63

Pov Jimin

Me muevo en la cama y me despierto cuando escucho un quejido.

—Auch.

Mi vista borrosa poco a poco enfoca a la persona que está a mi lado. Mis ojos se ensanchan cuando me doy cuenta que quien está conmigo no es Jungkook sino que es Emma.

—Buenos días —verbaliza con voz adormecida.

—Buenos días —correspondo regalándole una sonrisa.

Ella se pone de pie en la cama, da un par de brincos sobre el colchón y luego se baja. Sale de la habitación corriendo y me deja solo.

Elevo uno de mis brazos y lo doblo y lo coloco sobre mis ojos. Y sí solo fue un sueño el haber pasado la noche durmiendo con Jungkook.

—¡Jimin, ven! —grita Emma desde la sala.

Refunfuñando me levanto de la cama y arrastrando mis pies camino hacia la sala.

—¡Mira, mira! —excla Emma, señalando un ramo de rosas y una caja de color blanco rectangular con una chonga roja y una tarjeta a un costado.

—Ah, despertaste —habla Amber, dejando un plato con waffles sobre la mesita frente a los sillones. —Es para ti, Jungkook lo dejo —me informa mientras Emma se sienta a su lado.

—Jungkook —repito su nombre.

—Sí, Jungkook. Jimin —replica alzando sus cejas. —El mismo con el que pasaste la noche ayer —agrega sin pena.

Emma me pide que abra el regalo, pero primero le doy un vistazo a las rosas y luego a la tarjeta.

Nos vemos en la suite a las ocho de la noche. Te amo birdie.

Esbozo una sonrisa al ver un corazón disparejo al final de la tarjeta. Le quito la chonga a la caja y luego le retiro la tapa, remuevo el papel y veo una camisa.

—Lo escogí por ti —menciona Amber.

La miro y luego troto hacia ella, la abrazo y beso en repetidas ocasiones hasta que ella me detiene.

—¿Harás algo en la noche? —inquiero en busca de alguien que cuide  de Emma.

—Vendre a las nueve —contesta ella, mientras alimenta a Emma.

—Le pediré a Zoe que venga y cuide de Emma mientras vienes.

Ella asiente, me da un beso y luego me empuja.

—¡No! —vocea Emma al ver esa acción.

Amber y yo reímos juntos y luego me uno a su desayuno.

—¿A qué horas se fue papá? —curioseo luego de haber venido un sorbo de leche.

—A la misma hora que Jungkook, se marcharon juntos.

Me pongo de pie y a pasos rápidos entro a la habitación, busco mi celular, pero no lo encuentro. Regreso a la sala y la veo por unos segundos.

—Mi celular.

Ella introduce la mano tras la almohada del sillón grande y cuando la saca me muestra mi celular. Lo cojo y lo primero que hago es llamar a Jungkook. Suena, suena, pero no atiende.

—¿Qué te ocurre? —me cuestiona Amber.

—Jungkook, no me atiende las llamadas —balbucea, remarcando por tercera vez.

—Seguro y debe estar entrenando u ocupado con algo importante —murmura sin preocupación mi amiga. —No me digas que tienes miedo de lo que pudieron haber conversado —suelta entre risillas burlonas.

—No, claro que no —miento.

Ella me mira con su ceja alzada y una sonrisa sarcástica. 

—Jimin, Jeon es un tipo rudo que sabe defenderse y defenderte, más si se trata de tu padre. Relájate, desayuna, te bañas y vistes y luego vamos a la fundación —expresa ella con tranquilidad.

Cancelo la sexta llamada, tomo asiento al lado de Emma y sigo desayunando mientras vemos un episodio de Dora la exploradora.

Mi día transcurrió tal cual y como Amber lo dijo, después de ducharme y arreglarme viajamos a la fundación. Mi padre envío almuerzo y refrigerio para todos los niños. Emma la paso genial hasta que Zoe llegó por nosotras para tomar un café junto a su madre y conversar un poco.

—Adiós Emma, ve a visitarme cuando quieras querida —se despide la madre de mi amiga—. Nos vemos, Jimin. Cuídate mucho.

La abrazo y luego le ayudo a subir a la parte trasera de la camioneta en la cual logro ver a un chico joven dentro.

