54
Todo el mundo había hablado durante tres meses sobre el regreso mediático de Jeon al cuadrilátero. Todos comentaban sobre su oscuro pasado y la última vez que estuvo dentro de un ring.
La polémica venía de la mano con esta pelea, en la cual el dinero y el espectáculo serían los protagonistas principales de la noche.
Jimin estaba más nervioso de lo habitual, lo único que le preocupa es que Jungkook salga demasiado lastimado de la pelea. Confía en él y en sus capacidades, ha estado apoyándolo desde la distancia, sabe que tuvo que bajar un poco de peso, ya que Andrei sigue en la categoría de Súper Wélter en boxeo y los pesos cambian según el formato.
Su idea de las camisas había resultado magnífica, las vendió todas con la ayuda de Zoe, Amber y Rosalina. Algunos fanáticos las llevan puestas, pero para Jimin es lo de menos por ahora.
Zoe y Amber conversan mientras Jimin ve con impaciencia como los minutos cambian de manera lenta en la pantalla de su celular.
—Jimin —lo llama una varonil voz que reconoce al instante.
Alza su rostro y mira a su padre de pie frente a él. Le está sonriendo y eso a Jimin no le agrada, le molesta, sabe que es una sonrisa sarcástica, para nada sincera de su parte.
—Padre —farfulla entre dientes, sin la mínima intención de ponerse en pie.
—Iba a preguntar cómo estás, pero no te ves tan mal. Entonces asumiré que estás bien.
—Lo estamos, los tres estamos bien —dice con seguridad el castaño.
—Jeon, tomó una buena decisión. Aunque pierda se llevará una buena cantidad de dinero —menciona Won.
—No perderá —replica con rapidez, Jimin. —No, está vez. Ganará como debió haberlo hecho la primera vez que lo drogaste —agrega de manera golpeada.
—Tranquilízate hijo —le pide Park al ver el entrecejo fruncido de su hijo.
—Es mejor que te marches, Won —le sugiere Amber.
—Solo quería saludar a…
—Ya lo saludaste, ahora vuelve a tu lugar —lo interrumpe la rubia.
Park asiente y se da media vuelta para marcharse.
—¿Apostaste en su contra? —pregunta repentinamente Jimin, haciendo que su padre se detenga y lo vea sobre su hombro.
—Son negocios, hijo.
—Perderás la apuesta, padre. Jungkook ganará —asegura el castaño.
Las luces se apagan y se encienden solo las que van directo al ring, el castaño suspira al ver que su padre se ha marchado.
Siente una mano en su hombro izquierdo y luego escucha a Emma gritar—. ¡DI!
Jimin ladea su rostro un poco y mira como Emma abraza al italiano.
—Hola —lo saluda el azabache.
—Hola —responde el castaño.
Se quedan en silencio unos segundos, se sonríen y esa sonrisa confirma que todo está bien entre ellos.
—Me alegra verte de nuevo —confiesa el italiano, mientras el ruso sube al ring.
—Digo lo mismo —concuerda Jimin.
—Escuche que te mudaste, espero que todo te esté yendo bien.
—Sí, todo bien. Alemania es fría, pero hermosa —comenta Jimin.
—¿Alemania? —duda el azabache.
El castaño se limita a asentir.
—¡Hay viene! ¡Jungkook, ya viene! —grita eufórica, Emma.
—Debo ir a mi asiento, la pelea está por iniciar —balbucea el italiano.
Jimin se despide agitando una de sus manos y acto seguido lleva su mirada al cuadrilátero en el cual Jungkook, está por entrar.
El MGM una vez más ha abierto las puertas para que una de las peleas de boxeo más esperadas se lleve a cabo, Miles de fanáticos dentro y fuera del lugar esperan a que la campana suene. Al igual que los que están a la espera dentro de un bar y en sus casas reunidos con sus familiares o amigos para ver en sus pantallas la pelea del ruso contra el surcoreano. ¿Revancha o una segunda humillación? Todo el mundo está a la espera de lo que la pelea deparará para ambos boxeadores.
Jimin no se siente cómodo al saber que su padre está aquí, y que el boxeador con el que se enfrenta Jungkook, es el mismo con el que ocurrió todo el desastre la última vez.
El castaño mira hacia todos lados en busca de su padre, sus ojos color miel se ensanchan para poder tener una mejor visión, la campana suena y el primer round da por iniciado. Cuando divisa a su padre sentado al lado del de su amiga Zoe, se pone en pie.
—¿Qué ocurre? —indaga Amber, preocupada.
