62

Pov. Jungkook 

Estoy listo, termino de acomodar la camisa que Jamal me ha prestado y me giro cuando la puerta de la habitación se abre.

—¿Dónde está, Jimin? —cuestiono a Rosalina.

Ella ve a Jamal y luego regresa su atención a mí.

—Seguro y tiene asuntos pendientes con su padre, Emma y su fundación —parlotea mi amiga, nerviosa.

Tenso mi mandíbula y me limito a guardar silencio. Lo único que deseaba era salir de este hospital sosteniendo su mano.

Salimos del hospital, luzco normal gracias Jamal.
Rosalina sube a un taxi junto a Jamal por mi parte espero a que Johann llegue con el vehículo.

—¡Jeon! —exclama alguien desde un auto en marcha.

Alzo uno de mis brazos y luego desciendo un poco más mi gorra. 

—Le avise a Jimin que te dieron de alta, recibió el mensaje, pero aún no me contesta —se dirige a mí la amiga americana de Jimin.

No digo nada solo me limito a asentir.

—Ese es mi Uber —dice señalando un auto blanco. —Nos vemos, Jeon —se despide.

La veo alejarse un par de pasos y entonces decido hablarle—. Oye, Zoe.

Ella gira su rostro y luego se detiene.

—Sí.

—¿Dónde está, Jimin? —inquiero con serenidad mientras de soslayo veo como la camioneta que Johann rentó se estaciona frente a mí. 

—Oh, en su casa. Won lo llevó al edificio que era de su madre  —contesta sin pensarlo mucho. —No te preocupes, Amber está con él y la niña. Ella siempre cuida de Jimin —agrega con la intención de hacerme sentir mejor.

—Gracias —verbalizo con sinceridad—. Por todo.

—Lo que sea por y para Jimin —canturrea ella y luego trota hacia el auto y sube.

Miro la camioneta y me doy cuenta que Johann me ve, bajo la acera y subo.

—¿Algún antojo? —pregunta mientras pone en marcha el vehículo.

¿Antojo? Sí y mucho. Deseo con locura abrazar a Jimin y escuchar la risa de Emma mientras corro tras de ella.

—Jungkook, hola —me llama la atención, Johann. —Si no te sientes bien nos regresamos al hospital —balbucea preocupado.

—Estoy bien, Johann. Solo pensaba en lo quiero hacer —divago, viendo hacia el frente.

—¿Y qué es lo que quieres hacer? —me interroga, deteniéndose frente a la luz roja.

—Ver a Jimin —acoto en un susurro.

—Bueno, le llamaré a Ros para que…

—Está en su casa con su padre —lo interrumpo—. Me lo dijo Zoe.

El pone en marcha el vehículo nuevamente y no dice nada.

—¿A dónde quieres qué te lleve? —me interroga impaciente.

—¿Qué me sugieres? —indago con otra pregunta.

—Podrías darle tiempo —musita. 

—Llévame al hotel, por favor —le pido tenso luego de un par de minutos.

Él sonríe y mientras asiente articula—. Claro.

Minutos más tarde Johann se estaciona y yo bajo de la camioneta y él hace lo mismo.

—¿Quieres que te pida algo de comer? —indaga mientras caminamos hacia el elevador.

—No gracias —mascullo sereno.

Al llegar a la suite voy directo a mi habitación, me quito la ropa de Jamal y luego entro a la ducha. Cambio la temperatura del agua de tibia a fría, cuando las gotas caen en mi cuerpo suelto un pequeño quejido mientras me adapto.

Minutos después me visto con un pantalón deportivo y una camisa de UFC, me acomodo en la cama y me quedo dormido.

—Jungkook, ordenamos pizza. ¿Quieres? —escucho a lo lejos la voz de Ros.

Abro mis ojos y segundos después me pongo de pie, me calzo mis zapatos deportivos y salgo a la sala.

—¿Qué horas son? —pregunto a los tres alemanes.

—Casi las ocho de la noche —acota Jamal con la boca llena de pizza.

—¿Han sabido algo de Jimin?

Los dos hombres ven a Rosalina y eso me hace sonreír.

—No —susurra ella apenada.

—Johann, necesito que me prestes la camioneta.

