02:Al natural
El timbre del receso finalmente sonó, señalando el final de ese incómodo encuentro. La atmósfera se relajó un poco mientras todos comenzaban a levantarse y prepararse para sus siguientes actividades. Sam, todavía sintiendo ese molesto nudo en el estómago al ver a Miguel tan cerca de Tory, dejó escapar un suspiro contenido.
Yasmine se puso de pie primero, lanzando su cabello hacia atrás con un gesto de superioridad, como si el simple hecho de estar allí la agotara. Se dirigió hacia Sam con una expresión ligeramente preocupada, aunque seguía siendo más por las apariencias que por genuina preocupación.
—Sam, ¿estás bien? —preguntó, sin poder evitar mirar con disgusto a Demetri, que también había decidido acompañarlas.
Sam se tragó el nudo en la garganta y asintió débilmente.
—Sí, solo necesito un poco de aire... y tal vez un poco de agua.
Demetri, quien había estado parado algo incómodo pero dispuesto a ayudar, intervino.
—Puedo acompañarlas si quieren. Quizá debería buscar también algo para beber.
Sam y Yasmine se miraron de reojo. Aunque ninguna de las dos podía negar lo útil que podría ser tener a Demetri cerca, seguían sintiendo el peso de su clasismo, aunque lo disimularan. Para ellas, él seguía siendo "el becado", alguien que técnicamente no pertenecía a su círculo, pero no podían hacer otra cosa más que aceptar su oferta en ese momento.
—Claro, por qué no —dijo Yasmine, esbozando una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Demetri, siempre atento, asintió con una pequeña sonrisa y comenzó a caminar junto a ellas hacia el baño. Mientras avanzaban por los pasillos, Sam se mantuvo en silencio, su mente aún perdida en la imagen de Miguel caminando junto a Tory. Ese malestar en su estómago se hacía cada vez más fuerte. Detestaba esa sensación, esa necesidad constante de competir por la atención de alguien que no parecía valorarla.
Mientras tanto, Moon y Robby se dirigieron juntos hacia el gimnasio, donde ambos tenían una sesión de entrenamiento pendiente. Aunque Robby y Moon no parecían compartir muchas cosas en común, lo cierto es que, junto con Miguel, eran vistos como los más "decentes" del grupo. La amistad entre ellos era tranquila, casi neutral, pero sin grandes muestras de confianza o afinidad.
Robby, siempre competitivo, mantenía su estilo despreocupado pero vigilante, mientras Moon, con su habitual energía positiva, intentaba iniciar una conversación.
—¿Vas a entrenar fuerte hoy? —preguntó ella, con una sonrisa brillante.
Robby se encogió de hombros mientras entraban al gimnasio.
—Siempre lo hago —respondió, aunque con cierto tono sarcástico—. No sé entrenar de otra manera. ¿Y tú? ¿Qué tienes planeado?
Moon se rio suavemente.
—Bueno, ya sabes que yo no soy de pelear. Solo vengo aquí para mantenerme en forma y... bueno, para mantener el equilibrio, supongo.
Robby la miró de reojo, una pequeña sonrisa apareciendo en sus labios. A pesar de sus diferencias, encontraba algo relajante en la compañía de Moon. Era el completo opuesto a la intensidad de Tory o la constante competitividad con Miguel.
Mientras ellos se dirigían al gimnasio, Tory caminaba hacia la piscina, ya que le tocaba su clase de natación. Aunque ella prefería mantenerse al margen, esta era una de las pocas actividades que disfrutaba, pero claro, si había suficiente silencio a su alrededor. Miguel, observando que Tory se había quedado callada durante toda la charla en la mesa, decidió acompañarla, no queriendo que estuviera sola. Eli, después de haber aceptado el reto de Robby sobre la fiesta, también decidió unirse, buscando distraerse.
—¿Vas a nadar, Tory? —preguntó Eli, rompiendo el silencio mientras caminaban hacia la piscina.
Tory asintió, sin decir mucho. El alcohol y el caos de la fiesta habían despertado algo en ella, pero ahora, volviendo a su rutina, ese entusiasmo parecía apagarse de nuevo.
Antes de que Eli pudiera seguir preguntando, Miguel intervino, notando que Tory no parecía muy inclinada a hablar.
—Es bastante buena nadando, en realidad —dijo Miguel, mirando de reojo a Tory con una sonrisa leve—. Solía nadar conmigo antes. Tiene un estilo rápido, casi agresivo.