—Nada, cuida de Emma. Vuelvo enseguida —contesta vagamente.
—Pero…
La rubia lo ve partir, intenta ver a dónde se dirige, pero los gritos de Emma apoyando a Jungkook la hacen llevar su atención al ring nuevamente.
—Sígueme —es lo que murmulla en el oído de su padre.
Won se ajusta su chaqueta y luego se pone en pie, siguiendo muy de cerca a su hijo.
—¿Te sucede algo? ¿Necesitas dinero? —lo cuestiona su padre cuando están a solas. —Solo dime cuánto es lo que necesitas —borbotea al mismo tiempo que saca su chequera del interior de su chaqueta.
—¿Qué haces? —indaga Jimin al darse cuenta que escribe sobre el papel.
—Firmando un cheque para ti.
—Pero es que no te he pedido dinero. No lo necesito.
—Oh, tú si lo necesitas hijo mío —replica Won, señalando al castaño con su bolígrafo.
—Claro que no —escupe a la defensiva, mientras ve a la distancia como el primer round ha terminado.
—Jimin, Jeon no tiene nada que ofrecerte. Ahora limpias, lavas y trabajas —verbaliza de manera burlona. —Bien, no me digas la cantidad. Escríbela tú mismo, no tengo ningún problema en darte dinero —agrega, acercándose para entregarle el bolígrafo y la chequera.
—Me robaste, me quitaste mi dinero. Mi propio dinero —le recuerda Jimin, molesto.
—No te robé.
—Oh, claro que sí. No mientas, padre.
—Ese dinero está guardado en una nueva cuenta. Sí crees que dejaré que uses el dinero que tú madre y yo te dimos para mantener a Jeon y su carrera, estás muy equivocado, Jimin —expone con elocuencia, Won.
—Ese dinero lo usaría para Emma y…
—Mentiras —lo interrumpe con sorna Won, mientras el segundo asalto termina—. Te haré una pregunta y quiero que seas sincero. ¿En qué gastaste el dinero de tu venta de garage? ¿Emma? ¿En serio?
—Una parte en Emma —contesta el castaño.
—¿Qué hay del resto? ¿En qué invertiste el resto?
—Que importa es mi dinero, no tiene por qué importarte en que lo gasto.
—Lo invertiste en él —le recrimina molesto su padre—. En ese aprovechado. Solo se está aprovechando de ti, Jimin. Date cuenta.
El castaño ve a su padre, lleva sus manos a la cintura, suspira y luego sonríe.
—Él te está utilizando, por favor date cuenta —insiste alterado.
—Él único que utiliza a las personas eres tú, padre —murmura Jimin. —Las utilizas para tú maldita conveniencia, los adulas y enalteces mientras sigan tus estúpidas reglas. Y entonces si un día decides que hay alguien mejor te deshaces de él, y vas por alguien que te dé mejores beneficios. El único manipulador y aprovechado eres tú —agrega, está vez alzando un poco más el tono de su voz. —No me interesa que creas que Jungkook me utiliza, es mi esposo y lo voy ayudar porque es lo que las parejas hacen. Ayudarse mutuamente, padre. Así que no pienso seguir desperdiciando mi tiempo contigo y tus tontos y desubicados comentarios sobre Jungkook —se da la vuelta, pero sobre su hombro le da un último vistazo a su padre y añade—. Y no, no pienso disculparme nunca contigo.
Dicho eso, empieza a caminar hacia su asiento, escucha los gritos de la audiencia y se detiene en el pasillo y ve a través de la pantalla como Jungkook noquea al ruso de un gancho de izquierda. Sonríe y luego acelera sus pasos hasta llegar donde Emma y Amber celebran emocionadas.
Cinco rounds fueron suficientes para que el gran Jeon, noqueara al ruso que lo había retado. La sonrisa en el rostro del boxeador no se la puede borrar nada, ni el simple hecho de no haber visto a Jimin junto a Emma en los minutos descanso entre rounds.
—¿Cómo te sientes, Jeon? —lo entrevista el presentador.
—Malditamente bien, muy feliz. Quiero agradecer a los gerentes de UFC que me permitieron hacer esto. Es una despida del box, y estoy contento de haberlo hecho de esta manera, gracias por esta oportunidad y gracias a las personas que me apoyan.
—¿Entonces estás retirándote?
El pelinegro niega y con voz cansina responde—. Del boxeo sí, pero seguiré activo en las MMA, me verán en el octágono defendiendo mi título y luchando para ser campeón en otra división de la UFC.
—Tu izquierda es grandiosa. ¿La utilizarás más en el octágono?