—Jungkook —me llama Rosalina.

—Por favor Johann —insisto con desespero.

Él se pone en pie y camina hacia mí. 

—Estaré bien —murmuro cuando pone una de sus manos sobre mi hombro.

Él me mira de inmediato y sé lo que esa mirada significa.

—No haré nada estúpido, lo prometo —le aseguro.

Introduce su mano contraria al bolsillo de su camisa y luego me la entrega.

—Llámame si Won te corre a patadas —bromea haciéndonos reír a todos.

Salgo del hotel y conduzco por las calles que ahora conozco gracias a Jimin. Al llegar al edificio estaciono la camioneta y al salir me encuentro con la encargada.

—¡Ah, joven Jeon! —exclama al reconocerme—. Buenas noches.

No digo nada simplemente hago una pequeña reverencia y luego recorro los pasillos y subo los escalones necesarios para llegar a la casa en la que un día Jimin y yo vivimos juntos.

Me detengo frente a la puerta y sin pensarlo golpeteo la madera con mis nudillos.

La puerta se abre y entonces veo a Amber.

—Jeon —canturrea mi nombre al verme.

—¿Está Jimin? —inquiero.

Ella echa un vistazo hacia adentro y cuando regresa su mirada a mí articula un audible—. Ujum.

—Me gustaría hablar con él y ver a Emma —le hago saber—. ¿Puedo pasar?

—Sí, pasa adelante —accede con una enorme sonrisa.

Entramos a la casa y me detengo en la sala, Johann me mira desde el sillón, se aleja el celular de su oreja izquierda, se pone en pie y luego camina hacia mí.

—Jeon — me saluda cuando está frente a mí.

—Won.

—Creo que tenemos una conversación pendiente —comenta con seriedad—. Te parece si conversamos ahora.

Niego de manera rápida y digo—. Me gustaría ver a Emma y conversar con Jimin primero.

—Claro, claro. Están en la habitación más grande terminando su rutina nocturna —me hace saber.

Recorro el pasillo y paso de largo la habitación pequeña y me detengo en la grande, sonrió al verlo dormido. Está sentado en la alfombra con su cabeza recostada en la cama. Doy un paso al frente y la madera cruje, me detengo asustado, no quiero despertarlo. Segundos después escucho pasos y veo como Emma corre hacia mí.

—¡Jungkook, volviste! —alza un poco su voz mientras me abraza.

Correspondo su abrazo y luego me agacho para quedar a su altura.

—Nunca me fuí, nunca te dejaría a ti —mascullo acariciando una de sus mejillas—. Ni a Jimin. Nunca.

—Yo lo sabía, sabía que no escucharías las mentiras de Di —verbaliza contenta.

—¿Y Jimin? —pregunto fingiendo no haberlo visto anteriormente.

Ella se da media vuelta y señala hacia la cama.

—Te ves muy linda, me gusta esa trenza —la elogio.

—Gracias —sonríe nerviosa. —Yo… iré a jugar con Johann —dice luego de darme un beso en una de mis mejillas.

La veo salir de la habitación, me pongo en pie y camino hacia él. Me acurruco frente a él y no puedo evitar sonreír, alzo mi brazo izquierdo y con delicadeza comienzo a acariciar con mi mano su frente, desciendo por el puente de su nariz y después deslizo los dedos por sus pómulos, mejillas y delineo lentamente sus labios, cuando estoy por pasar a su barbilla sus ojos se abren y él se sobresalta asustado.

—Tranquilo —le pido en voz baja.

—Me asustaste —dice con voz agitada y rostro pálido.

—No fue mi intención —digo de inmediato.

—Lo sé, lo sé —balbucea. —¿Cuándo te dieron el alta? ¿Por qué nadie me avisó? —me atiborra de preguntas mientras se pone en pie.

—Cálmate —le pido una vez más, mientras me siento al borde de la cama. —Salí casi al mediodía del hospital, Zoe te avisó. Esperé toda la tarde por ti, pero recordé lo de tu padre y está bien. Ya estoy aquí —le explico con mesura.

