6. El regreso de Satán Claus
CLAUS
Calvin iba por su cerveza número cinco y yo apenas por la tercera, no pude evitar notar que él tomaba demasiado rápido, pero parecía tener control de él mismo, me hacía muchas preguntas, como de la universidad, de cómo conocí a Rachel, mi trabajo, me encantaba que era como si el tiempo no hubiera pasado y hacía parecer que la parte mala de la historia hubiera sido borrada.
Pero no por completo.
— ¿Y qué hiciste con el auto? —Preguntó Calvin—, me imagino que después de que te enteraste de la foto lo quemaste...
Me hubiera gustado quemarlo.
Tuve una especie de Flash back donde recordé haber bebido demasiado una noche de fiesta en la universidad, creo que el mismo día que Héctor insistió tanto en tener sexo que terminé diciéndole que prefería comerme mi propio vomito antes de acostarme con él, ese día manejé sin rumbo hasta que me bajé y aparecí impensadamente en otra ciudad, me encontré a una chica llamada Karol (no puedo creer que todavía me acuerde del nombre) y ella me aconsejó acerca de que no debía manejar ebria, que el cigarro era mejor para bajar la ansiedad —creo que desde ese momento comenzó mi vicio—. Luego solo dejé que el auto se deslizara por un acantilado y me devolví en un taxi de regreso a la residencia.
Lástima que estaba ebria, lo hubiera vendido y hubiera sacado buen dinero por él.
—En realidad, lo vendí para terminar de pagar la universidad —mentí.
Me parecía vergonzoso decirle que lo había lanzado por un acantilado, eso había sido una idiotez.
Mordí mi labio y no pude evitar preguntar:
— ¿Por qué te llaman Maximus?
Él se encogió de hombros y sonrió débilmente.
—Porque soy lo Máximo —ante mí mirada incrédula él dijo: — así me apodaron luego de anotar diez puntos seguidos en un partido.
Vaya.
Seguía siendo un idiota para mí.
Calvin terminó de beber su cerveza, el ritmo de la música sonaba atosigante y observé como de repente se levantó un poco tambaleante y me ofrecía una mano.
Joder, creo que Calvin se estaba emborrachando.
—Bailemos —dijo, dudé pero luego pensé en que podía hacerlo sufrir un poco, terminé de tomar el resto de mi cerveza y acepté su mano.
Esto sería divertido.
Nos dirigimos a la pista de baile, me sentía llena de energía y lo único que quería hacer era mover mi cuerpo. Calvin me seguía el paso tan bien que no podía evitar sonreír, y reírme con él, el género cambió a un ritmo más urbano y recordé de repente los video virales que él subió a su Facebook de mí bailando semidesnuda.
Eso cambió mi humor.
Siempre me usó, yo era tan estúpida e ilusa que creí que era divertido.
Imaginariamente sentí los cachos de diabla salir de mi cabeza y una cola que terminaba en flecha salirme del culo.
Era hora de cobrármelas.
Fijé mi mirada en sus ojos sintiendo como el ambiente cambiaba entre los dos a uno más íntimo, me acerqué a él envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y pegando mi cuerpo al suyo para comenzar a moverme.
Calvin se tensó un poco, pero finalmente sus manos se deslizaron por mi cadera, nuestros cuerpos fundiéndose, deleitándose, y nuestros rostros a escasos centímetros, le di la espalda y literalmente comencé a restregar mi trasero contra su bragueta, sonreí internamente cuando sentí que comenzaba a tener una erección por mi culpa.
Se intentó separar de mí, pero me voltee y pegué mi pecho al suyo, metiendo mis dedos por su cabello al tiempo que mis caderas se movían contra las suyas, lo vi tragar saliva pesadamente y sus manos se aferraron a mi cintura atrayéndome hacia él para de algún modo cubrirse, la erección en su pantalón era evidente, así que sintiendo que seguía cumpliendo mi papel de Satán Claus deslicé mis labios por su cuello y mordí el lóbulo de su oreja, se estremeció aferrando sus dedos a mi cuerpo, y casi me reí internamente cuando susurré:
—Ya regreso.
Me separé tan rápido de él, que apenas tuvo tiempo de reaccionar, caminé como si no me hubiera dado cuenta de lo que ocasioné y cuando estuve a punto de entrar al baño voltee, Calvin caminaba casi doblado hacia la mesa más cercana, su rostro en evidente vergüenza.
Solté una carcajada y entré, eso se había sentido bien, pero no había sido suficiente, no se sentía suficiente.
Caminé hacia la encimera de los lavamanos y me apoyé de ella para mirarme el rostro en el espejo, tantos años sin sentir esta extraña emoción de venganza, desde lo de Trami nunca sentí querer hacerle tanto daño a alguien, que sintiera lo que yo sentí. Las palabras de Calvin me vinieron a la mente cuando dijo: «Te convertiste en una mujer hermosa, pero por dentro estas llena de veneno».
Profundicé mi mirada en el espejo observándome fijamente y susurré:
—Voy a mostrarte el veneno que dejaste, Calvin.
Sonreí internamente y volví a salir, me acerqué a la mesa donde Calvin hablaba con un hombre un poco calvo pero de buen porte, su quijada cuadrada y sus ojos completamente escudriñadores examinándome minuciosamente como si quisiera entrar a mi cerebro.
¿Acaso se me olvidó guardar mis imaginarios cachos de diabla?
