Capítulo 21

Me quedo en silencio, con los puños apretados y entro en mi auto, aún sin poder creer la amenaza que acabo de escuchar.

—¡Estúpido, estúpido, estúpido! —exclamo lleno de ira y frustración, golpeando con el puño el volante— ¡¿En que mierda estás metida mujer?!

Tengo que verla hoy mismo y exigirle que me diga lo que está pasando, pero antes tengo que encargarme de algunas cosas. Saco mi teléfono del bolsillo y busco en los contactos el número que me interesa.

—¿Hola?

—Tío Tyron, soy Roy

—¿Sabes que es la segunda vez que me llamas tío el día de hoy después de cinco años de llamarme director Rodríguez? —pregunta con ironía.

—Eres mi jefe, debo ser respetuoso... En fin, necesito que me digas que les dijiste a esos hombres. Quiero saber que tanta información tienen.

—Traté de no dar ninguna información que los pusiera en evidencia. —Empieza a decir—. Pero sabes que es mi deber como ciudadano contribuir con la justicia. Les dije que la chica había venido varías veces para hacer un artículo pero que no sabía si volvería después de hoy. Luego se pusieron un poco nerviosos cuando les pedí ver su placa y se pusieron en marcha; me dejaron un número para que llamara en caso de tener más información.

—Gracias director, en verdad lo aprecio.

—Ya estás de vuelta —dice con ironía—. Solo quiero que resuelvas este problema, como dijiste que lo harías, y que mantengas a esa chica lejos de mi escuela y de mis estudiantes —me advierte—. Dios sabe que lo que menos necesito es un escándalo por aquí.

—Te prometo que todo saldrá bien —digo sin mucha convicción.

—En serio estás loco por ella ¿Eh? —Estoy a punto de refutar, pero él me interrumpe con un bufido—. No intentes negarlo, te he visto rechazar las insinuaciones de cada una de las maestras; incluso creí que era cierto ese rumor de que te habías vuelto gay —se burla—. Y resulta que todo este tiempo te has estado divirtiendo bajo nuestras propias narices.

—Tío, no así como pasaron las cosas.

—Déjame terminar —me interrumpe nuevamente—. Debo decir que como tu jefe, no apruebo ese comportamiento y espero que no se repita, pero como tú pariente estoy impresionado; no eres tan mogigato como pensé.

—Tío, solo procura no comentar esto con nadie por favor —le pido, ignorando su comentario malicioso.

—Eso no tienes ni que decírmelo, yo soy el menos interesado en que se sepa que una posible criminal estuvo en contacto con mis alumnos. —Dicho esto, cuelga el teléfono sin darme la oportunidad a decir nada más.

Dejo el celular  sobre el asiento del copiloto y pongo el vehículo en marcha sin tener idea de a donde ir. Lo que quiero es ir a casa de Jessica y enfrentarla, pero estoy demasiado alterado y tengo muchas cosas en que pensar, así que decido detenerme en un café para organizar mis ideas.

—Tengo que poner a un lado mis sentimientos y analizar esta situación de la manera más racional posible —me digo a mí mismo mientras tomo asiento en una mesa aislada.

A mi mente llegan vagos recuerdos de todas las veces que Jessica a actuado de forma extraña frente a mí, como esa vez que prácticamente me echó de su casa después de decirme que sus padres estaban en una casa de retiro o esa llamada extraña que recibió en el restaurante, todo eso sumando a la postal de sus padres, la llegada de Jonathan y su insistencia en que no pregunte sobre su vida.

«Son todos indicios de que ella es definitivamente oculta un secreto, pero ¿Crímenes? Además ¿Que tipo de crímenes?, esos tipos nunca especificaron que clase de crímenes ella supuestamente había cometido».

—¿Qué va a ordenar señor? —Ina joven camarera interrumpe mis pensamientos para tomar mi orden.

—Café negro sólo, por favor —le indico. La veo anotar la orden y alejarse con una sonrisa educada.

«No puedo quitarme de la cabeza a esos sujetos. No me gusta juzgar por las apariencias, pero no creo que en verdad sean policías, es decir, prácticamente me amenazaron en el estacionamiento y nunca le mostraron su placa al director.

No, definitivamente están mintiendo y, si mienten sobre su oficio, también podrían estar mintiendo sobre sus acusaciones, pero la pregunta es ¿para que buscan Jessica entonces? No puede ser para nada bueno, eso es seguro.

De pronto una idea me asaltó y un escalofrío helado se apoderó de todo mi cuerpo ¿Y que tal si esos hombres quieren lastimarla? Pero ¿Por qué? ¿Qué pudo haber hecho ella para molestarlos? ¿En que problema estás metida Jessica Falcon

La chica vuelve con mi café, lo sirve en la mesa, coloca un envase con azúcar al lado de mi tasa y se aleja para atender otra mesa. Echo dos cucharas de azúcar en mi café, lo remuevo un poco y me lo llevo a los labios.