Él asiente mientras yo me limito a verlo, deja de mover su cabeza cuando se da cuenta que lo veo. Recarga su peso en una pierna y luego en la otra, se queda quieto y fija sus lindos ojos en mí. Alzo mi brazo derecho y me atrevo a tomar su mano, él sonríe y entonces le acaricio el dorso con mi dedo pulgar y en voz baja articulo—. Vi el live que hiciste junto a tu padre.

Deja de sonreír cuando escucha lo que he dicho, sus ojos color miel me miran y el corazón me palpita como si fuera la primera vez que nos vemos.

—Aclaraste algo que es falso.

—Sí, porque tú no me crees. No me importa si el resto cree todo lo que Dimarco dijo, me interesa lo que creas tú y tú…

—Te creo —lo interrumpo al ver su rostro triste—. Te creo, es solo que tú eres tan ingenuo y siempre caes con él por su ridícula amistad y eso me hace dudar. Pero mis dudas no quitan el hecho que te amo, Jimin. Disculpame por no haberte escuchado y por actuar de la manera en la que lo hice.

Con una de sus manos toma mi barbilla y me obliga a que lo mire.

—Disculpa si te hice dudar por nuestra amistad, pero jamás lo elegiría a él. Tú eres el amor de mi vida y no me veo con otra persona que no seas tú.

Extiendo mis brazos y poso mis manos sobre sus piernas, las acaricio sobre su pantalón de pijama de patitos y luego tiro de él para que encaje justo entre el espacio de mis piernas.

Recarga su frente sobre la mía, me mira por unos segundos luego cierra sus ojos y por último suelta un suspiro mientras sus dedos acarician mi cuello y parte de mi cabello.

Abre sus ojos y se da cuenta que lo estoy viendo, se sonroja y entonces no puedo evitar esbozar una sonrisa. Intento poner mi espalda lo más recta posible, él agacha un poco más su rostro y nuestras narices se rozan sutilmente. Sonreímos y juguetonamente nos acariciamos el rostro con nuestras narices hasta el punto que nuestros labios se rozan. Mi piel se eriza, lo veo y por el brillo de sus ojos denoto que me anhela tanto como yo a él.

Nuestros labios por fin se juntan y entonces puedo decir que estoy excelente. Sus labios esponjosos son igual de deliciosos que la primera vez que los besé. Él se acomoda en mis piernas y se toma el atrevimiento de quitarme la gorra y revolverme el cabello con sus dedos.

—Espera, falta un tema —habla cuando deja de besarme. —Jungkook —me regaña cuando siente la humedad de mis labios en su clavícula. —Te estoy hablando —insiste está vez jaloneando una buena porción de mi cabello.

—Oye —me quejo como niño pequeño—. Duele.

—Para la próxima cuando te diga espera, te detienes y listo —me explica intentado lucir serio.

—Eres tan tierno —lo elogio.

—Jungkook, estoy hablando en serio no intentes hacer que me olvide de lo importante —me señala mientras enarca sus cejas.

—Pero si lo dije en serio —objeto indignado.

—La pelea —verbaliza con seriedad—. No pelees contra Di.

—Te dije que firmé —le recuerdo.

—Es solo que… no entiendo porque quieres hacerlo —titubea sin mirarme.

Inhalo profundo y luego expulso el aire.

—Supongo que porque es la única manera en la que puedo lastimarlo y no ir a prisión —gesticulo de manera divertida.

Él sonríe, pero de manera rápida deja de hacerlo y borbotea—. No es gracioso y lo sabes.

—No te molesta que pelee con él ¿Verdad? 

Desciende su rostro y ve cualquier cosa menos mi rostro.

—Oye, voy a estar bien, cariño.

—¿Cómo lo sabes? ¿Acaso puedes ver el futuro ahora? —alega, alterado—. Di, Dimarco es muy bueno, Jungkook.

Asiento dándole razón, sería un imbécil si digo que no. El tipo es el rey de su categoría y lo reconozco, pero no es algo que confesaría frente a él y mi chico.

—Yo también lo soy —digo en su lugar.

—No he dicho que no lo eres, Jungkook. Lo único que digo es que, sé de lo que es capaz Dimarco y por esa razón es que también sé que está no será una simple pelea porque de igual manera sé de lo que tú eres capaz. Y entonces solo hay una manera en la que el combate terminará y no me gusta.

