Capítulo 27

A pesar de las advertencias de Carlos, después de que me llevara a casa al día siguiente, preparé mi maleta y tomé el primer avión al estado de Washington que pude encontrar. Después de casi cinco horas de vuelo, ahora estoy hospedado en el único hotel decente que pude encontrar por menos de cien dólares la noche en la ciudad de Tacoma.

Después de tomar una ducha en el diminuto baño, me pongo algo cómodo y me paro delante del ventanal para apreciar la vista y poner en orden mis ideas.

Vine hasta aquí porque es la ciudad donde vivía Jessica cuando todo su problema empezó, pero no tengo idea de que hacer a partir de este punto. La verdad es que no me tomé mucho tiempo para pensar las cosas.

Observo la tenue luz del atardecer por el cristal de la ventana, mientras las luces de las calles y los edificios comienzan a encenderse. Tacoma es una hermosa ciudad, aunque no es tan grande como Portland. Fue trazada en mil ochocientos sesenta y ocho y octuvo su nombre por los nativos americanos que...

Dios, ¿cómo puedo estar pensando en historia en este momento? Si Jessica estuviera aquí, haría algo loco como saltar sobre la cama o gritar groserías por la ventana.

Sonrío al pensar en lo diferentes que somos; si la hubiera conocido en la escuela seguramente hubiera sido insoportable y me hubiera puesto un sobre nombre como cerebrito o algo así.

Jamás pensé que podría enamorarme de una chica como ella, pero aquí estoy, en una ciudad desconocida, en otro estado, y tal vez poniendo mi vida en peligro para rescatarla.

—Supongo que la chica de mis pesadillas se convirtió en la chica de mis sueños —me digo a mí mismo.

Por el momento iré a la cama y me acostaré a dormir. Necesito relajarme, descansar y trabajar en un plan para salvar a la mujer que amo.


Al día siguiente despierto temprano con una idea fija en la mente. Me visto rápido, como algo y salgo del hotel con rumbo a la estación central de policía de la ciudad.

Siendo realistas, no tengo idea de cómo o por dónde empezar a buscar a Jessica, pero creo que puedo encontrar ayuda con la policía local. Estoy seguro de que en cuanto les cuente que uno de sus oficiales es un traidor que trabaja para un mafioso, y que secuestró a una testigo, empezarán la búsqueda.

El taxi me deja justo en frente del edificio blanco, de concreto, con las palabras "DEPARTAMENTO DE POLICÍA DE TACOMA" grabadas en él.

Le pago al conductor y entro sin saber muy bien que hacer o decir; veo a una oficial de pelo rubio recogido en un moño y mirada seria, detrás de un podio y me acerco a ella para pedir información.

—Hola, ¿le puedo ayudar en algo? —me pregunta, deteniendo por un instante la tarea que estaba realizando.

—Sí, yo... quiero reportar un secuestro —le respondo algo indeciso.

—Espere aquí un momento, señor. —La mujer se baja del podio y desaparece detrás de una puerta, dejándome sólo. Unos minutos después, regresa con un hombre de pelo canoso y bigote, vestido con un traje informal y una placa de policía colgando de su cuello—. Él es el detective Williams, podrá ayudarlo con su caso —lo presenta ella.

—Hola amigo, ¿qué tienes para mí? —Noto un asento sureño en su voz.

—Si, yo quiero reportar un secuestro. No se efectuó en este estado, pero estoy casi cien por ciento seguro de que este era el destino de la persona que cometió el acto.

—De acuerdo, ven conmigo y así me explicas con mas detalles la situación —me insta.

Él detective Williams, que debe tener más de cincuenta años, me guía hasta una oficina diminuta, con ventanas de cristal y me invita a tomar asiento delante de un escritorio mientras él lo hace detrás del mismo.

—Y dígame ¿Señor...? —pronuncia la última palabra en forma de pregunta.

—Prescott, Roy Prescott —contesto rápidamente.

—Señor Prescott, ¿cuál es el nombre de la persona secuestrada? —Tiene un bolígrafo en la mano, preparado para escribir mi respuesta.

—Jessica Falcon.

—Perdón, ¿cómo dijo? —El detective deja el bolígrafo suspendido en el aire y me mira con incredulidad.

—Jessica Falcon, es el nombre de la chica secuestrada; ella es... mi novia —aclaro.

—Sí, ya veo... —Se levanta de su asiento y se acerca a la puerta para cerrarla, de igual manera corre las cortinas desplegables y luego vuelve a sentarse—. Y díganme, señor Prescott, ¿Sabe quien cometió el abominable acto?

—Sí, un oficial de esta misma ciudad, Jonathan García; ordenado por un fraudulento hombre de negocios a quien, Jessica, expuso ante las autoridades llamado Henry Maloy.

—Maloy... ¿Y donde dijo que se produjo el secuestro? —Notó que no está escribiendo nada de lo que estoy diciendo y eso me pone un poco nervioso.

—Fue en Portland, pero estoy seguro de que la trajo aquí porque... oiga ¿Porqué no está documentadon nada de lo que digo?

—Oh, descuide, señor Prescott, todo lo que usted me dice se esta quedando grabado en mi cabeza —dice mientras toca varias veces su sien con el dedo—. Solo una pregunta más, ¿alguien más sabe de esto?

