Capítulo 2

—Ya olvídalo ellie, es obvio que no volverá—

—¿Y si lo hace? — meliodas bufo por cuarta vez en la noche y cruzó los brazos —Tiro su anillo para que pudiéramos tocarnos otra vez— esos ojos ilusionados, ese sonrojo en sus mejillas pálidas, la forma en la que sus alas se contraigan de emoción. Bufo por quinta vez en esta ocasion más enojado y se levantó de su lugar —¿A dónde vas? —

—Con zel, al menos él no hablara de ese estúpido humano—

—Meliodas no le digas así —

—Como sea, solo no lo olvides no podemos confiar en humanos — elizabeth frunció los labios fuertemente ante esto, volvió a tomar sus pequeños juguetes hechos de lianas y miró de reojo como meliodas sacaba unas alas y se aventaba a el vacío para irse. La llegada de estarossa no le había gustado, lo comprendía, sus padres fueron asesinados por humanos antes de que la guerra terminará y eso lo había dejado muy mal pero ese niño—Estarossa— suspiro sonriendo, aún creía que las hadas y los hombres podían ser amigos, estaba tan conmovida que inconscientemente soltó un suspiro dejando que se perdiera en el gélido viento

Se dejó recostar entre su tronco permitiendo que sus inmensas alas blancas cobijarse su cuerpo, admiro las estrellas dejando que estas se reflejarán en sus azules y mientras seguía pensando en ese niño de cabellos albinos nunca se dio cuenta de cómo el rubio quedaba más a enamorado de ella al ver su cara. Tan infantil, tan fuerte y hermosa, con las estrellas empapando su rostro como el agua de un rocío, el blondo suspiro algo triste aún sintiendo los celos como una llama ardiente en su pecho  y se abrazo a si mismo, esa noche hacía más frío que en las anteriores.

Así el joven ladrón que sólo había querido robar un par de joyas, terminó robando algo mucho más valioso y frágil

*

—¡Elizabeth!...¡Elizabeth!— gritaba una y otra vez, hizo un puchero al no obtener respuesta por parte de la joven y tomó aire —¡Elizabeth! —

—Hola—

—¡Ahhhhhhh! — grito estarossa rápidamente, en vez de verla llegar la albina solo se puso detrás de él dándole un gran susto. Tuvo que regular su respiración cuando además el pequeño rubio se sentaba en una rama de un árbol y empezaba a reírse con ganas

—Al parecer el humano resultó ser un bebé asustado—

—No lo molestes hermano, solo es un niño— rió zeldris calmando un poco a su hermano mayor quien solo cruzó los brazos

—¡Pff! Bien— bufo enojado ante el repentino alto que le había puesto su menor y se recargo en el tronco sin perder de vista a aquel humano, no confiaba en él, jamás lo haría mucho menos cuando era así de cercano con elizabeth; además de que los humanos no eran de confiar, siempre te traicionaban en el mínimo instante

—Después de unos días, miren quien a vuelto—

—Quiero correr el riesgo — ese brillo en sus ojos onix causó un gruñido en el blondo—¿Y como se divierten a aquí? —

—¿Tienes alas? —

—No—

—Entonces no podrías hacer nada — sonrió victorioso sabiendo que él no podía hacer nada, era un humano y era lógico que no tenía magia pero ellos solo se divertían de esa forma. Elizabeth se llevó su mano a su mentón intentando pensar en algo para incluir a su nuevo amiguito

—Podríamos hacer una carrera —

—Soy rápido creo que podríamos intentarlo — murmuró un poco más animado, pero cuando las tres criaturas mágicas a sintieron con la cabeza y se elevaron por los suelos estarossa supo que esa carrera la tenía perdida, suspiro una vez más llamando la atención de la albina, estaba algo desilusionado, no sólo por el trato tan indiferente que le daban los hermanos sino por que también sabía que no tenía nada de especial para poder jugar con ellos. Solo era un niño huérfano, sin dinero y sin magia—Hu... —

