13. Intelección

Hailey

Miré de reojo como Josh entraba a mi oficina y traía en sus manos las aspirinas y el agua que le pedí.

No dije nada ya que estoy concentrada escuchando a Susy, mi coordinadora en la sede de Boston, a través de la videollamada que estábamos teniendo.

—El evento de caridad que ofrece la editorial se suponía que sería a finales de este mes, pero ahora se ha movido para este miércoles.

—¿Hablas literalmente de en dos días? Susy, para cosas así debo organizarme por lo menos con dos semanas de anticipación, tengo compromisos, reuniones. ¿Cómo es posible que lo adelanten?

Resople molesta y tomé la botella de agua para abrirla, creí que mi presión se había alterado.

—Créeme, Hailey, soy la menos feliz con esto, organizar un evento apurado no es la mejor noticia con la que me han recibido esta mañana, definitivamente los lunes son horribles.

Golpee la botella de agua contra el escritorio porque no podía abrir la tapa.

—¡Josh! —lo llamé antes de que saliera y le extendí la botella. Regresó sus pasos hasta mí y en total silencio abrió la botella con facilidad—. No te vayas. Necesito que estés aquí —le pase mi agenda y un bolígrafo ya que había dejado el suyo en la oficina mientras buscaba lo que le pedí. Miré a la pantalla—. Dame los detalles, no puedo creer que me harán comprar boletos de avión y organizar todo de forma apurada.

—Bien, el evento iniciará a las 7:00 pm. Como siempre, será en el salón principal del Winter Plaza de Boston. Este año el dinero recaudado será para la construcción de 5 escuelas en África y nuestra meta es llegar a 12 millones de dólares, los invitados están comenzando a confirmar su asistencia al evento; el secretario de estado del país ya confirmó, eso me asustó. Por cierto, nuestro rápido equipo de artes visuales ha enviado esta mañana la encantadora invitación, supongo que ya recibiste la tuya.

Miré a mi costado la invitación que llegó por fax y Josh me dio apenas llegué lo que me hizo convocar esa llamada en primer lugar.

Abrí el sobre de pastillas y las lleve a mi boca para pasarlas junto al agua.

—¿Algo más? —pregunté cuando tragué las pastillas.

—Nada, el tema de este año gira entorno al sol, apuesto a que será un desfile de vestidos amarillos y naranjas. Ew.

—Muy bien, Susy, debo irme, esta conversación ya me ha estresado demasiado y apenas son las 8:44 am. Nos vemos —presioné el icono de salir y bajé la pantalla de la laptop.

Me quedé unos segundos procesando en mi cabeza las cosas por hacer hoy ya que mañana debía tomar ese vuelo.

—¿Quiere que le consiga más aspirinas? —preguntó Josh luego de varios segundos en silencio.

Negue.

—Necesito que compres dos boletos primera clase a Boston que salgan mañana por la noche y dos de regreso a New York el jueves por la mañana, ¿tu pasaporte está vigente?

Vi la confusión en su mirada.

—Sí, señorita Winter.

—Perfecto, vendrás conmigo. Cuando tengas la confirmación del vuelo llama al Winter Plaza de Boston y diles que me hospedaré, dales también los detalles de la estadía para que tengan el auto listo esperando por nosotros cuando lleguemos al aeropuerto, asegúrate de decirles que eres mi asistente y estarás acompañándome para que te reserven igualmente una habitación.

—¿Algo más?

—En el lado izquierdo de tu escritorio, último cajón, hay una botella de vino y una copa, ve por ello y tráelo, me siento abrumada y todavía tengo que comunicarme con mi banco para sacar la donación que haré. ¡Carajo! —cerré mi puño y golpeé el escritorio—. Estoy segura de que transferir medio millón de dólares de un día para otro es demasiado papeleo, tendré que ir saliendo desde ya. Ah, y antes de hacer todo lo que he pedido cancela lo que tengo de hoy hasta el jueves y ve si puedes agregar algo al sábado y lo demás la próxima semana.

—Lo haré en seguida —Josh se puso de pie rápidamente—. Iré por el vino, ya regreso.

—Gracias —susurré.

Susy tenía razón, los lunes eran horribles.

❁❁❁

Josh

Le entregue la botella de vino y antes de salir de su oficina vi como la abría con desespero vertiendo el líquido carmesí dentro de la copa.

Al volver a mi puesto empecé a hacer todo lo que me había pedido, verla estresada hacía que mi parte comprensiva quisiera quitarle la carga de encima. Si no me tuviera como asistente estaría volviéndose más furiosa de lo que ya estaba.

Desde mi lugar vi por la puerta de cristal como salió corriendo de su oficina sosteniendo su bolso con fuerza mientras se dirigía al elevador para seguramente ir al banco por el dinero para su donación al evento.

Dejé salir una profunda respiración y levanté la pantalla de la laptop para comenzar a hacer todo.

