Capítulo 3

Por fin terminó el día, ahora mismo estoy en el estacionamiento de profesores entrando en mi auto. Después de un día tan estresante de trabajo solo quiero ir a casa y hacer un poco de ejercicio. Cierro la puerta y enciendo el motor.

—¡Hola!

—¡Ahhhh! —freno de repente al escuchar ese saludo repentino dentro de mi auto.

—Tranquilízate, soy yo —dice Jessica entre risas, pero el hecho de que sea ella me pone a un más nervioso— ¿sí te acuerdas de mí, verdad? No sabes la impresión que tuve cuando te vi.

—No, tú no sabes la impresión que yo tuve cuando te vi ¿Cómo demonios entraste? —le pregunto furioso.

—Aprendí a abrir puertas con pinchos para el cabello en la universidad.

—Wow, es bueno saberlo —le digo con ironía. ¿Qué persona normal se mete en el auto de alguien como una delincuente?— ¿Y por qué te metiste?

—Es que necesitaba que alguien me llevara a casa y tú eres la única persona que conozco aquí, mi auto aún está en el taller —dice encogiéndose de hombros.

—Y ¿No se te ocurrió el pedirme que te llevara como lo haría cualquier otra persona?

—Lo pensé, pero no quería que te vieran con una alumna y pensaran mal de ti —«que considerada»—, además quería estar a solas contigo para agradecerte.

—¿Agradecerme qué? —«ahora estoy confundido».

—Pues sí sabes que estoy de incógnito ¿No? —Asiento con la cabeza—. Pues, resulta que al día siguiente de conocernos fui con mi jefe y le mostré mis increíbles notas sobre el evento, pero alguien más había ido a cubrirlo, ya que uno de mis colegas me delató y le contó que llegué tarde. Pero estaba tan contento con mi investigación que decidió darme otra oportunidad y aquí estoy.

—Ósea que toda esta situación es mi culpa, claro que sí —susurro para mi mismo.

—¿Qué dijiste?

—Nada, solo dime dónde vives. —Después de conducir siguiendo la dirección que me dio llegamos a la parte, digamos menos glamorosa de la ciudad— ¿Estás segura de que es por aquí? Parece un sitio peligroso.

—Por supuesto, allá está mi departamento —dice señalando un edificio gris en bastante mal estado lleno de grafitis. De no ser porque ella dice que vive allí yo hubiera jurado que el lugar estaba abandonado—, y no es peligroso en lo absoluto, es pintoresco.

Entramos en el edificio y subimos hasta su departamento, al abrir la puerta y pasar adelante quedo aturdido por todo el desastre hay aquí. Hay tantos periódicos y revistas por todos lados que literalmente no se puede ver el piso, las cortinas ni siquiera combinan con los muebles y parece que alguien rompió el cristal de una de las ventanas con un ladrillo.

—¿Qué pasó con esa ventana? ¿Alguien trató de robarte?

—Oh no, yo lo hice. Está trabada desde que me mudé aquí y necesitaba un poco de aire fresco, así que la rompí.

—Claro, una razón totalmente lógica para romper una ventana ¿Cómo no se me ocurrió antes?

—En fin ¿quieres sentarte? —me pregunta con una sonrisa. Muevo algunos periódicos y me siento en el sofá—. Hay otra razón por la cual me metí en tu auto y es que necesito que me ayudes con algo. —Empieza a decir sentándose junto a mí—. No sé si sabes que estoy haciendo un reportaje sobre el bullying y es muy importante para mí hacer un gran trabajo. Al principio no sabía que hacer, pero cuando te vi dije ¡sí! Y es que tú fuiste tan lindo conmigo antes, no la parte del sexo sino cuando me diste toda esa información y eso.

Trato de prestar atención a lo que dice, pero todo en lo que puedo pensar es en esos labios carnosos y en lo increíble que fue besarlos esa noche... «Basta Roy».

«—Y pensaba que podías hacer lo mismo por mí otra vez. Darme información sobre los chicos problemáticos, las respuestas de los exámenes, hacerme tu alumna favorita».

—Espera, espera ¿Qué? ¿Cómo que respuestas de los exámenes?

—Sí, escucha —me dice entusiasmada—. Mi plan es actuar como una chica superinteligente y odiosa y ser la favorita del profesor, ósea tú, los chicos me odiarán y me molestaran. La cosa es que no recuerdo mucho de mis años de escuela y por eso necesito tu ayuda ¿qué opinas?

—Opino que has visto demasiadas películas para adolescentes, además creo que es anti-ético que te dé las respuestas.

—Claro que no es anti-ético, no soy una estudiante de verdad. —Aclara, cómo si eso ya no lo supiera.

Se inclina sobre mí invadiendo mi espacio personal y sin querer mis ojos se desvían hacia el escote de su espantoso vestido que, aunque es muy modesto, en esa posición permite que la división de sus pechos sea visible a mis ojos. De repente este lugar se empieza a sentir aún más pequeño... lo mejor sería que me fuera a casa en este instante, pero no creo que esta chica me deje en paz hasta que acepte ayudarla así que no tengo otra opción.

—De acuerdo, te ayudaré con tu plan, pero no te daré información de ninguno de los estudiantes y tienes que prometer que cuando salga tu artículo no mencionaras mi nombre en él —le advierto con seriedad. Ella se lleva un dedo al mentón y lo mueve rápidamente mientras frunce en ceño como si estuviese considerándolo.

—Muy bien, acepto —dice extendiendo la mano hacia mí. Yo dudo un poco al principio, pero termino estrechándosela para formalizar nuestro acuerdo.

—Y una cosa más, nadie puede saber que tú y yo, ya sabes qué.

—¿Qué tuvimos sexo? —el solo mencionarlo hace que todos los recuerdos de esa noche vuelvan a mi mente.

—Sí, eso —digo soltando su mano estrepitosamente—. Y ahora me tengo que ir, tengo cosas que hacer —digo poniéndome de pie.

—¿No quieres algo de tomar primero? —me pregunta. Hecho un vistazo a su cocina y, no es por juzgar, pero no creo que haya nada comestible o bebible allí.

—No, estoy bien gracias.

—Bueno pues, adiós y gracias por ayudarme.

—Sí, sí. No hay de qué. Adiós —salgo de su departamento tan pronto como puedo y corro hasta mi auto.

«Estúpido, estúpido, estúpido» Me digo a mí mismo una vez que llego al auto. No sé por qué he aceptado este absurdo trato, pero si sé que nada bueno saldrá de esto.

Muy bien, solo tengo que respirar profundo y tranquilizarme. En realidad no he hecho nada malo, esto me ayudará mantenerla vigilada y controlada como el director Rodríguez me pidió; tal vez me he salido un poco del plan, pero aún puede funcionar.

Con mi mente y mi pene ya bajo control, enciendo el auto y conduzco hasta mi casa; me pongo mi ropa deportiva y me voy al gimnasio hacer un poco de ejercicio. Después una buena sesión de abdominales me siento mucho mejor, intento voltear a ver algunas de las chicas del gym, pero todo lo que llega a mi mente es el escote de Jessica bajo su horrible vestido, hora de hacer pesas.

Será mejor que me la saque de la cabeza y no piense ni por un segundo en romper las reglas. Ninguna mujer me ha sacado de mis cabales antes y, esta loca reportera no será la primera.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top