CAPÍTULO 6: La muerte de Star
Star corrió a toda prisa y con el miedo emponzoñado en las venas, salió de aquella casa que le resultaba a la vez familiar y escalofriante. Las lágrimas se le desparramaban por los pómulos, sin embargo, no se le escapó ni un solo gemido. Aceleró desconsoladamente y tropezando por la adrenalina descontrolada, dejó atrás el túnel y atravesó el límite en forma de muro entre el peligro y estar a salvo.
Durante horas transitó rápido y vagó sin rumbo fijo. Aunque quería volver a su casa, al refugio de su habitación, su mente se había nublado tanto que no alcanzaba a ver claro ni dónde se encontraba ni hacia dónde se dirigía en realidad.
En su cabeza aparecían imágenes de Claire mezcladas con la cara de aquel chico, rápido intentaba focalizar su mente para recordar el camino a la mansión Moon, pero era tal la bruma espesa que surgía de las entrañas de su imaginación, que la angustia terminó por instalarse definitivamente en el epicentro de sus pensamientos.
Pensó en buscar la oficina de policía, quizá si hablase con el sheriff localizarían a su mejor amiga rápidamente y todo se quedaría en un susto. Quizá Claire quiso irse con Matt Eville. Cabía la remota posibilidad de que simplemente ella buscase cumplir su deseo. Pensó en Charlie, tan bueno, tan normal... En cambio, no lograba que ese presagio de que algo no iba bien le abandonase. Claire no podía haberse ido por su propia voluntad. Jamás la habría dejado sola en una fiesta como esa.
Cuando quiso darse cuenta, estaba en Sceneville central. Todo estaba más oscuro que cualquier otra noche, por la luna nueva sofocada y sin luz que yacía en el cielo, rodeada de una fina línea áurea que dibujaba su forma esférica. A excepción de esa mínima luz, solo alumbraban la calle los carteles rojos y verdes que sobresalían de los rascacielos. Una niebla humeante salía de las alcantarillas y aunque la chica se había cruzado con centenares de personas hasta llegar a ese lugar, aunque no las había advertido por el trance, en ese callejón el silencio era estremecedor, no se veía ni un alma y Star volvió a sentir ese escalofrío que le recorrió la columna vertebral hasta llegar a la parte alta del cuello.
Al fondo le pareció ver al chico rubio, a aquel que solo ella podía ver, pero solo fue durante un segundo. Debía de ser el miedo. Se apoyó contra la pared para descansar el cuerpo y coger el aire que le faltaba. Respiró profundamente y notó por primera vez en toda la noche lo agotada que se sentía. Tenía frío, el vestido estaba sucio y tenía heridas en las rodillas de las veces que había tropezado mientras salía veloz de casa de los Eville.
Tomó un último aliento y levantó la cabeza. Se notó más calmada y por fin pudo ver mejor dónde se encontraba, así que decidió volver a casa, ahora sí, sabiendo el camino de vuelta. Llamaría a la policía por teléfono cuando llegase a su habitación, desde un lugar seguro. Era lo más inteligente.
Recorrió apenas dos pasos cuando escuchó algo que se movía entre los grandes y redondos cubos de metal a rebosar de basura. No pudo evitar asustarse y dio un respingo llevándose la mano al corazón. Se le salía del pecho. Se giró rápidamente y ahí estaba, gato. Su gato.
—Madre mía... qué susto me has dado... lo que me faltaba ya... eso por no llevar la música puesta. Si la llevase no me asustaría con ruiditos raros... —musitó refunfuñando mientras daba una patada a la pared—. ¡Auch! Eh, gato, ¿qué haces aquí? —lo cogió entre sus brazos para acariciarlo.
—Sssstar Moon... —siseó una voz de repente—. Puedes correr, puedes huir... pero siempre voy a encontrarte —declaró la voz, esta vez en un tono mucho más pesado y mordaz.
Star quitó la mirada de los cubos de basura inmediatamente para girar ciento ochenta grados y toparse con él, frente a frente. Cara a cara. No, no era el desconocido chico rubio. Era Matt Eville.
—¿Qué haces...? ¿Qué haces aquí? ¿Me has seguido? —balbuceó Star, pues los ojos del chico la miraban tan profundamente que le estaba poniendo los pelos de punta.
—Ya te lo he dicho... —respondió mirándose las uñas—. Sí, allá dónde vayas siempre te encontraré. No puedes huir de mí. Nadie puede.
—¿Dónde está Claire?
—Digamos que... mañana no se acordará de nada.
—¿Le has hecho algo malo?
—No hombre... no le ha pasado nada. Duerme plácidamente en su cama. Roncando como un pajarito entre sus sábanas de cebra rosa fucsia-cegador.
Star resopló brevemente mientras gato saltaba al suelo. Pese a que estaba en una situación más que perturbadora, al menos sabía que su amiga estaba a salvo y eso, absurdamente, le tranquilizaba.
—Bien... —determinó Star—. Pues ahora, me voy a mi casa.
—Ahora, señorita Moon, no te vas a ningún sitio. —Matt levantó los brazos y formó con ellos una clase de uve.
