Capítulo 1, Parte 2

Sucedió lo inevitable.

Últimamente Tyrone estaba un poco triste y su tristeza tenía sus razones porque había perdido la única persona que consideraba como amiga dentro del aula. Había días en que no decía una sola palabra en la clase durante todo el día y era obvio porque con Carmen era la única con la que hacía comentarios o chistes con respecto a las clases, burlarse de las pintorescas corbatas del maestro o de lo mucho que el maestro repetía la palabra "excelente". Día tras día se sentaba en el asiento que pertenecía a ella, el último de la fila al lado de la ventana, el aburrimiento se convirtió en una rutina y el silencio a diario en las clases era el pan de cada día. Se aburría constantemente y una vez recordó una de sus tantas conversaciones.

—¿Qué prefieres?

—Deberías primero darme las opciones para elegir, no seas cabeza hueca.

—¿Qué prefieres? ¿Catolicismo o las drogas?

—Prefiero la que me de amor.

En su vida Tyrone nunca había escuchado una respuesta tan brillante.

Carmen era una chica muy inteligente y combinaba esa inteligencia con un gran sentido del humor para fusionar todo eso con una belleza cautivadora.

Los días pasaron y nunca pudo saber algo sobre ella o su paradero, se culpaba por eso porque él debía de haberle pedido el número de teléfono, con tanta tecnología a su alcance y él desperdiciándola. Intentó averiguar y fue a preguntarle al maestro si tenía alguna información sobre ella, pero fue una pérdida de tiempo.

—Sr. López, no te la más mínima idea de donde esté su amiga. De seguro se dio cuenta que la medicina no es para todo el mundo, sólo fíjese donde se sentaba, en el lugar más lejano de donde está mi escrito. Con su permiso tengo que hacer cosas más importantes.

Y se fue rezando unas palabras inaudibles.

Tyrone no culparía a Carmen por sentarse en dicho lugar. El maestro resultaba bastante desagradable, era un viejo verde que miraba con ojos de bestia a las muchachas que apenas sabían que era el vivir. Tenía una calvicie muy notable en el centro de su cabeza, cejas espesas, de voz ronca y acostumbraba fumar de vez en cuando en el aula a pesar de está prohibido pero dejando a un lado todo eso era un excelente maestro.

¿Por qué ella desapareció de esa manera? ¿Habrá enfermado? Esas preguntas rondaban su cabeza una y otra vez.

Era verdaderamente frustrante para Tyrone, el hecho de su desaparición le hacía recordar que no era la primera vez que alguien se iba, ya había vivido algo similar en su pasado y tenía el suceso muy intacto en su mente. ¿Qué será de su viejo amigo de primaria con el que pasó tanto tiempo junto? ¿Pudo lograr todas sus metas o al menos las más importantes para él? Tyrone entristeció con todos los buenos recuerdos que tuvo al lado su amigo, recordó cuando trató de coquetear a dos chicas.

—Oye, Jack ¿ves esas dos de allá?

—Las veo a la perfección y trato de sacarle las medidas.

—Vamos hacia allá, están solas.

—¿Qué? ¿estás loco?, apenas tengo para pizza.

—Iremos y punto.

—No iré.

—Bueno, pues déjamelo a mí.

Tyrone emprendió camino en dirección hacia una de la chicas. Se acercó lo bastante como para poder gritarle a su amigo Jack.

—¿Está es la chica? —dijo mientras apuntaba con el dedo a la chica vestida con camisa—perdona hermoso ángel pero mi amigo está profundamente atraído por usted.

Ambas chicas rieron y la que llevaba camisa dijo:

—¿Y porque tu amigo es tan poco caballeroso?

—¿Perdón?

—Si, poco caballeroso, debería venir hasta aquí.

Tyrone miró a la compañera de la chica y le dijo:

—De seguro te llamas Cielo.

—¿Cielo? ¿Por qué razón?

—Porque tu belleza perdura día y noche.

La muchacha sonrojó y su amiga intervino.

—Anda y dile a tu amigo que se acerque.

Tyrone hizo unas señas a su amigo y este se acercó algo tímido. Los cuatros estuvieron charlando en la mesa durante un largo rato y en un momento las chicas decidieron ir al baño.

—Estas muchachas son preciosas Tyrone.

—Demasiadas colega.

Las chicas estaban tardando mucho hasta que llegó el mesero con la cuenta, eso era todo, las chicas se habían marchado aprovechando los incrédulos que eran ambos y hacerlos pagar la cuenta de lo que habían consumido en ese establecimiento.

Son muchas las historias que ambos pudieron vivir. ¿Y cómo no iban a vivirlas si eran muy jóvenes, con mucho tiempo libre y muy pocas responsabilidades? Tyrone llegó a recordar una de sus tantas conversaciones.

—Jack, somos jóvenes, muy jóvenes pero creo que deberíamos pensar en el futuro ¿no crees?

—Tienes todo la razón, hay que pensar en el futuro.

—Totalmente.

—Pero no te preocupes, por el futuro porque llegaremos muy lejos y todas nuestras metas se llegarán a cumplir.

—¿Crees que lleguemos a seguir siendo buenos amigos en un futuro?

Tyrone recuerda que Jack colocó su mano derecha en el hombro derecho de él y le dijo:

—Nadie lo sabe Tyrone, al parecer los pronósticos dicen que vamos a morir siendo grandes amigos pero lo único seguro en esta vida es la muerte, de todas formas me encantó haberte conocido.

No importa el tiempo que tengas conociendo a una persona, cuando llegas a tener la más mínima comunicación y conexión con esa persona el día que tenga que marcharse será muy duro, más duro es que esa persona se vaya sin despedirse y dejándonos con las ganas de vivir más situaciones a su lado. Carmen seguía sin volver y Tyrone sentía que dejaba de extrañarla.

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