02︱Capítulo dos ⚔️

SUCESIÓN

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Narrador omnisciente.

El sol volvía a esconderse en lo más alto del planeta Vegeta.

La noche llegó.

Algunos se esforzaban para entrar en algún escuadrón de las fuerzas saiyajin, otros caminaban al cuartel general y cierta princesa avanzaba entre la multitud.

Marchaba aclamada por un tumulto de saiyans, los cuales la felicitaban en honor a su primera conquista.

Su larga melena, se alzaba en puntas siendo distinguida por todos sus leales súbditos. Avanzaba decidida, contoneando sus caderas con destino a la base central, donde pensaba tener un encuentro con su padre.

Era la hembra más fuerte, ruda, cruel y sanguinaria que existía en todo el planeta.

La futura heredera al trono.

Odiaría decepcionar a su rey, quien también fue el hombre que le dió la vida y su modelo a seguir.

—Rey Vegeta —ella hizo aparición inclinándose en una reverencia— el planeta Namek fue exterminado, tal y como pidió, señor.

Su padre la observó con orgullo.

El resto de su escuadrón le presentó al monarca de la nación, aquella prueba ilegítima de su conquista: la cabeza del Gran Patriarca.

—Bien hecho, escuadrón élite dorado. Serán recompensados por su hazaña —el rey los felicitó levantándose de su trono— ahora, déjenme a solas con mi hija.

Trunks, Nappa, Thoma y Gohan se retiraron —no sin antes— dedicarle una reverencia al rey y a la princesa.

Vegita tragó saliva, normalmente, cuando su padre pedía hablar con ella a solas se trataba de un castigo.

—Vegita —el rey comenzó a decir— hija, tu...

Lo interrumpió.

—Juro que fue el infeliz de Nappa quien me besó, padre ¡Ese idiota! —la princesa se quejó llena de furia, premeditado que ese era el asunto del que quería hablarle— ¡Ya me tiene harta, con sus acosos e indecencias!.

Un silencio se hizo presente por unos segundos.

—¿Nappa hizo qué?.

Felicidades Vegita, tu sola te agregas un problema. Pensó la soberana en su mente.

—¿No te habías enterado de eso?.

El rey negó frustrado, se levantó de su trono y se acercó a donde se encontraba esperándolo su hija.

—¿Lo sabe más gente? —la cuestionó con una mirada seria— ¿Cuantas veces te eh dicho que cuides nuestra reputación? —el rey se quejó negando en ambas direcciones— bueno, por ahora no importa. Este día, es para festejar tus logros hija mía.

Lo observó confundida.

En este momento estaba desconociendo a su progenitor, quien siempre fué super estricto y demandante con su futura heredera.

Se acercó al mostrador y abrió un cajón de madera, en el cual se encontraba guardada una enorme caja hecha de oro.

Se la entregó a su hija y ella aguardó expectante sus próximas instrucciones.

—¿Esto qué es? ¿Padre? —Vegeta dudó con curiosidad.

El gran hombre barbudo no dejaba de sonreír.

—Ábrelo y vas a saberlo.

Obedeció a lo que dijo, quitándole el cerrojo para después despojar la tapa de la pesada caja.

Palideció por su contenido.

Conocía ese detalle.

Había soñado con tener ese objeto entre sus manos, desde que era una niña.

Una enorme capa roja, pincelada con el emblema saiyajin y pliegues que hacían relucir aún más su majestuoso tono cobrizo. Adornaría sus hombros con ella, tras colgarla detrás de su espalda y mostrar el símbolo de su próxima coronación.

Era un regalo muy significativo.

No sólo por lo hermosa que era y además que podía llevar una prenda tan estrafalaria y ostentosa. Había algo más significativo, por generaciones, esa capa fue entregada a quien sería el futuro sucesor del rey.

Si usabas esa capa, era cuestión de tiempo para portar la corona.

—Esto quiere decir que —Vegita dejó la frase en el aire esperando su confirmación. El rey dió su visto bueno con un asentimiento repetitivo— pero yo, creí que al ser mujer tú...

—¿Eligiría a Tarble? —el rey esbozó una sonrisa burlóna— has ganado méritos y eres muchísimo más merecedora del trono que tu patético hermano.

