Capítulo 3, Parte 10


El maestro salió del salón sin razón alguna y todos aprovecharon eso para hablar.

—¿Qué harás hoy?

—Pues iré a trabajar.

—Pero antes de eso.

—Bueno pues nada, espera, no, tengo que ir a ver a mi amigo, el de la facultad de medicina.

—Al parecer él es muy importante para ti.

—Sí –mostró una sonrisa sin ganas- muy importante.

—Vale, quería que fuéramos a tomar algo, yo invito.

—Hoy no podrá ser.

—¿Qué día entonces?

—Tengo sábados y domingos libres.

—Genial, pues el sábado será ¿te interesa ir a una fiesta?

Aceptó, después de todo un grupo de personas alcoholizadas, brincando y siendo sociables con todo no le caería para nada, le sacaría de la rutina a la que había vuelto luego de que las vacaciones habían terminado, no era mala idea. La fiesta no era organizada por Maruja, la organizaba un amigo de ella que hacía poco se había matriculado en la academia de artes.

Aquel mismo día fue a tratar de encontrar a Tyrone pero obtuvo el mismo resultado negativo, no lo logró. Quizás él había optado por cambiar de universidad pero ese pensamiento no coincidía porque al preguntar por Tyrone a los muchachos que ya les había preguntado antes estos le decían que él estaba asistiendo, que no había faltado un sólo día pero todo cobró sentido cuando uno de ellos le contó algo que pasó al esa persona mencionar que una chica llamada Carmen había estado buscándolo.

—Le conté que tú lo estabas buscando a él y López sólo se quedó callado, puso cara de "no me interesa".

Carmen se sintió apenada, ya ella no le importaba a Tyrone y lo más seguro es que ni quería verla. Desde que le confesó lo que sentía por él no había vuelto a verlo más nunca, él desaparecido como ella lo hizo alguna vez pero en esta ocasión Carmen sentía un sentimiento muy fuerte por Tyrone y eso la torturaba, le dolía no haber abierto la puerta aquella noche que escuchó su voz por última vez.

En el trabajo no habló mucho y no era porque los muchachos estaban aburridos o algo así sino porque no deseaba hacerlo, sólo quería dormir, quizás dormir por siempre.

Mientras todos estaban ahí, en las afueras del local ya cerrado, Victoria se le acercó.

—Carmen querida, has estado muy callada hoy ¿te pasa algo?

—No me pasa nada, estoy muy bien Victoria.

—¿Estás segura?

—Sí, no te preocupes.

—Bueno, sabes que cuentas conmigo para lo que sea.

—Gracias.

Esa noche no cenó, no tenía apetito y ni siquiera tomó su té de manzanilla que tanto le gustaba, sólo quería que llegara el día de mañana.

El jueves y el viernes transcurrieron casi de la misma manera, sin sobresaltos, sin trabajos sorpresas o algún examen. Le habían dejado trabajos para investigar para los días lunes y martes, los miércoles y jueves serían para estudio de términos y el viernes era un día práctico dónde se analizaría un caso, se estudiarían los elementos, las posibles causas y las consecuencias.

Carmen ya se estaba rindiendo y ya no seguiría en busca de un posible encuentro con Tyrone. El escenario no estaba para nada a su favor y todo era muy confuso, sentía un fuerte amor por él pero ella se hacía daño por esta razón de ir tras un amor que no quiere formarse y desarrollarse hasta que la muerte los separe para poder expresarlo de una manera más romántica posible, ella no podía permitirse más suplicios como los que sabe ofrecer el amor a toda costa y en su ser el amor nunca existió pero tuvo que llegar esa persona que desboronara la muralla fría formada alrededor de su corazón y que lo protegía contra cualquier atropello pasional para luego dejar que todo fluya como bolsa de plástico con el soplar del viento.

