aunque aquel teléfono no era el más cercano que había fue a éste con un segunda intención entre sus manos. Se revisó los bolsillos de su pantalón y encontró un par de monedas las cuales calculó y llegó a la conclusión de que les iban a alcanzar para poder hablar con Maruja.

Estaba frente al aparato, levantó la mano y cuando iba marcar el número de Maruja se detuvo porque no lograba recordar ni un sólo dígito. Luego de estar recostado por unos minutos lo recordó y lo marcó, la bocina comenzó a sonar. Le contestaron.

—¿Hola? —La voz de Maruja era audible a pesar del gran ruido que se podía escuchar.

—Maruja, soy yo, Tyrone.

Maruja no escuchó bien. Cuando volvió a hablar su voz se escuchaba con más intensidad y tomaba más protagonismo entre aquellos choques de de ondas sonoras. El esfuerzo logró su cometido.

—Perdón ¿quién? —El bullicio comenzaba a diluirse y la música se que escuchaba había desparecido, parecía como si Maruja se había movido de lugar.

—Es Tyrone.

Ella le escuchó con claridad.

—¡Tyrone! ¿Cómo estás? ¿Qué tal todo? Llamé hace unos días y no contestó nadie.

Tyrone hizo silencio. El optimismo y el positivismo que expresaba la voz de Maruja era algo que él quería sentir y que necesitaba en medio de la tormenta sombría que vivía en aquel momento. Al abrir su boca para hablarle a ella su voz se le quebraba.

—Nada está cómo debería de estarlo.

—¿Qué sucede Tyrone? —Por el auricular del teléfono la voz de Maruja retumbaba con más fuerza, quizás se había alarmado por la respuesta que obtuvo de Tyrone.

Desde el hospital, con un silencio abrumador en su entorno y en todo lo largo y ancho del pasillo, Tyrone apoyó su frente en la pared.

—Carmen tiene complicaciones en el hígado y necesita urgentemente un trasplante.

Se escuchó desde el otro lado de la línea como Maruja ordenaba a que detuvieran la música y luego de unos segundos se hizo el silencio total, apenas se oían unas voces que gritaban.

—Dios mío, tengo que ir para allá de inmediato.

Maruja le pidió la dirección del hospital y también le dijo que Marcus no iría ya que a esas horas estaba como asistente en una operación pero que se encargaría de avisarle.

—Necesito un favor.

—Sí, claro ¿cuál?

—Avísale a Miguel.

—No te preocupes, lo haré. Tyrone.

—¿Sí?

—Dime que Carmen se pondrá bien por favor.

—Tengo la esperanza de que será así.

Colgó el teléfono sin despedirse de Maruja y miró hacia ambos lados del pasillo. A la izquierda estaba la entrada al área de cuidados intensivos y a la derecha, hecha de un cristal con un tono azulado, estaba la entrada al laboratorio.


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