Capítulo 19
Después de que Jessica se fuera enojada de mi apartamento, decido darle al menos una hora de espacio, una hora en la que casi me vuelvo loco.
Al pasar este tiempo, intento llamarla y tratar de disculparme, pero fue inútil; no contesta el teléfono ni una sola vez. Luego de más de veinte llamadas pérdidas y unos siete u ocho mensajes en su correo de voz, me doy por vencido. Vuelvo a marcar el teléfono, pero esta vez para llamar a Carlos y pedirle un consejo que pueda ayudarme a salir de esta situación.
—Lo arruiné todo, soy un maldito imbécil. —Empiezo a decirle en cuanto contesta el teléfono.
—Oye, cálmate amigo ¿Tan mal te fue?
—No quiere volver a verme, así de mal me fue —contesto a su pregunta con pesar.
—Bueno, no puedes culparla. Lo que hiciste fue una invasión a su privacidad.
—¡Lo sé! Sé que fue bajo y no tengo ninguna excusa, pero quiero disculparme y ella no me deja, no contesta ninguna de mis llamadas.
—¿Por qué no la dejas pensar hoy y vas a su casa mañana? No sé, podrías llevarle flores. Las mujeres aman las flores.
Escucho lo que dice Carlos y creo que puede ser una buena idea, tal vez un gesto romántico pueda ablandarla un poco y hacer que me de la oportunidad de disculparme.
—Podría funcionar, lo intentaré.
—¡Suerte, campeón! La necesitarás.
A la primera hora del día siguiente me dirijo al apartamento de Jessica con el ramo de rosas más frondoso que pude encontrar, con la esperanza de que sirva para que al menos me de la oportunidad de explicarme y no termine arrojándome todas las flores a la cara.
El ascensor está ocupado así que subo las escaleras, despacio, puesto que estás flores apenas si me dejan ver por donde voy, mientras practico mentalmente mi discurso de disculpa.
Al llegar al piso en donde está su departamento, echó las flores aún lado para avanzar, pero no llego a dar ni dos pasos. Desde donde estoy puedo presenciar con total claridad a Jessica mientras se abraza al idiota de su amigo Jonathan, quien ahora tiene una pierna escayolada y lleva unas muletas bajo el brazo.
Siento mi sangre hierve dentro de mi como lava volcánica cuando la veo recargar descaradamente su cabeza sobre su hombro mientras que el abrazo continúa prolongadose.
«¡Maldita sea! Ese idiota se está aprovechando de su lástima y su vulnerabilidad».
Tengo ganas de arrojar todas estas malditas flores al piso para así llamar su atención y hacer que ese imbécil le quite sus manos de encima, pero me contengo, aunque a duras penas. En lugar de eso comienzo a retirarme sigilosamente, sin que se percaten de mi presencia y bajo las escaleras triste, frustrado y abatido.
No tengo ningún derecho de hacer una escena, después de todo, yo soy el culpable de que esto esté pasando.
Hoy es lunes y aún no he podido quitarme de la cabeza la imagen de Jessica abrazando a Jonathan. Y lo peor de todo es que ella aún está enojada conmigo; ni siquiera me a volteado a mirarme en todo el día. No sé si sentirme culpable o enojado. Sé que fui yo quien lo estropeó todo, pero ella ni siquiera esperó dos días para lanzarse a los brazos de su supuesto amigo.
Y aún no tengo ninguna respuesta sobre quién o quiénes la están buscando ¡Dios, siento que voy a enloquecer! Bien ya no puedo más, no me importa si me odia o no, necesito respuestas y las necesito ahora. Miro hacia el reloj, la clase casi termina. Volteo hacia Jessica, quien está enfrascada en una conversación con Hannah; debo encontrar una excusa para estar a solas con ella.
—Señorita Claire, necesito hablar con usted sobre sus calificaciones, por favor quédese un momento después de la campanada.
Se escucha un sonoro "O" en toda el aula por parte de los demás estudiantes, mientras que ella solo me da una rápida mirada de fastidio. Después de unos minutos la campana de la escuela suena, anunciado el final de la clase y todos los estudiantes comienzan a salir a excepción de Jessica, quien se queda en su asiento dándome una mirada asesina.
—¿Ahora que quieres? —me pregunta irritada cuando al fin estamos solos.
—Disculparme, eso quiero —le contesto con calma—. Lo hubiera hecho antes, pero no quisiste contestar ninguna de mis llamadas.
—Te dije claramente que no quería saber nada de ti —me dice cruzada de brazos.
