59
Pov Jimin
Enciendo mi celular desesperado y entre medio de lágrimas, Zoe conduce su auto mientras me lleva al hospital. Cuando mi celular se ha encendido suena una y otra vez con muchísimas notificaciones.
Veo muchas llamadas de Amber y Cecilia. Sí tan solo no hubiera olvidado mi cargador en Alemania hubiese podido atender sus llamadas. Me limpio el rostro con el dorso de mi mano izquierda y miro una llamada de Jungkook y unas cinco de Rosalina y muchos mensajes de mis amigos y conocidos de mi padre.
—Baja, iré a estacionar el auto y luego te buscaré adentro —habla Zoe.
No le digo nada, de manera nerviosa cojo mi bolso y abro torpemente la puerta del vehículo.
—Jimin, ¿seguro que estás bien? —me cuestiona preocupada.
—Sí, lo estoy —miento con un nudo en la garganta.
Cierro la puerta, me doy la vuelta y con la vista borrosa deslizo mi dedo índice sobre el contacto de Jungkook. Escucho el primer sonido al mismo tiempo que empiezo a caminar hacia el interior del hospital.
—¿Dónde estás? —atiende al segundo tono.
—Vi tu llamada y…
—¡Jovencito Park! —exclama Cecilia al verme.
—Te llamaré después, mi padre está en el hospital—balbuceo con lágrimas a punto de desbordar mis ojos.
—¿En qué hospital estás?
Cancelo la llamada y luego Cecilia me da un fuerte abrazo. Se aleja de mí solo un poco, me toma la mano derecha y me dirige hasta el consultorio.
—Papá —chillo al verlo pálido, débil mirándome con sus ojos tristes.
—Jimin —emite en voz casi inaudible.
—Estoy aquí, papá —le hago saber sosteniendo su mano izquierda. —Estoy aquí —sollozo.
—Jo-John —trastabilla.
—Ire a verlo pronto. Me aseguraré de que tenga todo lo necesario.
—Necesito a todo el mundo afuera —escucho una voz demandante, mientras sostengo con fuerza la mano de mi padre.
—Soy su hijo —digo con voz gangosa.
—Y yo soy la persona correcta para encargarme de su salud. Por favor, salga del consultorio.
Giro mi cuerpo un poco sin soltar la mano de mi padre.
—¿Acaso no sabe a quién se dirige? —la cuestiono molesto.
—Joven…
—Basta Jimin, vamos afuera —la interrumpe Zoe.
La miro directamente mientras siento como mi padre acaricia el dorso de mi mano con uno de sus dedos.
Con lentitud suelto su mano y doy un par de pasos hasta quedar frente a la doctora.
—¿Qué es lo que tiene?
—Lo sabré después de leer sus exámenes y de examinarlo, joven Park —contesta mi pregunta.
Zoe toma mi antebrazo derecho y me obliga a salir del consultorio, Cecilia va a una máquina expendedora por una botella con agua y cosas dulces.
Me suelto del agarre de Zoe en el preciso momento que siento como mis pulsaciones comienzan a elevarse. Me duele el pecho y con ese simple dolor sé que estoy teniendo un ataque de ansiedad. Mi respiración se acelera y entonces estoy casi seguro que estoy por meterme en problemas si no me controlo. Cierro mis ojos y cuando me giro siento como alguien me abraza fuertemente.
—Está bien, estoy aquí —escucho su voz, pero ni siquiera tengo la capacidad de reconocerla.
—Jimin, ven vamos a tomar aire Amber se está encargando de todo como siempre —habla quién creo es Zoe.
—Déjame a mí, yo me encargo.
Abro mis ojos y al alzar mi rostro veo de manera borrosa a Federico.
—Di —mascullo con voz gangosa.
—Está bien, vamos —habla con mesura, me rodea los hombros con uno de sus brazos y luego comenzamos a caminar hacia lo que parece ser son las escaleras de emergencia.
Escucho la puerta cerrarse y entonces rompo en llanto, por más que deseo controlarme no puedo hacerlo. Mi celular suena, lo saco del bolsillo de mi chaqueta y con dificultad leo el nombre de la persona que me llama, es Jungkook. Me tiemblan las manos y todo el cuerpo, intento deslizar mi dedo pulgar por la pantalla, pero los cesantes temblores me lo impiden. Dimarco se acerca a mí y me arrebata el celular.
Lo observo estático, siento un montón de emociones que no me permiten expresarme como realmente quiero.
—Él no está aquí presente, pero yo sí. Estoy aquí, Ji —masculla mientras posa una de sus manos en mi rostro. —Todo va estar bien, tranquilo —continua hablando, acercándose cada vez un poco más a mí.
—De-debo regresar adentro —parloteo con dificultad.
—No, tú debes quedarte y escucharme —replica con voz autoritaria.
—Dije que quiero ir adentro —le recalco con voz gangosa.
—Jimin —me llama con ímpetu.
Lo veo y en un pestañeo él acerca su rostro al mío y en un ágil movimiento posa sus labios contra los míos. No siento nada más que enojo y repulsión, alzo mis brazos temblorosos y como puedo lo alejo.
El sonido de pasos me hacen ver hacia la puerta y es cuando miro a Jungkook y tras de él Zoe, Rosalina y su padre.
—Jungkook, no es lo que parece —borboteo con rapidez.
