13︱ Capítulo Trece ⚔️

INADVERTIDO

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Narrador omnisciente.

El Son caminaba por aquellas calles desoladas. Sin ver una sola alma, dado que al parecer todos los habitantes asistieron al llamado reciente del cuartel general. Allí, la princesa Vegita afirmó que brindaría un discurso urgente, para informar a todos los soldados de las fuerzas élite y para su caballería en general.

Goku quería acercarse y disipar todas esas dudas que le consumían la mente, pero, no estaba seguro de lo que fuera a suceder en caso de desobedecer una orden directa que venía del palacio.

Se detuvo nervioso en la calle.

Pequeñas gotas de lluvia comenzaron a caer sobre sus pies y un suspiro agobiado escapó de su boca.

¿Por qué su vida parecía prender siempre de un hilo?

La muerte.

Siempre rondaba cerca de él y eso le parecía frustrante.

Un automóvil avanzó a toda velocidad a un costado suyo y estuvo a punto de atropellarlo. El descuidado Saiyajin, observó con atención como las ruedas retrocedían en la acera, hasta posarse a una distancia relativamente corta de donde el estaba ubicado.

La ventanilla del automóvil bajó al máximo, para descubrir a su presunto conductor. Se trataba de Milk, quien se reía divertida desde el asiento piloto.

—Fíjate por dónde vas, Goku —advirtió aún con ese desdejo de diversión.

—¡Milk! ¡Casi me matas de un susto! —el peli-palmera saludó en una sonrisa amistosa— lo siento, supongo que debería tener más cuidado.

La muchacha de cabello recogido se preocupó, al verlo de ese modo. Le pareció extraño, verlo a esas horas divagando en el pueblo  —y sobre todo— cuando nunca antes lo había visto caminar en completa soledad y rodeado de ese mal humor, tan impropio de su persona.

—¿Qué estás haciendo? —ella lo interrogó apenas bajó la ventanilla de su coche— lo siento, que torpe soy —la joven hizo una señal con la mano para indicarle que se acerque— sube, o vas a enfermarte con esta tormenta —ofreció.

Aceptó gustoso.

Rodeó aquel automóvil, dirigiéndose a la parte del copiloto.

La verdad hacía mucho frío afuera y encontrar a Milk fue una bendición.

El quería hablar con alguien, pero su madre estaba trabajando y el resto de su familia (incluyendo a su mejor amigo) estaban en el cuartel general.

Mientras tanto, el saiyajin vivía la tortura y el suspenso de no saber a donde ir.

Cuando entró en el vehículo motorizado, una ráfaga de aire caliente lo envolvió y se recostó en su sitio. Estaba demasiado agradable ahí dentro y se sintió satisfecho.

—¿Por qué no estás en el cuartel general? —al cabo de unos segundos, la azabache se atrevió a preguntar y estacionó su auto a un costado de la calle— ¿Acaso no eras un soldado élite?

El joven sonrió con nerviosismo.
—Si... pero —habló de manera relajada, intentando encontrar una escusa— hoy es mi día libre. No estoy en servicio, por el momento

Milk se cruzó de brazos, observando a su amigo con molestia.

—Todos los soldados están en el cuartel general, esperando órdenes. Y tú ¿Tienes el día libre? —cuestionó con desconfianza— eres un mentiroso terrible, Son Goku.

El contrario, solo se limitó a observar el suelo avergonzado.

—Lo sé —admitió cabizbajo— solo, no quería agobiarte con mis problemas. Dijeron que luego me mantendrían al tanto de mi situación actual, no me mandaron a llamar.

—Es raro ¿No crees?

—Si, también es malo —el Son confesó.

—Tranquilo —la menor puso una mano en su hombro, en señal de acompañamiento— tienes buena relación con la princesa ¿No es así?

—Bueno...

El se detuvo a reflexionar esa sencilla pregunta.

