60

Jimin cancela la llamada y lo único que puede hacer es llorar, Emma entra a la habitación y toma asiento a su lado. La niña posa su manita sobre la del castaño y de esa manera le hace saber que está a su lado.

—No llores, tu padre estará bien —susurra la niña, intentando reconfortarlo. 

Jimin sorbe su nariz y con dificultad verbaliza—. ¿Me dejas abrazarte, Em?

La niña asiente y entonces de inmediato corresponde el abrazo de Jimin. Sus ojos se cristalizan al escucharlo llorar, desvía su mirada cuando Zoe entra a la habitación con una bandeja y sobre esta una taza.

—Ten un poco de té, te ayudará a relajarte —le indica al castaño.

Con sus manos temblorosas lo bebe sorbo por sorbo, Zoe toma la taza vacía y ve como Jimin apoya su cabeza sobre el regazo de Emma. La niña acaricia su cabeza suavemente mientras el castaño derrama un par de lágrimas en silencio.

—Emma, avísame cuando se quede dormido —le pide a la niña.

—Ujum —masculla la castaña.

Zoe se encarga de que la linda Emma esté cómoda, juega y ve caricaturas con ella mientras está al pendiente de su amigo y de cada una de las llamadas de Amber.

—Jimin…

—Soy Zoe de nuevo —atiende la rubia.

—Necesito que venga al hospital, Won despertó y quiere verlo —lo pone al tanto, Amber.

—Él está durmiendo, pero iré a despertarlo ahora mismo.

—¿Por qué siempre que llamo él está durmiendo? —indaga Amber.

—Porque si no lo hago dormir lloraría todo el tiempo —suelta sin titubear, Zoe.

Amber chasquea su lengua en desacuerdo y lo último que le pide es que lo lleve al hospital lo más pronto posible.

Zoe primero alista a Emma y luego se encarga de despertar a Jimin y ayudarlo a buscar su ropa. Cuando están listos primero se encargan de dejar a la niña con la mamá de la chica y viajan hasta el hospital. 

El castaño no articula una sola palabra, se siente cansado y muy triste. Bajan del auto y caminan por los pasillos hasta llegar a la recepción.

—Jimin, aquí —lo llama Amber al verlo.

La rubia y el castaño caminan hacia los trabajadores de su padre junto a Amber, todos miran a Park, cuando él se da cuenta carraspea su garganta en acto nervioso.

—¿Cómo está papá? No pude llamarte ayer….

—¿Ayer? —duda Amber. —Jimin, han pasado dos días —le hace saber mientras observa con disgusto a Zoe.

—Bueno, no te enfades —le pide el castaño a la defensiva.

Amber está por hablar, pero la doctora hace su aparición dejando a todos en silencio.

—Joven Park, por favor acompáñeme —le pide con amabilidad la mujer.

El castaño sin pensarlo la sigue mientras caminan por los pasillos del hospital.

—Su padre fue diagnosticado con anemia aplásica, está es una afección que ocurre cuando el cuerpo deja de producir la cantidad necesaria de células sanguíneas nuevas. Por esa razón padecía de fatiga continua y el reciente sangrado descontrolado que causó el pequeño accidente de tránsito —le explica mientras Jimin la escucha atentamente y piensa en lo descuidado que ha sido con su padre.

—¿Qué le produjo la anemia? —inquiere en voz baja el chico.

—No hay algo específico que la provoque, puede desarrollarse a cualquier edad, puede aparecer repentinamente de manera lenta y empeorar con el tiempo. Está vez tuvimos que recurrir a una transfusión sanguínea, seguirá en control y evaluaremos el uso de medicamentos —acota con elocuencia la doctora. —Puede pasar a verlo —le indica luego de detenerse frente a la habitación.

—Con lo de la transfusión…

—No se preocupe Joven Park. Encontramos un donador el mismo día que su padre ingresó al hospital. Si tiene alguna duda por favor pase a mi despacho e intentaré ayudarle, buen día —dicho eso la mujer se despide y lo deja solo.

—Hijo —escucha la voz de su padre cuando la puerta se ha abierto.

Entra a la habitación y ve a Cecilia, le sonríe y se detiene hasta quedar a un costado de la cama.

—¿Cómo te sientes? 

—Mejor —responde a la pregunta de su hijo—. Estoy feliz de verte y que estés aquí, Jimin.

—Vine lo más rápido que pude, eres mi padre así que no te sorprendas que esté aquí —dice el castaño—. No pude venir en dos días, pero…

—Sí, lo enviaste a él, lo sé.

—¿A quién envíe? —duda Jimin, viendo a su padre confundido.

—A Jeon —responde de sopetón su padre.

Los ojos del castaño se ensanchan completamente sorprendido de lo que acababa de escuchar.

—¿Jungkook estuvo aquí? —indaga sin poder creerlo., estaba seguro de que después del incidente con los guardias y Dimarco él se marcharía y no regresaría al hospital.