—Sujetate de mi pie—

—¿Eh? —

—¿Qué? — elizabeth le sonrió pidiéndole algo de confianza, no podía negarse cuando aquella bella hada le daba esos aires de necesidad, solo asintió con la cabeza sin percatarse de la mirada asesina por parte de la criatura oscura y sin esperarselo, elizabeth emprendió el vuelo a pocos metros de el suelo—¡Ahhhhh! ¡Elizabeth más bajo, me resbaló! —grito desesperado, aquella pequeña aleteaba algo torpe por tener que soportar el gran peso de ese niño, llegaron hasta el bosque siendo seguido por los dos hermanos pero más que un joven aquel niño de cabellos albinos parecía una lombriz retorciendose entre los granos de sal

—Te caerás, sostén te bien —

—¡Ahhhh cuidado! —no pudo poder sostenerse más, cuando aquellas pulcra alas tierno un aleteo especialmente fuerte para impulsarse, estarossa cayó a el lago hasta el cual habían llegado empapando sus viejos harapos, sus cabellos se mojaron, escupió algo de el agua que le había entrado a la boca y gruñó ligeramente escuchando las risas de el blondo

—Nishishi— meliodas se rió a carcajadas, zeldris soltó una risa discreta mientras ese bello ángel solo soltaba risas mirándolo fijamente

—¡Otra vez! — grito fuerte el de ojos onix, al parecer fuera de el coraje que le daba ver a ese rubio de ojos esmeraldas también le había divertido, sin avisar se sostuvo de la pierna descalza de la de ojos zafiro riendo cuando sus pies se elevaron de el suelo. Meliodas gruñó una vez más, mierda ahora estaban más cerca que antes

*

Elizabeth y estarossa se hicieron los más inusuales amigos, pasaban por cada cosa y aunque había una que otra ocasión en la que meliodas aprovechaba para hacerle una suave broma nunca pudo evitar el sentimiento que empezó a florecer en el pecho de la femenina

—Tus alas son hermosas —

—Gracias — esa tez pálida sonrojada ante el contacto, sin pudor alguno y con un brillo de descaro brillando en esas esferas de color negro el joven ladrón se limitó a acariciar suavemente el ala derecha de la peli plateada. Elizabeth suspiro ante el contacto, era cálido mientras acariciaba las plumas de color blanco que reposaba en esta, en verdad amaba sus alas pulcras. Solo pudo reír suavemente sin poder percatarse de él dolor en la mirada esmeralda que la cuidaba y acercó aún más esa parte de su cuerpo a el chico, corazones rotos iban a volar entre ellos

—Son muy suaves —

—Lo sé — volvió a reír, era más que claro que entre ellos dos había algo más que amistad y eso destrozó a la criatura oscura por dentro —Mira un venado— era verdad, un pequeño pero amable animal venía caminando tranquilamente sin notar la presencia de los niños, elizabeth no pudo contener sus ganas infantiles de ir hacia él, apenas el pequeño ser de piel café noto su presencia se quedó completamente quieto. Sus ojos oscuros se clavaron en los azules de la dama, sus orejas se bajaron un poco mientras parecía que estaba por correr pero cuando elizabeth uso esa magia rosada con un arbusto haciendo que brotaran jugosos frutos;  el venado abandono su postura rígida para acercarse aún algo desconfiado— Esto será de tu agrado pequeño — la boca de el animal tanteo la fruta, la comió esperando degustar su sabor y cuando está le encantó entonces se acercó mas a la bella hada. Elizabeth no dudo ni un segundo en empezar a acariciarlo suavemente —Que lindo eres—

—Nishishi— al escuchar esa risa estarossa se dio la vuelta notando la mirada esmeralda de meliodas, este admiraba a la albina sonriendo por su compasión, la realidad es que ese par de hermanos se parecían más a humanos que nada. Frunció el ceño de inmediato, se entrometia en su camino