:—No exactamente —Goku se quedó pensativo— nuestra relación, depende del día. Y, de su humor —agregó a lo último.

—¿Qué? —Milk dudó confundida.

Quiso buscar alguna forma sencilla de explicarle aquella extraña relación que mantenía con la princesa.

Para ser honesto, ni él entendía del todo bien si le agradaba o no.

—A veces, nos llevamos bien. Otras veces, no queremos ni vernos la cara —explicó— pero... a pesar de todo, creo que en el fondo le caigo bien. Ella, me tiene algo de afecto —dudó— talvéz no sea el "gran" afecto. Pero, algo es algo.

Lo interrumpió.

—Que extraña relación —Milk opinó un tanto confusa— y bien ¿Estás oculto mientras tanto?

—Si, Raditz dijo que el primer lugar en donde me buscarían sería en casa —le informó.

—¿Por qué supones que va a pasarte algo malo? —Milk inquirió preocupada.

—Bueno —Goku rascó su nuca nervioso—: creo que con esta, es como la tercera, o cuarta vez que me insinúan una ejecución.

La contraria lo observó con sorpresa, intentaba entender que es lo que estaba pasando.

—¿Y dices que la princesa no te odia? —ella dudó sarcástica.

—No, para nada —el Son negó, no parecía muy convencido de su propio juicio.

Milk agregó.

—Todos dicen que es muy malvada, una persona sin escrúpulos, sin sentimientos —la de cabello amarrado intentó razonar con su amigo de cabello disparejo— ¿Y si intenta lastimarte? —llena de pánico, le advirtió— deberías permanecer lejos del palacio y de ella también. Es necesario.

Le pareció completamente descabellada su idea.

Algo anda mal.

Lejos de asustarlo o generarle deseos de mantenerse al margen, incrementaba su curiosidad y le provocaba deseos de ayudar en lo que sea a aquella capitana enfadosa.

Ya estaba metido en esto, ya se había involucrado en las tropas élite y en consecuencia, había desarrollado un poderoso sentido de pertenencia que lo obligaba a cumplir con su deber. Tenía una impetuosa necesidad de servir y ser competente.

—No todo es como dicen —Goku la confrontó, con su ceño enfurecido— Milk, todo el mundo la juzga sin siquiera conocerla. Pero, si tan solo se detienen a pensar en todo lo que pasó y lo fuerte que es. A pesar de las adversidades, a pesar de que todo el mundo está en su contra y nadie la comprende. Ella solo busca ser fuerte y luchar por el bienestar de su planeta. Lleva deseando ser reina desde su corta niñez y si la conocieras... te darías cuenta de que es una excelente persona.

Y él lo sentía.

Lo sentía después de aquel abrazo que había recibido de su parte.

Lo sentía, después de ver cómo se preocupaba de tal forma por su planeta.

A Milk le molestó en cierta forma la admiración y ese brillo tan particular que aparecía en su rostro a la hora de defenderla.

Sin embargo, no dijo nada.

—Olvídalo —concluyó en un tono despreocupado— ¿Quieres ir a cenar a mi casa? Podemos ir al mercado central a comprar un par de cosas, después puedo preparar algo —ofreció amistosa.

—Tú solo dí comida y yo me anoto.

Ambos sonrieron.

Milk arrancó el auto, para acto seguido partir de camino al pequeño mercado central que había en el pueblo.

Llegaron a su destino y comenzaron a caminar entre la multitud.

Goku había tomado demasiadas precauciones, por lo que tenías que ser un experto para reconocerlo; estaba vestido enteramente negro, llevaba una gorra, lentes del sol y además un pañuelo que le cubría hasta la nariz.

Milk le encargó buscar algunas verduras y mientras tanto, ella se encargaba de seleccionar carne de res en otra parte.

Goku observaba con atención esos cajones de verduras, depositados en el suelo y se acercó cauteloso a la sección de tomates.

Nadie iba a notar su presencia, o eso supuso.

