•Capítulo 7: Tengo miedo•
—Te estás aprovechando nuevamente, ¿verdad? —pregunté con una vena sobresalida en mi frente, intentando sonreír para calmarme
—Claro que no, solo estoy inspeccionando que no tengas armas las cuales puedan matarme. —respondió ahora tocando mis pechos con descaro
Estaba por gritarle todas sus vidas pasadas y golpearlo, pero sentí un gran poder mágico cerca.
—¿Eh? ¿Qué es eso? —aparté a Meliodas bruscamente
—¡Hey! —se quejó. No le presté atención y vi hacia la dirección de la taberna
—Meliodas... Más vale que esto no haya sido obra tuya.
—No lo es, seguro Zeldris lo planeó. —agregó serio— Después arreglaré cuentas con él por no avisarme nada.
Lo miré mal, pero cuando me dispuse a abandonar el lugar para ir con Elizabeth y los demás, Meliodas me sujetó de la muñeca.
—¿Qué quieres? —hablé borde
—Yo te acompañaré. —activó su materia demoniaca
—¿Estás loco? Por supuesto que no, si vas conmigo entonces ellos-
—Agradezco tu preocupación, Tn. —me interrumpió. Estaba por volver a hablar, pero Meliodas volvió a tomar la palabra— Pero ya había tomado una decisión antes de venir aquí.
—¿A qué te refieres?
—Me quedaré contigo por un aproximado de siete días. —sonrió ladino— Ah, y debes explicarme sobre el beso que tuviste con esa rata con alas.
Le dirigí una mirada cargada de dureza, a lo que Meliodas soltó un suspiro con los ojos cerrados, para luego abrirlos y corregirse.
—Digo, con la diosa esa.
—Bueno, así está mejor. —puse mis manos detrás de mi espalda, dándome la media vuelta— Dudo poder detenerte si me sigues, así que sólo no metas la pata con tus comentarios ni vayas a activar tu poder frente a ellos...
—Lo sé.
—Te advierto que no serás bien recibido si se enteran de tu origen...
—Pero soy igual que tú. —protestó Meliodas, viéndome con cara chibi
—¡E-es diferente! Yo no fui parte de los Mandamientos y tampoco me presento frente a ellos con mi apariencia de demonio.
—¿Nunca te haz transformado frente a ellos?
—Sólo un par de veces, pero no lo hago por completo...
Era verdad, las veces que perdí el control y me transformé, sólo me aparecieron unas cuantas marcas.
Seguí mi recorrido a la taberna mientras respondía algunas preguntas de Meliodas con respecto a lo que pasó durante los años que no nos vimos.
—¡Hola, chicos! —saludé al llegar a la taberna
—¡S-señorita Tn! —Elizabeth fue la primera en recibirme— Lamento lo que pasó hace un momento, comprendo que... —detuvo sus palabras al ver a Meliodas junto a mí
—Hmp. —el rubio se cruzó de brazos e hizo una mueca de fastidio al ver a Elizabeth
—Creo que no podré detenerte, ¿verdad? —hablé para desviar su atención de Meliodas
Elizabeth bajó su mirada.
—Pero me alegra que decidas acompañarnos, a pesar de lo que te dije. —añadí con una sonrisa
Ella levantó su mirada con un brillo en los ojos, el cual me hizo sonreír de ternura.
—Él es... —Merlin apareció, seguida de los otros Pecados Capitales
—No los ayudaré. —fue lo primero que soltó Meliodas al ser reconocido por la maga— Sólo he venido aquí por mi mujer.
—¡¿Tú mujer?! —gritaron todos estupefactos
—¡¿Quién es la mujer de este tipo tan raro?! —exclamó Hawk
—Hawk, sé más respetuoso. —le llamé la atención, pues Meliodas no era alguien muy paciente y ya estaba mirando con ojos de comida al cerdito
—¡Ah! —Hawk sé asustó ante su mirada y sé escondió atrás de Elizabeth
—Estás hablando con tu salvador y además... Él te puede matar sin que te des cuenta. —susurré lo último en su oreja
El pobre cerdito casi se desmaya.
—¡¿Ah?! —chilló nuevamente, agitando sus orejas de arriba a abajo espantado— ¡Merlin, ésta cosa se ha roto! —señaló el objeto especial que Merlin le había dado para ver el poder de las personas
Rayos, ¡me había olvidado de ese pequeño detalle!
—¿Por qué lo dices, Hawk? —le preguntó la maga
—¡E-este chico tiene más de ocho mil setecientos de poder! —informó asustado
—¡¿QUÉ?! —volvieron a gritar todos
—Qué ruidosos. —se quejó Meliodas
—Emmm... —hablé nerviosa. Ya no podía mentirles, pues Hawk rebeló su número de poder y seguro Gowther se los iba a decir cuando recuperara su forma— Les presento al primogénito del rey demonio, Meliodas.
Apenas lo presenté, Meliodas vino hacia mí y me tomó por la cintura de forma posesiva, me ruboricé viendo a Meliodas por el rabillo del ojo de manera avergonzada.
—Y ella es mi mujer. —Meliodas vio a Elizabeth con una sonrisa de victoria. —Por lo que me quedaré una semana con ella.
—¡Tú...! —Elizabeth lo señaló asustada
Narra Elizabeth
Ese hombre se me hace conocido, a la vez me da escalofríos y algo de temor estar en el mismo lugar que él.
Tengo miedo...
—Y ella es mi mujer. —me vio con una sonrisa de victoria mientras abrazaba con posesión a la señorita Tn— Por lo que me quedaré una semana con ella.
