07︱ Capítulo siete ⚔️

─EQUIPO─

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Narra Vegita

—No hay nada —Gohan habló con pesar y procedió a cerrar las pequeñas naves en las que habían aterrizado él y Kakaroto.

—¿Cómo es posible? —dudé molesta— nuestras naves, tienen el mejor suministro en todo el planeta.

—Esta vez no llegamos temprano al nombramiento, majestad —el soldado me recordó— no escogimos nuestras naves y nos dieron las que sobran.

—Tarble —mascullé por lo bajo, sintiendo furia de solo mencionar ese patético nombre— estoy segura de que ese idiota tiene algo que ver en esto. Si algo llega a pasarle a Kakaroto...

—No se haga mala sangre, alteza —Gohan me recomendó— hay que hablar con Goten y Trunks para que verifiquen sus naves —como siempre, es muy razonable— mientras más tiempo perdamos, más se expande el veneno.

Esto no puede quedar así.

Ese imbécil, me va a escuchar.

No voy a perder a un integrante de mi escuadrón por culpa de su incompetencia.

Estuve al rededor de quince minutos intentando comunicarme vía rastreador. Finalmente, el inútil de mi hermano respondió en el tercer llamado.

—Vegita —como era lo habitual, primero que nada saludó— ¿Qué tal todo? ¿Llegaron a destino?

—Tarble —respondí, simulando una falsa amabilidad— todo va de la mierda.

—¿Que suce...

—Deja que te explique —acallé sus palabras—. Tengo un soldado herido, alguien lo envenenó y ahora yace al borde del colapso, viendo la maldita cara de la muerte. Las naves que nos diste son inútiles. Noy hay ningún botiquín, no hay aditamentos, ningún recurso de primeros auxilios ¿Cómo es eso posible? —reproché en una voz demandante.

—N-no lo sé —se excusó tartamudo— Nappa... el fue el encargado de escoger las naves para el despegue.

Se lavó las manos.

Desgraciado.

Kakaroto estuvo en el cuarto de ese infeliz husmeando.

Miserable.

Ahora lo entiendo todo, ese mal nacido envenenó a Kakaroto con el kit de supervivencia. Los capitanes y sub capitanes, tenemos una especie de microjeringas bañadas con veneno de primera calidad.

Las utilizamos en casos muy inusuales.

Sé exactamente que medicamentos utilizar para inhibir el veneno, pero necesito saber cuál de todas utilizó.

Sedante, venenosa o mortal.

—¿Vegita? —escuché la voz del incompetente de mi hermano a través del rastreador— lamento mucho lo de tu soldado, ojalá y se recupere pronto. Si quieres, cuando volvamos al planeta podemos hacer un intercambio de naves.

—No se trata de si quiero o no —corregí— las naves en las que ustedes montaron sus patéticos traseros ¡Son de mi propiedad! ¡Yo misma las mandé a fabricar! ¡Y Fué el imbécil de tú sub capitan quien se adueñó de ellas! ¡Y tú, no fuiste capaz de notarlo idiota!

—Bueno, bueno. Ya te las devolveré, reina de la histeria —se atrevió a provocar con una absoluta tranquilidad— no me hables así ¿O acaso estás en tus días?

—¡Insecto! ¡Inutil! ¡Bastardo!. Más te vale que Kakaroto no muera, porque de ser así ¡El único que perderá sangre vas a ser tú! —amenacé con fastidio.

Recibí una buena dosis de ironía como respuesta a la amenaza anterior.

—¿Que harás? —el imbécil me desafío con arrogancia— ¿Tanto te preocupa la salud de ese infeliz?. Si fuera Trunks, podría llegar a comprenderlo, pero... ¿Kakaroto? —maliciosamente se burló— ¿Qué pasa majestad? ¿Sientes mariposas en el estómago cuando ves al soldado? ¿Kakaroto te moja las bragas?

Tsk.