Cuando me giro ensanchó mis ojos y Zoe solo desciende su rostro mientras niega en repetidas ocasiones.

—No te quiero escuchar —me dice cuando me acerco a ella.

—Pero…

—Cierra la boca y vamos a casa —me interrumpe molesta.

Al llegar a casa descanso un poco, juego con Emma y luego comienzo a alistarme para encontrarme con Jungkook. Saco de la caja del traje y es bellísimo, la camisa es de seda un escote que llega hasta mi toráx. El pantalón y la camisa ambos de color negro, agrego un cincho que marca mi cintura y me pongo unas zapatillas Gucci que olvidé en mi casa. Dejo que Zoe me acomode el cabello, ella se emociona y arregla mis cejas y añade un poco de brillo a mis labios.

—Listo, estás hermoso —expresa con orgullo, mientras me extiende una de sus manos para que me ponga de pie.

—Confío en ti —murmuro nervioso. —Gracias —agrego y luego la abrazo.

Cuando salgo de la habitación, Emma me da un pequeño bolso, lo tomo y me acurruco frente a ella.

—Te amo, Emma

—Lo sé —dice ella entre risas. —También te amo —verbaliza mirándome fijamente.

—Obedece a las chicas —le indico. —Zoe, llámame si algo anda mal —le pido a mi amiga.

—Sí, sí. Ahora vete —parlotea, poniéndome en pie para luego ayudarme a ponerme la chaqueta.

Le doy un beso a Emma, abrazo a mi amiga una vez más y luego salgo de mi casa. Frente a la fachada de mi edificio está un auto que Amber ha pedido para mí, subo y cuarenta y cinco minutos más tarde estoy en el hotel. Conozco el camino así que voy directo al elevador y por último a la suite.

—Buenas noches —saludo al trabajador que está a un costado de la puerta.

—Buenas noches, señor Park —me saluda, realizando una leve, pero notable reverencia. —Por favor pase adelante —me indica cortésmente.

Asiento y sigo sus pasos, la habitación está iluminada por pequeñas lámparas con luz amarilla tenue. Sobre el piso hay muchos petalos de rosas marcando un camino con velas pequeñas a la orillas, hay listones rizados de color plateado descendiendo del techo sosteniendo globos blancos.

—Willkommen birdie —escucho la varonil voz de Jungkook en alemán. Toma una de mis manos, besa el dorso y siento como si el aire me falta.

Llevo mi mirada hasta él y puedo decir con total libertad que estoy casado con el hombre más guapo y sexy de este mundo. Viste todo de negro, la camisa de cuello de tortuga le luce tan bien que simplemente no creo que sea un peleador de UFC.

Me sonríe de manera sensual y entonces solo me limito a descender mi mirada mientras me quito la chaqueta. Él se acerca a mí, toma la chaqueta y luego deposita un beso en mi frente.

Me toma el rostro con sus grandes manos y verbaliza en voz baja, pero audible para mí—. Ich möchte den Rest meines Lebens mit dir verbringen (Quiero pasar el resto de  mi vida contigo)

—¿Qué es lo que has dicho? —indago con pena, debido a que nunca me interesé por aprender alemán.

—Te ves hermoso —masculla mirándome a los ojos.

Sonrío y juguetonamente golpeo su abdomen para luego decir—. Deja de mentir.

Jungkook se acerca a mí y recita en un hilo de voz—. Está noche sabrás lo que he dicho.

Desvía su rostro, rosa mi oreja izquierda con su nariz y luego siento una pequeña, pero delicada mordida. Siento el rostro caliente, ahora sé perfectamente que me he sonrojado, él me mira, sonríe ladinamente y yo desciendo mi rostro al instante, enseguida él toma una de mis manos y yo me atrevo a replicar—. Tú también estás muy guapo.

Muerdo mi labio inferior debido al nerviosismo él me mira, esboza una sonrisa coqueta y dice—. Sí, hoy estoy muy guapo. Señor Jeon.

Lanza mi chaqueta a algún lugar de la suite y luego caminamos tomados de la mano hasta donde una mesa para dos personas está lista para nosotros.

Me ayuda a sentarme y antes de ir a su silla besa la parte trasera de mi cuello, cubro mi boca en el momento que suelto una risita juguetona.