—¡Tú...! —lo señalé asustada al recordar mi sueño
—¿Elizabeth? —Tn se intentó acercar a mí, pero el chico rubio hizo presión en el agarre de su cintura, impidiéndolo
De manera inmediata, mi mente conectó esa escena con mi anterior sueño.
Flash back.
—¡Señorita Tn! —exclamé preocupada, casi desgarrándome la garganta
—No escaparás, Tn. —habló un chico de cabello azabache, el cual portaba un traje rojo pegado a su cuerpo— Al fin regresas a tu hogar.
—Ahora me perteneces. —un chico con el cabello rubio y revuelto la tomó del mentón posesivamente y la atrajo hacia él, acercando su rostro al de ella sin vergüenza
—Mel...das. —lo llamó la señorita Tn en un susurro, provocando que no escuchara bien el nombre
Fin del flash back.
—Hey, Eli. —mis recuerdos se esfumaron rápidamente al oírla llamarme— ¿Qué pasa?
—Tú eres... —vi al chico conmocionada, pero no de una buena manera, estaba estupefacta
—Escucha dio-
La señorita Tn le tapó la boca antes de que el rubio terminara de hablar.
—No lo digas, tonto. Una palabra en falso y puede recordar todo... —susurró en su oído, pero no entendí nada de lo que dijo la señorita Tn, así que no le tomé mucha importancia
—Tch. —el rubio bufó y por fin soltó a la señorita Tn, sólo para cruzarse de brazos
—El hijo del Rey Demonio... —murmuró Slader sin creérselo
—¡Esperen! ¡Lo recuerdo! ¡E-ese chico es uno de los Diez Mandamientos! —exclamó Diane espantada
Creo que son muchas emociones por el día de hoy... Y todas causadas por la aparición del rubio.
—¡Alto! ¡Primero escúchenme todos! —interrumpió la señorita Tn, poniéndose delante del tal Meliodas como método de protección
Todos se habían puesto a la defensiva apenas Diane lo identificó como un Mandamiento, incluso yo.
—Este chico puede acabarnos en un segundo. —fue lo primero que soltó ella, provocando que todos jadearan sorprendidos— A pesar de que lo superamos en número, si todos ustedes lo atacan, él les ganaría.
—¡¿QUÉ?! —grito Diane— ¡Pero capitana, debemos de-
—¡No lo atacaremos, Diane!—la interrumpió Tn, perdiendo la compostura tan calmada que la representaba— Es una orden, no lo atacaremos por ahora. —bajó su tono al darse cuenta que también se alteró
—Ya escucharon a su capitana, no la desobedezcan. —Meliodas volvió a pegarse a ella
Diane y yo apretamos los puños y decidimos irnos de ahí a la par, pues no soportábamos tener a ese Mandamiento cerca.
Sé que está mal juzgarlo tan severamente el primer día de apenas conocerlo, pero ha arrebatado varias vidas y no se muestra arrepentido por ello, así que eso no me agrada ni me da buena espina en lo absoluto, además... Se pega mucho a la señorita Tn...
Narra Merlin
—Oye, dame mi espacio Meliodas. Te me pegas mucho. —dijo la capitana frunciendo su entrecejo
Negué con la cabeza ante la escena.
Por más de que trataba de mantenerme seria, la situación de mi capitana y Meliodas me parecía muy entretenida, ya que Meliodas era muy posesivo y celoso con ella, aunque éste no lo admitiera.
Mi bola de cristal vibró, e inmediatamente todos miramos el objeto mágico.
—¿Qué fue ese sonido? —preguntó Slader— Provino de esa extraña bola.
Hmmm... Ésto me hizo acordar que debía avisarle a la capitana sobre el cambio de ruta. No le pude decir antes, ya que mi bola de cristal me hizo sobre un ataque por parte de los demonios en el otro reino, justo en el momento cuando la capitana estaba desaparecida en el bosque.
—Cierto, capitana. —Tn se zafó del agarre de Meliodas al oírme— Cuando no estabas, le llegó un mensaje a mi objeto mágico sobre un ataque enemigo, así que nos dirigiremos a Camelot de inmediato.
—¿Hablas de esa fuente de poder anormal? Nosotros también lo sentimos. —la capitana vio a Meliodas. Seguro lo sintieron cuando estaban juntos en el bosque
Prefería no pensar que hicieron los dos ahí solos.
—Por si acaso, yo no intervendré en sus peleas. —informó Meliodas— No me interesa lo que les pase a ustedes o a esos humanos, sólo vine aquí por mi mujer.
—¡¿Tú eras su mujer?! —chilló Hawk viendo a la capitana con reproche— ¡¿Acaso engañabas a la pobre de Elizabeth-chan?! ¡Eres una tonta, Tn!
—Cerdo, si no quieres morir calcinado será mejor que te calles y no vuelvas a insultar a mi mujer
—¿Es verdad lo que dice? —me preguntó Slader en un susurro
—En parte sí, pero no se lo digas a nadie más, la relación entre ellos es algo complicada. —añadí
—¡Ya dije que yo no soy...! ¡Agh! —gruñó Tn enfadada, liberando así su marca demoniaca. Todos guardemos silencio— Ya, dejen de verme así. —escondió sus marcas luego de tranquilizarse
—Oh, ¿por qué lo hicistee? —canturreó Meliodas con un tono de tristeza— Me gusta ver esa otra cara en ti.
—Cállate. —la capitana lo vio molesta
El rubio no habló más.
—Iremos a Camelot en éste instante. —la capitana volvió a hablar—Merlin, tú ve preparándote porque nos teletransportarás allá para ir rápido. Yo iré a buscar a Elizabeth y los otros.
Apenas dio la orden sacó sus alas de materia oscura y se fue volando. Meliodas fue tras ella.
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