El sábado había llegado y ese día se despertó tarde ya que la única actividad en su agenda de día completo era la fiesta la cual era ya en la noche. No sabía donde era la fiesta y recurrió a la ayuda de Maruja quién le dijo que se reunieran en la entrada principal de la universidad que de allí partirían a su destino que no estaba muy lejos de ese punto de encuentro.

Las ocho y media de la noche y Carmen ya estaba lista con una ropa no muy llamativa, para pasar por desapercibida ante cualquier copia de un galán de comedia americana. Telefoneó a Maruja.

—Ya estoy lista ¿tú ya lo estás?

—Pues no.

—¿Cómo que no Maruja?

—Es broma, nos vemos donde quedamos ¿vale?

Con camisa de flores de colores azules y amarillas con un fondo de color negro, jeans ajustados, tenis azules y con el cabello suelto parada esperaba el bus en la estación. Era una noche fría pero con el cielo bastante despejado, tan despejado que las estrellas parecían millones de agujeritos en una extensa tela de color azabache, los pronósticos del clima afirmaban que las temperaturas seguirían descendiendo.

En pocos minutos Maruja y ella estaban camino a la fiesta. Cuando llegaron el volumen de la música era demasiado alto, tan alto que para decirse algo tenían que acercar sus labios al oído de la otra para que así el mensaje llegara con una claridad decente. Las bebidas alcohólicas estaban por todos los lados. Vino, cerveza, whiskey, tequila, ron y demás alcohol posible había en aquella fiesta repleta de estudiantes de casi todas las facultades de la universidad pero los jóvenes de arte eran los que predominaban.

—¿Cuántas personas hay aquí John? —le preguntó Maruja a su amigo gritándole al oído.

—No lo sé, algunas cien pero de seguro de todas las malditas facultades, alguien filtró la información de que habría una fiesta aquí y todos trajeron alcohol y pues no le puedo negar que entren, esta será una maldita y desgraciada fiesta mortal. —dijo gritando mientras se movía al ritmo de la música.

—Más vale que no llegue la policía.

—La policía que se vaya al carajo ¿quién es tu amiga?

—Lo siento. Carmen él es John, John ella es Carmen.

John no conocía a Maruja de la universidad, sino de mucho antes, Madrid. Como la abuela materna de Maruja enfermó pues ella tuvo que ser enviada hasta esa ciudad a cuidar de su abuela durante la convalecencia. Durante la estadía de Maruja en la casa de su abuela fueron varias veces a visitar a la señora, en una de esas visitas John se apareció, charlaron muchísimas veces más luego de aquella primera vez y en una de esas charlas John le comentó de la universidad que a Maruja le interesó bastante.

—Un placer bella dama.

—Gracias, el placer es mío John.

—¿Quieren algo de tomar?

—Ahora no, más tarde. —contestó Maruja.

—Si necesitan algo estaré por ahí, no duden en buscarme.

La casa donde se celebraba la fiesta era grande y su patio era mucho más grande aún. La casa contaba con una piscina donde muchas de las chicas más atractivas se lanzaba a ella en trajes de baño a pesar del frío que colonizaba la noche y pues era completamente visible que lo hacían para mostrar sus cuerpos esbeltos y definidos. Los grupos de aquella fiesta se definían más bien por la droga que allí se consumía que por la facultad a la que pertenecían. Marihuana, LSD, cocaína, barbitúricos, hongos e incluso una mezcla muy popular entre los jóvenes de jarabe para la gripe que contuviera codeína y un refresco con sabor a limón de una marca en específico, habían ido a pasarla bien y las estaban pasando más que bien sobre las nubes.

Maruja le contó que la casa pertenecía a la familia de John y que esta se la cedió a él para que no tuviera que pagar alquiler mientras estuviese estudiando en la universidad.

—¿Cómo se hicieron amigos?

—Cuando mi abuela ya podía quedarse sola unos minutos ya que su estado de salud había mejorado mucho él y yo salíamos a tomar un café o comer helado. Luego de un par de salidas comenzó a enamorarme.

—¿Y qué pasó?

—Pues lo estás viendo, somos amigos.

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