Capítulo 30

Despierto con los rayos del sol, que se cuelan por la cortina, en mi cara y un dolor intenso en todo el cuerpo, al parecer es cierto eso de que los golpes duelen más al día siguiente. Con las manos, busco a Jessica a mi lado pero no hay nadie así que, con dificultad, tomo asiento en la cama con la esperanza de verla en alguna esquina de la habitación, pero definitivamente no está aquí. Veo un vaso con jugo de naranja y mis analgésicos a un lado, sobre la mesita de noche; las agarro y me las tomo de una sentada.

Dejo el vaso de nuevo sobre la mesa y me dispongo a caminar hacia el baño, pero escucho una voz en la puerta me detiene; intrigado y con la esperanza de que sea Jessica, me dirijo hacia ella para comprobar de quien se trata. Abro la puerta lentamente y veo a Jonathan parado de espaldas a habitación, hablando por teléfono; aprovecho que no puede verme y agudizo el oído para escuchar lo que dice.

—No te preocupes Maloy, el trato sigue en pie. Te entregaré a Jessica y el video que te incrimina y tú me darás lo que quiero...

La ira se apodera de mí al escucharlo decir esas palabras. Ese maldito aún piensa traicionar a Jessica y entregarla a su muerte, pero no pienso permitirlo. Con furia empujo la puerta hasta dejarla completamente abierta, justo cuando él cuelga el teléfono.

—Así que aún piensas traicionarla ¿Eh, maldito?—me acerco a él con expresión amenazante, con toda la velocidad que mis heridas me permiten.

—Deberías estar descansando y no buscando más problemas ¿No crees? —me dice cruzándose de brazos.

—No permitiré que la lástimen.

Intento lanzarle un golpe pero estoy demasiado débil para atinarle; con un simple movimiento Jonathan esquiva mi puño, que solo abanica su cara a varios centímetros de distancia.

—No hagas eso, te vas a lastimar —me dice con expresión indiferente.

—¡No digas que hacer! —le exijo, lanzando otro fallido golpe—. ¡Le dices que quieres atrapar a Maloy, pero no es cierto!

Su mirada se ensombrese al escuchar mis palabras y, con un fuerte empujón, me hace entrar en la casa y cierra la puerta detrás de él.

—Si no bajas la voz y te calmas terminarás haciendo que nos maten a todos profesor —dice sujetándome del cuello de mi camiseta.

A pesar del dolor que me produce mover cualquier parte de mi cuerpo, no permitiré que me intimide. Lo sujeto por el cuello de su camisa de la misma forma que él a mí y nuestras miradas de odio se enfrentan.

—¿Qué diablos creen que hacen ustedes dos? —La voz de chillona de Jessica hace volteemos a verla al unísono, sin soltarnos.

—Jessica, no te metas, es hora de poner este profesor de mierda en su lugar.

—Quiero ver que lo intentes —le digo desafiante.

—¡Basta! La única que pondrá a ambos en su lugar soy yo —dice dejando una bolsa de papel llena de comida en al suelo y acercándose a nosotros—. ¡Sepárense a hora mismo o juro que les corto las bolas a ambos!

Palidezco al instante al escuchar su amenaza y siento como Jonathan lentamente retira sus manos y deja de sujetarme, obviamente también afectado, así que hago lo mismo.

—Jessica, yo lo escuché hablando con Maloy. Él quiere entregarte para que te maten y...

—No me interesa lo que escuchaste, único que me interesa es que estás prácticamente convaleciente y aquí estás, jugando a las luchas como un niño pequeño —me reprende— ¿Cuántas veces tengo que explicarte que Jonathan es mi amigo y no va hacerme daño?

—¡Pero yo lo escuché! —grito exasperado—, él estaba ahí, hablando con Maloy, diciéndole que te entregaría ¿Por qué no me crees? ¡Es un maldito corrupto!

—Jessica, será mejor que tranquilices a tu maldito novio antes de que arruine todo.

¿Cómo que arruinar todo?, ¿qué diablos está pasando aquí? Estoy tan confundido que me cabeza empieza a doler.

—¡Tú mejor cállate!, que también estoy enojada contigo —le dice furiosa y luego se voltea hacia mí—. Roy, yo estoy al tanto de las negociantes de Jonathan con Maloy. Es difícil de explicar pero... yo accedí a dejar que me entregara junto con el video —me aclara.

Aunque esta revelación no hace más que alterarme a un más. Miro a Jessica y a Jonathan simultáneamente y no sé cuál de los dos me hace enojar más.