Lo pienso por unos segundos antes de contestar y escucho una voz en mi cabeza me dice que no le diga nada sobre Carlos.

—N... no —miento.

—¿Estás seguro hijo? —insiste.

—Sí, muy seguro —miento otra vez.

El hombre se reclina hacia atrás y se queda pensativo.

—Muy bien, señor Prescott, iniciaremos con la búsqueda de su novia de inmediato, por favor mantenga la calma, no inicie ninguna investigación por su cuenta y no divulgue ningún tipo de información. —Se pone de pie mientras me da las instrucciones—. Ahora vaya a casa, nosotros nos estaremos comunicando con usted.

Salgo de la estación de policía y me dirijo de vuelta al hotel con la extraña sensación de que algo no está bien. Al entrar en la habitación lo primero que hago es tomar el teléfono y llamar a Carlos.

—Hola, amigo, ¿ya rescataste a tu princesa? —me pregunta sarcástico al contestar el teléfono.

—No seas idiota, Carlos —le digo malhumorado—. Acabo de poner una denuncia por el secuestro de Jessica, pero por alguna razón tengo la impresión de el detective que me atendió no quería que nadie más supiera para que estaba allí.

—¿Y que te hace pensar eso?

—No lo sé, solo lo sentí así —respondo con honestidad.

—Creo que estás un poco paranoico; hiciste bien en ir a la policía, ellos te ayudarán —dice tratando de animarme.

—Eso espero.

Después de hablar por unos minutos más, cuelgo el teléfono y le sigo dando vueltas al extraño comportamiento del policía hasta que, sin darme cuenta, me quedo dormido.

Después de más de tres horas, por lo que puedo ver en el reloj de la habitación, por el sonido de mi teléfono celular. Abro y cierro los ojos, tratando de adaptarme a la luz, y busco torpemente mi teléfono entre las sábanas.

Cuando por fin lo encuentro y miro la pantalla, siento que mi corazón casi se sale de mi pecho al ver el nombre de Jessica en ella. Rápidamente  deslizo el botón verde y contesto.

—¡Jessica! ¡¿Eres tú, estás bien?! —preguntó nervioso.

—No, no es ella. —La voz de Jonathan me hace saltar de la cama invadido por la furia.

—¡Maldito infeliz! ¡¿Qué le hiciste a Jessica?!

—Descuida, ella está bien; jamás la tocaría. —asegura—. Pero tú, profesor, debo admitir que tienes agallas para haber venido hasta aquí, me impresionas.

—¿Cómo sabes donde estoy?

—Eso no importa profesor, lo que importa aquí es lo poco que valoras tu vida. Lárgate y deja de meterte en lo que no te importa antes de que recibas algo más que un golpe en la cabeza —me amenaza.

—No pienso irme a ningún lado sin Jessica, no importa donde la tengas la voy a encontrar y tú vas a pagar por esto, ¡irás a la carcel infeliz! —le digo con convicción, sintiendo la sangre hervir dentro de mí.

—Eres terco, profesor, y por lo que escucho hablas en serio. —Lo escucho inhalar y exhalar—. Hagamos un trato, Roy; se que te importa Jessica y por eso estás aquí ¿Te quedarías más tranquilo si ves por ti mismo que está bien?

—Dime donde está —le exijo.

—Te lo diré, pero hay una condición; en cuanto veas que está bien y lo escuches de sus labios, te regresarás a Portland y te olvidaras de ella.

Anoto en un papel la dirección que me da y en cuanto cuelgo el teléfono me cambio la camisa salgo de mi habitación. Corro hasta la calle, detengo un taxi y le doy al conductor las instrucciones de a donde quiero ir.

Después de varias horas el taxista se detiene en el "POINT DEFIANCE PARK"  de Tacoma; un hermoso y muy concurrido parque que cuenta, además de otras cosas, con un jardín botánico y un zoológico. Salgo del auto y deambulo por el lugar, tratando de ubicar el punto de encuentro que me indicó Jonathan.

No niego que una parte de mí tiene la sospecha de que todo sea una trampa, pero estoy tan desesperado por ver a Jessica que estoy dispuesto a correr el riesgo.

Continúo camino hasta divisar un puente y en él veo a Jonathan y a Jessica a su lado. No puedo evitar sonreír aliviado al ver que esta bien; desde donde estoy no hay forma de que puedan verme, pero yo puedo apreciarla en todo su esplendor. Por un momento me olvido de las circunstancias y solo puedo pensar en lo hermosa que se ve rodeada de flores, con la luz del sol iluminando su rostro.

Estoy a punto de gritar su nombre cuando un extraño momento capta mi atención. Mi sonrisa se esfuma, siendo reemplazada por la confusión al ver a Jonathan poner su mano sobre la mejilla de Jessica y acariciarla de una forma muy íntima.

Casi me digo a mí mismo que estoy alucinando, pero cuando él lentamente acerca sus labios a los suyos y ella lo recibe poniendo sus manos al rededor de su cuello sin ninguna inhibición, me doy cuenta de que es totalmente real.

Puedo sentir como todo mi mundo se quiebra en mil pedazos al verlos a ambos fundirse en un profundo y apasionado beso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top