Me mira por una milésima de segundos y luego comienza a caminar hacia mí, noto su rostro tenso, está furioso. Lo sé porque las venas de su cuello ahora resalta mucho más, pasa de largo y lo siguiente que escucho es un jadeo.
Me giro y veo a Dimarco en el piso, Jungkook da dos pasos más hacia el frente y cuando está por golpearlo con una de sus rodillas Johann tira de él.
—Detente —le pide con rudeza, sosteniéndolo con ambos brazos.
—Suéltame, déjame acabar con este bastardo —verbaliza con sorna, Jungkook.
—Lo hecho, hecho está Jeon —balbucea Dimarco mientras se pone en pie sonriendo como si hubiese ganado algo importante.
—Déjame, quiero acabar con él.
—Jungkook, cierra la boca —le pide Rosalina preocupada.
Zoe corre hacia mí al ver a tres guardias aparecer.
—Señor, debo pedirle que me acompañe afuera de las instalaciones —se dirige a Jungkook el más alto de ellos.
Johann lo suelta y sin perder de vista a Jungkook se acerca al guardia de tez morena y empiezan una conversación. El guardia alto y el tercero bajo y un poco regordete se acercan a Jungkook con la intención de sujetar sus manos.
—Puedo solo —escupe molesto sin dejar de verlos.
Me alejo de Zoe y me acerco con miedo a Jungkook.
—Necesito que me escuches —murmuro, pero él ni siquiera me mira. —Debes dejar que te explique, no es lo que piensas —insisto con desespero—. Jungkook…
Guardo silencio al ver como su rostro gira hacia la derecha con premura, sus ojos negros ahora llenos de ira me miran fijamente, tanto así que los vellos de mi piel se erizan. Relame sus labios con un ágil lenguetazo mientras me mira de pies a cabeza.
—No olvides que llevas mi apellido, Jimin —vocifera airado.
Siento mi corazón latir en la garganta al compás de cada una de sus palabras. Me encojo de hombros mientras mis ojos se llenan de lágrimas al mismo tiempo que él me recrimina con la misma intensidad—. Aún eres un Jeon.
Lo miro por unos segundos y luego mi vista se nubla debido a las lágrimas.
—Ven, vamos afuera —me indica Zoe.
Dejo de verlo y dejo que mi amiga me lleve adentro, recorremos el pasillo y luego salimos del hospital.
—¿Qué mierda pasa? —pregunto en un mar de llanto.
—¿Estás bien? —me interroga Rosalina, poniéndose al lado de Zoe.
—Mi padre está en el hospital, el imbécil de Di me besó, Jungkook lo golpeó y ni siquiera quiere escucharme. Por supuesto que no estoy bien —acoto desesperado a su pregunta.
—¡Dimarco es un completo hijo de puta! —exclama Zoe, ganándose mi atención.
—¿Qué ocurre? —indago.
Ella niega mientras ve su celular y masculla—. Nada.
—Vamos, dile lo que descubriste —la motiva Ros a Zoe. —Y tú —me señala con el dedo índice de su mano izquierda—. Al parecer no has visto nada
—¿Ver el qué? Zoe de qué está hablando.
—De nada —replica de manera cortante y añade en el mismo tono—. Ahorita no hay nada que ver.
Rosalina suelta una carcajada extraña y con ironía se dirige a Zoe—. ¿Por qué no le dices la maldita verdad? Dile de una puta vez lo que el italiano ha hecho. Dile para que entienda porque Jeon está tan lleno de ira.
Veo a mi amiga y no puedo evitar sentirme ansioso y más preocupado.
—Zoe, dímelo —persisto.
Ella me da un vistazo, ve su celular y luego me lo entrega. Fijo mi atención en el aparato electrónico que sostengo con miedo a dejar caer en cualquier momento. Es un artículo donde Dimarco afirma que entre él y yo siempre ha existido una relación aprobada por mi padre y desconocida por Jungkook. Niego mientras sigo leyendo cada mentira que se ha inventado.
—¿Jungkook, lo sabe? —inquiero a Ros.
Ella desvía su mirada por unos segundos, asiente y luego articula un claro—. Sí.
—¡Maldición! —voceo angustiado—. Todo es mentira, ¿me crees?
—No importa si todo el mundo te cree o si yo te creo. Lo que importa es que Jungkook te crea —responde Rosalina.
—Se acabó Rosalina, él no va a creerme nada de lo que le diga —parloteo decepcionado.
—Oye, Jimin… —musita acercándose a mí—. Dale tiempo, él necesita tranquilizarse y disipar su enojo.
—¿Dónde está, Jungkook? —la cuestiono.
—No lo sé —responde en voz baja—. Pero…
—Creo que sería bueno que descanses, Jimin —me sugiere Zoe.
Asiento, camino hacia ella y lo primero que hago es entregarle el celular. Acto seguido continuo caminando en dirección al estacionamiento.
—¿A dónde vas? —preguntan ambas casi al unísono.
—Necesito ver a Emma. Por favor llévame a tu casa —le pido a Zoe.
No sé lo que se dicen y hacen entre ellas, sigo mi camino solo hasta que siento como Zoe entrelaza su mano con la mía. Cuando estoy dentro del auto lo único que hago es llorar por mi padre y por mi matrimonio caótico.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top