—Si —Vegita aún estaba asimilando la noticia con emoción— ese insecto a duras penas puede defenderse de un saibaiman. Es un gran honor para mí, su Majestad.

—Eres la primera reina que asume el trono sin ser la pareja consorte. Tu coronación será en seis meses, no me decepciones —le informó—: prepárate, porque esta noche tienes un gran banquete para anunciarlo y también festejar tu primera conquista.

No pudo evitarlo, abrazó al rey con todas sus fuerzas.

Ese era el mejor día en la vida de la guerrera.

—Padre, iré a mi habitación a tomar un baño y a dormir un poco —alegó la de cabello flama con emoción— mi primera misión me dejó exhausta.

—Esta bien.

Vegita acariciaba su capa insistentemente, cada vez que se le ocurría la hacia flamear con la brisa del viento y giraba en círculos.

Estaba orgullosa y de camino a su habitación no dejaba de reír.

—Creo que tú, y yo, dejamos algo pendiente —alguien interrumpió su andar. La sujetó por la cintura— ¿Me equívoco princesita?.

Sus ganas de hostigarla al parecer no iban a desaparecer nunca.

—Futura Reina para tí, miserable insecto —corrigió orgullosa. Sus manos lo empujaron con fuerza para poder separarlo— ¡Suéltame escoria!.

—¿Le hablas así a tu futuro esposo? —provocó, intentando juntar sus labios.

Estaba irritada, comenzó a gritar.

—¡Aléjate Nappa!

En un momento de descuido, el saiyajin sujetó la cola de Vegita y la debilitó por completo.

Durante su primera misión oficial, sostuvo por más de seis horas un combate cuerpo a cuerpo con la población Namekiana, arrojó más de cien bolas de ki nocivas a los guerreros que se oponían durante la conquista, asesinó a más de 150 habitantes con sus propias manos y le cortó el cuello a una mujer enemiga que casi la apuñala por la espalda.

Era obvio que todo esto la dejaría exhausta y con las defensas bajas.

Después de su paso por la enfermería, Nappa ya se encontraba recuperado y no desaprovechó esa oportunidad para hacer de las suyas.

—¿Sábes que me encantas? —el sujeto calvo se acercó a ella, para después besarla sin su consentimiento— pero, no haces otra cosa que rechazarme una y otra vez ¿Por qué eres así?.

El deseo era notable en sus ojos.

Llevaba años, deseando tomar a la guerrera.

Vegita nunca le prestó mucha atención a su actitud de psicópata, podía controlarlo y desaserse de el con un chasquido de dedos si ella lo quería.

Pero ese momento, lo cambiaba todo.

—Suéltame, maldito tobogán de piojos —la princesa le escupió en la cara, trataba de forcejear con él para liberarse de su agarre. El tipo que en un entonces habia sido su mentor, le generaba náuseas.

—¿Lo ves? Yo te quiero y tu no me haces caso.

—¡Nunca lo haré! —protestó sin dejar de proporcionarle puñetazos. El problema, es que estos eran muy débiles y lo único que conseguían era desgastar su energía vital— ¡Guardias! ¡Guardias!

Antes de que esta pueda decir algo más, Nappa colocó un pañuelo su boca impidiéndole hablar.

Trató de defenderse, de gritar.

Se lamentaba por su decisión en ese momento. Vegita no hizo una parada de camino al hospital, ella quería ver a su padre para recibir las nuevas noticias y fue un grave error.

—Si no quieres ser mía por las buenas —amenazó, repartiendo besos en el cuello de la soberana— va a ser mía por las malas.

Fue la gota que derramó el vaso.

Nunca antes, le faltaron el respeto de esa forma.

Se vengaría por ello.

Intentaba escapar pero ya no quedaba otra salida, estaba atada de pies y manos y el saiyajin se había encargado de aturdirla lo suficientemente como para que ella no pudiera moverse.

¿No había salida?.

—Nappa, juro que cuando sea reina te arrancaré los testículos y se los daré de cenar a los perros. Te voy a destruir, vas a sufrir mal nacido—con debilidad, apenas pronunciaba débilmente cada una de sus palabras y pretendía dictaminar su sentencia de muerte.

No podía ver nada.

