Capítulo 7, Parte 7

El viernes de esa semana a Tyrone le tocaba entrar al hospital al mediodía y salir a las cinco de la tarde. Por costumbre siempre se despertaba temprano por la mañana pero ese día no fue así. El despertar vio la hora y eran las nueve de la mañana, Carmen se había marchado hacía ya unas horas y en el lado de la cama donde ella dormía se encontró una nota escrita a puño y letra por ella misma. La tomó y leyó lo siguiente:

"Feliz cumpleaños campeón. No te he despertado porque sé perfectamente que necesitas descanso. Nos veremos en la noche."

PD: Te amo mucho.

La nota olía al perfume que Carmen más usaba y que el más le gustaba a él.

Se levantó de la cama con todo la calma posible y se fue al baño a tomar una ducha. Luego fue a la cocina para preparar una taza de café negro con poca azúcar y acompañó la bebida con unas galletas saladas. Al terminar de comer el ligero desayuno encendió el televisor y vio un programa en el que había un candidato a la presidencia exponiendo su plan de gobierno de ganar las elecciones.

—Pura basura. —Dijo poniendo cara de desagrado y luego a apagó el televisor.

Eran las diez y cuarenta y cuatro de la mañana, aún le sobraba tiempo para hacer algo más antes de irse al trabajo. Fue a la habitación para buscar unos de sus libros y aprovechar el tiempo para leer un poco, pasó por delante del espejo y algo le hizo retroceder y detenerse delante del mismo.

—Tiene que ser una broma; Un año, una arruga.

En su rostro se le marcaba una indecente arruga que se abría paso por su cara como una carretera interestatal.

—No recuerdo haberla tenido antes. —Estudiaba cada sección de su cara, esa arruga era la que más se le marcaba.

Buscó un álbum de fotos y entre fotografías de Carmen y él se chocó con una del día de sus cumpleaños el año pasado. Esa vez se fueron a hospedar en un hotel cerca de una playa. Se quedaron allí dos días y ese tiempo sólo comieron pescado frito, bailaron, tomaron alcohol. El último día con ayuda de unos habitantes de la zona encendieron una fogata, pasaron todo la noche y gran parte de la madrugada delante de la masa de fuego que ardía delante de ellos. Allí tuvieron una conversación que le removió el alma Tyrone en su momento.

Todo lo recordó detalle por detalle. Las olas del mar dormían pero se escuchaban los ronquidos de las aguas al ser movidas por la leve brisa que soplaba, los habitantes que le ayudaron con la fogata estaban cerca de la orilla bañándose y celebrando una fiesta pagana. El cielo estaba despejado, la luna era la protagonista mientras era acompañada de las secundarias estrellas.

—A ver, una cosa ¿estás viendo el mar?

—Pues sí.

—¿Y qué le ha pasado?

—Pues no sé amor —Tyrone soltó una carcajada —no tengo idea.

Ella se puso de pie, arrastró sus pies por la arena hasta que se acercó más al mar.

—No puedes ser tan tonto, haz el intento.

—Bueno...¿qué está más oscuro? —Lo dijo en un tono de voz que revelaba claramente estar totalmente perdido con lo que Carmen le planteaba.

—Exacto. —Ella se fue acercando cada vez más, a paso lento. —Su color azul está más oscuro, ha tomado más fuerza en la noche y eso es que lo que me está pasando desde que estoy contigo. Desde que llegaste a mi vida en las noches sacas la mejor parte de mí, me vuelvo más fuerte contigo. Tyrone —estaba de rodillas frente a él, sus labios muy cerca de los labios de ella, sentía su aliento —antes las noches eran lo peor que me podía pasar porque me daba cuenta lo sola que estaba en este mundo. Pero ahora, con tu llegada, no hay noche que yo no me sienta feliz, feliz por ti. Te amo. —Y lo besó.


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