Me levanto de mi escritorio y camino hacia ella exasperado, con las manos en la cabeza, tratando de controlar mis emociones. Sé que le dije que quería disculparme, pero lo que en verdad quiero es zarandearla por dejar que ese idiota la consolara.
—Admito que estuvo mal lo que hice y me arrepiento de haber traicionado tu confianza.
—¡¿Entonces por qué lo hisciste?! —me grita furiosa, poniéndose de pie.
—¡Porque es un tortura saber que la persona que a... te gusta es una total desconocida! —le reprocho con frustración—. Después de tocarte y besarte, apenas si sé tu nombre —le digo despacio, acercándome lentamente a ella, hasta poder posar mi mano en su mejilla, con un poco de miedo de que me rechace; sin embargo ella se queda inmóvil, mientras suaviza su expresión y cierra los ojos al sentir mi toque— .Ya no quiero pelear, ni mucho menos verte abrazando a ese imbécil otra vez.
—¡Espera! ¡¿Qué?! —Abre los ojos, alarmada y retira mi mano de su cara de un tirón— ¿Qué quieres decir con eso? ¿Cuándo me viste abrazar a Jonathan?
—Fui a tu apartamento y los vi —le confieso.
—¿Así que ahora te has dedicado a espiarme? —Su expresión vuelve a ser tan dura como antes.
—No estaba espiándote, fui a llevarte flores y a pedirte perdón.
—¡No te creo!
—¡Pues eres muy injusta! Tú te la pasas grabando a las personas sin su consentimiento y no tienes ningún reparo moral en ello. ¿Qué diferencia hay entre lo que yo hice una vez y lo que tú haces a diario?
—Es complétame diferente, yo soy una reportera —dice sacando la grabadora de su bolsillo y sosteniéndola en el aire con una mano—. Si hago esto es porque mi trabajo me lo exige y la información que odtengo, la uso para un bien mayor.
—Jessica, por favor.
—¿Marie? ¿Profesor Prescott? —ambos nos volteamos al escuchar la voz de una chica adolescente desde la puerta del aula.
—Hannah.
—¿Qué está pasando aquí? ¿Por qué el profesor Prescott te llamó Jessica? ¿Y qué es eso que traes en la mano? —La mirada confundida de la chica se esfuma para dar paso a una dolorosa revelación—. No eres una alumna ¿Cierto?
—Hannah, déjame explicarte —le dice tratando de acercarse a ella.
—¡No! ¡Eres una mentirosa! —exclama furiosa antes de salir corriendo.
Jessica mira angustiada como la pelirroja se aleja entre lágrimas e intenta salir tras ella.
—Espera, yo iré tras ella. No creo que vaya a querer escucharte en este momento. —Ella me dedica una mirada triste y asiente con la cabeza.
Salgo del salón de clases y empiezo a buscar a Hannah por todas partes hasta encontrarla en una banca del patio trasero, sollozando. Intenta limpiar sus lágrimas rápidamente en cuanto me ve. Me acerco despacio hasta sentarme junto a ella.
—No intente convencerme con alguna tonta excusa, profesor Prescott —me advierte—. Lo escuché todo; Marie o Jessica o lo que sea, es una periodista. Nunca fue mi amiga. —Empieza a sollozar otra vez.
—No inventaré nada. Todo lo que escuchaste es cierto, pero no pienses mal de Jessica; ella es algo peculiar, pero es una buena persona y puedo asegurarte que en verdad le importas —le digo con una sonrisa mirándola a los ojos—. Si te mintió, fue porque no podía contarle a nadie quien era en realidad.
—¡Pero a usted sí se lo contó!
—Eso es algo difícil de explicar; nosotros nos conocíamos de antes —«No sé cómo hablar de una situación tan complicada una niña de quince años.»
—No me importa, no quiero saber nada de ella —dice enfadada—. Sabía que alguien tal cool jamás sería amiga de una tonta como yo.
—Hannah, tú no eres tonta. Eres la chica más lista que conozco, serás la graduada más joven de esta escuela.
—¿Y eso qué? Si no fuera tan lista nadie se burlaría de mí.
—Ni tampoco podrías sobresalir de los demás, serías tan ordinariamente como el resto. —La miro a los ojos mientras hablo—. La escuela es horrible, pero no es eterna. Y tu harás cosas geniales cuando salgas de aquí. —Una dulce sonrisa de dibuja en su rostro mientras limpia sus gafas humedecidas por las lágrimas.
—Gracias profesor, pero aún así no quiero volver a verla —dice firmemente.