—Escúchame bien, basofia —reprendí— si regreso al palacio con una baja, esto podría traer consecuencias muy perjudiciales. Principalmente para tí, porque fue uno de tus soldados quién lo envenenó —le informé esto, sólo para vengarme. Mataría por ver su sonrisa horrorosa desdibujandose— puedes imaginarte de quien se trata. Homicidio agravado por traición ¿Te recuerda a algo?. Ni el filo de una espada, ni tus manos o el pensamiento más profano, pueden orillarte a herir las mismas células que conforman tu raza. Nuestra ley no perdona y dice que en caso de cometerse una traición así de grande, todos los allegados del involucrado pueden pagar. Me aseguraré, de que tú y  todo tu patético escuadrón queden atrapados. Irán a prisión. Se pudrirán en ese oscuro agujero y comeran saltamontes, cucarachas  y ratas siempre y cuando el universo se ponga de su lado.

—V-vegita.

—No es una amenaza, es una promesa —aseguré.

Veamos si esto logra disipar sus aires de grandeza.

—P-pero, Nappa fué castigado. Ahora tenemos un remplazo y nuestro escuadrón no tiene nada que ver ¡Vegita! ¡Eso es absur...

Corté.

Me enfadan sus insinuaciones.

Me enfada que sea tan estúpido como para no notar la falta de recursos en las naves.

Me enfada esta horrorosa sensación, de sentir que estoy en deuda con el estúpido Kakaro.

—¡Goku! —Goten exclamó aterrizando.

—¿Qué fue lo que pasó? —Trunks llegó, junto con el novato.

—Alguien lo envenenó. No está el suministro que necesitamos para curarlo y...—Gohan explicó de manera pausada— puede llegar a morir si no hacemos nada para salvarlo.

—¿Qué? —su amigo dudó con asombro— no es posible.

—No va a morir —aseveré ante el pesimismo de los demás. En los años que llevo como capitana, nunca, jamás tuve una baja. No sucederá ahora— quítense.

Me acerqué a donde ellos estaban y bajo su atenta mirada de supervisión, intenté acercarme a la zona inyectada. De manera que quedé lo más cercano posible al cuerpo se Kakaroto.

Sé que esto no lo salvará, pero al menos puede darle un poco de tiempo.

—Capitana —Gohan se inclinó a mi altura— ¿Qué está haciendo?

—Voy a extraer el veneno —respondí su interrogante y puse mis labios sobre la piel pálida y tersa de mi nuevo soldado.

—Es peligroso —Gohan advirtió, intentando separarme del cuerpo de Kakaroto— deje que yo lo haga.

Lo ignoré.

Cerré mis ojos y permanecí en esa postura.

Succiónando el veneno.

Cuando vi que no pude hacer más nada para ayudarlo, escudo el líquido negro y me re-incorporé junto a los demás.

—Nappa, estoy casi seguro de que fue él quien lo envenenó —el amigo de Kakaroto llegó a la misma conclusión.

—Es una acusación muy grave de tu parte, Goten —Trunks cuestionó— todos los capitanes y sub capitanes disponen de veneno. Pero, es ilegal usarlo contra personas que sean de nuestra misma raza.

—¡Pues parece que eso le importa una mierda! —continuó quejándose molesto— lo estaba extrangulando y de repente Goku dejó de respirar. No es razonable que en un solo movimiento sea capaz de vaciar todo el aire de sus pulmones, fue un efecto adverso del veneno ¡Estoy seguro! —insistía.

—Goten —su hermano quiso apaciguar la situación— tienes que tranquilizarte.

—¡Tranquilo un carajo! —el se rehusó a escucharlo y después de gritar en su cara, cargó el cuerpo de Kakaroto entre sus brazos— no voy a sentarme aquí a esperar. Puede que a ustedes no les importe su vida ¡Pero a mí sí!

Escapó.

Huyó desesperado en busca de ayuda.

Supongo, que lo primero que hará será recurrir a los aldeanos.

Es la única manera de sanarlo.

—Capitana —Trunks llamó mi atención.

—¿Qué?

¿Por qué me observan como si no me conocieran?

—¿No va a decirle nada? —Gohan dudó confundido.

—¿Por qué debería?

