Capítulo 20

Llevo a Jessica a casa al final de clases y, aunque me insiste en subir a su apartamento y yo me muero por hacerlo, que es mejor declinar la oferta por el momento e ir a casa.

Al final nos despedimos con un suave y casto beso en los labios, que se convirtió en algo más cuando ella se reclinó sobre mí, haciendo que uno de sus pecho roce con mi torso; lo que provoca una reacción en mi entrepierna que no pasa desaparecida para ella.

—¿Estas seguro de que no quieres pasar? —me susurra al oído con su melodiosa y excitante voz.

—Por supuesto que quiero, pero no creo que sea una buena idea —le respondo mirándola a los ojos y acariciando su pelo—. Tengo que revisar algunos exámenes y sé que si te acompaño arriba no podré apartarme de ti hasta el día siguiente.

—De acuerdo, nos vemos mañana. —Se despide de mí y sale del auto.

Pongo el auto en marcha nuevamente, sintiéndome un poco culpable por la mentira que acabo de decir. La verdadera razón por la que no quise acompañarla es porque que no estoy seguro de poder cumplir mi promesa. Mi mente aún da vueltas pensando en eso de que hay cosas que no puede contarme.

¿Por qué tanto misterio? ¿Qué es lo que no puede contarme?

Estoy seguro que de haber subido no hubiera podido aguantarme y habríamos terminado peleando nuevamente. Además está el hecho de que casi termino diciéndole que la amo.

¿Qué diablos pasa conmigo? Jessica me ha dejado bastante claro que no busca una relación seria y, escucharme pronunciar esas palabras, de seguro haría que hiciera sus maletas y tomara un vuelo al otro lado del mundo. Además ¿Amarla? ¿En verdad la amo?

Estos pensamientos me atormentan todo el trayecto hasta mi casa y mientras tomo una ducha, como algo y organizo mis cosas, hasta que me voy a la cama.

Definitivamente tengo fuertes sentimientos hacia ella, pero será mejor que no me precipite y me abstenga de expresarlos hasta que esté seguro de lo que en verdad quiero. Odiaría cometer los mismos errores que cometí con Trisha y que todo vuelva a terminar en desastre.

Ya son más de las nueve de la mañana y Jessica aún no da señales de vida en la escuela. Ninguno de los estudiantes la ha visto y ella no mencionó nada sobre no venir a la escuela hoy. ¿Será que después de la entrevista que le hizo a Hannah ya tiene más que suficiente información para su artículo y no piensa volver? De ser así... ¿Por qué no me dijo nada?

Justo cuando estoy a punto de enojarme con ella, cuando mi teléfono suena y al tomarlo veo su número en la pantalla.

—Jessica, ¿dónde estas? ¿Por qué no has venido? Son más de las nueve.

—Lo siento, estoy en el taller reparando mi auto —me contesta. Puedo escuchar bocinas y herramientas chocando entre sí como música de fondo.

—Me prometiste deshacerte de esa trampa humana. —Ella suelta una sonora carcajada ante mi comentario.

—Lo sé, pero para eso necesito un auto nuevo primero o dinero para comprarlo y, no tengo ninguna de esas dos cosas.

—De acuerdo, solo llámame si necesitas que te pase a buscar.

—Bien lo haré, adiós.

Después de esa llamada me siento un poco más relajado. Aún me molesta la idea de que siga usando esa chatarra como medio de transporte pero al menos me tranquiliza la idea que no se ha ido a ningún lado.

Continuó el resto de la mañana intentando dar mis clases sin que se me note lo desconcentrado que estoy, pero no creo estar haciendo un bien trabajo porque acabo de confundir a George Washington con George Clooney, provocando un estallido de risas en todos mis alumnos.

La verdad es que extraño a Jessica. Extraño verla sentada frente a mi, fingiendo tomar notas de lo que digo. Es imposible creer lo rápido que me acostumbre a ella y sus locuras, y cómo la sola idea de no volver a verla me entristece.

Termino con este grupo y me dirijo a la la oficina del director, para hablar sobre los términos de mis próximas vacaciones.

Me detengo frente a la puerta, que no está bien cerrada, y escucho las voces de dos extraños mencionar el nombre de Jessica. Al instante todos mis sentidos se ponen alerta.

Discretamente y sin hacer el menor ruido, abro un poco más la puerta de la oficina y me acerco para escuchar mejor toda la conversación.

—Somos policías. —El sujeto que está hablando tiene un acento extraño y habla en un tono muy pausado—. Estamos aquí porque sabemos de buena fuente que esta chica, la criminal Jessica Falcón, ha sido vista en estas instalaciones —¿Criminal?— y queremos que nos lleve hasta donde ella para poder apresarla.

—¿Cómo que criminal? No entiendo. —El director Rodríguez suena tan asombrado como yo.

—Esta mujer se hace pasar por periodista y ha cometido varios agravios a la ley. No es alguien a quien querría tener cerca de sus estudiantes.

Mi mente se vuelve un torbellino escuchando estas palabras acusaciones.

«¿Este es su gran secreto? ¿Por eso no quería hablarme de su vida? ¿A esto se referían sus padres cuando decía que él no la encontraría, hablaban de un policía?»

Me alejo un poco de la puerta por unos segundos, sin dejar de poner atención a la conversación, y trato de calmarme un poco masajeando cabeza.

—Esto no puede ser —susurro— ¿Cómo pude ser tan imbécil?