Tory esbozó una pequeña sonrisa al escuchar a Miguel hablar de ella. Le recordaba tiempos más sencillos, cuando las cosas no estaban tan complicadas entre ellos. Aunque no le gustaba hablar demasiado sobre sí misma, sentía cierto alivio al ver que Miguel recordaba esos momentos con cierta nostalgia.
—Sí, no es para tanto —murmuró Tory, tratando de restarle importancia.
Eli, siempre curioso, levantó una ceja.
—¿Nadabas con Miguel? No sabía eso. —Era una mezcla de sorpresa y curiosidad genuina.
—Solíamos... entrenar juntos —respondió Tory, algo evasiva—. Pero eso fue hace tiempo.
Mientras tanto, Sam, desde la distancia, observaba cómo Miguel y Tory se alejaban juntos hacia la piscina, su estómago dando vueltas nuevamente. No podía soportar ver a Miguel con otras personas, mucho menos con Tory. A pesar de que intentaba convencerse de que era la mejor opción para él, la constante indiferencia de Miguel hacia sus esfuerzos por impresionarlo la hundía más en su propio pozo de inseguridades.
—Necesito... necesito ir al baño —dijo de repente Sam, interrumpiendo el silencio mientras caminaba junto a Yasmine y Demetri.
Yasmine, siempre alerta, la miró con el ceño fruncido.
—¿Estás bien? Pareces... pálida.
Sam negó con la cabeza.
—No... no lo sé. Solo... no puedo.
Demetri, que caminaba detrás de ellas, no pudo evitar notar el tono de desesperación en la voz de Sam.
—¿Quieres que te traiga algo? ¿Agua, tal vez? —ofreció, sin saber muy bien cómo ayudar en una situación como esa.
Sam intentó sonreírle, aunque su mente seguía ocupada en la imagen de Miguel alejándose con Tory. Odiaba sentirse así, pero no podía evitarlo. Era como si todo su valor y autoestima dependieran de la atención de Miguel, y cada vez que la ignoraba, su mundo parecía desmoronarse un poco más.
Yasmine, por otro lado, aunque mantenía su actitud distante hacia Demetri, también notaba el estado de Sam.
—Demetri, ¿puedes traernos agua del pasillo? —pidió Yasmine con un tono educado, aunque seguía siendo algo condescendiente.
Demetri asintió y se alejó rápidamente hacia las máquinas del pasillo, dejándolas solas por un momento.
—Sabes que no deberías dejar que te afecte tanto —dijo Yasmine, con un tono algo más suave de lo habitual. A pesar de su clasismo y su frialdad, podía notar que Sam estaba sufriendo, aunque no siempre sabía cómo consolar a alguien.
Sam, con los ojos vidriosos, se apoyó en la pared, respirando hondo para tratar de calmarse.
—No puedo evitarlo —susurró—. Es como si... no pudiera ser suficiente, no importa lo que haga.
Mientras Tory nadaba de un lado al otro de la piscina, sus movimientos fluidos y agresivos cortaban el agua con precisión. Cada brazada parecía una pequeña liberación de toda la tensión que llevaba acumulada. Miguel y Eli se sentaron cerca del borde, sus piernas colgando mientras la observaban en silencio por un rato, el ruido del agua llenando el vacío entre ellos.
—Nunca deja de impresionarme —comentó Miguel, rompiendo finalmente el silencio, viendo cómo Tory se impulsaba con fuerza en cada vuelta.
Eli asintió, sin despegar los ojos de ella.
—Sí, es... bastante buena. —Parecía estar pensando en algo más—.
Por un rato, ambos se mantuvieron en temas triviales, hablando de la escuela, del gimnasio y de lo cansado que había sido el entrenamiento en la mañana. Pero Eli, que no era de los que se quedaban callados mucho tiempo, decidió soltar la bomba.
—Oye, Miguel... —empezó Eli, mirándolo de reojo—. Hablando de cosas que no dejan de impresionar... Me enteré de algo interesante sobre ti y Tory.
Miguel frunció el ceño, volviéndose hacia él con curiosidad.
—¿Ah, sí? ¿Qué cosa?
Eli mantuvo un tono neutral, pero su mirada se volvió un poco más seria.
—Tu familia, la madre de Tory... el trato ese de que más adelante se casarán.
Miguel se tensó de inmediato. Su primer instinto fue negarlo.
—¿Qué? No, eso no es... —hizo una pausa, viendo que Eli lo miraba fijamente, esperando una respuesta más honesta—. Bueno... no es como lo pintas.
