49

POV. JK.

Salgo de la camioneta y veo como Amber sube a Emma a la parte trasera del auto que conduce John. Ella alza su mano izquierda y la agita en despida mientras entra de manera rápida.

Rosalina me entrega la llave de la camioneta y el guardia de seguridad se acerca a ella y le entrega la llave del Audi. Lo sé por el llavero de Shrek que cuelga al lado de la llave. Antes de subir al lujoso auto me da una mirada furiosa y luego desaparece tal cual Amber y Emma lo hicieron.

Subo los escalones de dos en dos y recorro el pasillo hasta llegar a la puerta del apartamento más grande del edificio. Subo la pequeña tapa que cubre el teclado pegado a la puerta e introduzco el código mientras internamente suplico que Jimin no haya cambiado el código.

El sonido y la separación de la puerta con la pared me confirma que no lo ha hecho, abro, entro y cierro. Recorro la sala y no hay nadie, me detengo frente a la habitación y veo hacia dentro debido a que la puerta está semi abierta. Diviso ese largo y enorme tocador blanco a solo unos cuantos pasos lejos de la cama dejando poco espacio entre el tocador mediano y con espejo que utiliza.

Suspiro y empujo la puerta con la palma de mi mano izquierda, ese estúpido tocador es más grande que la cama. Resignado comienzo a hacerme la idea de que ese tocador no lo venderá por nada del mundo porque en algún lado debe estar su sin fin de ropa que no puede soltar por nada del mundo.

Escucho ruido proveniente de la habitación de baño, me retiro los zapatos uno tras otro y camino hasta quedar bajo el umbral de la puerta. Lo veo amarrarse una bata de chandal negra, cuando se ve en el espejo me mira, pasa sus manos sobre su cabello mojado y lo agita actuando como si no me hubiera visto.

—No vuelvas a irte de esa manera —espeto con voz ronca.

—Haré lo que yo quiera, Jeon —lo escucho replicar mientras se da la vuelta y luego camina hacia mí. 

Es hermoso. Jimin, es el ser humano más hermoso del mundo. 

—No, tú no puedes hacer lo que quieras —digo, parándome al centro para evitar que pueda salir del baño.

—Sí, sí puedo. Ahora déjame salir.

—¿Te gusta esto? ¿Te gusta verme celoso? ¿Es eso? 

Su entrecejo se frunce y mientras me mira extraño dice—. ¿De qué estás hablando? Piensas que es divertido verte actuar como idiota, verte inseguro por Dimarco. Por favor, Jungkook. Madura.

—Tú y él estuvieron comprometidos, ¿Cómo se supone qué…

—Porque era mi única alternativa, Jungkook. Sí, él me ayudó, el malo fui yo porque lo utilicé, porque desde un principio sabía que volvería a ti porque te amo. ¿Por qué te cuesta entenderlo tanto? —me interrumpe exaltado.

Me empuja y al ver que no me ha movido, se acerca a mí a la fuerza y sale del baño.

—Supongo que porque veo como te mira, puedo ver el amor y el deseo en sus ojos. Lo tienes, lo tienes en tus manos —verbalizo molesto.

Él suelta una risa burlona, se gira y parlotea—. No me importa tener a Dimarco, te quiero a ti, imbécil —suspira y luego lame su labio inferior con la punta de su lengua—. Escucha, no quiero seguir con esto, es absurdo y ridículo. Así que lo último que diré es que me casé contigo en ese pequeño y horrible establecimiento en Las Vegas, porque estoy enamorado de ti. Tú y Emma son lo más preciado que tengo, y no quiero perder el tiempo con estas cosas. Si te sientes inseguro después de todo lo que hemos vivido estos meses, es tu maldito problema, Jungkook. Me niego a seguir diciéndote lo mucho que te amo, cuando ya te lo he demostrado.

Me quedo en silencio mientras él se dedica a mirarme, sus lindos ojos color miel me miran y siento mis piernas temblar. 

Lo escucho bufar y entonces vuelvo a la realidad, me da la espalda y luego comienza a caminar hacia la puerta. Doy tres pasos largos y consigo detenerlo, lo abrazo por la espalda y desciendo mi cabeza hasta posar mi barbilla sobre su hombro izquierdo.

