Capítulo 6, Parte 6
—Está bien amor, no tienes porque disculparte.
—De todas formas te pido disculpas. —dijo Tyrone al lado de ella que buscaba en un armario de madera un bulto.
En la cama dónde Carmen solía dormir estaban unas prendas de vestir que ella había doblado para que estuvieran mejor organizadas.
Cuando las clases de ese martes habían concluido ella fue a encontrarse con su novio pero resultó que luego de preguntar a Marcus por él supo que nunca fue a la universidad y que incluso no había amanecido allá. Carmen recordó de inmediato que el padre de Tyrone había solicitado otra habitación por lo que seguramente se había quedado en el hotel esa noche.
—Mi padre me ha dicho que quiere ir a cenar con nosotros en un restaurante.
Carmen se alarmó, se sorprendió.
—¿¡Qué!? No te tengo que ponerme Tyrone, no tengo nada que sea elegante.
—Tranquila amor, no tienes que ponerte nada —levantó los dedos para simular unas comillas —elegante porque tú ya lo eres. Ponte algo con lo que te sientas cómoda y se tú misma mi reina.
—Está bien, perdona por ser tan histérica. ¿Qué le has dicho?
—Pues no le respondí porque salí directo a la universidad.
—Bueno —seguía buscando el bulto — pediré el día libre en el trabajo aunque me descuente eso de mi paga.
Tyrone acercó más a ella mientras seguía agachada buscando el bulto dentro del armario de color marrón.
—Corazón —le interrumpió la búsqueda —no es necesario que pierdas ese dinero.
—No te preocupes Ty, no perderé mucho y además te amo mucho como para darle ese disgusto a tu padre. Si él dijo que quería ir a cenar con nosotros, tengo que ir cielo.
Siguió buscando hasta que encontró lo que deseaba, se fue con el bulto a la cama y según como estaban organizadas las prendas las metió dentro. Le informó a Tyrone que iría a bañarse y que lo mejor sería que él fuera a buscar algunas sus pertenencias al departamento pero que le esperara para que ambos se fueran juntos.
Mientras ella se bañaba Tyrone se acostó en la cama en posición fetal sobre su costado derecho y un cuaderno amarillo que no estaba junto con la pila de los cuadernos que llevaba Carmen a la universidad le llamó la atención, se incorporó y sentado en el colchón se quedó mirando el cuaderno para luego sobre sus pies pararse e ir a tomarlo. Volvió a la cama pero esta vez en lugar de acostarse se sentó, puso el cuaderno amarillo sobre sus muslos cubiertos por a tela de unos jeans. La cubierta del cuaderno estaba algo gastada y con muchas manchas de tintas, al abrirlo pudo confirmar que el cuaderno no era para nada uno de los que su novia utilizaba para estudiar en la universidad, en varias de sus hojas había una gran cantidad de rayones y entre esas repetitivas hojas con rayones los habían de color negro y azul. Pasando y pasando hojas vio una con el nombre de él en la parte superior, el nombre y el texto que había abajo estaba escrito con letra azul.
Él comenzó a leerlo.
"Doy a gracias a Dios o a los dioses mitológicos por tenerte a mi lado y me siento la más...
Carmen salió del baño y le encontró a él con el cuaderno que era de su propiedad en su poder. Ella no se alarmó, reaccionó como si fuese algo de lo que Tyrone tuviera el derecho de estar enterado y él por el contrario se sintió como un ladrón cuando es hallado con las manos en la masa. Él había violado la privacidad de ella.
—Amor lo siento, me-me llamó mucho la atención el cuaderno, me atrapó la curiosidad.
—No es nada, tranquilo —se rió —deja los nervios.
Hubo un silencio breve que fue interrumpido por ella cuando se paró frente al espejo a ponerse una loción humectante en la piel de sus brazos y piernas aún con la toalla puesta.
—¿Qué has leído?
—No mucho.
—¿Has leído alguno de mis poemas? —dijo ella mirándolo a través del espejo.
—No pero estoy muy encantando de leer uno.
Carmen le había revelado a él su habilidad ,o al menos el intento que ella hacía, para escribir poemas y aunque se lo contó nunca le había dado uno para que lo leyera. La única demostración de la escritura de ella fue el fragmento que le mostró Maruja el día en que él le iba a expresar el amor que le tenía a ella.
—Nunca he leído alguno de tus poemas pero estoy seguro de que escribes muy bien.
Ella ya se había vestida, estaba lista.
—No digas eso Ty, no soy tan buena y además tú mismo has dicho que no has leído ningún poema mío.
Fue entonces cuando Tyrone tomó un peine e hizo el papel de un presentador de televisión.
—Muy buenas tardes audiencia de todo el mundo en especial la audiencia latinoamericana que es la que más nos sigue, se han bienvenidos al programa de hoy en el cual tenemos a un gran escritora de nombre Carmen Moreno. Cuéntenos a todos ¿cómo se siente escribir de una forma tan magnífica como lo hace usted?
Carmen le siguió la corriente.
—Bueno antes de todo muchas gracias por invitarme a tu programa, es un gran honor aunque no me gustan muchos los focos pero con semejante entrevistador que tengo en frente hasta yo busco las cámaras para que me graben.
Hizo el gesto de tomar agua de un vaso imaginario.
—Y contestando a tu pregunta creo que para ser una gran escritora debería primero pasar por desilusiones amorosas y cinco divorcios pero con la pareja que tengo actualmente no me pasará ni una ni mucho menos la otra.
Al finalizar de hablar cruzó los brazos. Tyrone acercó hacia él el micrófono improvisado.
—Y como he podido escuchar, la literatura escrita sin haber sufrido no es literatura.
Se acercó a ella.
—Ahora nos vamos a comerciales y mientras tanto la besaré.
Le dio un beso en la boca y le sonrío.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top