Capitulo 3.
Capitulo Tres
Media hora en este lugar, oficialmente lo odiaba.
Sin televisión, sin centros comerciales.
Miro su celular, se sentía sola, tal vez podría llamar a su amiga, Alice.
Cogió el móvil y marco el número de la rubia.
— ¿Hola? —Pregunto Alice luego del cuarto tono —
—Alice! — dijo alegre Melanie, escuchar una voz familiar era confortable —
— ¿Hola? —Pregunto nuevamente la rubia—
—Alice, ¿me escuchas? soy yo, Melanie.
—Melanie, hola, no te escucho tan bien.
—Espera.
Melanie se levantó de la cama y salió de la habitación.
— ¿Ahora?
—No te escucho. Melanie ¿sigues ahí?
Melanie suspiro y corto el celular. Vio la barra de señal de su teléfono.
¿Una barra? ¡Una sola estúpida barra!
Levanto su celular en el aire buscando señal, nada.
Se alejó de la casa en busca de señal.
Camino y camino, con el celular en el aire.
¡Dos barras!
Sonrió.
Siguió caminando, ignorantemente, alejándose de la casa de la abuela.
Tres barras, una más…una más…
—Ah!!—grito al tropezarse con algo.
Un tronco estaba en su camino. Le frunció el ceño.
—Estúpido tronco.
—Él no puede escucharte. —dijo una voz masculina, ella se sobresaltó.
Ella seguía en el piso, levanto un poco la mirada y se encontró con unas botas, más hacia arriba unos jeans rotos en las rodillas, más arriba una camisa oscura.
Un chico la miraba divertido.
Chico lindo. Oh, mierda.
Linda sonrisa, ojos claros, sombrero.
Cowboy sexi.
Melanie trago saliva y se levantó rápidamente, avergonzada.
—Yo…
—Tú debes ser Melanie Straw, la de New York.
—Sí, ¿cómo lo sabes?
—Pues tú eres la única que puede usar esos jeans por estos lados.
Ella miro sus jeans, sucios, llenos de polvo.
—Oh.
Repentinamente sintió un tirón en el cabello. Frunció el ceño.
El tirón se hizo más fuerte.
—Auch! —grito cuando su cabeza se jalo hacia atrás.
— ¡Prada, no, no! —grito el vaquero sexi acercándose a Melanie.
La tomo en sus brazos y la alejo de lo que sea que estaba jalando su cabello.
Melanie cerró los ojos y se llevó una mano en el pelo, en la parte inferior, le ardía, el jalón sí que dolía.
Cuando los abrió se encontró con un caballo. Blanco y grande.
El vaquero sexi estaba tranquilizándolo.
—No sé qué paso, a Prada siempre le agrada las personas —dijo el vaquero sexi—
— ¿Traes perfume? —le pregunto a Melanie—
Melanie asintió.
—A Prada no le gusta los perfumes baratos, los reconoce, los odia.
Melanie frunció el ceño. ¿Perfume barato? Su perfume era Chanel. Era todo menos barato.
—No uso perfumes baratos. —dijo vanidosamente la joven.
El caballo dio un relincho, que hizo saltar a Melanie.
—No lo tomes personal, pero no le agradas, es mejor que no te acerques tanto —dijo el vaquero sexi, acariciando a la bestia.
Como si quisiera acercarme a esa cosa.
—No te preocupes —murmuro Melanie y cruzo sus brazos sobre su pecho, dio una mirada al lugar.
¿Dónde se encontraba?
Enfrente de ella había una pequeña casa, una granja.
Vio más hacia allá.
¿Cuánto había caminado, para alejarse tanto?
—Disculpa —dijo Melanie — pero, ¿dónde estoy?
El vaquero sexi la miro con el ceño fruncido.
—En la granja de tu abuela.
¿Su abuela tenía una granja, tan lejos de donde vivía?
—¿Y tu eres …?
—James, James Western.
Un crujido se escuchó, algo rompiéndose.
Melanie toco su bolsillo trasero.
— ¡Mi celular! —dijo abriendo los ojos, alarmada.
—Eh, ¿es ese?
Dijo James señalando el móvil en dos partes, a lado la pata de la bestia.
—Oh, ese estúpido caballo arruino mi móvil. ¿Cómo se supone que voy a llamar a Alice ahora? —gruño Melanie.
James puso los ojos en blanco y suspiro.
—Se llama Prada.
—No me interesa.
—Imagine que eras así.
Melanie frunció el ceño.
— ¿Cómo?
—Vanidosa, niñita mimada, no se podría esperar más de alguien que viene de New York.
—¿Que tienes contra los neoyorquinos?
—Si son como tú…
—Bien, entendí. Ahora llévame a la casa de mi abuela.
—Has venido sola, podrás irte sola.
Melanie frunció el ceño.
—Está muy lejos. Además no me había dado cuenta que había caminado tanto —se excusó—.
James suspiro resignado.
—Bien, pero di la palabra magina.
— ¿Palabra mágica? Bien. Llévame a casa. Ahora.
James chasqueo con la lengua tres veces.
— ¿Qué?
—Esa no es la palabra mágica.
—Llévame a la casa, ahora… por favor —murmuro la última palabra.
— ¿Perdón? —Dijo James poniéndose una mano en la oreja para escuchar mejor— Repítelo, no te he escuchado.
Melanie puso los ojos en blanco.
—Llévame a casa, por favor —dijo a regañadientes—.
