Capítulo 6, Parte 8
Eran las siete de la noche, Carmen se preparaba para ir a la cena junto con Tyrone y el padre de él. Delante de un espejo de la habitación ella se ponía un lápiz labial rojo, casi estaba preparada, tenía puesta una camisa de color rosa acompañada de unos jeans blancos y con el cabello recogido formando una moderada cola. Tyrone vestía una camisa blanca de mangas largas pero él se las había remangado, tenía puesto unos jeans negros y unos tenis blancos, llevaba un reloj en su muñeca izquierda.
—Cariño ¿por qué no vas a ver cómo va tu papá? —decía Carmen delante del espejo dándose los últimos retoques.
—Justamente lo iba hacer.
Salió de la habitación con destino a ir a la de su padre pero era mentira lo que le había dicho a Carmen. Durante el recorrido en autobús camino al hotel se quedó pensando en lo que ella le había dicho y sintió culpa por ello, tendría que hacer algo o buscar ayuda así que cuando vio que no podía hacer nada por sus propios medios decidió acudir a su padre que era la persona que le estrecharía una mano o las dos sin pensarlo.
Bajó por el ascensor hasta la planta donde estaba la habitación de su padre pero luego se arrepintió de hacerlo porque tardó más esperando que el ascensor llegara y calculó que bajando por las escaleras lo hubiera hecho más rápido y así hubiese ganado más tiempo. Tocó la puerta de la habitación y desde el interior escuchó la voz de su padre que le daba la autorización de entrar.
—¡Oh hijo eres tú!
Tyrone cerró la puerta.
—Sí soy yo, he venido para avisar que Carmen ya está casi lista y que en cualquier momento podría bajar.
—Eso es muy bueno —abrió los brazos en un gesto para mostrar su vestuario — porque este viejo ya está preparado.
Su padre siempre vestía de una forma poco llamativa y eso esa vez no fue una excepción. Para aquella ocasión tenía puesta una camisa de mangas cortas, un pantalón azul oscuro y unos zapatos negros.
—Estás muy bien vestido papá. —lo alagó su hijo.
—Gracias hijo.
Tyrone se le acercó.
—Papá.
—Antes de continuar mejor vamos a sentarnos.
Ambos se sentaron en la cama.
—Vamos continúa ¿qué pasa?
Tyrone estaba consciente de que su padre era un persona de un corazón noble pero que muchas veces podía ser una persona fuerte.
—Necesito un favor tuyo.
—Adelante hijo, lo que quieras.
—Necesito que le des algo de dinero a Carmen.
Ernesto puso cara de asombro, pocas veces su hijo le pedía dinero y en esas pocas veces nunca lo hizo para dárselo a alguien más.
—¿Le ha pasado algo a la muchacha?
—No, no, nada de eso. Ella está muy bien.
—Entonces ¿para qué el dinero?¿la has embarazado muchacho?
—No, claro que no padre. Dios me libre de un hijo a estas alturas.
Tyrone se acercó más a su padre.
—Sucede que ella ha tenido que faltar al trabajo esta noche y me ha contado que se lo descontaran de su sueldo, estoy seguro que necesita mucho ese dinero papá.
—¿Cuánto necesita ella?
—No sé bien pero estoy seguro de que no será mucho.
Empezó a sacar su billetera pero Tyrone lo detuvo.
—No me lo entregues a mi papá.
Ernesto no entendió la reacción de su hijo pero éste le explicó cómo le darían el dinero Carmen sólo tenía que confiar plenamente en él y seguirle el juego.
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