Unos días después mientras los dos hermanos habían ido a visitar la tumba de sus progenitores, el humano se encontraba contándole grandes historias a la enamorada hada. Eran historias muy aburridas a decir verdad, solo le contaba lo que hacía en la granja, cuando había conocido a el rey en persona incluso cuando de reojo alcanzó a observar a la princesa de cabellera roja. Eran cosas simple y sin esa fascinación que por lo regular le encantaba pero por la simple razón de que era el humano el que se la contaba se le hacía más que suficiente

—Y entonces ¡Bam! La tire por accidente a el suelo— una cara de asombro total se iluminó en el rostro femenino— Fue un accidente, creí que era algún ladrón pero era la princesa —

—Creí que las princesas estaban en los castillos —

—Por lo que me contó, le gusta escaparse —elizabeth ignoro la sonrisa que se formó en el rostro humano—Pesé a sus lujos nunca le gustó estar encerrada así que se escapó y por accidente llegó a mi granja —

—¿Y es bonita? —estarossa ignoro el tono receloso en la voz contraria

—La verdad si, tiene el cabello rojo igual que el rey y también tiene unos bonitos ojos azules, como los tuyos —la hada frunció el ceño —Pero no la he vuelto a ver desde ese día, al parecer su padre aumentó su seguridad para que no se escapara—

—Supongo que lo hace por su bien —

—A la princesa le gusta su libertad, no me quiero imaginar el reino cuando ella gobierne—Elizabeth miró a la lejanía agobiada, por su descripción la pequeña princesa de su edad al parecer si que era muy bonita. No iba a negar que eso la desiluciono levemente sin embargo no lo hizo notar el tiempo suficiente —Pero para mí tu eres más bonita— un terrible sonrojo cubrió sus mejillas blancas, era verdad, él siempre le decía que ella era más bonita que cualquier niña que hubiera visto y eso la conmovió. Sin poder percatarse de la presencia de las criaturas oscuras, elizabeth recargo su cabeza en el hombro de el humano sonriendo, fue como si un hierro ardiente atravesará el corazón de el rubio que acababa de regresar

*
Cada día, cada semana, cada mes, cada maldito año. El joven humano iba a aquel paramo a escondidas para poder ver a sus inusuales amigos, pero más que nada para ver a la albina, siempre era lo mismo, un abrazo lleno de cariño entre esos dos, un hermoso sonrojo entre las mejillas de aquella bella mujer y aunque todos jugaba y se divertían no podían ignorar el hecho de que meliodas no se llevaba nada bien con estarossa

Con el paso de los años el blondo se fue resignando a el que siempre sería su lugar, solo el protector de esa hada que le encargaron, solo un simple amigo que estaba para consolarla. Meliodas suspiro con desgana, bueno, al menos podía decir que estaría con ella toda su vida, al fin de cuentas ellos tenían vidas largas mientras que aquel humano de ojos onix tendría que morir en cualquier momento; sonrió como una forma de consolarse a sí mismo, jamas se había dado cuenta de el increíble sentimiento que tenía por ella. Cada que sus manos rosaban sentía su corazón latir, cada que volaban juntos no podía evitar que sus mejillas se pusieran rojas, el blondo en verdad estaba enamorado, llevaba toda su vida a su lado acompañándola, abrazándola cuando alguna pesadilla perturbaba su sueño, sintiendo y admirando su piel

—¿Le darás su regalo? —

—¿Eh? —

—Elizabeth hoy cumple 16 años— meliodas miró fijamente a su hermano menor —Se que le hiciste un regalo, te vi armarlo y te vi recogiendo una de las joyas de el lago— el joven de bellos cabellos rubios solo desvío la mirada sintiendo sus pómulos arder, jugó con sus manos nerviosamente tanteando con las puntas el bello collar que le había hecho para su cumpleaños—Ella debe de estar en la salida, ve a buscarla —

