Capítulo 4, Parte 5

Desde ese día cada vez que los dos se reunían de pronto se ponían muy tímidos a pesar de ya habían toda alcohol juntos y se habían emborrachado, de haber discutido algunas veces e incluso cuando Tyrone ya la había visto desnuda a ella aunque sólo fuese por accidente. Las conversaciones eran muy incomodas por el silencio que reinaba en la misma constantemente. No se miraban a los ojos con mucha frecuencia, las palabras en su mayoría eran casi las mismas.

Un mes después de aquella reunión Carmen aún seguía enamorada de él y luchaba por conseguir su amor. Todos los días se ponía a pensar de que manera o forma podría conquistar el corazón de Tyrone, hacerle caer en las redes fuertes de su amor pero cada vez que le llegaba la idea perfecta le hacía falta algo y ese algo eran las agallas y el valor suficiente para hacerlo. Muchas fueron las noches cuando ya era la hora de ella irse a dormir pensaba en él, en lo que él podría estar haciendo o pensando en ese mismo instante, si estaría pensando con ella. Cuando el insomnio se hacía sentir por causa de esas reflexiones nocturnas ella imaginaba que habría sido de su vida si nunca hubiese conocido a Tyrone, si nunca hubiera entrado a la facultad de medicina. ¿Estaría de fiesta en fiesta con Maruja?¿sería más feliz? Ser más feliz era una tarea complicada pero no estaría tan triste por un amor no correspondido.

Mientras Carmen pensaba todo esto y cada día reunía más fuerzas para enfrentar la actitud fría de su amado, Tyrone comenzaba a sentir algo.

Al principio Tyrone se decía así mismo que solamente estaba confundido y que es que sentía era simplemente un gran afecto a Carmen por la buena persona que ella era con él. Pero un día de esos en los que se reunieron ella le pasó por el lado a él justo en el momento de despedirse y por alguna de las fuerzas resultado de las pasiones sintió el deseo inmenso deseo de tomarla por un brazo, rodear su cintura con el otro y besarla. Lo que ella con tanta paciencia había esperado ya había sucedido, Tyrone se había enamorado de ella definitivamente y él ya sabía que era eso y no otra cosa más. Su corazón que antes era un órgano vital ahora era el esclavo de Carmen que palpitaba por ella y se aceleraba con tan sólo verla.

Era hora de confesarle lo que sentía, como ella alguna vez lo hizo.

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