—Sí jovencito Park —se entromete Cecilia—. Él vino a visitarlo por última vez ayer por la noche. De hecho, él fue el donador para la transfusión sanguínea que le realizaron a su padre.

Jimin busca la mirada de su padre, Won asiente y una pequeña sonrisa se forma en el rostro del chico. 

—Jeon, tiene tiempo para todo. Lo admiro demasiado, aceptó una pelea contra Dimarco mientras nos realizaban la transfusión es un chico muy atrevido y valiente, pero…

—Repite lo que acabas de decir —le pide Jimin a su padre de manera precipitada.

—¿Qué parte? 

—En la que mencionas a Di y una pelea —especifica el castaño.

—¿No lo sabías? —lo cuestiona Won, enarcando sus cejas. —Bueno, al parecer aceptó una pelea contra Dimarco. No sé nada más, fue lo único que escuche —le hace saber su padre.

Jimin ve hacia la puerta y mira a su Zoe y a Amber juntas.

—¿Saben algo sobre esto? —las cuestiona.

Ambas niegan, casi sincronizadas.

—Seguro que Rosalina sabe algo, la vi en la recepción esperando a su novio —verbaliza Amber.

—Debo irme —balbucea Jimin. —Vendré a visitarte luego, te amo —se despide de su padre y luego camina hacia la puerta.

—¿A dónde vas? —indaga Zoe.

—Necesito hablar con Jungkook —responde en un susurro.

—Bien, yo me quedaré y te mantendré al tanto.

—Gracias Zoe.

Jimin sale de la habitación y a pasos rápidos recorre el pasillo cuando está por llegar a la recepción ve a Rosalina junto a Jamal caminar hacia él.

—Ros, dime dónde está Jungkook —es lo primero que dice al tener a la rubia frente a él. —Por favor —suplica, desesperado.

Rosalina ve a su novio de soslayo, el chico asiente y entonces ella suelta un suspiro.

—Toma mi llave, nos estamos hospedando en el Airport Marriott en una suite —le explica luego entregarle la llave. —Suerte Jimin —es lo último que le dice la chica para luego verlo correr hacia la salida del hospital y subir al primer taxi disponible.

Jimin baja del taxi y aborda el primer elevador que lo lleva a la suite en la que le han indicado que está. Su corazón palpita tan deprisa, está agradecido con Jungkook, pero también está molesto por acceder a tener una pelea con Dimarco.

Las puertas se abren y él baja, camina solo un par de pasos y se detiene frente a la puerta de la suite, saca la tarjeta del bolsillo de su pantalón y la desliza sobre la cerradura. Al abrirse puede ver como Johann se asoma para saber quién está por entrar.

—Jimin, hola. Pasa adelante —lo recibe el alemán.

—Hola, gracias —musita el castaño, entregándole la llave—. ¿Dónde está? Necesito hablar con él.

—En la última habitación —contesta Johann—. Acompáñame.

Jimin sigue los pasos de Johann muy de cerca, abre la puerta y se hace a un costado y puede verlo viendo el  atardecer a través de la enorme ventana de la habitación.

El pelinegro mira hacia la puerta luego que Johann ha llamado su atención, sus ojos miran a una sola persona al castaño que lo mira tímidamente desde afuera de la habitación.

—Pasa —se dirige a Jimin con voz seria.

El castaño ve a Johann y a pasos lentos, pero decidido entra a la habitación.

—Déjanos solos, por favor.

—Jungkook, hijo —lo llama Johann, preocupado. 

—Está bien, no haré nada —le asegura el pelinegro.

Johann lo mira por unos segundos, asiente y luego accede. Cierra la puerta y los deja completamente solos dentro de la habitación.

Jungkook se gira y ahora le da la espalda al hermoso atardecer para llevar toda su atención a Jimin.

El castaño aclara su garganta y en voz baja verbaliza—. Necesito que me escuches, por favor. Jungkook, no puedes pelear contra Di.

Jungkook inhala un suspiro y luego se cruza de brazos pegándolos a su pecho. Su entrecejo se frunce y entonces con sorna replica—. Tanto lo quieres, Jimin. Que vienes personalmente a pedirme que no pelee contra él porque tienes miedo que lo haga quedar mal o le gane. ¿Qué? ¿También vas a pedirme que me deje ganar?

Jimin no dice nada, lo ve y luego desciende su rostro. Cierra sus ojos sabedor que su pesadilla se volvió realidad, Jungkook si cree los rumores esparcidos por Dimarco. Abre sus ojos y luego un par de lágrimas recorren su rostro.

—Puedes decirme al menos ¿qué es lo que debo hacer para que me creas? Nada de ese artículo es cierto, Jungkook —habla de huevo Jimin.

Jungkook suelta una pequeña risa y permanece con una sonrisa ladina en su rostro que destroza el corazón del castaño.

—Si has venido hasta aquí para pedirme que no pelee con él has venido demasiado tarde. Ambos firmamos el contrato, por ende, la pelea se llevará a cabo, pelearé contra él, Jimin —expresa con elocuencia el mayor.