Como todo traidor, se encargó de atacarla por la espalda.

No le dió la oportunidad de defenderse.

Estaba borroso y sólo sentía el tacto de las asquerosas manos de Nappa pasearse por su cuerpo. Le estaba quitándo la armadura.

—¡Miserable! —una tercera voz se hizo presente— ¡Quitale tus aserosas manos de encima a su majestad!.

Al fin alguien.

No sabía quien era.

Con sus ojos entrecerrados divisó una melena en puntas que se abalanzaba sobre Nappa.

Repartía golpes hasta dejarlo inconsciente.

Se aseguró de que el muy cobarde no la molestaría nunca más.

Y después procedió a acercarse para observar cual era el estado de su futura reina.

—C-capitana —el azabache se agachó a su altura, con un semblante muy preocupado— ¿Se encuentra bien majestad?.

—Tienes que llevarme habitación —le ordenó con la poca energía que le quedaba— me niego a que mi padre, o alguien más me vea así.

—Majestad, no debe preocuparse por eso. Tiene que ir al hospital —razonó su soldado— usted, no se encuentra bien.

—Es una orden —sentenció, recibiendo un asentimiento de parte de su soldado.

Gohan la cargó entre sus brazos con algo de vergüenza, la princesa Vegita se encontraba semi desnuda por culpa de Nappa y a punto de desmayarse; sino fuera por aquél saiyajin que formaba parte de su tropa, cualquier cosa habría pasado.

Logró escabullirse entre los largos pasillos del cuartel general. Por suerte nadie lo vio en el camino y una vez que llegó al cuarto de su capitana, ahí estaba su dama de compañía esperándola.

—Vegita —la de cabellos lilas la buscó preocupada— ¿Qué le pasó?.

—El imbécil de Nappa, trató de aprovecharse de ella —resprondió su pregunta, apretando la mandíbula furioso. Acto seguido, depositó a la princesa en su cama.

—Miserable —su dama de compañía refunfuñó. Dispuesta a salir por la puerta principal y defender el orgullo de su princesa— ¡Se va a arrepentir de haber nacido!.

—Espera, Trunks —Gohan se interpuso en su camino— no podemos hacer nada que hasta que la capitana despierte.

—Pero...

—Nada en el mundo, tiene que arruinar el banquete de esta noche —el azabache le recordó el gran evento del día— si el rey Vegeta se entera de lo sucedido, nada bueno puede pasar. Además, ya sabes como es la princesa, no le gusta que se entrometan en sus asuntos.

—Tienes razón —la de cabello lila coincidió con el punto de vista de su compañero— aun así, ese infeliz me las pagará. Cuando despierte la capitana.

—¿En verdad tienes que usar esta cosa en la cabeza? —Goten preguntó, buscándole una forma útil, al extraño gorro de red— ¿Qué se supone que es?.

—No lo sé —igual de confundido que el contrario, el Son respondió— mamá dijo que lo necesitaba si quería trabajar en la cocina.

—Pff, esta cosa se parece a lo que usan en sus piernas las mujeres del caba... —no llegó a completar la frase. Cuando vio los ojos afilados de Gine posados sobre él, actuó como si le comieran la lengua los ratones.

—¿Que ibas a decir Goten? —la mayor lo interrogó con severidad.

—No le hagas caso mamá —Goku intervino— Goten solo quería decir una tontería.

—Claro que no —Gine negó y los tomó a ambos de las orejas— ¿Ibas a decir cabaret?.

—¿Cómo se le ocurre señora? —Goten fingió ofenderse por su acusación— y-yo iba a decir, las medias que usan las señoras de la capilla ¿Verdad Goku?.

El peli-palmera no era bueno para mentir.

—¿Eh? —decía pensativo, jugando con una cuchara. Su amigo lo pateó disimuladamente por debajo de la mesa— si, si mamá. Eso iba a decir.

—Sólo espero que no lleves a Kakaroto a ese lugar del demonio. Te lo advierto —advirtió la mamá del guerrero advirtió molesta— dime la verdad o se lo diré a tu hermano.

—Bueno, si señora —el menor confesó ante su amenaza— iba a decir cabaret.

Gine suspiró y observó a su hijo postizo con desaprobación.