—¡¿Acaso te volviste loca?! ¿Por qué accederías a una estupides como esa? —Camino cojeando hasta ella—. Te está envolviendo con sus mentiras; él no te mantendrá a salvo, solo quiere el dinero que seguro le prometieron por ti.

—Cuida tu palabras, profesor —me dice enojado y con un gesto amenazador.

—¿O qué, policía? —lo desafio volteándome hacia él.

—O te pondré un tiro en la puta frente —dice a unos centímetros de mi cara.

—¡Hazlo entonces!

—¡Basta los dos! ¡Jonathan solo intenta salvar a su familia! —Jessica suelta esas palabras de repente como un balde de agua fría.

—¡¿Qué?!

—Si no hago esto, Maloy podría matar a su esposa y su hijo.

Jessica sale fuera de la habitación para hablar en privado con Jonathan mientras yo estoy recostado en la cama pensando en la bomba que me acaba de lanzar. Esto es algo que jamás, ni en mil años, me hubiera imaginado, ¡Jonathan es casado y además tiene un hijo!; lo que significa que todos mis celos, porque ya no tiene sentido negar que estaba celoso, han sido en vano. Ahora siento que me he comportado como un imbécil todo este tiempo. Escucho la puerta abrirse y veo la veo entrar con el ceño fruncido.

—¿Estás bien? —le pregunto algo avergonzado.

—No, no estoy bien. ¡Estoy enojada contigo! Sabes que te estás recuperando y te pones a discutir sin medir las consecuencias. —Se detiene al pie de la cama y empieza hablar rápido y sin detenerse—. Te dije que Jonathan no quería hacerme daño, pero insististe e insististe y me hiciste decirte algo que no debía y ahora toda esta operación podría irse por el caño y es mi culpa por haberte involucrado y...

—Oye, oye basta. Esta bien, lo siento. —Lentamente tomo asiento en el edredón y sostengo sus manos para intentar calmarla—. No es tu culpa ¿Okay?, es mía. Es que lo escuché hablando y decir cosas como que te entregaría y perdí el control.

—Pues deberías controlarte. —Ella se suelta de mi agarre y se cruza de brazos.

—Viniendo de alguien cuyo fuerte no es la sensatez exactamente, eso significa mucho —le digo con una media sonrisa. Tal vez un chiste la relaje.

—Perece que los golpes despertaron tu sentido del humor, lástima que este no es el momento —dice sentándose junto a mí con expresión preocupada—. Si Maloy, se entera de que Jonathan solo está fingiendo, todos podríamos morir. Solo tenemos una oportunidad para atraparlo.

—Bien, lo entiendo, y prometo no arruinarlo. ¿Ahora puedes explicarme cómo es eso de que, Maloy, matará a la familia de Jonathan?

—No creo que debería seguir contándote más cosas pero, bueno...

Empezó a contarme como, al parecer, Maloy había comprado a algunos de los oficiales encargados de su investigación y estaban a punto de retirar los cargos, así que la única esperanza para encerrarlo era encontrarla a ella. Jonathan era el único que sabía dónde estaba; se ofreció para viajar a Portland y pedirle que testificara y entregara la memoria como evidencia, pero Maloy logró rastrearlo.

Envió a sus hombres a "convencerlo" de que le dijeran donde estaba Jessica pero él se negó, de hecho ellos habían causado su accidente con la moto como una advertencia de lo que pasaría si no colaboraba. Al ver que eso tampoco funcionó decidieron tomar medidas más drásticas; le mostraron un video de su esposa llevando a su hijo a la escuela y haciendo otras actividades diarias. Los tenían vigilados, y si no hacia lo que le pedían los matarían; así que no tuvo más opción que fingir aceptar el chantaje y entregar a Jessica a cambio de que dejaran en paz a su familia.

—Dios, no puedo creer todo lo que acabas de contarme —le digo conmocionado por esa loca historia—. Ese tipo en verdad es un monstruo.

—Lo es —afirma, mirándome a los ojos con expresión sombría—. Yo no lo supe hasta después de irme con él ese día en la cabaña, pero le prometí ayudarlo. Por eso te envié ese mensaje, por eso besé a Jonathan y por eso no quería que vinieras por mí. —Noto que vuelve a exasperarse—. Ahora tú vida, junto con la de todos nosotros, también está en peligro.

Me siento conmovido por la forma en que se preocupa por mí y por otros. No sé en que momento dejé mi tranquila vida de profesor para meterme en este embrollo, tal vez debí seguir aburriendo a mis alumnos con mis clases de historia; pero sin duda puedo decir que a pesar de todo no me arrepiento de estar aquí, por ella.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top