—No lo sé zel ¿y si no le gusta —

—Estoy seguir que le encantará — ¿era un hecho? La realidad era que no lo sabia, solo quería la oportunidad de poder ver la emoción en sus ojos, de poder abrazarla para impregnar se con su olor, de poner colocarle aquella joya y si es posible después darle algo más. Su corazón latió acelerado y mientras tanto solo pudo suspirar con esos ojos esmeralda brillando de ensoñación—Así que más vale que vayas por ella antes de que descubra que esos ojos desbordan amor— meliodas ya no dijo nada más, solo sonrió haciendo que su hermano admirar a por última vez esa cara llena de sentimientos hermosos, ojos iluminados, mejillas sonrojadas. Que afortunado había sido al poder verlo de esa forma una última vez.

El rubio no lo dudo más tiempo y se dedico a sacar aquella materia negra que le daba la habilidad de volar, su hermano tenía razón en el lugar en el cual ella se encontraba a esas horas. Seguramente se encontraba despidiendo a el humano que ya debía de volver a su lugar de origen, puede que sus padres no lo controlarán pero no dejaba de ser alguien que corría peligro, dejó que el viento helado sacudiera sus cabellos, la ilusión en sus ojos hacía que aquella apariencia infantil se volviera aún más adorable. Dio una vuelta, se metió entre las hojas mordiendo levemente su labio inferior y cuando al fin escucho esa dulce voz todo cambió.

—¿Un regalo?— la escucho a ella susurrar en un tono que a él jamás le había hablado

—Si y creo te gustará —

—¿Y que es? — meliodas solo pudo tomar aire, miró como el collar que llevaba haciéndole unos meses atrás brillaba en la palma de su mano, consiguió valor, cerró lo ojos unos segundos y cuando finalmente volteo a ver a ambos su corazón se rompió en mil pedazos

—Un beso de amor verdadero — y entonces el humano finalmente lo hizo, sin percatarse de cómo la mirada verde se convertía lentamente en una negro fuerte estarossa se abalanzó contra la albina dándole un beso que la hizo cerrar los ojos, sus labios se amoldaban el uno a el otro y cuando él viento hizo que sus pies se elevarán de él cielo, el de ojos onix la tomó suavemente de la cintura. Se separaron unos segundos después permitiendo que los ojos azules de la albina brillarán por la ilusión solo para que después, estarossa saliera caminando hacia el horizonte en una dirección que no era su humilde granja, se dirigía hacia el pueblo donde quedaba el lujos castillo.

Apenas la silueta de estarossa dejó de hacerse visible elizabeth se dio media vuelta aún sonriendo, se acarició los labios dejando que su mente se perdiera en aquel efímero momento pero cuando sus ojos miraron hacia su casa se encontró con los árboles moviéndose, quizá un pájaro había estado ahí sentado y se acababa de ir, no le dio mucha importancia mientras emprendía el vuelo y se dirigía hasta su hermoso tronco

Por su parte el rubio simplemente regresó hasta su hogar lo más rápido que podía envuelto en una furia, guardo su obsequio de cumpleaños en un lugar apartado, se apresuró a ir hacia su rama especial siendo perseguido rápidamente por su hermano menor el cual se empeñaba en verle la cara

—E-Espera meliodas ¿Qué pasó? —

—No me ha les zel —

—Solo me preocupo por ti, eso no es normal ¿Elizabeth esta bien? ¿Algo sucedió? ¿Por qué estas...? —

—¡Dije que no me hablaras! — finalmente se dio la vuelta, veloz, causando una ligera capa de polvo que se levantó de el suelo y revelando su mirada destrozada, sus ojos antes brillantes ahora eran de un apagado negro que reflejaba el dolor de su corazón partido, de aquellas esferas melancólicas salían gruesas lágrimas saladas que dejaron desconcertado a su hermano menor, sabía que algo había pasado —Ellos...Ellos estaban... —