—¿Cuando entenderás que es mejor conseguir una buena hembra? —le reprochó al menor su actitud de mujeriego— alguien digna, buena y amorosa. Alguien que te quiera.

—Pues si, pero mientras tanto...

—Tienes que dejar de despilfarrar lo que ganas en mujeres —recomendó Goku— ya te dije la última vez que fuimos que...

Lo interrumpe.

—¿Fuiste a ese lugar del demonio kakaroto? —le reclamó a su hijo con furia— ¡Es el colmo Goten! —la mujer suspiró pesadamente— ¿A quién más llevaste? ¿A Raditz?. Ahora, resulta que mi hijo está en malos pasos.

—No se preocupe —tranquilizó el amigo de la familia— no es lo que usted cree. Si, yo llevé a Goku —Goten asumió la responsabilidad— pero, luego de un rato se aburrió y decidió irse. Es más inocente que un feto, le ofrecieron algo de beber y pidió una chocolatada.

—Y yo pensando mal de mi hijito precioso.

—Ya mamá, me avergüenzas —el peli-flama trató de separarse de sus caricias— Raditz y papá me estaban cuidando.

Su amigo no quería mencionar ese detalle, para evitar angustiar a la mujer.

Lo dijo.

—¿Eres tonto con ganas verdad? —el reproche de su amigo, hizo que Goku se percatara de su error.

—¿Qué hacia Bardock en ese lugar? —su esposa preguntó furiosa, picando con enojo una montaña de cebollas— ¿Es que acaso ya se cansó de mí?.

Goten se sintió profundamente mal de ver a la mujer sollozando.

—Señora —habló compasivo— no diga eso. Él solo fue a cuidarnos.

—Si mamá, te lo juro —su hijo, quien había metido la pata se disculpó— perdón. Fui un tonto al contarte eso.

—Ustedes dos mienten, de seguro se enredó con alguna mujerzuela.

—Claro que no, a toda mujer que se le acercaba les decía que tenía esposa. En verdad solo fue a cuidarnos —secundó a su mejor amigo.

—Y tiene a la esposa más linda, es verdad lo que te estamos diciendo mamá.

—D-de acuerdo —aceptó sus escusas secando sus pequeñas lágrimas— voy a confiar en ustedes. Pero luego de esto, hablaré seriamente con Bardock y Raditz ¿Por qué los llevas por el mal camino eh?.

El acusado respondió.

—En mi defensa, fue Raditz quien me enseño ese lugar.

—Lo que me faltaba —Gine se lamentó frotando sus ojos con ambos dedos— como sea. Ponte ese gorro de red en la cabeza Kakaroto ¡Hora de la acción!.

—¡Si! ¡Yuju! —Goten fastidió a su amigo. Entendía que ese lugar no era de su preferencia— suerte con las malvadas papas y esos condimentos del demonio. Iré a patearle el trasero a esos horribles saibaiman, deséenme suerte.

—¡Suerte goten, vas a ser de los élite amigo! —el Son lo animó.

—Eso espero —el mencionado suspiró con nerviosismo— lamento que tengas que perderte de la diversión.

—Descuida, te irá genial.

—Eso espero, mucha suerte a ustedes dos con el banquete —ofreció sus mejores deseos en una sonrisa amistosa— tienen que preparar mucha comida

—Y que lo digas —Gine observó la montaña de ingredientes con cansancio— hijo ¿Empezamos ya?.

—Si.

—Goku, ve a mi casa después de que termines con el trabajo —el azabache lo invitó— te contaré cómo me fue en la prueba.

Narra Goku.

Goten se marcha dejándome a mi madre y a mí repletos de trabajo.

Eramos más de cien empleados en la cosina y aún así no podíamos terminar.

Faltaba una hora para el gran banquete y cuando recién comenzamos me rebané un par de veces los dedos y también confundí los condimentos, pero ya empezaba a acostumbrarme.

No era la gran cosa como luchar, pero...

—Pásame la sal Kakaroto —mi madre me indicó de manera amable.

—Gine —uno de los encargados reales llamó a la puerta— te necesitan para organizar el menú. Aun no sabemos que comida servir primero.

—De acuerdo ¿Kakaroto creés que puedas encargarte de esto? —ella me miro a mí y después señaló una cacerola con sopa que estaba preparando.