—Porque se escapó y huyó con el cuerpo de Kakaroto, sin rendirle ningún tipo de explicaciones —Trunks me explicó su punto de vista, en cuanto a la actitud osada del más joven— ignoró completamente su autoridad y se llevó a uno de sus soldados más valiosos a un paradero desconocido. Majestad...

—Intenta salvarlo —aminoré sus acusaciones. Lo último que necesitaba en este momento era cuestionar cada pequeña acción de mis soldados— no hace falta ser exagerados.

De nuevo esa mirada.

¿Me estoy comportando con debilidad?

—Pero —me retracté de mi actitud permisiva, renovando otra vez mi semblante enojado—: se las verá conmigo más tarde. No quiero que sobrepasen los limites. Ahora, mejor vámonos —consideré— tenemos que buscarlo y ver que pasará con la salud de Kakaroto.

—Como diga —aceptaron ambos al unísono.

Narrador omnisciente

La princesa Vegita reunió su séquito y se dispuso a seguir a Goten. En cuestión de segundos, todos buscaron algún centro de salud médica para poder tratar a Kakaroto.

Buscar hospitalidad de parte de sus habitantes no representaría un gran desafío.

La raza se veía muy avanzada y estaban seguros de que podían curar a Goku, sin ningún problema.

Aterrizaron en un gran edificio. Tenía dibujada una cruz de color roja y sus paredes estaban escritas en un idioma desconocido.

Cuando llegaron, pudieron divisar un par de recepcionistas custodiado la entrada. Varios sujetos de uniforme avanzaban por los corredores y hombres de bata blanca trasladaban camillas con personas que parecían estar enfermas.

Si, en definitiva eso era un hospital.

—¿Quiénes son ustedes? —una mujer nativa del planeta, los interrogó.

Vegeta suspiró aliviada, pese a ser diferentes se comunicaban con el mismo idioma. Los habitantes del planeta Cronos tenían cierta similitud con la apariencia de los saiyan (exceptuando su cola) su figura era más humanoide, con la piel rosasea y poseían un solo ojo.

Si algo quedó expuesto ante la futura reina, es que no se trataba de una raza guerrera.

—Soy la princesa Vegita —la soberana se presentó ante los cronianos— futura reina del planeta Vegeta y el vástago más fuerte de la raza saiyajin.

Una exclamación popular se hizo presente en el hospital.

Seguida de varios murmullos y rumores que inundaron por completo el lugar.

—Eh oído hablar de los saiyajin —mencionó un viejo anciano.

—Yo igual —coincidió una enfermera— dicen que son muy poderosos. Ellos sirven al emperador del mal, Lord Freezer.

—Bha, son unas bestias al igual que ése tirano.

—Seguro intentarán destruirnos.

Vegita nunca se caracterizó por ser una persona paciente. Fulminó con la mirada a medio mundo y exigía silencio.

La mirada horrorizada de todo el hospital se posicionó sobre ella.

—Seré breve —la princesa habló sin rodeos— estábamos a punto de invadir su planeta, y entonces... uno de nuestros soldados se descompensó —explicó lo siguiente de manera cruda y solo consiguió sembrar terror— para mí, todos los integrantes de mi escuadrón son valiosos. Si lo salvan —intentó negociar— prometo no exterminar su planeta. Ustedes deciden.

Su propuesta, junto con la inminente declaración, dejó a más de uno sin saber que decir.

Aquella recepcionista opinó que primero debía consultarlo con las autoridades del planeta.

Vegita advirtió que no debían tardar demasiado.

Pasaron treinta minutos y cinco hombres aparecieron, vistiendo prendas muy elegantes. Uno de ellos traía un bastón entre las manos y su cabello estaba adornado con piedras preciosas de colores.

Se supone que ese era el rey.

Su poder de pelea era aceptable, aunque se inclinaba más que nada a ser muy pequeño en comparación del suyo.

—¿Usted es la princesa? —el anciano la interrogó acercándose.

Vegita asintió.

Con su historial de planetas conquistados, habían oído hablar de ella —y no precisamente cosas buenas— era temida y admirada en iguales partes.

Los cronianos no lo dudaron ningún segundo y se inclinaron ante ella, en señal de respeto.

