04. ¿Hola?

Hailey

—¡Nos vamos de aquí, pero ya! ¡¿Cómo es posible que las tenga que sacar de un bar a las seis de la mañana un martes?!

Bella rió a carcajadas y yo traté de contener la risa al ver a Thomas parado a nuestro lado.

—¡Thomas! Mi profesor de filosofía favorito —dije con felicidad y pasè mi mano por su hombro—. ¿Te he dicho alguna vez que gracias a ti los libros son mis únicos amigos?

—¿Quién llama amigo a los libros? —preguntó Bella y llevó una botella de cerveza a la boca—. Eres una nerd —continuó riendo.

—Suelta eso —Thomas le quitó la cerveza y la dejó en la barra—. Hora de irnos.

—Hey, no había terminado —ella lo señaló y frunció el ceño—. Yo no te llamé para eso, vecino amargado.

—Entonces no debiste llamarme, Bella —profirió molesto y yo me puse a llorar—. ¿Y ahora tú que lloras?

—¡Mis únicos amigos son los libros! —chillè con lágrimas resbalando por mis mejillas.

—Ay, por amor al cielo —Thomas pasó una mano por mi cintura y me levantó del taburete.

—No llores, los libros son buenos —Bella pasó sus manos por mi cabello—. ¡Era mentira, no eres una nerd, eres una mujer de negocios! Empoderada, magnífica, quiero ser como tú cuando sea grande.

Sorbí mi nariz y la miré.

—¿Lo dices en serio?

—Yo no miento —dijo de forma alegre y luego negó—. Bueno, miento al decir que no miento, pero es verdad lo que dije así que, ¡no llores, babosa!

—Ya dejen de decir estupideces —pidió Thomas, molesto—. ¡Vamos!

Asentí mientras dejo que me saque del bar a tientas.

La cálida luz del sol que apenas iluminaba el cielo de esta mañana me recibió.

Bella extendió las manos al cielo. —¡Qué lindo día para estar viva! —dijo y se alejó mientras brincaba por la acera.

—No puedo esperar a que recuperen la cordura para darles un sermón de esos que duran una hora —advirtió Thomas entre dientes—. ¡Bella, deja ese poste de luz!

—¡Mírame, Thomas, soy la mujer araña!

Solté a reír al verla intentar subir un poste de luz a la orilla de la acera y caer de trasero al suelo.

—¡Carajo! —se quejó el hombre junto a mí—. Ya no tengo edad para esto. ¡Bella, no subas de nuevo!

Thomas se alejó de mí para ir por ella y yo continué riendo mientras entre tambaleos intenté acercarme, pero me detuve al sentir el alcohol en mi bilis, era amargo y por ello quise vomitar.

—¿Hola? —preguntó una voz masculina y desconocida para mí.

—Hola —sonreí de regreso.

—¿Podrías soltarme? —pidió con una sonrisa nerviosa que revelaba hoyuelos en sus mejillas.

Noté que mi mano izquierda está aferrada a la camisa del chico de ojos color miel frente a mí.

—Oh, claro que sí, lo siento —me aclaré la garganta e intenté soltarlo, pero en cuanto lo liberé perdí el balance y ahora es él quien me toma de la mano y evita la caída.

—Parece que alguien se ha pasado de copas.

—¡Bella! —escuché la voz de Thomas cerca—. Baja de allí, estoy hablando en serio, te vas a lastimar.

El desconocido y yo giramos para ver la escena, la rubia ya había subido bastante el poste de luz y Thomas brincaba para tomarla de los pies y hacerla bajar.

—Ay, no —susurrè, pero no porque mi amiga se pueda caer, sino porque iba a vomitar.

Noté que el chico llevaba puesta una gorra así que con mi mano libre se la quitè y vómitè en ella.

—¡Mierda! —dijo y rápidamente me soltó. Sostuve ahora con ambas manos la gorra y esta terminó de llenarse por completo—. ¡¿Qué carajo pasa con ustedes dos?! —preguntò, confundido, ante el comportamiento de mi amiga y yo.

—Lo siento tanto —susurré sin mirarlo. Dejé caer la gorra al suelo y continué vomitando, incluso ensucio sus zapatos y parte de su pantalón.