—Hola, capitán —una muchacha atractiva lo saludó. Ambos sostenían en sus manos el mismo tomate.

El peli-palmera desvió la vista.

Dudó mucho que la persona a la que se refería fuera él. Después la observó, era aquella mujer que lo había atendido en el hospital del planeta Cronos.

—Hola, un gusto verte. Gracias por cuidarme tanto en tu planeta —el saiyajin le sonrió amistoso— amm, un capitán ¿Yo?. Nha, soy un soldado común y corriente.

—No, no es nada —la muchacha Croniana le regresó la sonrisa— creí que eras el capitán. Dado que ese día estabas con la princesa y por lo visto, ella es tu novia.

El Son se sonrojó por completo.

—No, no, para nada —negó con vergüenza— ella no es mi novia. Es mi capitana, mi princesa, solo eso —explicó rascando su nuca.

—Oh —habló la muchacha a modo de respuesta— también me equivoqué en eso. Pero, ese día, ella se veía molesta.

—¿Qué? —el Son la interrumpió sorprendido.

Una confusión genuina amenazó su rostro, causando que su cuerpo se tambalee un poco.

Perdió estabilidad.

Y sin notarlo, tropezó.

Cortando su pierna con una especie de botella rota —la cual no habían desechado—. Los cristales se e contraban de forma dispersa en el suelo y ese incidente pudo sucederle a cualquiera.

—Lo siento —la joven rubia se disculpó. Acercándose a su altura— ¿Estás bien?

—Descuida —comentó el peli-palmera, mientras se ponía de pie sangrando— no es nada. Solo, es un pequeño corte superficial.

Aquella enfermera sabía que solo lo decía para no preocuparla.

Tenía un gran trozo de vidrio estancado en la pierna y prácticamente al instante, se ofreció para auxiliarlo.

—Te ayudo —ofreció de rodillas, para estar a su altura— por mi culpa te caiste. Tú...

—Kkk, duele mucho —el Son quejó.

Aquella muchacha, quitaba el trozo de vidrio de su pierna.

—Quédate quieto ¿Si? —propuso en un tono dulce y relajado.

Acercó sus manos a aquella herida que poseía el Son.

Se mantuvo quieto.

Y aquello que estaba haciendo la muchacha, le pareció sorprendente.

No supo cómo, o que hizo.

En cuestión de segundos, ya no había sangre, o cicatriz.

Ni siquiera se veía el corte o rasguño alguno.

La herida exacta, donde hace pocos segundos se cortó estaba en exelente estado.

Ella solo recitó un par de palabras inefables, luego... sus manos brillaron y mágicamente su herida estaba sana.

Una idea sorpresiva, surcó rápidamente la mente del Son.

—Tienes que ir conmigo —suplicó lleno de entusiasmo— de camino al palacio. El rey te necesita.

—¿Eh? —la muchacha emitió confundida— no, no puedo. Lo siento, estoy trabajando aquí en el mercado y...

El de cabello azabache la interrumpió.

—¡Pero! ¡Eres enfermera! —respondió sin comprender lo que estaba diciendo— y no sé muy bien, que fué lo que hiciste. ¡Pero tú! ¡Puedes curar personas! ¡Con tus manos!

La rubia le cubrió la boca.

No quería que nadie descubra sus poderes sanadores.

Estaba nerviosa y no quería volver a aquel lugar donde estaban resguardados, sus secuestradores.

En cierta parte, el Son también era uno de ellos. Pero, ella no lo veía de esa forma, no lo despreciaba u odiaba; por el contrario, le parecía un ser diferente al resto de su especie y tal vez, esto solo era producto de la profunda atracción que sentía por el, o el rotundo enamoramiento.

—No puedo —la enfermera se rehusó— me niego a trabajar para ellos. No deben saberlo. Yo, por favor, no les digas esto —ella suplicó entre lágrimas.