El resto del hospital hizo lo mismo. Incluso su propio rey se inclinaba ante la mirada sombría de la peli-flama.

—¿C-cual es el problema majestad? —el Rey de Cronos cuestionó.

Vegita se encontraba complacida por su reacción.

Ser respetada en otro planeta (que ni siquiera era suyo) sobrepasaba sus expectativas e incluso incrementaba su ego.

Ella asomó una sonrisa petulante, mientras extendia su capa para que se pueda apreciar correctamente el emblema saiyajin.

—Ya le expliqué a esta simple recepcionista —siseó molesta— uno de mis soldados se enfrenta cara a cara con la muerte. Les ofrecí mi piedad, a cambio de que ustedes puedan brindarle sanidad —negoció de nuevo.

—Entiendo —el rey meditó durante un par de segundos su decisión— en ese caso ¡Que así sea su majestad! —el soberano aceptó y junto con el, todos los consejeros de su planeta.

—Quiero que todo el personal médico atienda lo más rápido posible a este joven saiyajin —la Jefa de medicos comenzó a delegar ordenes— cierren las puertas del hospital. ¡Solo quedará abierta la sala de emergencias! ¡Y el resto de los profesionales dará su máximo esfuerzo por salvar la vida del saiyajin! ¡Quiero que toda su atención y cuidado sean exclusivamente para él!

—La princesa y sus acompañantes ocuparán las mejores habitaciones. Así pueden estar al tanto de la salud de su compañero —un consejal, que era compañero del rey, dictaminó lo siguiente.

—Recibanlos como se merecen —insistió el rey— sepan que su palabra, es igual de válida que la mía. Estarán bajo sus órdenes, durante el lapso de tiempo que ellos decidan permanecer aquí.

Goten depósito a Goku en una camilla, que fue otorgada por las enfermeras.

Los habitantes del planeta se encargaron de que Goku tenga toda la atención posible.

Mientras tanto, Vegita y los demás fueron escoltados a sus respectivas habitaciones.

Lo que más les agradó, fue la ostentosa cantidad de comida que dejaron aquellas personas, como muestra de agradecimiento.

—Vegita —Trunks comía gustosa en la habitación de su soberana— ¿Realmente vas a destruir el planeta Cronos?

La princesa primeramente tragó, porque tenía la boca llena y después respondió a su primer oficial al mando.

—Lo dije para que no tuvieran opción y así poder salvar a Kakaroto —confesó sin más, a quién conocía sus trucos y artimañas— ¿Crées que sería tan idiota como para olvidar que nos trajo aquí?. Cuando el cabeza hueca despierte, lo que le pase a este insignificante planeta, no es asunto mío.

Su fiel acompañante le iba a reprochar, pero una voz proveniente del rastreador las interrumpió.

—Shhh —Vegita le cubrió la boca a la de cabello morado—: es uno de los secuaces de Freezer. Al parecer olvidó que su rastreador está funcionando —susurró la princesa.

Ambas guardaron silencio.

Evidentemente era Zarbon quien se encontraba hablando con alguno de sus compañeros.

—¿No te agrada que a esos torpes simios les quede tan poco tiempo de vida? —Zarbon alegó lleno de maldad, una risa emergió de su garganta.

—Por supuesto que me agrada — empatizó el otro sujeto— esos saiyajin se creen mejor que nadie. Está claro que el único dueño del universo es Freezer.

—Ya quiero ver la cara de la egocéntrica princesa Vegita. Su amado planeta arderá bajo el poder de mi Lord.

—Lo sé.

—Idiotas —un tercer sujeto reclamó— ¡Apaguen esa cosa!

Vegita y Trunks palidecieron tras oír estás palabras.

Le fue imposible no recordar las palabras de Kakaroto.