 Cuando el empleado regresa descubre nuestros platillos y veo un delicioso risotto sobre el plato, mientras nosotros nos miramos el mesero llena nuestras copas con un poco de champagne y luego se retira.

—Me gusta —articulo feliz.

—¿El qué? —indaga él, viéndome mientras juega con el tenedor.

—Esta versión tuya —respondo—. Me gusta mucho.

Empezamos a cenar entre pequeñas conversaciones y risas de cuando nos empezamos a conocer y a gustar.

—Sí, pero fuiste tú el que dijiste que no te agradaba —le recalco. —Y mírate ahora, preparando una noche romántica para el chico mimado que no te agradaba —bromeo entre risas.

Se pone en pie y arrastra la silla hasta dejarla cerca de mí, toma asiento y dejo de reír cuando toma mi mano izquierda y la lleva a su rostro.

—En mi defensa, diré que me deje seducir por ti —habla mientras roza con su nariz la piel de mi mano. 

—No te seduje, nunca lo hice —refunfuño en desacuerdo.

—Tú no me querías, ¿lo recuerdas, Jimin?

—Sí, pero todo fue tu culpa —objeto de inmediato.

—Pero ahora me amas y mucho —murmura para luego depositar un beso en mi mano.

Me pongo de pie, veo la vista tras la enorme ventana y luego me detengo frente a él. Coloco mis manos sobre sus hombros y él eleva sus rostro para verme.

—¿Seguro? —lo interrogo de manera coqueta.

—Birdie —verbaliza con voz sensual, mientras sus manos grandes se posan sobre mi cintura. —Muy seguro —asevera, aferrando más su agarre a mi cintura. —Ich möchte den Rest meines Lebens mit dir verbringen —repite lo mismo que me ha dicho al inicio. —Quiero pasar el resto de mi vida contigo —murmura mirándome fijamente. —Es lo que significa —me hace saber.

Me mira con sus ojos negros que destellan un pequeño brillo, el corazón me palpita con tanta fuerza mientras mi cuerpo desea una sola cosa. Entregarme a Jungkook está y todas las noches mientras tenga vida.

De un momento para otro sus labios y los míos comienzan una dulce danza que segundos a segundos a segundos se torna en un completo caos entre saliva, choques des dientes, batalla de lenguas, mordidas, chasquidos y sonidos obscenos que soltamos entre besos y movimientos bruscos mientras nos desvestimos de manera torpe y urgida.

Sus manos apresan nuevamente mi cintura, tira de mi cuerpo hacia él y quedo perfecto entre el hueco que sus piernas dejan, acerca su rostro a mi cintura, quita su mano y luego besa mi piel, la lame, succiona y muerde con delicadeza. Cierro mis ojos mientras él sigue con su cometido de besar, morder y lamer mi cuerpo mientras comienza a masturbar su pene.

Tiro de su cabello y eso provoca que mire un poco molesto, aparto sus manos de mi cuerpo y antes de que proteste me siento en sus piernas mientras mis manos se encargan de masturbarlo.

—¿Te gusta? —lo cuestiono mientras una de mis manos masajea sus testículos y la otra su pene.

—Jimin —jadea.

Me pongo en pie y luego me dejo caer de rodillas frente a él, mis manos no paran mientras mis ojos lo ven solo a él.

—Si no vas hacerlo es mejor que…

Guarda silencio cuando su pene entra a mi boca, en su lugar segundos después suelta un gemido que me enciende. Me siento feliz de complacer a Jungkook, muy feliz.

Me pongo de pie y entonces sus manos me apresan, me da la vuelta y me deja de espaldas, una de sus manos recorre mi espalda y baja hasta mis nalgas, azota mi trasero un par de besos mientras su otra mano se escabulle entre mi braga para empezar a estimularme.

—Dime lo quieres, birdie —me pide con voz cargada de deseo.

—A ti, te quiero a ti —acoto con desespero. —Jungkook —chillo desesperado mientras lo miro sobre uno de mis hombros.

Tira de mi braga y luego una parte se desprende y sé que la ha roto, pero poco me importa, una de sus manos se ancla a mi cintura y la otra a mi muslo, tomo su pene grueso y desciendo lento, pero él alza su pelvis y penetra con fuerza. Gimo y uno de sus brazos me rodea y hace que me siente sobre él.