—Voy a estar bien —le hago saber, tomando su rostro entre mis manos—. Voy a salir de pie del octágono, saldré caminando hacia ti. 

—Prometelo —me pide impaciente—. Prometelo Jungkook.

—Prometo salir caminando del octágono hacia ti, cariño.

Sus ojos se cristalizan y sin previo aviso me abraza fuertemente.

—Solo regresa a mí, ok. Te apoyaré, pero debes regresar a mí, Jungkook —gesticula entre lágrimas que caen en mi camisa.

Mis brazos rodean su cuerpo, inhalo su perfume y me siento relajado y amado. Además de sentirme un estúpido después de discutir con él cuando llegó al hotel a pedirme que no pelee. No estaba defendiendo al italiano, simplemente está preocupado por mí.

—Te amo Jimin —murmuro en una de sus orejas—. Te amo.

Cuando deja de llorar acaricio de nuevo su bello rostro, pero está vez con mas rapidez, él ríe y de un segundo para otro hemos iniciado una ronda de besos. Me pongo en pie con él en mis brazos, sus piernas rodean mi cintura mientras sus contantes mini jadeos se ahogan en mi boca.

Me arrodillo en la cama y luego dejo su espalda contra el colchón, detengo los besos y entonces nos miramos, con sus dos manos sostiene mi cuello con fuerza y luego lo desciende un poco y estrella sus labios contra los míos una vez más.

—Jimin —jadeo al sentir como eleva su pelvis haciendo que nuestros miembros se rocen en cada movimiento. —Deseo con locura arrancarte la ropa y hacerte mío para dar por terminado nuestra reconciliación —parloteo mientras él besa mi cuello, barbilla y por último mis labios. —Pero eso no pasará —agrego, alejándome un poco de él—. Tu padre quiere hablar conmigo y Emma puede entrar en cualquier momento.

Jimin me mira perplejo por unos segundos y luego suelta una carcajada en mi rostro.

—No puedo creer que el campeón de peso Wélter de UFC tenga miedo que su suegro se enfade porque no va hablar con él y que su hija entre a la habitación y nos interrumpa —se burla entre risas estrepitosas.

Estoy por decir algo, pero asimilo que ha adjudicado a Emma como mi hija. Mis ojos se llenan de lágrimas debido a la felicidad y a lo mucho que eso significa para mí.

Jimin se percata y entonces deja de reír, sostiene mi rostro con sus manos y yo junto mi nariz con la suya. 

—Danke, Liebling (gracias amor) —murmuro en alemán. —Gracias por dejarme volver a ti y permitirme tenerte en mis brazos, por ser mi esposo y por hacerme padre de la linda Emma —verbalizo en el mismo tono de voz con dulzura.

Deposito un beso en su frente que lo hace cerrar sus ojos, me pongo en pie y él se acomoda en la cama apoyando su rostro en una de sus manos.

—Iré a hablar con tu padre —le hago saber.

—Seguro que mi padre se marchó o se quedó dormido junto a Emma en la habitación pequeña —lo escucho decir de manera elocuente.

Me giro y mientras me río regreso a la cama y me subo sobre él una vez más.

—Al parecer alguien quiere que estemos juntos y a solas está noche —verbalizo divertido rozando mi nariz contra la suya.

Él finge una sonrisa y luego me da un golpe en el estómago. Apenas y me tocó, pero me lanzó a un costado del colchón fingiendo que recibí un gran y doloroso golpe.

—¡Auch! —me quejo, llevando mis manos a mi estómago.

Él se pone de rodillas en la cama y preocupado se acerca a mí. Tomo sus brazos con fuerza, lo jaloneo hacia mí y su rostro cae contra mi pecho.

—¡Jungkook! —protesta con voz niñona.

—Te amo —verbalizo cerca de sus labios. 

Jimin exhala un suspiro y luego acomoda su cabeza en mi brazo izquierdo, me abraza y deposita un beso en mi pectoral.

—Te amo —murmura.

Acaricio su cabello hasta que escucho un pequeño ronquido, Mis ojos se cierran cada vez un poco más mientras escucho su respiración mezclada con sus ronquidos.

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