Él ni siquiera se inmuta, mis brazos cansados rodean su cuerpo y luego de escucharlo suspirar decido quedarme en silencio. Pienso en lo idiota e inmaduro que he sido, pero si tan solo se pusiera en mi lugar por un segundo. Si tan solo entendiera lo difícil que le resulta a mi ego aceptar que un chico mimado ha escogido a alguien como yo, un luchador en ascenso que por el momento no tiene casi nada. Si él tan solo entendiera la manera con la que Dimarco lo mira, entendería mi accionar, pero ahora que lo tengo entre mis brazos, sintiendo como mi cuerpo cubre el suyo, es como si ambos hubiésemos sido creados a la medida del otro.

—Discúlpame —murmuro mientras mi nariz acaricia la suave piel de su cuello.

Me quedo en silencio una vez más y ahora pienso en que soy afortunado al tenerlo a mi lado, el recuerdo de sus ojos anegados en lágrimas me invade y esbozo una sonrisa. Estoy seguro de que tenía miedo, pero se puso en pie se acercó al octágono y con mucha fuerza de voluntad me pidió someter a mi adversario. 

Aceptó casarse conmigo sin siquiera pensarlo demasiado, vendió sus pertenencias pensando en Emma y en mis campamentos. Se alejó de su padre y ahora estoy con él, está a mi lado porque me ha escogido y entonces ahora sé que lo único que debo hacer es demostrarle cada día lo agradecido que estoy por tenerlo a mi lado, cumplir sus caprichos y mimarlo porque se lo merece.

—Discúlpame —repito, está vez sobre su oído izquierdo. 

—Muéstrame lo arrepentido que estás —me pide en voz baja.

Sonreír es casi imposible, con mis labios tomo una porción pequeña de su oreja y la presiono, desciendo un poco jugueteando con el lóbulo hasta escucharlo suspirar.

—¿Estás seguro? —bromeo.

—Muy, muy seguro —suspira mientras mi mano derecha aparta la tela de chandal de su pecho para poder ver sus pezones.

Mis labios van a su cuello mientras las yemas de mis dedos pellizcan sus abultados y rosados pezones, ladea su cabeza y la recarga sobre mi hombro cuando pellizo su pezón.

—Mmm —gesticula entregándose por completo a mí.

Veo su rostro y puedo jurar que es perfecto, su pequeña nariz, su lindos ojos entrecerrados mientras disfrutan del toque de mis ásperas manos. Sus expresiones ante mi cercanía es justo lo que se merece, lo que me merezco. Lo que nos merecemos.

Lo giro en su solo movimiento y tambaleante él se sujeta de mis bíceps, los acaricia con dulzura mientras me mira fijamente. Sus manos toman las mías y luego las deja caer, ahora coge el borde de mi camisa y comienza a elevarla hasta que consigue deshacerse de ella, lanzándola al suelo.

Sus ojos ahora viajan a mi abdomen me estremezco al sentir sus dedos delineando el área izquierda cerca de mi hígado, sé que tengo un hematoma allí. Extiendo mi brazo, tomo su barbilla y lo obligo a mirarme.

Me mira, lo miro y luego de unos segundos me regala una tierna, pero coqueta sonrisa. Sus manos van a la cincha de la bata, la desata y la abre despacio. Humedezco mis labios al ver cómo la tela desciende lento de sus hombros, cayendo a sus brazos hasta rozar sutilmente cada ápice de su blanquecina piel mientras desciende.

—Soy tuyo, Jungkook —lo escucho decir.

Lo veo de pie ante mí, lo único que cubre su piel es una diminuta braga de blonda color ocre. Doy un paso al frente y usurpo su boca de manera desesperada, él me corresponde de la misma manera y eso me enciende todavía más.

Le doy la vuelta y suelta un gemido ahogado cuando siente mi mano sobre su pene, lo acaricio sobre la tela de blonda mientras se restriega en mí.

—Dime lo que quieres, birdie —articulo con voz ronca.