Flash back

—No estoy de acuerdo —discutió— todas las vidas valen por igual. Otra vez volví a interrumpirla, lo lamento —se disculpó sin poder callar su postura— Pero ¿Qué gana con la destrucción masiva de tantos planetas?. Solo se vuelve un monstruo a medida que su sed de sangre incrementa. El dolor crece, sus enemigos se multiplican ¿Y luego qué?. Freezer va a exterminarnos a todos y hará que nuestro planeta se convierta en cenizas. No se detendrá, intentará controlar el universo y la vida de todos se volvolverá un infierno ¿Y donde estará usted? ¿A quien le va importar quien fué y cuantos planetas purgó?. Se perderá en el olvido ¿Eso es lo que quiere?.

Fin del flashback.

—No —negó horrorizada— tiene que haber otra solución —pensó en voz alta.

—Disculpe ¿Qué fue lo que dijo alteza? —Trunks dudó.

—Olvídalo —cortó de raíz.

Fingió que no le afectaron para nada las palabras de esos sujetos. En el fondo estaba paranoica, quería encontrar alguna solución para la amenaza de exterminación de su planeta.

¿Cuanto tiempo les quedaba?

No lo sabía.

No tener control absoluto de la situación, la puso nerviosa.

No pudo terminar de comer.

Le ordenó a Trunks que se retirara con el fin de darse un baño y buscar un poco de relajación.

Seguía sin conseguir nada.


Vegita decidió averiguar el estado de salud de Kakaroto. Ya habían pasado algunas horas desde su internación, pero no habían reportes y en la sala de espera que ocupaba, tampoco había nadie que pertenezca al cuerpo médico.

Al parecer, recientemente terminaron de tratarlo y dejaron una enfermera para que pueda cuidarlo.

La mencionada, lo observaba con fascinación desde su lugar.

—Oye, tú —Vegita llamó su atención— ¿Dónde están los médicos?

La joven se sonrojó un poco, al notar lo mucho que se había distraído con su nuevo paciente.

—Descansando —la joven de cabellos largos y dorados le informó a Vegita la situación— después de mucho trabajo, nuestros científicos y bioquímicos consiguieron elaborar un antídoto. Y desde luego, los doctores extrajeron exitosamente los últimos restos de veneno. Gracias a Dios, este bello hombre está fuera de peligro.

Lo último, lo dijo con una gran sonrisa.

Siguió observándolo sin pudor alguno, quien sabe que pensamientos rondaban en su mente juvenil.

La enfermera tenía un pequeño algodón con el que sanitisaba el cuello de Kakaroto —quien todavía se encontraba dormido— en un estado de inconsciencia total y cubierto solo por la fina tela de un bóxer.

—¡¿Quieres dejar de observarlo con esos ojos?! Jmp, no tienes ni una pizca de vergüenza, mujer vulgar —la futura reina ordenó de manera hostil— bueno, con ese ojo —corrigió— Tsk ¡Lárgate de una vez mujer descarada!

—P-pero —la joven croniana se excusó— estoy haciendo mi trabajo, su alteza.

—Ya no es necesario —la princesa le arrebató el algodón y el alcohol de las manos— vete, largo de aquí, shu.

Agitando sus manos de forma frenética, le indicó cual era el camino para encontrar la salida.

La joven de cabello largo, se fue cabizbaja.

Vegita se acercó y se sentó en una silla cercana, la cuál estaba acomodada del lado derecho de Goku.

—Maldita —la princesa se quejó sin entender el motivo de su furia— ¿Por qué no hace bien su trabajo?. Tsk, ahora seré yo quien deba desinfectar al insecto.

No dejaba de farfullar y quejarse en voz baja.

La soberana remplazó a la muchacha en su actual tarea. Se encargó de desinfectar con algodón la piel que se encontraba de una tonalidad morada, como producto de las incisiones y la prematura extracción del veneno.

Entre quejas, murmullos y pensamientos no muy sanos, decidió atender al joven saiyajin.

—Tonto Kakaroto —protestó en voz alta— nada de esto estaría pasando, si no te hubieras metido en lo que no te importa ¿Me salvaste el pellejo? ¡Y qué! ¡Mira como estás! —la princesa suspiró pesadamente— eres un estúpido, insecto, cabeza hueca, sin cerebro —siguió reclamándole— aunque —lo examinó con cuidado. Una de sus cejas se alzó ligeramente— ¿Con ese cuerpo? ¿Quién necesita cerebro?