El castaño asiente en repetidas ocasiones, alza sus manos y limpia su rostro mientras Jungkook se acerca a él sin darse cuenta. Cuando Jimin se percata sus ojos se ensanchan y por inercia comienza a retroceder luego de recordar la manera en la que le habló en el hospital.

—Ju-Jungkook —borbotea asustado. —¿Qué haces? —lo cuestiona asustado.

Jeon ve esa mirada de nuevo y una vez más siente su corazón adolorido, sus hombros encogidos y aquellos lindos ojos color miel anegados en lágrimas debido al miedo. Incluso sintiéndose mal sigue con su cometido, la espalda de Park choca contra la pared que está cerca de la puerta de la habitación, dejando de esa manera acorralado al más bajo entre su cuerpo y la pared.

—¿Dónde está tu anillo, Jimin? —lo interroga Jungkook con voz grave, mirando de soslayo el dedo anular vacío.

El castaño alza su mano y se da cuenta que no lo lleva puesto, niega y nervioso acota—. Debí dejarlo en casa de Zoe, no lo sé.

Jungkook introduce una de sus manos al bolsillo de su pantalón cuando la saca pone su mano frente al rostro de Jimin, extiende su mano y entonces Jimin ve su anillo, el anillo que el pelinegro le compró.

—¿Por qué tienes mi anillo? —lo cuestiona Park, confundido.

—¿Por qué no  lo tienes tú si lo compré para ti? —responde con otra pregunta el pelinegro.

Jeon coge la mano derecha del castaño y deja el anillo en la palma.

—Ponte el anillo, Jimin —le ordena mientras lo mira fijamente.

El castaño suspira, permanece en silencio unos segundos y luego articula un audible—. No.

Jungkook ensancha sus ojos, Jimin alza su rostro y lo mira fijamente, ahora su semblante es serio, aunque su rostro denota que ha derramado un par de lágrimas.

—No lo haré —enfatiza el menor.

El pelinegro sonríe provocando un escalofrío de los pies a la cabeza a Jimin, de un momento a otro la sonrisa se desdibuja de su rostro y ahora luce tenso y molesto. Jeon le arrebata el anillo y luego coge la mano izquierda del menor.

—Jungkook —se queja Jimin, asustado.

El mayor extiende los dedos de Park y luego desliza el anillo por el dedo índice y luego eleva su mano dejándola frente a sus ojos.

—No vuelvas a quitarte el anillo de tu dedo. Nunca —espeta Jeon furioso. 

La mirada de sus ojos se suaviza cuando mira los ojos color miel de Jimin acuosos, lentamente desciende su rostro hasta pegar su frente contra la del más bajo.

—¿Por qué me haces perder el control? —borbotea Jungkook. —¿Acaso debo recordarte todo el tiempo que eres mío y que soy capaz de hacer lo que sea por ti, Jimin? —continúa con sus preguntas en un tono que para el castaño es nuevo y lo único que le provoca es miedo.

—Por favor aléjate de mí —le pide entre susurros el menor.

Jeon se aleja un poco, el más bajo lo mira y luego se da media vuelta da dos pasos e intenta abrir la puerta de la habitación, pero Jungkook se lo impide con una de sus manos.

—Jungkook, por favor —lloriquea Jimin. — Me estás asustando —le hace saber con voz quebrada.

—¡Jungkook, abre la puerta! —grita Johann desde afuera.

—Déjame salir, por favor —le suplica el castaño—. Jungkook.

Jeon parpadea constantemente cuando nota cómo su visión comienza a nublarse, cada vez escucha más lejos los gritos de Johann y la voz de Jimin.

—¡JUNGKOOK! —vocifera Jimin al ver como el pelinegro cae de espalda contra el piso de la habitación.

Abre la puerta y luego corre hacia el cuerpo del mayor.

—Jungkook, por favor despierta —solloza el castaño. —Amor por favor —lloriquea mientras recuesta la cabeza del contrario sobre sus piernas.

Johann llama una ambulancia y cuando ha terminado se acerca a Jungkook para cerciorarse de que esté respirando.

—Estará bien —musita, observando la manera en la que Jimin lo abraza.

—No te atrevas a dejarme, ¿me escuchas? —le habla Jimin. —Debes despertar, Jungkook. Por favor despierta —balbucea desesperado.

Los paramédicos llegan después de cinco minutos, lo suben a una camilla, Johann le pide a Jimin que vaya en la ambulancia y él los seguirá en su auto.

—Él va estar bien, necesito que te tranquilices —le pide Johann a Jimin.

El castaño abraza al alemán y luego sube a la ambulancia, limpia su rostro y lucha por no derramar más lágrimas mientras los paramédicos se encargan de atender a Jungkook. Las puertas se cierran y Jimin simplemente desciende su rostro y sostiene con ahínco una de las manos de Jeon mientras viajan al hospital.

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