Capítulo 7

En estos últimos días la relación entre Jessica y yo ha estado muy tensa, aún la llevo a casa pero casi ni hablamos en el camino y en la escuela tampoco hablamos mucho, aunque ya dejó de usar esa horrible ropa y ahora se viste mucho más... normal; en fin, creo que aún se siente avergonzada por lo qué pasó y en cierto modo yo también lo estoy, tanto que siempre que quiero decir algo sobre el tema termino mordiéndome la lengua y al final no digo nada.

También he notado que ha intentado interactuar con Hannah y esta no la ha rechazado, imagino que está agradecida por cómo la defendió el otro día y eso me alegra.

Hoy es viernes y después de dejarla en su casa me dirijo a la mía, con intenciónes de recostarme y descansar un poco. Al llegar a la puerta de mi apartamento descubro un sobre pegado a la puerta con cinta adhesiva, lo tomo extrañado y, una vez dentro, lo abro para ver de qué se trata.

—¡Maldición! esto no puede ser —digo con un suspiro.

Colocó el sobre con el contenido dentro en la mesa de centro y me dejo caer sofríe el sofá mientras rasco mi cabeza con ambas manos, exasperado. Escucho que tocan a la puerta y me levanto para abrir.

—¡Hola! —Jessica está en la puerta saludándome con una mano y sosteniendo una cesta con panecillos en la otra.

—¿Qué haces aquí? —le pregunto recostándome del marco de la puerta.

—Pues, no me gusta que estemos distanciados así que te traje una ofrenda de paz —dice extendiendo la cesta hacia mí con una sonrisa.

La miro de arriba abajo algo divertido; tiene puesto unos pantalones cortos muy ajustados, una camiseta señida al cuerpo, zapatillas deportivas y el pelo recogido en una coleta. Me intriga mucho saber cómo supo dónde vivía aunque conociéndola creo tener una idea.

—¿Cómo supiste mi dirección?

—Soy una periodista, es mi deber saber cosas.

—Jessica...

—Te seguí —dice un poco avergonzada—. Te he estado siguiendo todos los días después de que me dejas en casa pero nunca tuve el valor para tocar, hasta hoy —concluye más animada.

¿Cómo puede alguien tan desesperante ser tan adorable al mismo tiempo?

«¡Demonios, no puedo seguir enojado con ella

—Entra —la invito. Acepto la cesta de panecillos y tomo uno y le doy una mordida para probarlo—. ¡Esto sabe horrible! —digo con una mueca de desagrado.

—¿En serio? En la tienda me dijeron que eran de lo mejor —me dice—, pero la intención es lo que cuenta ¿No?

—Sí, como sea. —Dejo la canasta a un lado y voy a la cocina a tomar un vaso de agua para quitarme el mal sabor de boca.

—Este lugar está impecable. —La escucho decir—. Casi molesta en los ojos.

—Pues perdóname por mantener mi casa limpia y ordenada —le grito desde la cocina—, no todos tenemos tu talento innato para vivir en el caos. —Una sonrisa se dibuja en mis labios.

—¿Qué es esto? —Cuando regreso Jessica está de pie leyendo el contenido del sobre y mi sonrisa se desvanece—. Parece una invitación.

—Eso es porque lo es —digo quitándosela de las manos—. Es la invitación a la renovación de votos de mi hermano y su esposo.

—¡Wow! Eso suena divertido —dice emocionada, pero su emoción se apaga cuando ve mi expresión— ¿Por qué no te ves feliz?

—Porque no lo estoy. —Ambos nos sentamos en el sofá—. Tengo demasiadas cosas que hacer y esto es una distracción —digo tomando el sobre y sacudiéndolo en el aire.

—Vamos, no puedes estar hablando en serio, es tu hermano; dime cual es la verdadera razón por la que no quieres ir.

Se queda mirándome con esos profundos ojos cafés y siento como si su mirada pudiera penetrar mi alma y ver dentro de mí; me empiezo a sentir extraño, incluso nervioso.

—De acuerdo te diré la razón —digo finalmente—. Mi hermano y yo no nos llevamos muy bien, siempre hemos sido muy competitivos entre nosotros, hasta en las relaciones y el hecho de que el esté celebrando diez años de feliz matrimonio mientras que mi matrimonio fracasó y ni siquiera tengo a quien llevar me hace sentir incómodo.

—¿Y si yo te acompañara?

—¿Tu?

—¡Sí! Sé que puedo ser un poco molesta a veces, pero tú siempre me has ayudado, incluso cuando yo me comporto como una idiota. —Intuyo que se refiere al incidente de Ricky. Solo recordarla hace que me hierva la sangre—. Y esta sería mi forma de agradecerte y redimirme ¿Qué dices? —Lo pienso por un instante.

¿Qué sería lo peor que podría pasar? Jessica es linda y divertida, podría ser una buena acompañante y así la mantendría vigilada, además si no voy mis padres nunca me lo perdonarán, pero por otro lado no sé si sea buena idea pasarme todo el fin de semana con Jessica. Vamos Roy eres un adulto, tú controlas a tu cuerpo no él a ti, me regaño a mí mismo. Es cierto, soy un adulto y puedo controlar mi cuerpo y mi lívido.

—Muy bien, iremos —le digo sin más.


El sábado en la mañana paso a recoger a Jessica. Estaciono frente a su edificio y toco el claxon para que se apresure; a los pocos minutos ella aparece vestida con unos jeans ajustados y rotos en las rodillas, un top de flores sin mangas, un sombrero veraniego sobre su larga melena suelta y unos lentes de sol, arrastrando una pequeña maleta negra con ella. Se ve hermosa, verdaderamente hermosa.

—Va estoy aquí —me dice. Me desmonto y pongo su maleta en el porta equipaje mientras ella entra en el auto.

—Ya estamos listos. —Entro en el auto yo también y pongo en marcha el vehículo.

La casa de verano de mi hermano Trevor y su esposo Michael está a unas dos horas de aquí así que, si no hay mucho tráfico, llegaremos temprano. Mientras vamos en la carretera Jessica enciende la radio y lo coloca en una estación de rap, en es instante una canción de Ja-z esta sonando y ella empieza a cantar y bailar de una forma muy graciosa.

—Me encanta el rap ¿A ti no? —me pregunta en medio de su baile.

—Pues aunque no lo creas prefiero la música clásica.

—Ohh, claro que lo creo, es tan insípida y aburrida como tú. —La miro fingiendo indignación por lo que acaba de decir y ella me sustiene la mirada alzando una ceja como si quisiera retarme.

—A sí ¿Qué te parece esto para una persona aburrida? —Comienzo a cantar la canción y a bailar de forma exagerada haciendo que estalle en carcajadas.

Así estuvimos todo el trayecto, riendo y cantando hasta llegar a la casa en la playa. La ceremonia será al mediodía y apenas son las nueve así que llegamos con muy buen tiempo.

—Wow, este lugar es hermoso. Nunca antes había estado en la playa. —Jessica está prácticamente con la boca abierta y no la culpo.

Esta casa es hermosa, con una vista panorámica exquisita y construida con un estilo muy moderno. Estaciono el auto y saco nuestro equipaje del baúl. Nos encaminamos a la entrada de la casa, cuando abro la puerta miro a mí alrededor y me quedo de piedra al ver a todos los invitados, o más bien a una en particular: Trisha, mi ex esposa.

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