Día 2
Martes, 3 de enero de 1832, el segundo día en aquella academia parecía haber volado en las manos de las señoritas, entre risas, regaños e instrucciones rigurosas en todas sus horas de clase, siendo Cristina una de las personas que más se había resaltado en el salón tanto por sus buenas habilidades en todos los factores de accionar femeninos como en sus habilidades con el arte y música pero ahora que estaban pasando las últimas cuatro horas y las principales materias eran referentes a conocimientos que diferían de lo que conocían, parecían ser una tortura para la mayoría de chicas debido a su vago conocimiento en historia, geografía, su idioma natal y claramente aritmética, ocasionando que el ambiente en aquel salón fueran bastante tenso.
Ninguna llegaba a comprender exactamente porque debían de tener conocimientos sobre aquello pero no emitían queja alguna y solo se miraban entre ellas confundidas, siendo Ginevra que en un intento de buscar ayuda comenzó a llamar muy disimuladamente a alguna de sus amistades. Ese idioma que aún no era controlado por completo le complicaba aún más el aprendizaje.
— Cristina, Cristina, ¿A qué se refiere el texto con descubrir el porcentaje? — La pelirroja al estar tan confundida como la de oscuro cabello preguntó, provocando que la castaña volteará a verlas aún con aquella expresión orgullosa pero la cual ahora temblaba, negando con su cabeza. Cristina tampoco entendía de lo que hablaba el texto, en ningún momento se le había llegado a enseñar sobre aquello al punto de que sabía lo más básico que era sumar y restar.
— No tengo idea de qué clase de operación es esa — Respondió con cierta vergüenza la castaña, mirando casi con pánico a sus amistades cuando un estruendo horrible de uno de los puestos provoco un escalofrío en la mayoría de estudiantes que estaban ahí — Y sospecho que ella tampoco entiende — Agregó lo último casi convencida, sin llegar a escuchar de que discutía la rubia con la profesora por lo que prefirió mucho más mantener su atención puesta en su plumilla, siguiendo con los rayones en vano al punto de que la tinta por instantes mancho parte de su manga.
Fue entonces en la que un nuevo estallido de discusiones que probablemente era más llevadero que la anterior fue dado y la atención volvió a ser acaparada por aquella rubia que hablaba tranquilamente con aquella profesora, vociferando y llegando a reír en el proceso por la buena comunicación que poseía. Elizabeth casi podría llegarse a ganar el papel de erudita ante su fluido y gran conocimiento sobre aquellas ciencias, manejando demasiado lo bien los números e incluso hablando sobre esos mismos temas a la profesora que parecía satisfecha con su alumna.
La mayoría de mujeres habían perdido un poco el color ante tal escena, incluso una castaña que hizo una mueca cuando notó como la maestra le pasaba unas notas e incluso un libro a la rubia para después dejarla ir e incluso, siguiendo con esa actitud agradable y risueña toda la clase.
Al final de esa clase, los rumores comenzaron a propagarse entre las conversaciones de las señoritas, primero hablando de las clases anteriores pero todo terminando por recaer lentamente en lo sucedido en aquella clase de aritmética, charlando angustiosamente sobre los extraños conocimientos que se le estaban adquiriendo pero llegando a aquel punto crítico, a aquella rubia que había abandonado el aula de primera. Elizabeth, una chica que en dos días llego a sacudir por completo a un templo como ese.
— Que irritante.
"Día: 3 de enero de 1832
Las primeras clases comenzaron por lo que el día fue algo lento, perfeccione mis conocimientos en algunos idiomas y en mi postura, cocina y otras cosas que toda dama debería de saber.
Lo único diferente fueron las clases de historia, natal y aritmética, las dos primeras llegue a entenderlas un poco, no era muy diferente a las historias que mi padre me había llegado a leer alguna vez pero aritmética fue otro caso distinto; yo no tenía idea que además de la suma y la resta llegaran a existir tantos tipos de operaciones como esas.
Aunque fue muy irritante ver como la señorita de ayer, la descendiente de un duque era capaz de dominarlas con tanta facilidad, se nota que lo que no le enseñaron de dignidad y etiqueta fue ocupado para temas inútiles.
Me parece una persona completamente irritante y estresante, estoy detestando mucho tener que respirar el mismo aire con una existencia como esa.
Cristina Baxter."
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