—Ven— meliodas no lo dudo, solo se abalanzó en un cálido abrazo que le dio su hermano menor y empezó a llorar a todo pulmón sobre su hombro. No lloraba de esa forma desde que sus padres no regresaron de aquella cruel guerra, él sabía que elizabeth no era suya, sabía que nunca podría aspirar a ser más que solo un simple compañero, pero una parte de él, su inocente corazón frágil le susurraba que aún había posibilidad de que ella lo viera como hombre, que aquella hada hermosa me hiciera caso y viera todo el cariño que podría brindarle. Sin embargo al final no fue así —¿Qué pasó? —

—La beso — eso respondía todas las dudas en la mente de zeldris — Le dijo que era un beso de... — meliodas ya no pudo terminar su frase, su garganta quemaba por la insistente necesidad de gritar, sus ojos ardían por la increíble cantidad de lágrimas que caían de estos mientras se sus puños se cerraron con ira. Un corazón rito era capaz de cambiar a la gente en menos de un mísero segundo

Elizabeth pensaba lo mismo que el joven blondo, que aquel beso los había unido para siempre mientras fuera de ese verdadero amor que tanto le alardeaba. Pero al final no fue así, con el paso de el tiempo la ambición de estarossa lo hizo alejarse de elizabeth y de el páramo consiguiendo refugio en el inmenso castillo en el que anhelaba vivir su codicioso corazón.

Meliodas y zeldris formaron una orden que protegería su hogar de los detestable humanos, un grupo hecho de puras criaturas oscuras y algunos más como los gigantes o hadas. El corazón de el rubio se había vuelto como una piedra, duro, oscuro y sin ninguna pizca de compasión, la ira había hecho que su magia fuera aún más tenebrosa de lo que ya era en realidad y gracias a eso inclusive su hermano menor le temía, ¿en que momento ese niño bromista y alegre se convirtió en un demonio? Durante las noches el azabache pensaba junto a la luna sentado en un monte, se preguntaba más de una ocasión como podría ayudar a que el roto corazón de su hermano mayor lo hiciera nuevamente él, pero cuando él sol volvía a salir y su acompañante blanca se ocultaba la respuesta nuca le llegaba

Mientras que elizabeth, la más fuerte de todas las hadas se convirtió en la protectora de el páramo, más alta, bella como una diosa y con la desilusión de no haber visto a aquel chico durante mucho tiempo, con la tristeza de mirar a meliodas a los ojos y sólo encontrar a un terrible demonio y con la compasión de ver como zeldris se esmeraba en ayudarlo. En parte era su culpa que estuviera así, pero no por esa razón dejaría de ser como era, cada día que podía se elevaba entre los cielos y entre las nubes por la fortaleza que esas alas emplumada le daban, traspasaba los cielos, sentía el viento feroz rugir le en la cara dándole esa sensación de paz y poder sentir como los rayos solares hidrataban su piel.

Cuando bajaba de entre los cielos por lo regular elizabeth deambulaba sola, se preguntaba en donde estaría estarossa pues su corazón seguía siendo tan inocente que no comprendía la avaricia y codicia de el humano, pero tendería que aprender; pues durante las muchas veces en las que era vigilada en secreto por el blondo se dio cuenta que el rey humano había escuchado de un gran poder en su páramo y solo deseaba aniquilarlo

Se que el capítulo fue un poco aburrido pero así es como la verdadera historia de amor empezará a florecer junto con el odio, el rencor y la venganza >:D

Estoy muy emocionada la neta, por que tal vez veamos como meliodas sigue siendo el mismo... Depende de mi humor XD

¿Qué les pareció? ¿Les gustó? Espero que si, si es así disculpen faltas de ortografía, las corregiré luego, sin mas pro ahora nos veremos después en otro capítulo

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