Capítulo 2, Parte 14

Caminó hasta la carretera y estando parada en allí notó que había llovido, la calle estaba mojada. Muchos autos se detenían para darle un aventón a lo que ella se negaba hasta que uno de los que se detuvieron le dijo:

—Eres una maldita perra. —pisó el acelerador y se alejó con una risa habitual en los locos.

El episodio asombró a Carmen pero mantuvo la calma, el autobús llegó unos minutos más tarde. En al autobús no habían muchas personas, una mujer joven con el que parecía que era su hijo, un pequeño algunos seis años, una chica de rostro asiático y un hombre de algunos cincuenta años, ella se sentó detrás de la mujer y el niño, en la otra fila donde se encontraba el hombre.

Miró por la ventana a su izquierda por unos minutos pero al paisaje ser casi el mismo durante ese tiempo empezó a incomodarse, se arrepintió de no haber comprado ni siquiera un libro de cuentos o alguna que otra novela para poder leerla en esos momentos, sin querer hacerlo miró al lugar donde estaba el hombre y se encontró con la sorpresa que él la miraba.

—¿Estudiante? —le dijo él mientras ella cambiaba de vista rápidamente.

—¿Pe-perdón? —respondió ella volviéndolo a mirar y sonriendo nerviosa.

—Estudiante, que si eres estudiante.

—Oh, sí, apenas comenzado.

—¿Puedo sentarme a tu lado? Noto que estás algo aburrida.

—Bueno, creo que...

—Tranquila —le enseñó el anillo de su mano derecha— estoy casado y con dos hermosas hijas, sé que las chicas como ustedes detestan los mayores que se creen donjuanes.

—Tiene toda la razón, y claro que puede sentarse, ahora sí.

El hombre se levantó de su asiento y se sentó en el espacio libre a la derecha de Carmen.

—Mi nombre es Rafael, pero puedes decirme Rafa. —dijo estrechándole la mano.

—Un placer Rafa, me llamo Carmen.

—Bonito nombre.

—Gracias.

—No hay de que, ¿qué estudias?

—Derecho, me preparo para ser abogada.

—Muy bien, con tanta injusticia se necesitan más de ustedes.

—Sí, al parecer sí.

—Perdona la imprudencia pero ¿vacacionabas en el rancho "Vida"?

— ¿Lo conoce?

—Sí, una hija mía a ido allá algunas veces, la mayor.

— ¿Estudia en la universidad de aquí cerca?

—Estudiaba, se encuentra en el extranjero.

Y Rafael, o Rafa, habló sobre su hija mayor, Claudia. Carmen se impresionó con lo que él le contaba y aunque fuese mentira todo lo que le contó se imaginaba una persona así, según las descripciones de su padre; Claudia tiene la belleza de una actriz de Hollywood pero el corazón de una madre. Así fue durante un tiempo, Rafael, o Rafa, hablando de su hija y Carmen haciendo comparaciones en cada uno de los puntos que él describía acerca de ella para ver si en alguno de ellos ambas chicas se parecían y aunque tenían semejanzas pensaban muy distinto por lo que decía su padre ahí presente.

Rafael se bajó del bus en una estación a la entrada de un pueblo de nombre "Moroni", nombre que Carmen vio en un gran cartel en lado derecho del bus, al bajar Rafa le dijo:

—Siga con su profesión, me gustaría que Claudia tuviera más amigas como usted.

Le hizo un ademán con la mano y abandonó el bus.

Ya estaba muy cerca de la universidad, se puso a pensar que tendría que ir a la pensión donde se hospedaba para volver a quedarse allí durante el cuatrimestre nuevo y también hacer gestiones para estudiar la carrera por la mañana y así poder trabajar en la noche. Llegó a su destino y pudo notar la gran acumulación de estudiantes que llegaban al centro docente, entre ellos su amigo el pintor, Miguel, se saludaron y él se alegró mucho de verla, la acompañó para conseguir cupo en la tanda matutina de las aulas de leyes y él la invitó a comer algo. Luego de comer lo acordado se fueron hasta la pensión donde Carmen se iba a quedar hospedada.

La pensión era un edificio pequeño pero con un balcón común, es decir que todos los habitantes allí lo podían utilizar, en el balcón tenía buena de la metrópolis, la pensión de nombre "Luna Azul", era la edificación más pequeña de la zona. Todo el sector estaba repleto de edificaciones comerciales, muchas pensiones y hoteles mayormente frecuentados por los estudiantes de la universidad que estaba muy cerca de allí, incluso desde la azotea se podía ver, habían muchas tiendas y restaurantes de dueños de distintas nacionalidades, dominicanos, españoles, cubanos, puertorriqueños, el lugar donde su amigo Miguel y ella comieron eran de unos mexicanos que fueron muy cordiales pero según su amigo toda la gente de esta zona lo eran.

El pintor y ella se sentaron en el balcón, fumando cigarros.

—Algún día tendré que dejar este hábito. —dijo Miguel.

— Te creo. —dijo sarcásticamente Carmen.

Miguel le contó a Carmen que durante las vacaciones hizo varias visitas a museos donde se exhibían obras de arte que a pesar de ser muy bien realizadas no eran muy conocidas, en sus visitas dice que vio, examinó y analizó detenidamente alrededor de dieciocho obras, la pintura, la aplicación de la misma, la luz, las pinceladas, la intención del autor, la forma en cómo influía la obra sobre el espectador y muchos otras genialidades que posee el arte de pintar. Carmen le comentó sobre las montañas y la vista espectacular que poseía las mismas y la hermosa combinación del el lago y los árboles, fue ahí cuando se acordó de Tyrone, no había pensado en él en todo el tiempo que habló con Rafael y luego de encontrarse con Miguel.

¿Qué había pasado con Tyrone?¿Ya había partido del rancho o aún seguía allá? Le inventó una excusa a Miguel y se marchó para la facultad de medicina a esperar allá un tiempo y ver si él llegaba a reinscribirse, nunca apareció, estuvo ahí parada casi dos horas y Tyrone nunca apareció. Decidió irse y esperar al otro día, quizás ya se había inscrito con anticipación.

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