Capitulo 21.
Capitulo Veintiuno.
La risa de Melanie se volvió contagiosa, era de tarde, James y ella se encontraban en una cita, ¡Una cita de verdad! Lo mejor de todo era que el tiempo era cálido así que decidieron una cita al aire libre. —No tan lejos, claro, la abuela mantenía un ojo atento— comían una de esas tartas de chocolate que la Sra. Straw había dejado en el refrigerador, todo marchaba bien.
La noche anterior después de todo el llanto, James seguía acariciando el cabello de la castaña cada vez más lento, el sueño empezaba a pesar sus parpados, la fragancia de Melanie era un dulce vainilla y su respiración calentaba el cuello del joven, se sentía bien de ese modo, su mano cayó a un costado, el sueño lo había atrapado desprevenido.
— ¿James? —la voz áspera de una mujer lo despertó, abrió los parpados y observo como la Sra. Straw lo observaba con la mirada afilada y los labios fruncidos.
El joven se sonrojo, miro de soslayo a Melanie, está dormida plácidamente acurrucada a su lado, trago saliva y sonrió nerviosamente.
Miro de nuevo a la Sra. Straw, esta se cruzó de brazos, alzo la barbilla y enarcando una ceja espero a que James le contestara la pregunta no formulada que claramente era: << ¿Qué demonios haces aquí?>>
—Yo…—empezó a decir el joven, trago saliva y prosiguió— Yo… ya me iba. —dijo rápidamente.
La abuela asintió, no tan satisfecha del todo con la respuesta de James, ella podía ser dulce y todo, pero cuando se trataba de su familia —en especial con su única nieta de parte de su único hijo— era como una fiera, y eso James respetaba mucho.
—Iré por algo de agua —menciono la mujer, ásperamente— buenas noches, James. — y con eso se marchó hacia la cocina.
James asintió y con delicadeza aparto a la castaña, y la coloco suavemente en el sofá. Esta no pareció notar la diferencia y siguió durmiendo con los rasgos relajados.
El vaquero sonrió y se acercó a ella para darle un beso, pero alguien carraspeo —otra vez—.
James prácticamente salto y sonrojado hasta las orejas dijo:
—Buenas noches, Sra. Straw.
Esta solo asintió nuevamente, tratando de ocultar su diversión por la cara roja del chico, lo había pillado, ji, ji.
— ¿James? —La voz de Melanie lo hizo volver a la realidad, esta rio — una mosca podía entrar por tu boca y tu ni enterado.
—Oh —murmuro el joven parpadeando— solo pensaba.
— ¿En qué?
—No seas habladora, York.
La castaña frunció el ceño y lo golpeo en hombro, juguetona.
— ¡No soy habladora! De hecho, odio los chismes.
—Aja —dijo sarcástico y rodo los ojos.
La castaña lo fulmino y aparto la vista para mirar el cielo, apretó los labios, una nube la saluda, pero una linda, no, una gris, que estaba dispuesta en cualquier momento convertirse en una tormenta ¿Por qué siempre algo tenía que arruinar todo?
Una gota callo justo en su ojo, chillo y se llevó una mano en ojo derecho la gota había golpeado muy fuerte.
— ¿Qué sucede? —pregunto el joven cuando escucho el chillido de Melanie.
—Mi ojo, una maldita gota de lluvia disparo en mi ojo. —escucha la risa ronca de James y con el ojo izquierdo lo fulmino.
—Vámonos, creo que empezará a llover, no quiero que te resfríes de nuevo, no podría volver a escuchar esa voz rara de nuevo.
—Ja, Ja. Sé que te encanto.
—Sí, me encantas, ahora, vamos antes de que la tormenta comience. —ayudo a levantar a la chica y se dirigieron hasta la casa de la abuela.
***
Adentro la casa era cálida y la lluvia se escuchaba de fondo, la abuela se encontraba en la residencia del viejo Paul, le había llevado una tarta de chocolate, —al parecer Paul estaba obsesionado con esas tartas— y se había quedado varada hasta que la lluvia cesara.
Mientras de nuevo en la casa de la Sra. Straw, Melanie reía como loca, su cara estaba roja de tanto reír y le dolían las cosquillas.
—Ya… ya –exclamo entre risas— basta, James.
El joven se detuvo, y sonrió burlón, hace algunos segundos se le había ocurrido atacar a la castaña con cosquillas.
—Ya, odio que me hagan cosquillas —murmuro la joven haciéndose de la enojada.
James sonrió malicioso, y se acercó nuevamente, para atacarla, esta grito y comenzó a correr, el rio y la persiguió, parecían dos niños, pero era divertido, eso ninguno lo podía negar.
—Eres un lento, perdedor —exclamo la castaña y volteo la cabeza para quitarle la lengua pero en eso se tropezó con algo, fulmino al tacón que estaba desparramado en el suelo.
—Estúpido tacón —murmuro levantándose.
James rio y se cruzó de brazos.
—Él no puede escucharte, York.
—Aun así, eres un lento. —menciono la joven quitándole la lengua.
—Y tú tienes reflejos retrasados. —Contrataco el joven.
—Eres un estúpido.
—Eres una llorona.
—No soy llorona.
—Siempre estas a la defensiva.
— ¡Eso es mentira! —se mordió la lengua, tal vez a veces podía estar a la defensiva. —Pienso que eres un… un estúpido —volvió a repetir.
—Y yo pienso que eres sexy cuando te enojas.
—No acabas de decir sexy.
—Oh, sí que lo dije —exclamo el vaquero guiñándole un ojo.
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Comenten que les pareció, subiré la segunda parte de este capítulo pronto, besos♥ Os quiero.
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