—Oh, Rodolfo, ella es Claus Harrison —dijo Calvin cuando tomé asiento—, Claus, él es mi mánager.
Rodolfo afirmó con la cabeza en saludo mostrándome una sonrisa de comercial que parecía atraer a cualquier persona con facilidad.
—Por fin te conozco —dijo—, solo te vi cuando apareciste en los videos de Calvin.
Los videos de Calvin, los que él hizo.
Casi quise girar los ojos, pero me limité a encogerme de hombros.
—Un placer conocerte —dije intentando ser educada.
Rodolfo le dijo otras cosas a Calvin acerca de un campamento, no lo comprendí hasta que dijeron el orfanato “Sonrisillas” y casi me dio un infarto, el campamento del que hablaba Denver.
Calvin también iba a ir.
Mierda.
Guardé silencio como si no quisiera gritar, pero luego supe que podría simplemente decirle a Denver que ya no iría, es decir, no me imaginaba ir a un campamento con el nuevo chico y mi ex, sería demasiado incómodo. Luego de un momento, Rodolfo dijo que no quería seguir hablando de trabajo y con una sonrisa se despidió.
Calvin tomó unas cuantas cervezas más, pero yo no, ya había tomado suficiente y tenía que manejar, sabía mi límite. Lo escuchaba hablar del último juego de Los Vigor, pero parecía cada vez más descoordinado, su rostro rojo y sus ojos irritados, de repente cuando comenzó a hablar de lo bonita que le parecía, supe que ya era hora de irnos.
—Te llevaré en mi auto, estoy más sobria que tú —dije levantándome—, no puedes manejar en ese estado.
Una cosa era dejarlo con una erección frente a todos y otra muy diferente era que se matara por manejar borracho, mucho menos estando casi bajo mi responsabilidad.
Si te mueres, no puedo vengarme.
Calvin asintió con la cabeza y sacó su billetera alcanzando un billete de cien, por Dios, le dejaría una gran propina. Se lo quité y se lo di a la mesera que nos había atendido para poder guiar a Calvin a la salida.
Podía sentir como se pegaba a mí intentando seguirme el paso, pero a leguas se veía borracho, maldición, creí que él sabía su límite.
Cuando llegamos a mi auto, quise ayudarlo abriendo la puerta del copiloto, pero Calvin en un ágil movimiento, abrió la puerta trasera y agarrándome de la muñeca me jaló con él, solté un grito cuando prácticamente me lanzó sobre su cuerpo y cerró la puerta casi aplastando mi pierna.
— ¿Qué se supone que estás haciendo? —quise separarme, pero sus manos aferraban mi espalda y sus labios se deslizaban por mi cuello lentamente, estremeciéndome por completo.
Bien, lo admito, eso se sentía fantástico.
—Desde que te vi quise quitarte este vestido —murmuró lamiendo el lóbulo de mi oreja haciendo que soltara un gemido, estaba demasiado sensible, maldición.
Creo que podría jugar un poco.
—No podemos —susurré sin embargo dejé que bajara el cierre del vestido a mis espaldas y mordisqueara mi cuello.
Ahora éramos adultos, ahora yo podía diferenciar la línea entre una noche de descontrol y una relación, podía cerrar mis sentimientos.
Quería jugar con él como él lo hizo conmigo.
—Dejémonos llevar solo esta noche —dijo.
Antes de que pudiera decir algo, sus labios chocaron contra los míos, sentí como mi vientre cosquilló mientras su lengua me obligaba a abrir la boca, inevitablemente lo deseaba, y mi cuerpo lo necesitaba ahora.
Deslizó sus manos por mis piernas y alzó mi vestido sacándolo por mi cabeza, dejándome en mi ropa interior, nuestras respiraciones completamente descontroladas, sentía que el deseo me iba a carcomer por completo.
Sus manos fueron a mi trasero y lo apretujó ocasionando que me meneara sobre él mientras mordía mi labio inferior, ahora yo tomé el control de la situación, besando su cuello y comenzando a quitarle la camisa, podía sentir como incrustaba sus dedos en mi cadera para que siguiera moviéndome contra él, sus gemidos se escuchaban cada vez más fuertes, me encantaba que me deseara con desespero, cuando de repente lo sentí temblar y se aferró a mí soltando un grito.
¿Qué?
¡Esto debe ser una maldita broma!
Me separé de él, Calvin tenía una expresión completamente avergonzada, me había dejado caliente, deseosa, estupefacta.
—Lo... siento —tartamudeó como si no pudiera creer que había llegado al orgasmo sin ni siquiera habernos desnudado por completo—, puedo volver a ponerme duro, es que llevo deseándote toda la noche...
Apreté los labios y alcé una ceja.
—Qué decepción —dije—, ¿en serio eres tan...?
Calvin interrumpió el veneno de mis palabras y volvió a besarme, sus manos subieron hacia mis pechos estrujándolos, comenzó a besarme el cuello y fue como si el interruptor hubiera vuelto a encenderse en mí. Comencé a menearme contra él y pude sentir como volvía a desearme, besé su cuello haciéndole entender que lo necesitaba ahora, de repente sus manos dejaron de apretarme con fuerza y su cabeza cayó hacia atrás.
Me separé preocupada, mierda ¿había muerto?
Cuando abrió la boca y comenzó a roncar fruncí el ceño cruzándome de brazos sin poder creerlo.
Se había dormido.
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¿Hace calor o solo soy yo? 😂😂😂😂
Feliz semana, nos leemos pronto, los amo con mi hígado♥
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