—Entonces, cuéntame... —Eli volvió a la carga, después de un rato en silencio, como quien tantea el terreno antes de lanzar una bomba—. ¿Qué onda con el trato de tus padres y la mamá de Tory? Me tiene curioso desde que escuché algo por ahí.
Miguel suspiró, inclinándose hacia adelante, apoyando los brazos en sus rodillas. Parecía estar midiendo sus palabras.
—Bueno, es un poco complicado... —comenzó, con una expresión algo seria—. Tory y yo... tenemos 18 años, así que estamos cerca de la edad en la que nuestros padres quieren que se cumpla ese trato.
Eli frunció el ceño, claramente más interesado de lo que dejaba ver.
—¿Y ese trato es... de matrimonio, no?
Miguel asintió lentamente.
—Sí, algo así. Nuestros padres lo arreglaron hace mucho tiempo. Es como... un acuerdo entre nuestras familias para unirlas más adelante. —Hizo una pausa, mirando a Tory nadar con agilidad—. Pero la verdad es que no es algo que nos afecte ahora. Tory y yo hablamos sobre eso y decidimos que, hasta que llegue el momento, podemos hacer lo que queramos, estar con quien queramos. No estamos atados.
Eli lo miraba fijamente, procesando la información. Parecía sorprendido, pero al mismo tiempo, trataba de no mostrarlo demasiado.
—Entonces... ¿tienen 18 y están esperando a ver qué pasa en el futuro? —preguntó Eli, todavía intentando entender bien la situación.
Miguel asintió otra vez, su tono ahora más relajado.
—Sí, básicamente. Mientras tanto, cada uno es libre de hacer lo que quiera. —Una sonrisa torcida apareció en el rostro de Miguel—. No significa que estemos juntos ahora. De hecho, somos solo amigos. Eso es todo.
Eli se rascó la nuca, como si intentara unir las piezas del rompecabezas en su cabeza.
—Ya veo... —dijo finalmente, aunque había algo en su tono que mostraba cierta incomodidad.
Miguel, siempre atento a las expresiones de los demás, se dio cuenta. No era tan difícil notar que Eli estaba nervioso por algo, y eso lo hizo reír.
—A ver, Eli... —dijo Miguel, ahora con un tono más juguetón—. ¿Por qué tanto interés en lo que pasa entre Tory y yo? ¿Es que acaso te gusta Tory?
Eli, que no esperaba una pregunta tan directa, se puso rígido de inmediato, con los ojos bien abiertos.
—¿Qué? ¡No, no! —Eli soltó una risa incómoda, sacudiendo las manos—. Apenas la conocí hoy, no tengo tiempo para esas cosas.
Miguel lo miró con una mezcla de diversión y escepticismo. Era obvio que Eli estaba tratando de desviar el tema, y eso lo hacía aún más gracioso.
—Claro, claro, lo que tú digas. —Miguel sonrió, dándole una palmada en la espalda—. Pero déjame decirte algo: si te llegara a gustar Tory, no sería algo fácil. Es... complicada, ¿sabes?
Eli lo miró con curiosidad, todavía incómodo pero intrigado.
—¿Complicada cómo? —preguntó, aunque no estaba seguro de si quería saber la respuesta.
Miguel se cruzó de brazos, mirando a Tory mientras nadaba, su cuerpo cortando el agua con cada movimiento fuerte y preciso.
—Es una chica fuerte, y no me refiero solo a lo físico. Es dura mentalmente, difícil de leer a veces. Tiene sus propios demonios, pero es leal. Si te ganas su confianza, puede ser increíble tenerla cerca.
Eli asintió lentamente, sin decir nada. Se le notaba pensativo, como si estuviera considerando las palabras de Miguel más de lo que quería admitir.
El silencio se instaló entre ellos nuevamente, mientras Tory continuaba nadando con la misma intensidad. El sonido del agua parecía llenar el vacío que había dejado la conversación.
—Pero bueno... —Miguel rompió el silencio, con una sonrisa—. No te preocupes, Eli. Si alguna vez te llega a gustar alguien, seguro lo sabré.
Eli soltó una risa, más relajado ahora, aunque todavía un poco incómodo.
—Ah, sí, claro. Como dije, no tengo tiempo para esas cosas. Es el primer día, y ya tengo suficiente con el gimnasio y todo eso.
Miguel asintió, aunque en su expresión había una chispa de diversión.