—Supongo que si, mamá.

Me miró con desconfianza, pero aun así tenía que irse.

—Bien, solo regula la temperatura del fuego y añade un poco de sal —me indicó con nerviosismo— enseguida regreso. No toques nada.

Mamá me entrega el salero y cuando se marcha me encargo de sacar el pollo del horno, habían otros tipos de carne asada deliciosos y tuve que hacer un esfuerzo sobre natural para no morder una rebanada.

Tranquilo, la tentación no va a dominarte.

—Tenemos que llevarle la sopa de mariscos a la princesa Vegita. Es su favorita —una de las muchachas me habla con prisa— ¿Ya le pusiste sal?.

Una pelinegra de ojos grandes y pelo sedoso se acerca a mí.

Negué con la cabeza.

Me apresuro a condimentar la comida.

A causa de la prisa y por culpa de un empujón que recibo de parte de uno de los chef, termino vaciando todo el contenido del frasco en la sopa.

Rayos, no podemos entregar esto así.

Mejor voy por algo para tirarla a la basura.

Camino por la enorme cocina, buscando algo para botar la sopa y evitar que la princesa la consuma.

Por suerte, encuentro una bolsa en el fondo de los cajones en el sector de residuos.

Regreso a mi estación preestablecida, cada quien tenía dividido su respectivo sector para que evitaramos molestar a los otros. Pero la cocina colapsó y todo se encontraba patas arriba a causa de la desorganización del evento.

En el lugar donde se encontraba posicionada la comida.

Ya no hay nada.

¿Quien se la llevó?

—¿Y la sopa que estaba aquí arriba? —le pregunto a una de mis compañeras.

La voz me sale apenas en un hilo.

—Milk acaba de llevarla a la mesa —me dice despreocupada.

—P-pero, no pueden servirla —le niego con exaltación— ¡Esa cosa está muy salada!

Corro lo más rápido que puedo y salgo de la cocina.

Voy de camino al gran salón donde se organiza el banquete. No puedo permitir que la comida que mi madre preparó con tanto esfuerzo y dedicación, arruine el banquete a causa de un tonto error mío.

Ruega que la sopa no llegue con facilidad a las manos de la princesa Vegita, caso contrario: van a cortarte la cabeza.

Mientras tanto en el gran salón.

Ya no soportaba más esa situación.

Definitivamente este no era un buen día para ella.

Compartir la misma mesa con el sujeto que intentó abusar de su debilidad, no era algo que Vegita quisiera hacer.

Ella traía un humor del demonio.

Trunks y Gohan trataron de animarla a lo largo de toda la ceremonia. Sin embargo, la soberana  necesitaba descargar su ira de alguna u otra forma.

—¿Ya probó la carne de cerdo su majestad? —su dama de compañía intentó que se vea un poco menos enojada de lo que estaba— sabe delicioso princesa ¿Le sirvo un poco?

Su majestad le golpeó la mano antes de que pudiese acercar el plato de comida a ella.

—Hay demasiados cerdos aquí presentes, solo quiero que este evento de porquería se termine de una maldita vez —le respondió de manera hostil ignorando al sujeto calvo que no le despegaba la mirada— no tengo apetito.

Se supone que hoy debería ser el día más importante de su vida, pero los acontecimientos —casi siempre— de algun u otro modo, conseguían frustrar su felicidad.

—No dejes que ese imbécil arruine tu noche ¿De acuerdo? —insistió la pelilila.

—Al demonio con todo —siseó de manera irritada.

Estaba rodeada de gente que alababa y felicitaba sus logros, pero no podía dejar de pensar en su venganza.

—Majestad —la encargada de organizar el banquete llamó su atención, e hizo una pequeña reverencia— aquí les traigo el plato principal: la sopa de mariscos que tanto le gusta a la princesa. Especialidad de la jefa de cocineros, buen provecho —agregó antes de marcharse.

—Come tú, hija mía —su padre cedió el primer bocado— esta noche no me apetece. ¡Un brindis por la princesa! ¡Futura reina del planeta Vegeta!

—¡Larga vida a la princesa! ¡Larga vida al rey! —exclamaron todos los guerreros presentes. Elevaron sus copas en el aire para brindar en honor de sus altezas reales.