—Oh, Dios —jadeo. —Cogeme Jungkook, cogeme —le suplico entre jadeos.

Se pone de pie acomoda mi pecho en la mesa dejando mi trasero al aire, sube mi pierna izquierda a una de las sillas, me nalguea y luego ahogo un gemido en una de las servilletas.

—Quiero escucharte, birdie. Dejame escuchar como te complazco —demanda.

Y así lo hago, suelto cada grito y gemido mientras él me embiste de manera salvaje dando paso a que los cubiertos, un plato y las copas caigan al suelo. Me besa el cuello, me habla al oído y yo simplemente siento que me desvanezco en sus brazos.

Me gira, acaricia mi rostro y luego me besa con dulzura, me carga y me sienta sobre la mesa, me mira fijamente y susurra—. Te amo Jimin.

Acaricio su espalda una y otra vez asiento y luego correspondo en voz baja—. Te amo.

Nos besamos de nuevo, él me carga y de inmediato rodeo su cintura con  mis piernas, me deja caer en la cama. Ahora es él quien queda perfecto en el espacio que mis piernas dejan. Me besa el pecho, el tórax, mis muslos y luego sube a mi boca, mientras me besa me penetra una vez más, pero está vez es cuidadoso. 

Cierro mis ojos mientras una de sus manos me complace, abro mis ojos y me doy cuenta que me está mirando fijamente. Sonríe y luego él me corresponde de la misma manera. Entonces sé que lo nuestro es mutuo, que vale la pena cada momento invertido, cada lágrima, enojo y alegría. Jungkook me complementa en todas las formas y sé que yo lo complemento de todas las formas a él.

—Eres demasiado hermoso —me halaga mientras acomoda los mechones de enfrente de mi cabello.

—Lo sé.

—Que humilde eres, cariño. Eres muy humilde —chista

—Bueno, no diré que no a algo que es obvio.

—Presumido —me acusa.

—No, el presumido eres tú —replico de inmediato.

—Ah, sí. Tú eres el mimado y caprichoso —dice mientras reparte besos en mi rostro. —Eres mi chico mimado —añade en voz baja, para por último besarme.

—Amor —lo llamo.

—Uhum —articula.

—¿Hay jacuzzi? —inquiero.

—Sí, en la habitación de enmedio —contesta.

—Genial —murmuro ansioso.

—Espera, espera —dice repentinamente. —Quieres que lo hagamos en el jacuzzi, porque desde que lo vi nos imaginé dentro del jacuzzi —parlotea haciéndome reír.

—El único que entrara a ese jacuzzi seré yo. Lo merezco, ahora quítate de encima —le pido.

—¿Es broma?

—¿Acaso me estoy riendo? —respondo con otra pregunta. —Muevete Jungkook, lo digo en serio —menciono molesto.

Se sienta en la cama y entonces consigo ponerme en pie, veo mi braga rota en el suelo y luego lo miro a él.

—Vas a comprarme una nueva, ok.

Levanto mi camisa y desnudo camino hacia la segunda habitación, voy directo al jacuzzi, pero no sé cómo funciona el modelo de mi padre es distinto a este.

—¡Jungkook, ven a ayudarme! —grito desde la habitación.

—¿Si te ayudo lo haremos al menos una vez?

—Lo pensaré —acoto mientras él entra a la habitación.

—Lo pensarás —repite. —¿Cómo que lo pensarás? —me interroga mientras lo enciende.

—¡Ay, te amo! —exclamo feliz.

Dejo la camisa sobre el lavabo y luego entro al jacuzzi mientras me mira desde afuera desnudo y sudado.

—Entra por favor —le pido con voz niñona.

Él niega.

—Amor, por favor entra —le suplico. —Por favor, por favor —insisto.

—Bien, bien —accede.

Entra y yo sonrío por haber conseguido lo que quiero. Me mira con seriedad y eso solo me provoca sonreír.

—Si sonríes tal vez lo hagamos aquí —balbuceo para finalizar con un puchero.

Su  mirada se suaviza, su ceño se relaja, esboza una sonrisa y segundos después lo tengo pegado a mí como un chicle mientras comenzamos a jugar de arrojarnos agua y pedirnos disculpas con besos como una pareja adolescente.

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