—¡Tengo una entrevista de trabajo!

Bella gritó y de reojo noté como Thomas la tenía sobre sus hombros y comenzó a caminar en mi dirección.

—Andando, Hailey, hora de irnos —dijo molesto y me tomó de una mano.

—¡No! —el chico me tomó la otra mano—. No puede irse y dejarme así, tiene que pagar por esto, mire como me ha dejado, se supone que en diez minutos debo estar en una entrevista de trabajo.

—Relájate —Bella rió desde los hombros de Thomas—. ¿Qué entrevista de trabajo amerita que vayas tan casual?

—Una en un restaurante para ser mesero —respondió él de mala gana.

—Ja, ja —Bella lo señaló—. No te van a contratar.

—Ya basta —Thomas la regañó y llevó una mano al bolsillo de su chaqueta—. Ten —le entrega una tarjeta de presentación, mi tarjeta de presentación—, ella pagará por todo, sólo comunícate a este número o acércate a su oficina mañana, pero por favor ya suéltala.

—Ya suéltame —pedí en forma urgente y con lágrimas resbalando.

El chico suspiró y tomó la tarjeta que Thomas le ofreció.

—No tienes idea de lo apenado que estoy por el comportamiento de estas dos —le dice Thomas y me agarra fuerte de la mano—. Ten un buen día, muchacho.

Y dándole una última mirada al chico, nos alejamos para subir al auto de Thomas y escuchar sus regaños todo el camino a mi departamento.

❁❁❁

Josh

—Hailey Winter —leí el nombre en la tarjeta de presentación y subí la mirada para ver cómo el hombre subía casi de forma imposible a la chica rubia que traía sobre sus hombros al interior de un auto.

Mire mi gorra en el suelo llena de vómito y luego mis tenis.

Pero que buen inicio del día.

Me giré sobre mi eje y en total silencio caminé a casa sintiendo el peso de mis deudas sobre mis hombros.

Llevaba semanas buscando empleo, ya tenía un aviso de desalojo en mi departamento y contadas las comidas que puedo tener en los próximos días.

En serio necesitaba ese empleo, no puedo creer que estando a sólo una calle terminé vomitado y sin mi gorra favorita.

¿Acaso esta mañana se puede poner peor?

La respuesta es que sí, como si el universo quisiera burlarse de mí, empezó a llover, no de forma violenta, pero si una llovizna que logra cubrirme por completo hasta el momento en que llegué a mi edificio.

—¿Cómo te fue, Josh? ¿Algo de suerte? —preguntó Lou, mi vecina de departamento, cuando voy cruzando las puertas y he llegado al vestíbulo.

Ya estaba uniformada para ir a su turno en el hospital donde trabaja.

—Terminé vomitado por una chica borracha cuando estaba a nada de llegar al lugar —respondí y saque las llaves de mi departamento.

—Uy —dijo haciendo una mueca de asco.

—Ajá y todo lo que me dijo fue que lo sentía mucho y se fue.

—¿No ofreció por lo menos pagar el lavado? —arqueó una ceja.

—Tengo su número —subì los hombros—, pero da igual, no voy a pelear por tonterías, ahora lo que debo hacer es buscar algún otro cupo disponible para trabajar en algo antes de que la señora Zafiro me largue del edificio.

—Me alegra que no pierdas las esperanzas, Josh, pero creo que si debes por lo menos marcarle a esa chica y decirle que lo que hizo estuvo mal y sus acciones desconsideradas pueden afectar a las personas —dijo con una media sonrisa—, pero bueno, allá tú sabrás que haces, debo irme o llegaré tarde, hablamos después.

—Nos vemos, Lou —me despedí y proseguí a subir las escaleras del edificio.

Saqué nuevamente la tarjeta de presentación y la volteé.

Editorial Winter

El poder está en tu imaginación

Y abajo están los números de la oficina y la dirección del edificio donde están ubicados.

Vi estúpido pelear por lo que sucedió, pero Lou tenía razón, no sé quién sea Hailey Winter, pero debía saber que sus actos pueden afectar a los demás, me afectaron a mí y una disculpa forzada no arregla el hecho de que podría estar teniendo una oportunidad de trabajo justo ahora y lo arruinó.

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