Vuelvo a acercarme a la puerta y esta vez trato de ver a los supuestos policías por el rabillo del ojo. No puedo ver sus rostros pero veo que llevan puesto unos trajes negros elegantes y uno de ellos saca un cigarrillo y empieza a fumar sin importarle que esta en una escuela. Tampoco han mostrado su placa ni una orden de arresto.

Hay algo en toda esta situación que se siente muy raro y no puedo dejar que se lleven a Jessica a ningún lado hasta saber lo que está pasando.

El director Rodríguez por su parte aún está conmocionado por la noticia y no ha sido capaz de otorgarles ninguna de las informaciones que han solicitado, así que decido entrar e interrumpirlos antes de que lo haga.

—¡Director Rodríguez! Necesito que venga conmigo, es urgente —abro la puerta de par en par sin previo aviso, y finjo una emergencia.

—Maestro Prescott, ¿qué no ve que estoy ocupado? —me dice señalando a los invitados.

Los dos hombres en cuestión son altos y fornidos. Voltean sus miradas hacia mí, permitiéndome por fin verlos, solo con dos miradas frías con ojos inexpresivos.

Uno de ellos tiene puestos unos lentes oscuros a pesar de estar a puertas cerradas; lleva el pelo peinado hacia atrás; la ancha mandíbula se ve algo tensa y creo que logro vislumbrar un tatuaje en el cuello. El otro, que aún está fumando, tiene los ojos azules, la cabeza calva y una frondosa barba pelirroja. Si me lo preguntan ninguno de los dos parece policía.

—Lo siento director Rodríguez pero es muy importante que venga conmigo —le insisto.

—Caballeros permítanme un momento —sale de su oficina y comienza a seguirme—. Y bien maestro Prescott, ¿Cuál es la emergencia?

—Sólo sígame —le digo mientras me dirijo a mi oficina, volteando hacia atrás en varias ocasiones para asegurarme de que nadie nos siga.

Una vez que hemos llegado cierro la puerta con seguro para que nadie pueda entrar o escucharnos.

—Maestro, ¿me puede decir que está pasando?

—Escuché todo —le suelto sin más—. No puede darle a esos hombres información sobre Jessica. —Él me mira como si me hubiera vuelto loco.

—Usted no tiene porqué estar escuchando mis conversaciones Prescott, pero si ya lo hizo de seguro escuchó que esa mujer es una criminal ¡Pude haber puesto en peligro a toda la escuela!

—Yo no puedo creer eso. La conozco bien y sé que no dañaría a nadie. —Camino de un lado a otro mientras hablo.

—¿Y cómo está tan seguro profesor? ¿Acaso usted y esa chica...? —Me detengo en seco y lo miro a los ojos, respondiendo a su respuesta sin necesidad de usar las palabras— ¡¿Pero qué diablos pasa contigo, Roy?! ¡Confié en ti! ¡¿Cómo pudiste acostarte con ella?! —me reclama enojado.

—Director Rodrí... Tio Tyron —Es la primera vez en años que lo llamó de esa forma—. Sé que traicioné tu confianza, pero me conoces y sabes que no estaría diciéndote esto si no estuviera seguro de lo que digo.

—No puedo confiar en tu argumento solo porque te acuestas con ella. Abre los ojos sobrino, esa mujer te engatusó. Es una criminal y hay policías buscándola.

—No tenemos pruebas de eso, además ¿Cómo estás seguro de que en verdad son policías? No vi ninguna placa ¿Y tú?

—Pues no.

—Sólo te pido un día. No tienen una orden así que pídeles que vuelvan mañana con una y les darás lo que pidan. Será más que suficiente para averiguar lo que está pasando —le pido.

—De acuerdo sobrino, tienes un día. Pero si todo lo que dicen es cierto, esa mujer irá a la carcel. —Y con esta última advertencia sale de la oficina.

Después de eso definitivamente no pude concentrarme en mis clases así que ni siquiera lo intenté. Las últimas dos horas del día solo hice que los estudiantes leyeran su libro de historia mientras yo intentaba digerir todo lo que acababa de pasar.

Cuando por fin es hora de irnos, soy en primero en salir del edificio y llegar al estacionamiento. Camino hacia mi auto y me dio cuenta de que hay una sombra extraña cerca de él. Mientras más me acerco más visible se hace y, al llegar, descubro que la extraña silueta pertenece a los supuestos policías de antes.

—Hola maestro, ¿Prescott cierto? —me saluda el de la barba.

—Hola, ¿puedo ayudarlos caballeros?

—¿No nos recuerdas? Estábamos en la oficina del director en medio de una reunión muy importante cuando nos interrumpiste. Somos policías ¿Sabías?

—Sí, el director me comentó algo en el camino. —Volteo la mirada hacia en el otro sujeto que está recostado de mi auto, aún con los lentes oscuros puestos—. Perdón si los interrumpí pero era una emergencia. Y ¿Consiguieron lo que buscaban?

—Desgraciadamente no, pero no nos rendiremos. ¿Tú sabes porque vinimos?

—El director me comentó que buscan a una reportera que vino hacer un artículo.

—¿Y tú no sabes nada sobre ella o sí?

—No, yo no sé nada.

—Espero que no nos esté mintiendo profesor, porque le pasan cosas malas a las personas que mienten.

Después de decir esto ambos intercambian miradas y se alejan hasta desaparecer.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top