—Seguro, seguro. Pero por si acaso, no te metas en líos con Tory. Es un consejo de amigo.
Eli asintió nuevamente, aunque su mirada seguía fija en la piscina, donde Tory hacía su última vuelta antes de salir del agua. Había algo en el ambiente que parecía cambiar, una especie de tensión invisible que ninguno de los dos mencionaba, pero que ambos sentían claramente.
—Gracias por el consejo, Miguel —dijo Eli finalmente, con una sonrisa.
Miguel le devolvió la sonrisa, pero había algo más detrás de ella, una especie de advertencia amistosa que quedaba flotando en el aire entre ambos.
—De nada.
El sonido de la campana final marcó el fin de las clases, y con ello, una mezcla de alivio y tensión se apoderó de los pasillos de West Valley High. Los estudiantes comenzaron a salir apresuradamente, charlando sobre los planes para la tarde, pero en medio de todo ese bullicio, Robby miraba a Eli de reojo, como si todavía no hubiera terminado su pequeña rivalidad con el recién llegado. Desde el momento en que se habían cruzado, Robby había sentido algo incómodo al respecto. Eli, uno de los becados, representaba algo que Robby no terminaba de aceptar, especialmente porque su presencia parecía ganar la atención de varios en el grupo, como Miguel y hasta Tory.
Mientras caminaban por los pasillos, Robby no pudo evitar lanzar un comentario con un tono ligeramente retador.
—Bueno, ya que estamos, voy a agregar a los becados al grupo de la clase —dijo en voz alta, mientras sacaba su celular del bolsillo y comenzaba a teclear—. Al menos así podrán enterarse de lo que hacemos los demás.
Sam, que caminaba al lado de Yasmine, no pudo evitar una sonrisa sarcástica.
—Supongo que es lo mínimo que podemos hacer, ¿no? —dijo con arrogancia, sus palabras cargadas de una condescendencia apenas disimulada—. No queremos que se queden fuera de lo que pasa.
Yasmine se rio entre dientes, acompañando a Sam en su actitud. Era evidente que ambas seguían viendo a los becados como inferiores, un mero gesto de caridad el incluirlos en algo tan sencillo como un grupo de WhatsApp. Eli, que estaba un par de pasos más atrás junto a Miguel, notó la burla en sus palabras, pero decidió no reaccionar abiertamente. Había aprendido a mantener la calma en situaciones como esa.
Robby, mientras tanto, no dejaba de observar a Eli con una mirada crítica. A pesar de la aparente buena disposición, no podía ignorar esa sensación de rivalidad que comenzaba a formarse entre ellos, especialmente ahora que ambos compartían espacio en el mismo grupo. Robby nunca había sido alguien que aceptara fácilmente a los nuevos, y mucho menos cuando sentía que su lugar en el equipo o entre los demás podría verse amenazado.
—Listo, ya están dentro —anunció Robby, mirando directamente a Eli con una media sonrisa que no ocultaba del todo su actitud desafiante—. Espero que no te pierdas en las conversaciones.
Eli, que hasta ese momento se había mantenido en silencio, lo miró con una expresión neutral, pero por dentro podía sentir la provocación. Sin embargo, se limitó a asentir levemente, sin darle el gusto de una respuesta que pudiera alimentar más la tensión.
—No te preocupes, puedo manejarlo —respondió con calma, aunque en su mirada se reflejaba algo más. Miguel, que estaba al lado de Eli, notó el cambio de energía entre ambos, pero decidió no intervenir por ahora. Él mismo conocía a Robby lo suficiente como para saber que las cosas podrían escalar si se le daba cuerda.
Yasmine y Sam cruzaron miradas cómplices, claramente disfrutando de la pequeña confrontación. Para ellas, la inclusión de los becados en el grupo era poco más que una formalidad, algo que no afectaría su posición de superioridad en la escuela.
—Espero que puedan seguirnos el ritmo —comentó Yasmine con un tono burlón, mientras se retocaba el cabello frente a uno de los espejos del pasillo—. No todos tienen la misma... experiencia que nosotras.
—Por supuesto, es todo un desafío —añadió Sam, con una sonrisa altiva que no pasó desapercibida para Demetri, quien simplemente suspiró, resignado a soportar las actitudes de sus compañeras.
Mientras la conversación continuaba con ese aire tenso pero controlado, Tory apareció por el pasillo, secándose el cabello después de la clase de natación. Al ver al grupo, se detuvo y esbozó una leve sonrisa, pero sus ojos estaban más enfocados en Robby y Moon, que caminaban unos pasos por delante.