Mientras estoy tomando el líquido mis ojos divagan por el establecimiento hasta detenerse en unos ojos azules que me observan. Casi me atraganto al pensar que uno de esos tipos me siguió hasta aquí, pero al mirar con más detenimiento, me doy cuenta de que es una persona totalmente diferente.

«¡Genial! Ahora me estoy poniendo paranoico, pero la idea que pudieron haberme seguido es más que posible».

Dejo el dinero para pagar el café sobre la mesa, salgo de la cafetería y miro a todos lados mientras subo a mi auto. Una vez que me he asegurado de que nadie me está siguiendo enciendo el motor con un rumbo fijo en la mente. Solo hay una persona que puede darme las respuestas que busco y me las dará quiera o no.


Veinte minutos después estoy frente al apartamento de Jessica tocando su puerta. Aún estoy alerta por si veo algo sospechoso y, cuando me abre, miro a todos lados antes de entrar y cerrar la puerta tras de mí.

—Roy, que bueno que vienes a verme. —Me recibe con una sonrisa—. Tardaron casi todo el día en reparar mi auto.

Mientras ella habla yo aprovecho para mirarla de arriba abajo como si fuera la primera vez que la veo. Está escasamente vestida con unos pantalones deportivos muy cortos y ajustados; dejando a la vista sus torneadas piernas; un abrigo olgado con capucha, los pies descalzos y el pelo recogido en una coleta. Tiene una taza de chocolate caliente en su mano, a la que le da unos sorbos mientras hablas.

«Según los documentales que he visto, no hay ningún patrón específico para detectar a los criminales, pero sí es posible intuir las intenciones de una persona por su forma de actuar y pensar. Jessica es dulce, atrevida, sociable... me es imposible pensar que ella podría hacerle daño a alguien.»

—Jessica, tenemos que hablar —la interrumpo.

—¿Qué pasa? —me pregunta, totalmente ajena a la situación.

—Necesito que me digas en este instante que es lo que ocultas. —Me enfrento a ella mirándola a los ojos.

—¿Qué? ¿Otra vez? —Ella pone la taza vacía a un lado y se deja caer sobre el sofá—. Ya habíamos hablado de esto, me prometiste que...

—Olvida esa maldita promesa, esto es serio. —Mi tono es mucho más alterado de lo que pretendía pero no puedo evitarlo.

—¿Qué está pasando, Roy?

—Unos supuestos policías fueron hoy a la escuela diciendo que eres una criminal.

—¡¿Qué?! —Se pone de pie abruptamente—. Eso no es cierto, yo jamás le haría daño a nadie ¡Te lo juro! ¡Debes creerme¡

—Jessica, yo te creo pero...

—¿Có... cómo eran ellos? —pregunta nerviosa.

—No lo sé, uno era calvo con una barba pelirroja y el otro usaba lentes oscuros y tenía un tatuaje en el cuello. —Su rostro palidece mientras le doy la descripción de los dos sujetos.

—¡Ay no! ¡No, esto no puede ser! —Empieza a caminar de un lado a otro, balbuceando incoherencias.

—Jessica ¿Qué está pasando? ¿Es cierto lo que dijeron? ¡Jessica —ella parecía no escucharme así que tuve que tomarla por los hombros y voltearla hacia mí para llamar su atención.

—¿Te hicieron daño? ¿Lastimaron a alguien? —me pregunta, comprobando que los conoce.

Esto no es una buena señal.

—No, no lo hicieron.

—Gracias a Dios. —Veo el genuino alivio en sus ojos al saber que estoy bien,pero el hecho de que los crea capaz de lastimarme a mí o a cualquiera hace que me preocupe aún más.

En un momento de descuido ella se aleja de mí y empieza a marcar su teléfono.

—Jessica ¿qué...? —Detengo la pregunta al escuchar el nombre que sale de sus labios.

—¿Jonathan? Ellos me encontraron.

«¿Jonathan? ¿Yo estoy aquí confiando en ella a pesar de que todo está en su contra y ella llama a ese imbécil?»

Es todo, mi paciencia llegó a su límite.

Le arrebato el teléfono de las manos con y lo arrojo sobre el sofá con furia. Ella se voltea hacia mí sorprendida.

—Me vas a decir lo que está pasando en este maldito instante —le exijo.

—¡No puedo decírtelo!

—¡¿Por qué no?! ¡Maldita sea! —exclamo, sintiendo como la frustración se apodera de mí.

—¡Porque estoy metida en un gran lío y no quiero involucrarte!

—Jessica, casi pierdo mi trabajo hoy y fui amenazado por esos hombres, creo que ya estoy involucrado.

—Roy, ellos son peligrosos.

—No son policías ¿Cierto? —pregunto, aunque sé exactamente la respuesta.

—No, no lo son.

—¿Y quiénes son? ¿Qué es lo que quieren? —Miró su rostro angustiado y mi mente empieza a imaginar lo peor.

—Ellos quieren matarme.

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