—El rencor no te traerá nada más que amarguras. No te pido que la perdones, solo que la escuches.
—Yo sería muy feliz si me dejaras explicarte Hannah.
Jessica aparece de la nada en el patio de la escuela; al parecer me siguió sin que yo lo notara.
—¿Qué haces aquí? ¡Tú me mentiste, lárgate! —le reprocha.
—Yo siento mucho el haberte mentido. Pero estoy aquí de incógnito y eso significa mentirle a los demás.
—Al menos ya no tendrás que fingir ser mi amiga —le dice con desprecio.
—No, yo jamás fingí ser tu amiga, eso fue real.
—¿Cómo sé que no sigues mintiendo?
—De acuerdo, me merezco que desconfíes de mí —acepta con resignación—. Y tienes razón, soy una mentirosa. Como te dije antes, es parte de mi trabajo.
—Eso no te justifica.
—Yo creía que sí. Aveces las personas creemos que el fin justifica los medios y que está bien hacer cualquier cosa con tal de obtener lo que quieres, pero eso no es correcto. —Voltea a mirarme mientras dice esas palabras y luego vuelve a mirar a Hannah—. Te propongo un trato. Estoy aquí para hacer un artículo sobre el bullying Déjame hacerte una entrevista.
—¿Por qué crees que te ayudaría?
—No quiero que me ayudes a mí, quiero que ayudes a otras chicas y chicos que son incomprendidos como tú. Que son molestados por sus compañeros. Tu experiencia podría servir para ayudar a otros.
—¿Tú crees que yo podría ayudar a otros?
—Por supuesto que sí.
—De acuerdo, lo haré. ¡Pero no por ti! Aún creo que eres una mentirosa.
—Lo acepto. Solo espero que algún día puedas perdonarme —le dice en tono triste— ¿Comenzamos?
Jessica sacó su grabadora y empezó hacerle toda clase de preguntas referentes al tema del acoso escolar y a cómo se sentía ser víctima de ello a Hannah, quien las contestaba con tristeza y algo de recelo.
Después de un rato de ambas dan por terminada la entrevista y la pequeña pelirroja se dispone a entrar en al edificio de la escuela, no sin antes prometer que no diría una palabra de la verdadera identidad de Jessica.
—Solo una cosa más... —Se queda parada en medio del patio y nos mira a ambos simultáneamente— ¿Ustedes dos son novios?
—Pues nosotros... —Empiezo a balbucear.
—Sabía que ese rumor de que se había vuelto gay era falso. —Von esta última frase se retira, dejándonos solos.
Miro a Jessica, quien estalla en una risa burlona ante la ocurrencia de la adolescente, pero no me dijo inmutar por ello. Tienemos temas mucho más importantes que tratar. Me acerco a ella despacio, con una expresión seria que hace que su risa se vaya menguando.
—No estuvo tan mal, pudo haber sido peor ¿No?
—Sí, y debo decir que fue gracias a ti. Escuché todo lo que dijiste, en serio me apoyaste y lo agradezco
Nos quedamos callados por unos instantes que parecieron horas, mirándonos a los ojos y, cuando ya no puedo soportar mas el silencio, decido hablarle una vez más con esperanza de que ahora sí quiera escucharme.
—Jess, siento mucho lo que hice, fui un idiota.
—Y yo fui una hipócrita. Creo que estamos a mano —dice encogiéndose de hombros—. Roy yo entiendo que quieres saber más de mí, pero créeme cuando te digo que hay cosas que no puedo contarte. —Escuchar esas palabras hizo que me preocupára aún más.
—¿Por qué? No entiendo
—Solo promete que no volverás a indagar sobre mi vida, por favor.
Su expresión denota ansiedad; lo que me hace pensar que, sea cual sea la razón por la que no quiere contarme detalles de su vida, no debe ser nada bueno. Pero aunque me muero por averiguarlo tengo que respetar sus deseos, si quiero obtener su perdón.
—Lo prometo, pero sólo si tu prometes ya no estar enojada conmigo.
—Lo prometo, sólo si tu prometes llevarme a casa porque mi auto volvió a averiarse. —Todo mi mundo vuelve a iluminarse al ver esa sonrisa traviesa nuevamente.
—Lo prometo. —Poco a poco acorto la distancia entre nosotros, hasta que estoy lo suficientemente cerca para sujetar su cintura—. Solo si tú prometes desacerte de esa chatarra —le digo pegando me frente de la suya.
—Lo prometo. —suelta una sonora carcajada que me hace sonreír a ni también.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top