—Bueno, creo que aquí los dejo —dijo Tory, con un tono despreocupado, pero sus ojos se movieron brevemente hacia Miguel antes de volver a centrarse en Robby—. Moon y yo tenemos planes, nos vamos al shopping.
Moon, que siempre había sido mucho más suave en su trato, sonrió de manera amigable al grupo mientras ajustaba su mochila sobre el hombro.
—Sí, vamos a ver unas cosas para el verano. No se nos vaya a hacer tarde.
Miguel observó a Tory por un momento, sabiendo que no necesitaban explicarse entre ellos. Había una especie de acuerdo tácito entre ambos. Tory era libre de hacer lo que quisiera, y aunque Miguel no tenía sentimientos románticos hacia ella, siempre había algo en su conexión que lo mantenía atento.
—Cuídense —dijo Miguel, levantando la mano en señal de despedida.
Eli observó el intercambio con interés, notando la forma en que Tory y Miguel parecían mantener una relación cómoda pero distante, algo que le intrigaba después de la conversación que habían tenido en la piscina.
Robby, por su parte, cruzó los brazos y observó a Tory irse con Moon. Aunque no dijo nada, había algo en su mirada que mostraba cierto descontento. A pesar de su actitud relajada, no podía ignorar el hecho de que Tory era parte de ese grupo de personas que parecía atraer la atención de todos, incluso de los becados.
—Vayan, disfruten de su tiempo de chicas —dijo Robby finalmente, con una sonrisa que no llegaba a sus ojos.
Tory le devolvió la sonrisa de manera vaga antes de girarse y caminar hacia la salida junto a Moon. Ambas se alejaron por el pasillo, riendo entre ellas, mientras el grupo las observaba irse.
—Bueno, creo que aquí termina el día —comentó Miguel, mirando a Eli con una sonrisa—. Nos vemos mañana, supongo.
Eli asintió, aunque su mente todavía estaba en lo que había pasado en la piscina y en la interacción con Robby.
—Sí, mañana nos vemos. —Respondió, pero la rivalidad silenciosa entre él y Robby seguía latente, aunque ninguno de los dos lo mencionara directamente.
Mientras los pasillos se vaciaban, Robby miró a los becados una última vez, como si estuviera evaluándolos, antes de darse la vuelta y marcharse, dejando en el aire una sensación de que la verdadera competencia apenas comenzaba.
Días después
La noche del viernes finalmente llegó, y la mansión de los LaRusso se había convertido en el epicentro de la fiesta más descontrolada que había visto en mucho tiempo. Las luces de colores rebotaban en las paredes, y el sonido de la música retumbaba por todo el vecindario. Eli y Demetri, inseparables como siempre, llegaron juntos, caminando por el largo camino de entrada con una mezcla de asombro y nerviosismo. Aunque ya habían asistido a fiestas antes, ésta era diferente. Sam había organizado el evento, y por alguna razón, eso la hacía más formal, más seria... aunque, al entrar, lo primero que notaron fue el absoluto caos que reinaba dentro de la mansión.
—Wow, esto es una locura —murmuró Demetri, ajustándose las gafas mientras observaba el desorden. Había latas de cerveza vacías por todas partes, algunos invitados ya estaban visiblemente pasados de copas, y el aire olía a una mezcla de alcohol y perfume caro.
Eli asintió, aunque se mostraba más tranquilo. Para él, esto era simplemente una noche más. Desde que había llegado a la escuela, se había dado cuenta de que las fiestas eran una oportunidad para observar más que para participar. A Devon no la habían dejado venir, algo que a ambos les había parecido injusto, pero en el fondo, sabían que no era su tipo de evento.
Al dar unos pasos más adentro, Eli y Demetri vieron una figura familiar acercándose rápidamente: Moon, con una gran sonrisa, los saludaba efusivamente. Llevaba un vestido ligero y brillante que se movía con cada paso, lo que hacía que pareciera una especie de hada entre el caos de la fiesta.
—¡Chicos! —exclamó ella alegremente, rodeándolos con los brazos en un abrazo rápido—. ¡No puedo creer que hayan venido! Sabía que no se iban a perder esta fiesta.
Demetri se ruborizó levemente, incómodo ante el entusiasmo de Moon, pero Eli solo sonrió y devolvió el abrazo.