—Lo siento —Goku se acercó, dispuesto a abrazarla— es entendible. Después de todo —reflexionó— nosotros, fuimos los causantes de la destrucción de tu planeta.

Él parecía tan distinto a todos los habitantes de ese planeta.

Los pocos días viviendo ahí, le habían dejado claro que los saiyajin eran una especie ruda, brusca, y para nada amable.

¿Por qué no era como ellos?

Le fue inevitable sentirse culpable de aquellas lágrimas que brotaban de la contraria. Trató de tranquilizarla, pero, aquella señorita aprovechó la situación para abrazarlo.

—Por favor —rogó desesperado— el padre de la princesa Vegita. Nuestro rey, está muriendo.

Lo interrumpió.

—Mi padre también murió y fué por su culpa —reclamó con furia— yo también era una figura de autoridad en mi planeta. Pero, a diferencia de TU princesa, yo si me interesó por los demás y colaboro con los habitantes de mi planeta, en el hospital médico.

—Lo siento —el peli-palmera se disculpó cabizbajo— siento mucho lo que le pasó a tu padre y a tú planeta.

Un silencio algo tenso se formó entre los dos.

Ella vio sinceridad y culpa en su mirada.

No tenía nada que reprocharle.

Después de todo, vio como se marchaba enfurecido en lugar de cooperar en la destrucción de su planeta.

—Misha —se presentó— mi nombre es Misha.

—Son Goku —habló esta vez.

Milk se acercó a sus espaldas, con unas cuantas bolsas de su lista de compras.

—¿Ya elegiste los tomates? —la de pelo recogido dudó con una sonrisa.

—Ya casi, Milk —le sonrió a su acompañante— ella es una amiga, me salvó la vida en una ocasión ¿Puede venir a cenar con nosotros? —Goku señaló a Misha y después preguntó con amabilidad.

—Chicos, yo, tengo que ir a mí...

La interrumpió.

—Por favor, acepta —suplicó el mas alto— es lo mínimo que puedo hacer. Y yo, estoy seguro de que Milk no tiene problema con esto.

—Para nada—la pelinegra secundó.

Le ofreció una pequeña sonrisa a la joven enfermera.

—Esta bien —aceptó la rubia.

Con un plan en mente (y poca disposición de renunciar a su cargo) se había metido en la cabeza, que aquella muchacha sería la responsable de salvarle la vida al rey Vegeta.

Solo quedaba una última instancia.

Tenía que convencerla.

—¿Amigo? —su comunicador sonó de golpe, acaparando toda su atención.

El le pidió disculpas a las chicas, para alejarse un poco, e ir en privado a hablar con Goten.

—Te escucho —Goku respondió de manera reservada.

—Mira, no tengo mucho tiempo —se apresuró el joven— te vas a caer de culo.

—¿Y? ¿Hubo una reunión?

—Sip —su amigo afirmó— hubo una reunión y una propuesta de compromiso previa.

—¿Qué? —el Son lo interrogó impactado.

—Mira, es un cuento largo. Te lo resumo, de está manera —Goten acortó el suspenso—: Freezer se irá por cuatro meses a buscar unas cosas, esferas del dragón, creo que se llamaban. Cuando vuelva, al parecer regresará a aniquilarnos. Pero, mientras esto suceda  la princesa Vegita va a encargarse de consolidar alianzas con otros planetas, quiere enfrentarlo en su regreso. Estamos hablando de una guerra final. Por el destino de nuestra raza. Y eso no es todo, se va a casar.

—¿Quién se va a casar? —el de cabello alborotado cuestionó confundido.

—La princesa Vegita —aclaró.

Goku no podía creérlo.

—¿Y... con quien? —apenas pudo mencionar.

—Con el tipo ese, Koshiro.

Mientras escuchaba anonadado las respuestas de su mejor amigo, el rastreador se deslizó de entre sus manos.

Fue mucha información, pero una sola duda deambula en su cabeza.

¿Vegita se va a casar?

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