La cena sería eterna sin comer nada.

Vegita decidió tomar la cuchara que estaba junto a su plato y beber un poco de la sopa que tanto solía disfrutar.

En cuanto degustó el sabor alcalino y asqueroso que su platillo tenía, aumentó todavía más su enojo.

—¡¿Qué es está porquería?! —Vegita vociferó en una exclamación popular que atrajo la atención de todos— ¡¿Quién trató de intoxicarme con esta horrible comida?!.

Todo el mundo se quedo en silencio.

Dejaron de reir, beber o conversar.

Su atención se fijó en la actitud furica de la soberana.

—¡Quiero ver a la jefa de cocineros ahora! ¡En este mismo instante! —exclamó.

El rey se sorprendió a causa del pánico de sus empleados.

Ella sola, era capaz de intimidar a los capitanes, meseros, guardias y jefes de tropa allí presentes.

Tenía madera de líder —de eso no cabe duda— sabía cómo hacer que cientos de soldados la obedezcan, tan solo con una mirada.

Eso le causaba seguridad al rey.

Sería una excelente sucesora.

Nadie, absolutamente nadie podía pasarla por encima.

—Aquí está la jefa de cocineros, princesa Vegita —no pasó medio minuto. Su súbita traía consigo a una mujer de cabello corto y expresión apenada.

Gine no comprendía que es lo que estaba pasando, la habían arrastrado hasta el comedor sin motivo alguno y ahora tenía a una furiosa princesa Vegita, observándola con intenciones malvadas.

—¡Tú! —la heredera al trono señaló a la mujer de mayor edad— ¡Tú fuiste quien me sirvió está porquería! ¿Cómo te atreves a preparar algo tan asqueroso como esto? —y tras decir esto, arrojó frente a las narices de Gine el plato de comida.

—Le juro que no sé que sucedió princesa. Todo estaba en orden en la cocina, nos esforzamos mucho por agasajar su estómago con lo mejor. Lo lamento mucho —la mujer se disculpaba plenamente arrepentida.

—¡Cállate! —ordenó la soberana, enloquecida por su furia— se supone que eres la jefa de cocina ¡¿Cómo no sabes lo que está pasando?! —recriminó— Ve y prepara una nueva sopa para todos, la quiero lista en veinte minutos y espero que sea de nuestro agrado. De lo contrario, despídete de tu miserable vida.

—Pero —la mujer se sintió aturdida— estamos muy atareados en la cosina, su alteza. Es muy poco tiempo para...

—Acabo de tener piedad contigo —Vegita chasqueó la lengua en señal de desagrado— tú... ¿Dijiste pero?.

La princesa se levantó de su sitio, dejando sorprendidos a todos los invitados.

Una ráfaga de ki se desprendió de ella, se había transformado.

—Te enseñaré a no contradecirme —amenazó acercándose a paso seguro— patética cosinera de quinta.

Formó una bola de ki entre sus manos, estaba lista para atacar a la mujer; pero alguien lanzó un contraataque, el cual hizo que su técnica se desviara en otra dirección.

Aún molesta, le restó importancia a esto y se acercó a la pequeña mujer.

Estaba a punto de darle un golpe de gracia, cuando de nuevo una mano sujetó su muñeca con fuerza.

La pricesa no pudo dañarle ni siquiera un cabello a la jefa de cocineras.

—Por favor, piense dos veces lo que está a punto de hacer —Goku, quien apenas llegaba a su destino consiguió frenar el puño de la soberana. Al igual que ella, también se encontraba usando la fase uno. Todos dejaron salir un jadeo sorpresivo por recientes los sucesos— a mi madre, nadie la golpea.

—K-kakaroto, no causes más problemas hijo mío —la mujer titubeó asustada— regresa a la cosina, p-porfavor.

—Tsk ¿Quién te crees que eres? —la heredera al trono, observó con detenimiento aquella cabellera rubia y los ojos azules del guerrero frente a ella— insecto.

Cara a cara, con una mirada seria, que haría que cualquiera se orinara en los pantalones.

Ese fue el primer encuentro de estos dos saijayin.

N/a: los separadores, indican una transición o cambio de escena en los distintos diálogos y situaciones.

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