Una luz cegadora emergió con fuerza desde las espaldas del chico Eville. Una luz casi tan abrasadora como el fuego del infierno. Aquel callejón oscuro y húmedo se llenó en cuestión de segundos de viveza roja y potencia diabólica que calcinaba todo lo que había a su paso: el suelo, algunos edificios, los cubos de basura... El calor era tan robusto que llegaba hasta el rostro de Star, tocándolo con ligereza.
Lo que minutos antes había sido un joven adolescente, que además a Star se le había antojado como bello, misterioso y atractivo, se convirtió precipitadamente en un ser temible. Un monstruo atroz.
Matt abrió la boca, tanto, que su rostro comenzó a partirse en dos desde las comisuras de sus labios hasta sus orejas. Su lengua creció hasta tornarse un tentáculo negro y viscoso. Estos pegajosos apéndices nacieron también de su estómago y de sus manos, y de su cabello nacieron dos cuernos de puro hueso.
—¿¡Qué!? ¿¡Qué es esto!? —gritó Star—. ¿Qué eres?
—¿Qué no soy? —vociferó—. Soy todo aquello que asusta, todo aquello que atrae, todo aquello que gusta, todo aquello prohibido, lo que no está permitido... Soy tu día, tu noche, tu presente y tu futuro. —Sus ojos se volvieron negros completamente mientras articulaba las palabras.
Star rompió a llorar atormentada. Los lagrimones caían al suelo, y como le había ocurrido también en la fiesta, no estaba siendo capaz de despertar a sus músculos ni hacerlos correr, aunque lo estaba intentando con todas sus fuerzas. Y ahora era mucho peor, tenía delante a un ser que claramente no era humano, su bloqueo era aún más intenso.
—Déjame marchar... por favor —suplicó.
—No puedo.
—¿Por qué?
—Si te dejo marchar... tú te salvarás, pero el resto... Todas y cada una de las personitas de Sceneville morirán a cambio —dijo moviendo sus tentáculos, acercándolos más a la chica, rodeándola sin tocarla.
—¿Cómo? —titubeó ella.
—¿Tengo que contártelo todo? ¿De verdad? —preguntó Matt irónico—. Uno se cansa de tener que dar explicaciones... si al final, señorita Moon, el resultado es el mismo. Vas a morir esta noche, con o sin explicación.
—¿Por qué yo?
—Porque sí. Podría haber sido tu amiga Claire, pero resulta que se lo pasó... bueno, digamos que bien en la cabaña del bosque el verano pasado con un tal Charlie... y tú... —continuó mientras se relamía—. Tú pareces una presa fácil... tan delgaducha, tan encorvada, tan tímida...
—Oh... —Star solo pudo decir aquello porque en cierta manera Matt tenía algo de razón. Era una presa fácil. Quizá ni siquiera sus propios padres no echarían en falta verla pasear por casa. La única que se daría cuenta de su ausencia sería Claire, y quizá gato, y las polillas de su habitación.
Matt alargó un poco más el tentáculo de su boca, y sin dar ni un segundo más a su víctima, atravesó la cara de Star con él succionando cada centímetro de su piel, cada pedacito de sus huesos y cada fragmento de nervio vivo.
Otro tentáculo se adhirió a su vientre, y la sangre comenzó a brotar indiscriminadamente de este, encharcando el suelo y colándose el líquido por las alcantarillas que seguían expulsando vapor. El resto de tentáculos, negros y gelatinosos y sin ventosas, se engancharon a otras partes del cuerpo de la chica, elevándola en el aire con una fuerza sobrehumana.
Mientras Star Moon se apagaba poco a poco bajo la luna nueva el mismo día en que cumplía dieciocho años, Matt Eville se cobraba su energía a cambio. Absorbió toda la vida de la joven y esta notó cómo primero sus dedos se quedaban fríos, después sus manos se helaban y al final el fuego de la existencia solo quedaba para rodear su acorazado corazón.
Star Moon cerró los ojos y se dejó ir, y durante una fracción de segundo vio a las polillas revolotear sobre su cabeza. Cuando perdió la vida por completo, Matt soltó el cuerpo de Star, que cayó de bruces contra el suelo profiriendo un ruido espantoso. Escondió sus tentáculos, apagó el fuego y volvió a ser lo que había sido: un joven apuesto, esbelto, como de otro tiempo.
Se recompuso las extremidades y la ropa, y se dirigió hacia el exterior del callejón. Si alguien le hubiese visto en aquel preciso instante, habría advertido que por su mejilla, corría lo que parecía ser una lágrima, pero podría haber sido simplemente sudor.
Star Moon yacía muerta en el asfalto. Su vestido estaba completamente roto y ensangrentado, y gato, el único ser que había presenciado el terrible suceso, se acercó para ronronear en su pierna, llorando la pérdida de la humana que una noche de frío le había abierto la ventana y le había dado cobijo y comida.
Esa humana tan extraña que le resultaba extremadamente interesante. Esa humana que guardaba en su interior algo especial, y que ahora ni siquiera respiraba.
¡Nuevo capítulo! Esto ya se pone cada vez más interesante, ¿verdad? Nuestra prota la acaba de palmar, ¿alguna idea de lo que vendrá ahora? 🙃
¿Qué os ha parecido la transformación de Matt? Contadme cosas 👇
Os dejo vídeo con música también para entrar en el mood de Scenville central 🌃
https://youtu.be/Xig0Pe-MUAQ
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