—Bueno, no podíamos perdernos el evento del año, ¿no? —respondió Eli, mirando alrededor.
Pero mientras Moon hablaba con ellos, los ojos de Eli se dirigieron más allá de su amiga, hacia una figura que observaba de lejos con una expresión claramente molesta. Yasmine, la reina del drama, estaba parada al otro lado de la sala, observando cada movimiento de Moon como si estuviera evaluando si debía intervenir o no. Eli pudo notar el leve ceño fruncido de Yasmine, la forma en que sus ojos se estrechaban al ver a Moon interactuando con ellos, especialmente con él. Estaba claro que algo no le gustaba de esa situación, pero como siempre, Yasmine era cuidadosa. No haría un escándalo... al menos no aún.
—¿Yasmine no viene a saludar? —preguntó Eli con una sonrisa ladeada, consciente de la tensión que flotaba en el aire. Sabía que Yasmine no era fan de los becados, y mucho menos de él.
Moon siguió su mirada y se encogió de hombros ligeramente.
—Está un poco... ocupada, creo. Ya sabes cómo es, no siempre está de humor para... socializar —dijo con una risita nerviosa, como si intentara quitarle importancia al asunto.
—Sí, claro —respondió Eli, aunque no pudo evitar notar cómo Yasmine los seguía observando con desagrado.
Mientras la interacción se mantenía relativamente ligera entre ellos, el sonido de risas y música los llevó a observar el centro de la fiesta. Tory estaba en medio de la sala, bailando con una energía desbordante. Tenía una botella de vodka en la mano y daba vueltas despreocupadamente, riéndose mientras Robby la seguía con movimientos igualmente despreocupados. Ambos estaban claramente disfrutando de la noche, sin importarles las miradas o los juicios de los demás.
—Parece que Tory está pasándola bien —comentó Demetri, alzando las cejas.
Eli asintió, observando la escena. Tory, en su estado eufórico, se veía tan diferente a la chica reservada que había conocido en el día. Robby estaba junto a ella, bebiendo también, pero había algo en su mirada que lo hacía ver más sobrio, más calculador. Parecía disfrutar de la atención que Tory estaba recibiendo, pero también mantenía un ojo en todo lo que sucedía alrededor.
—Sí, se lo está tomando muy en serio —comentó Eli con cierta ironía.
Mientras tanto, Miguel estaba en otra esquina de la sala, coqueteando descaradamente con una chica que acababan de conocer. Sus sonrisas eran juguetonas, y la chica parecía encantada con cada palabra que Miguel soltaba. Pero no todo el mundo compartía esa alegría. Sam, desde el otro lado de la sala, lo observaba con una expresión de puro horror y tristeza. Su rostro estaba pálido, y sus ojos seguían cada movimiento de Miguel como si no pudiera creer lo que estaba viendo.
—¿Qué le pasa a Sam? —preguntó Demetri, frunciendo el ceño al ver el estado en que estaba su amiga. La conocía desde hace tiempo, pero nunca la había visto tan afectada.
—Miguel —dijo Moon en voz baja, suspirando—.
Eli miró de reojo a Sam, notando cómo sus manos temblaban levemente mientras sostenía un vaso de agua. La angustia en su rostro era palpable, y aunque no era fanático de Sam, no pudo evitar sentir algo de compasión por ella.
—Bueno, no es fácil ver a tu chico coqueteando con otra justo frente a ti —comentó Eli, encogiéndose de hombros.
Pero Sam no se quedó parada mucho tiempo, su mirada ansiosa se cruzó con la de Demetri, quien al ver la gravedad de la situación decidió intervenir.
—Voy a acompañarla al baño, parece que no está bien —dijo Demetri, empezando a moverse hacia ella.
Moon asintió rápidamente.
—Es mejor que la ayudes —agregó con preocupación en su tono, sabiendo que Sam estaba al borde del colapso.
Demetri cruzó el salón rápidamente y llegó hasta Sam, quien apenas levantó la mirada cuando él llegó. La llevó fuera de la sala, buscando algo de privacidad para que pudiera calmarse.
Mientras todo esto sucedía, la música seguía sonando a todo volumen, y la fiesta no mostraba signos de detenerse. Eli seguía observando todo, sintiendo cómo la tensión entre los presentes se hacía más densa. Yasmine seguía observando a Moon de reojo, mientras Robby y Tory continuaban en su propio mundo. La noche apenas comenzaba, y las cosas parecían destinadas a complicarse más antes de que terminara.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top