Capitulo 11.

Capitulo Once

- ¿Melanie? ¿Hola, sigues aquí?

La castaña parpadeo, confundida. Besarte, tengo unas ganas inmensas de besarte. No creo poder contenerme por mucho más tiempo. ¿Había fantaseado que James le digiera eso? ¡Claro, que lo había hecho! ¿Por qué? A ella no le gustaba el vaquero -tal vez solo, muy adentro, un poco- Además tal vez el frio que comenzaba a aumentar le estaba haciendo daño el sentido común. Negó con la cabeza quitando cualquier pensamiento acerca de James o de sus labios.

-Nada, yo solo pensaba...pensaba en lo que me dijiste -murmuro Melanie encogiéndose de hombros.

-Por un momento creí que habías dejado de hablar, de nuevo. -James sonrió burlón y la castaña no pudo evitar mirarle la boca.

¿Quieres parar de ser tan obvia? Le reprocho su conciencia. Melanie aparto su mirada de los carnosos y -apetecibles- labios de James.

Miro hacia los frondosos árboles que estaban más allá, las hojas caían lentamente. El otoño se aproximaba, la realidad golpeo a Melanie, se aproximaba el otoño, y con él, el baile, ahora que no tenía al mariscal de campo -ya que la zorra de April coloco sus garras encima de Connor- tendría que buscar otra pareja, miro de soslayo a James y sonrió, imagino a el vaquero con un esmoquin, corbata y su cabello perfectamente peinado, sexy, realmente se vería se sexy. Rio internamente cuando imagino a April mirándola con envidia, mientras ella y James bailaban lentamente en la pista de baile.

-De nuevo, lo haces...-Melanie se sobresaltó, saliendo de su ensueño, miro a James, este tenía la cara seria mientras observaba a la castaña como si fuera un problema difícil de resolver.

- ¿Hacer qué? -Melanie frunció el ceño.

-Eso, ya sabes, estar callada y tener la mirada perdida, es muy frustrante, desearía saber que estás pensando.

La neoyorquina sonrió con burla y enarco una ceja. Ella no era un libro abierto, pero tampoco era reservada, sabía cuándo mantener la boca cerrada y cuando hablar.

De repente sintió algo húmedo en la punta de la nariz, se la froto, ¿Agua? Miro al cielo, unas grandes nubes se situaban debajo de ellos. Fulmino con la mirada al cielo.

James gruño, mientras avanzaba rápidamente de nuevo en la orilla del lago. Otra gota de agua mojo la mejilla de Melanie.

- ¿Quieres apurarte? -chillo histérica.

-Sería de gran ayuda, no sé, ¡que tú también remeras! -exclamo sarcástico el joven.

Melanie puso los ojos en blanco.

-Solo sigue avanzando.

***

Entro temblando a la casa, su cabello gotea por el piso de madera, mientras estornudaba.

La abuela entro a la sala con una preocupación.

- ¿A dónde te habías metido? -Exclamo- Te he buscado y... ¿Qué demonios te paso? ¡Estas empapada!

Melanie miro a su abuela con sarcasmo.

-Abuela, si no te habías dado cuanta, afuera está lloviendo -comento dulcemente, mientras temblaba.

- ¡Ash! Quédate ahí, no quiero que bañes el suelo -dijo señalándole con un dedo- ya vuelvo, traeré toallas.

La castaña refregó su pelo, que estaba todo mojado. Lastimosamente la tormenta les había alcanzo a ella y James. Estúpida lluvia, siempre la había odiado, aunque no podía negar que sentía cierta fascinación por el olor a tierra mojada después de cada tormenta o llovizna.

La abuela llego con dos toallas en las manos, se las tendió a Melanie, esta acepto temblando.

-Oh, cariño, ¿no crees que estas algo grande para jugar debajo de la lluvia?

Melanie castañeo los dientes mientras envolvía la toalla en su cabeza. Estornudo con fuerzas, haciendo que su cuerpo se estremeciera.

-Creo que te hare un poco de chocolate caliente ¿te parece bien? -pregunto la abuela en tono preocupado.

La castaña solo pudo afirmar con la cabeza, mientras se abrazaba las caderas.

-Ve a tomar una ducha caliente, no quiero que te resfríes, cielo -grito la abuela mientras Melanie subía lentamente las escaleras.

***

Soltó un gruñido de frustración y se fregó la chorreante nariz con un pañuelo desechable. Estar enferma apestaba, y era como Melanie se encontraba el lunes por la mañana, resfriada. Su cabeza era como una bomba de tiempo, cada vez le dolía más, la fiebre era muy alta, sus ojos estaban enrojecidos e hinchados. Y cuando abría la boca para quejarse o chillar, su voz salía como de un payaso mal herido.

Pero si había algo bueno de todo eso de estar enferma, era que hoy no iba trabajar en la sucia granja. El cielo se ilumino para la castaña, hoy no habría cerditos molestosos, hoy no habría excremento de caballo, hoy no habría James...

Frunció el entrecejo al sentir una punzada de decepción en su estómago, lo ignoro. Y se llevó la cuchara en la boca para comer más de la deliciosa sopa de pollo de la abuela.

Alguien toco la puerta la puerta tres veces.

-Pazze -exclamo Melanie con la nariz tapada de mocos.

-Cariño ¿Cómo te sientes?

La neoyorquina se encogió de hombros.