No quiso hacerlo.

Pero su mirada se posó en Kakaroto.

En sus pectorales amplios y bien marcados.

Sus brazos perfectamente definidos y lo suficientemente grandes como para atraer la atención de cualquier tipo de mujer.

Piernas musculosas, que la hacían suponer que entrenaba duro...

Y esa v, Vegita maldecia aquella v tan tentadora que se realzaba en el borde de sus calzoncillos. A cada lado.

Arriba se encontraban sus abdominales, un perfecto six pac que hacia relucir su trabajada anatomía.

Los lunares que se atenuaban en un café oscuro, dando un contraste perfecto en compañia de una piel caucásica.

Los rasgos finos, el cabello alborotado.

Kakaroto.

Se veía sexi.

—Estas...

"Buenísimo"

Si, Vegita no lo dijo, pero lo pensó.

Porque Son Goku emanaba sensualidad por dónde quiera que lo mires, pero también tenía esa pizca de inocencia particular que la desconcertaba.

Cuando menos lo imaginó, estaba igual de pérdida que la joven de piel rosasea.

Babeaba por el cuerpo de Kakaroto.

Cerca de sus labios, observaba cada pequeño detalle de su rostro.

—¿Quiere un trapeador? —una voz masculina hizo que se aleje de golpe— digo... para limpiar su baba, alteza.

Goten.

Ese impertinente muchacho habría tenido su castigo, de no ser porque Vegita estaba confundida y un tanto avergonzada.

:—¿Estaba rico el espectáculo? —el imprudente joven bufó— es decir, tampoco la juzgo. Si fuera hembra me hubiese follado a mi amigo, pero usted princesa —se detuvo a observarla con sorpresa— no sabía que la plebe como nosotros... le atraía.

Ella que siempre tenía palabras para todo, no supo responder ante las insinuaciones descaradas de Goten.

Frunció el ceño y murmuró algo inentendible, antes de marcharse de la habitación.

Goten, aún de pie junto a la puerta, estalló de la risa en cuanto la vio irse de forma histérica.

—Hey ¿De que te ríes? —un peli-palmera que acababa de despertar, le preguntó.

Se acercó a su amigo emocionado.

—Bro —sin poder creerlo se aproximó en una sonrisa de oreja a oreja— ¡Que susto me diste, idiota!

Goku observó su entorno, trataba de identificar el lugar en el que estaba.

—¿Qué me pasó? —le preguntó el Son a su amigo.

—Te desmayaste ayer por la noche —explicó— Nappa te envenenó cuando estuvimos en su habitación.

Trataba de procesar toda la información dicha por su mejor amigo.

Una duda seguía presente.

—¿Dónde estamos?

—En el hospital del planeta. La princesa Vegeta negoció, no exterminará el planeta a cambio de que te salven la vida —continuó explicando.

—¿En verdad?.

—Ajá —Goten asintió con una expresión pervertida— es más, acaba de irse de la habitación y te estaba desinfectando con un algodón. No es por fastidiar, pero te comía con la mirada.

—¿Ella qué... —preguntó cubriendo su rostro sonrojado— Goten, no seas mentiroso.

—No estoy mintiendo —negó su amigo escandalosamente— es más, me puse celoso. ¿Cómo se atreve a mirarte? —bromeó en una pose de diva— sin mi autorización, bro ¿Puedes creer eso?. Tu eres solo mío ¿no es verdad?

Se acercó a Goku falsamente, queriendo besarlo.

Ambos compartieron una risa sonora.

Aún estaba debil, ni siquiera podía moverse o librarse de los manoseos de su mejor amigo.

—Quítate Goten —ordenaba entre risas en Son— la princesa Vegita no hizo lo que tú dices.

—Pregúntaselo si no me crees —desafío con diversión.

—Se lo preguntaré —aceptó el peli-palmera— pero si me golpea, me debes una cena. Hablando de eso —sus ojos brillaron— ¿No hay comida para el recién curado?

—Enseguida amor —se burló Goten.

—Gracias cielo —le siguió el juego a su amigo.

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