—Posiblemente —acota, sonriendo—. Las MMA son distintas al igual que los oponentes, pero utilizaré mi izquierda cuando pueda.
—Felicidades, Jeon.
El surcoreano asiente, saluda al público desde el ring y luego baja y va directo hacia Emma y Jimin.
—¿Lo viste? —cuestiona al castaño mientras carga a Emma.
—En la pantalla —responde Jimin. —Hablé con mi padre, bueno, más bien perdí mi tiempo con él —le comenta entre murmuros mientras se abrazan.
—¡Jeon! ¡Jeon! —lo llaman impacientes los fanáticos y reporteros.
—¿Estás bien? —indaga, asegurándose de que Won no haya hecho sentir mal a su chico.
—Sí, lo estoy —afirma, entrelazando sus manos. —Será mejor que vayas con ellos —le sugiere entre risas, Jimin.
—Bien, esperen por mí en el vestidor —le indica.
El castaño asiente, toma la mano de Emma y juntos caminan hasta el vestidor. Diez minutos después Jungkook aparece, se ducha, se viste, se despide y agradece a todo su equipo y luego sale junto a su chico y la niña.
—¿Qué sucedió con tu padre? —inquiere, cuando llegan al estacionamiento.
Jimin deja a Emma en el asiento trasero, le coloca el cinturón y luego cierra la puerta.
—Como te dije, solo perdí mi tiempo. Supongo que mi padre nunca dejará de creer que solo me estás utilizando, entonces no importa nada que venga de él —acota el castaño.
—¿Entonces nunca tendré una noche divertida con mi suegro? —pregunta de manera sarcástica, Jeon.
—Es una pena decirte que no, amor —chista Jimin, siguiéndole la corriente.
—Eso me hace sentir muy triste, cariño —continua el pelinegro, mientras entran al auto.
—Cierra la boca, cualquiera pensaría que es cierto —dice entre risas, Jimin.
—Lo es.
El castaño se ríe de manera fuerte y cuando se calma comenta—. Estoy seguro que ambos no tienen la mínima intención de pasar ni siquiera unos segundos uno frente al otro.
—Supongo que tienes razón, birdie —concuerda el mayor, encendiendo el vehículo.
—Lo sé, siempre la tengo —fanfarronea el castaño.
—¿Siempre? —inquiere el pelinegro.
—Bueno, casi siempre —se corrige el menor.
El semáforo se pone en rojo, Jungkook extiende su brazo derecho y entrelaza su mano con la de Jimin. Se miran mutuamente, sonríen y luego se dan un casto beso.
—¿Qué quieres cenar, Emma?
—Pizza, quiero pizza. ¿Podemos comer pizza?
—¿No irás con Johann y el resto del equipo? —indaga el castaño.
—No, quiero quedarme con ustedes. Llamaré a Johann al llegar al hotel, ahora vamos por pizza.
—¡Sí, pizza! —exclama Emma—. Quiero con queso, con mucho queso.
—Todas las pizzas llevan queso, Emma —le enfatiza Jungkook.
—Se refiere a que quiere la de orillas con queso —le explica Jimin.
—¡Sí, esa! —suelta emocionada—. ¿Podemos comer helado luego? De fresa, delicioso
Jimin está por contestar, pero Jungkook se adelanta.
—Sí, iremos por helado también.
El castaño ve de soslayo al pelinegro y niega.
—¿Algo más?
—Yo quiero una tarta de manzana —dice Jimin.
—Una tarta de manzana para Jimin —canturre Emma.
Los mayores ríen y continúan conversando. Jungkook baja del auto y entra a la pizzería, pide su orden y luego espera unos minutos. Algunas personas lo saludan y otras se acercan a él para fotografiarse junto a él.
Cuando su orden está lista la toma y cuando está por salir se encuentra frente a frente con el italiano.
—Jeon.
—Dimarco.
Es lo único que se dicen en los pocos segundos que se detuvieron uno frente a otro.
—Saluda a Jimin de mi parte —añade el italiano.
—Sí, eso no pasará —parlotea sereno, Jeon.
Mientras el surcoreano sale del local el italiano entra, Jungkook hace una breve parada en el estacionamiento ya que un par de chicos lo reconocieron y accedió a firmarles autógrafos y a tomarse fotografías. Se despide apurado luego que Jimin le llamará al celular, a pasos rápidos llega al auto, se disculpa con ambos y luego van en busca del helado y la tarta de manzana mientras Emma les plática sobre la película de Barbie que todos dentro del vehículo ya conocen de memoria.
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