James sonrió.
—Bien, súbete —dijo señalando a la bestia—
La joven puso los ojos como plato.
— ¿Subirme, a…a esa cosa?
James asintió divertido.
—A menos que…
— ¿Qué?
—A menos que quieras caminar.
Melanie arrugo la nariz. ¿Caminar? ¿Con los tacones que traía? Mala combinación. Pero si no lo hacía, tendría que subir en la bestia.
Dio un suspiro.
—Bien, caminare.
James se encogió de hombros.
—Como quieras.
James cogió la piola que La bestia tenía alrededor del cuello y lo amarro a un poste cercano.
Luego James y Melanie empezaron a caminar hacia la casa de la abuela.
Melanie estaba atenta por donde caminaba.
Arrugando la nariz, miro alrededor.
Esto definitivamente no era nada parecido a Nueva York. Ni se acercaba.
Un ruido se escuchó entre unos arbustos.
— ¿Que fue eso? —pregunto Melanie temerosa—
—No lo sé —James se encogió de hombros y luego sonrió para sí mismo, podría empezar a divertirse con esta niñita. —Tal vez un oso.
— ¿Un…un oso? —dijo aún más asustada.
—Aja —asintió James riendo en sus adentros— O…un lobo, no lo sé.
Levanto la mirada para ver la reacción de Melanie, lucia temblorosa. A James le dieron ganas de echarse a reír.
—Un lobo. Oh dios, tenemos que irnos de aquí.
—Tranquila, los lobos solo se te acercan si estás nerviosa, o usas perfume.
Melanie trago lentamente.
El arbusto se movió nuevamente.
—Buuh! —alguien grito.
Melanie tiro un gritito mientras caía de culo al piso.
James rio.
Ella frunció el ceño, y levanto la mirada para encontrarse a un niño enfrente de ella, riendo junto a James.
—Pero que… ¡eso no fue gracioso! —lloriqueo Melanie aun en el suelo.
Ambos rieron, esta vez más fuerte.
Melanie les dio a ambos su mirada más matadora.
James extendió la mano para ayudar a Melanie.
Esta negó con la cabeza. Y se levantó por sí misma.
—Lo lamento —dijo el niño haciendo un puchero de cachorrito arrepentido. Melanie lo miro fríamente. Era de unos cinco o seis años, ojos claros, pequeñas pecas, cabello rubio.
—Él es Tommy, mi hermano. —dijo James presentando al pequeño.
— ¡Ja! Ahora todo tiene sentido. —dijo Melanie levantando los brazos y mirando al cielo — Era su hermano.
— ¿Y está loca quién es? —pregunto el pequeño Tommy a su hermano.
—Está loca…digo señorita, es Melanie Straw, es la nieta de la Sra. Straw.
Melanie fulmino al niñito, el único, mejor dicho, los únicos locos aquí eran ellos.
—Bueno. Yo solo quería decirte, que Emma te está buscando. —dijo el niño a James.
James lucia preocupado.
— ¿Que le paso?, ¿ella está bien?
—Sí, solo dijo que quería mostrarte algo. —dijo Tommy encogiéndose de hombros.
James suspiro aliviado. Quien fuera la tal Emma era muy importante para el vaquero.
—Bueno, ¿nos podemos marchar ya? —Pregunto Melanie—
James asintió y empezaron a caminar con Tommy hacia la casa de la abuela.
Al llegar a la casa, la abuela estaba enfrente, regando flores.
Cuando vio a Melanie, frunció el ceño.
—Cariño, ¿adónde te habías metido? Oh, hola muchachos —dijo sonriéndole a James y Tommy.
—Hola Sra. Straw —dijo James inclinando su sombrero en forma de saludo.
—Melanie, respóndeme, ¿a dónde te metiste?
—Fui a explorar. —dijo Melanie, al mismo tiempo que James dijo: Estaba extraviada.
La abuela los miro confundida.
—Estaba explorando, y me extravié. —explico Melanie.
—Es genial que estés interesada en conocer el lugar. —sonrió la abuela.
Melanie le devolvió la sonrisa, pero esta era falsa. A ella no le interesaba ese lugar, prefería alejarse lo más posible.
—James, tengo un trabajo para ti —dijo la abuela.
El vaquero asintió y siguió a la abuela hasta el otro lado de la casa, lejos de los oídos de Tommy y Melanie.
—Sucede algo, Sra. Straw?
—En realidad te quiero pedir un pequeño favor.
—Lo que sea por la mujer que ayuda a mi familia —le sonrío James—
—Ya habrás conocido a mi nieta…
James asintió.
—Bien, quiero que la cuides.
— ¿Cuidarla? — James frunció el ceño —
—Sí, quiero que la lleves a conocer la granja, más bien dicho, hacerla trabajar en la granja. Y de paso quiero que la cuides para que no se meta en problemas, ya sabes es de Nueva York no sabe nada sobre la vida aquí.
James se quedó vacilando. ¿Hacer trabajar a la niñita mimada en la granja? Hmm podría ser incluso divertido ver su cara al ver a los cerditos.
James sonrío, claro que será divertido ver su cara de espanto.
—Claro. —dijo James encogiéndose de hombros.
—Oh, querido. ¡Gracias! Te lo agradezco.
—Todo por el bien de la señorita Melanie —dijo James asintiendo con la cabeza.
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Si te gusto el capitulo regalame una estrellita! ♥
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