-Y como vedas, abueda. Aquí desfiada.

La abuela le sonrió.

- ¿Quieres más sopa de pollo, amor?

Melanie asintió enérgicamente mientras le tendía el plato vacío a la abuela.

-Bien, ya vuelvo. -dijo con entusiasmo. Y con eso, la abuela se marchó cerrando nuevamente la puerta detrás de ella.

Melanie suspiro, para luego sonreír satisfecha. Si, definitivamente esto de estar enferma tenía sus ventajas. Se preguntó si James estaría en las mismas -o peores - condiciones que ella.

El teléfono que el tío Joe había instalado en el cuarto de Melanie, sonó.

Ella lo cogió sin dudarlo, rápidamente levanto el auricular y se lo llevo en la oreja derecha, mientras exclamaba:

- ¿Hoda? -su voz sonó como de alguien congestionado, pero bueno, era como ella estaba.

- ¿Mely? -la voz cansada de su madre se escuchó en el otro lado de la línea. -Cariño, ¿cómo estás?

-Bien, buedo, enfedma.

-Llamaba para ver cómo has estado ¿Cómo va todo por ahí? -la voz de su madre sonaba ronca.

Melanie frunció el entrecejo.

-Eh, todo va bied, tú...tú estás bied? Suenas como si hubiedas...-Melanie no pudo terminar la frase. No podía preguntarle a su madre si había estado llorando, porque eso nunca pasaba. Su madre era la mujer más fuerte que jamás había existido. Decidida y directa, así era ella.

-Quería escuchar tu voz, no sabes cuánto te extraño, espero que te estés divirtiendo. En estos momentos estoy muy ocupada con papeleo, pero mañana te llamare de nuevo.

-Clado, oye, ¿y papá?

Un silencio se apodero en la otra línea.

-Ma, ¿Hoda? ¿Sigues ahí?

-Si...sí. Esto, cariño... tengo que colgar, deberás lo siento, yo...yo te llamare en cuento termine mi trabajo, espero que te mejores pronto, te quiero.

Antes de que Melanie pudiera decir algo más la línea murió. Frunció el ceño, que raro, su madre se comportó bien extraño -más de lo normal-.

En fin, después solucionaría eso. Pensó en Nueva York, como estarían todos...más bien que ella, eso estaba claro. Suspiro melancólica. De pronto se sentía muy cansada, cerró los ojos mientras pensaba como era su vida allá en Nueva York, extrañaba las zapaterías, extrañaba a Alice, extrañaba a su hogar en sí.

La puerta repiqueteó tres veces. Melanie no se tomó la molestia de abrir los ojos, ni siquiera tenía ganas de moverse.

-¡¡Pazze!! - volvio exclamo.

Oyó como la puerta se habría y luego cerraba.

-Podme la sopa en la mezita -señalo ciegamente hacia su izquierda donde se encontraba la mesita de luz- Me ziento demasiado cansada - le comento a su abuela mientras echaba la cabeza hacia atrás y suspiraba.

-Vaya, enserio te ves mal, York.

Melanie abrió los ojos en par en par al escuchar la voz de James. Lo miro incrédula y fastidiada al mismo tiempo.

- ¿Qué hazes aquí? -dijo la castaña entornando los ojos.

-Hoy por la mañana le pregunte a tu abuela a donde te habías metido, entonces ella me conto que estabas resfriada y...vaya que lo estas.

- ¿Tan mad me veo? -pregunto Melanie mirando sus calcetines de arcoíris.

La verdad era que él pensaba que de igual manera se veía bonita, pero decidió no comentárselo y se limitó a sonreírle.

-Te traje más sopa -dijo el vaquero y coloco el plato en la mesita.

-Esto es injusdoo...-lloriqueo Melanie- ¿Cómo ez posible que tu no estes enfedmo?

James se encogió de hombros y se sentó en la punta de la cama.

-Que te digo, mis defensas son muy buenas.

-En síntesis, viniste aquí, solo pada decidme y destregarme en la cada que eres menos propenzo a contraed enfedmedades? -Melanie cruzo los brazos y entrecerró los ojos.

El vaquero se encogió nuevamente de hombros mientras trataba de no burlarse de la chillona y extraña voz que tenia de momento la joven.

-Lo estuve pensando y por parte es mi culpa que estes así...

- ¿Por padte? ¡Es tu cudpa! -reclamo Melanie poniendo los ojos en blanco.

-Bien, entonces tendré que quedarme contigo y cuidarte.

La castaña lo miro, ¿había escuchado bien? Esta vez estaba segura que esas palabras habían salido de la boca del vaquero. James sonrió ampliamente y se quitó las botas... ¿Qué estaba haciendo?

Melanie lo miraba desconcertada y muy aturdida, mientras el vaquero se situaba a su lado en la cama.

- ¿Qué...que eztás haciendo? -murmuro la castaña.

James amplio su sonrisa, pícara hasta el punto de mostrar sus hermosos hoyuelos.

-Cuidándote, ya sabes...esto es mi culpa así que...me quedare contigo y te cuidare -murmuro medio pícaro, medio enserio.

Melanie sonrió.

-Bied, un emfedmedo no estadia mad.

Si, ahora era oficial, estar enferma a veces tenía sus ventajas.

------

¿Hoda? jajaja si te gusto regadame una estrellita xD 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top