Los minutos pasaron, me restregué el rostro con ambas manos cuando finalmente había terminado de reprogramar todas las reuniones. Mi estómago gruñó pidiendo comida y al ver la hora noté que ya eran las 12:35 pm.

¡¿Qué?!

—¿Cómo pasaron tan rápido las horas?

Me levanté de la silla para salir de la oficina y tomar un pequeño descanso para bajar al área de comida en el segundo piso y ver lo que había hoy en el menú. Al salir note que Hailey no había regresado, de seguro no mentía cuando dijo que era demasiado papeleo el sacar esa cantidad de dinero del banco.

Terminé sentado en una mesa para dos personas comiendo ensalada y pollo desmenuzado con una botella de agua. Miré a algunas de las personas comiendo en silencio o leyendo algún libro mientras esperaban que su hora de almuerzo acabara. Yo no tenía tiempo que perder así que al terminar subí nuevamente a mi oficina y al entrar me llevé la sorpresa de que Tommy estaba allí sentado en el sofá esperando mientras observaba el lugar en silencio.

—Hola, Josh —saludó al ponerse de pie.

—Hola, Tommy —respondí con una sonrisa.

—Me ha dicho Lorena que Hailey se fue desde muy temprano en la mañana y no ha vuelto, pero que tú estabas aquí, al no verte supuse que estabas comiendo.

—Así es —dije y él me extendió una tarjeta.

—No pienso quitarte mucho tiempo, de hecho, me están esperando para llevarme a casa.

Tomé la tarjeta.

—¿Qué es esto, Tommy?

—Estoy en exámenes y he salido temprano. Me he llevado un par de revistas y le hice esta tarjeta a Hailey mientras esperaba a que me fueran a buscar. Me gustaría que se la entregues cuando regrese.

—De acuerdo, lo haré.

—Gracias, Josh —sonrió y escaneó el lugar—. Al final la mentira se volvió realidad, ¿eh?

Sonrió con gracia.

—Al parecer.

—Eso es bueno, mejor que nadie sabía muy bien que lo más saludable para Hailey era conseguir un asistente. Por eso se lo sugerí.

—¿Puedo hacerte una pregunta antes de que te vayas? —pedí y dejé la tarjeta sobre el escritorio.

—Claro.

—No termino de descifrarte. Es que eres completamente diferente a cualquier niño de ocho años que conozco, ¿cómo es posible que seas muy propio al hablar y demuestres preocupaciones tan específicas y adultas? A tu edad lo único que me preocupaba era que mi madre no me apagara la televisión a las nueve de la noche.

—Josh, la respuesta es sencilla: intelección.

—¿Qué significa?

—Entendimiento —explicó—. Mis padres me han inculcado desde pequeño la fuerte capacidad de discernir las cosas y del cómo se relacionan —me senté en el sofá viéndolo de forma asombrada—. Te lo explico aún más claro, el entendimiento nos permite a nosotros como seres humanos ponernos en contacto con la realidad captando así las complicaciones y sus significados.

—Entonces... ¿Comprendes y procedes a actuar?

—Sí, no tiene mucha ciencia, no soy tan complejo. Simplemente mi capacidad cognitiva de entender y razonar se desarrolló de forma rápida, viéndolo de esa manera supongo que ese es mi secreto.

—¡Ja! —solté al comprender que en definitiva no era tan difícil el descifrar a este niño—. Cogito ergo sum.

Tommy asintió y por supuesto que no me sorprendió que haya entendido lo que acababa de decir.

—Exacto, cómo lo dijo el famoso filósofo René Descartes: pienso, luego existo —giró al estante detrás de él y comenzó a buscar un libro—. Hailey tiene una buena colección aquí, si tienes tiempo puedes leerte un par. Te recomiendo este libro: Ética nicomáquea, es una de las obras más famosas de Aristóteles.

—Gracias —dije aceptándolo—. Intentaré leerlo, no soy fan de los libros de este género.

—De acuerdo, y si no lo llegas a entender puedo explicártelo un día. Ya debo irme. Ten un buen día, Josh.

—Tú igual, Tommy.

Cuando él salió miré el libro en mis manos.

El planteamiento de: pienso, luego existo, lo aprendí en el colegio quizás a los 16 años, sé que en latín se expresa como: Cogito ergo sum, pero ni siquiera recordaba el nombre del filósofo que planteó la expresión.

Creo que ahora más que nunca comprendí porque Hailey lo consideraba su mejor amigo. Me puse de pie y caminé para sentarme en la silla del escritorio, dejé el libro a un costado y con curiosidad vi la tarjeta que había hecho Tommy.

Eran recortes de imágenes de flores pegadas por los cuatro bordes de la tarjeta formando un contorno muy colorido y en medio de ello escribió en letra cursiva, legible y clara:

Buena suerte esta noche, Hailey. Tengo mucha fe en ti.

Con cariño, Tommy.

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