—A-a ti

Detengo mi mano y ahora la paseo sobre el borde de la braga, la desciendo un poco hasta dejar su culo descubierto. Lo nalgeo y él además de sobresaltarse jadea complaciente, me agacho un poco y beso la curva de su trasero para por último morder su glúteo derecho sin lastimarlo.

—Oye —se queja, intentando alejarme.

—Quédate quieto —le ordeno, él abre la boca, pero antes de que proteste agrego—. Tengo tantas ganas de cogerte, no tienes idea de lo mucho que deseo estar dentro de ti 

—¿Estás dándome órdenes? —me cuestiona mientras se cruza de brazos.

—Ya recordé que saliste furioso del estacionamiento, te llevaste a Emma y me dejaste solo —relato.

Su ceño se frunce de inmediato.

—Tú no vas a hacer eso de nuevo. Nunca —le indico con autoridad—. Nos vamos a enfadar y a discutir, pero tú y yo vamos a estar juntos siempre. ¿Entendido?

Espero por su respuesta, pero no dice nada, lo giro y trastabilla debido a que su braga está en sus muslos.

—¿Entendido, birdie?

Ladea su cabeza y sonríe como si estuviera jugando, diviso el estúpido tocador, lo cargo sobre mi hombro y lo depósito sobre el tocador. Antes de que se queje lo beso con vehemencia, él intenta frenarme, pero luego termina cayendo en mi juego, me alejo un poco y de un solo tirón le quito la braga para lanzarla sobre mi cabeza.

Vuelvo a besarlo haciendo que pierda de vista mis movimientos, bajo mi pantalón deportivo junto a mi boxer. Él besa mi pecho y yo masturbo mi pene, lo abro de piernas y luego me apego a él.

—Mi pequeño birdie, está por recibir una lección —parloteo deseoso.

Sus ojos se ensanchan al sentir como me hundo dentro de él, me sorprendo al sentir lo húmedo que está. Él iba a buscar la manera de excitarme para que tuviéramos sexo, acercó mi rostro al de él, lo beso y él aprovecha para aferrarse a mis hombros mientras empujo con fuerza hacia dentro.

—Ju-Jungkook —lloriquea.

Lo ignoro y continuo embistiendolo rápido y profundo. Me detengo unos segundos, él me mira y entonces retrocedo unos centímetros y luego me hundo hasta quedar juntos.

—Aaah —gime en mi rostro.

—¿Entendiste, birdie? —lo interrogo mientras lo cojo profundo.

Sus labios rojos debido a la brusquedad de mis besos y a la manera en la que muerde y presiona para no quejarse y gemir. Los separa, pero no consigue emitir una sola palabra, entonces en su lugar asiente de manera vaga.

—Eres mi perdición —susurro al sentir lo bien que presiona mi pene cuando dejo de moverme.

Salgo de él y saco un poco más su cuerpo, enrolla sus piernas alrededor de mi cintura y me acerca a él.

—Te quiero dentro —verbaliza con voz cansina y rostro sonrosado. —Quiero que te corras dentro, quiero sentirte dentro de mí —habla de manera rápida.

—Primero di que me amas —le pido con una sonrisa socarrona.

—Jungkook —protesta mientras presiona mi cintura con sus piernas.

—Dilo —demando divertido.

Chasquea su lengua molesto, pero luego lo oigo decir—. Te amo.

Estoy por seguir con mis juegos, pero él toma mi pene, lo alinea en su entrada y se las arregla para que lo penetre.

—Mmm —canturreo alabando lo bien que se siente estar dentro de él.

—Déjate de juegos y compláceme —me reta de manera sexi.

—Estoy para complacerte, cariño —le aseguro mientras lo embisto y estímulo su pene.

Segundos después gime tan fuerte que me duelen los tímpanos, se corre manchando mi mano y parte de mi abdomen. Complacido deja caer su cabeza hacia atrás mientras se apoya en sus codos. Acelero un poco y llego a mi climax, mi semen se esparce dentro, me hundo profundo y lo abrazo para sostenerlo mientras siento como mis testículos se humedecen.

—Mirame —le pido.

De inmediato alza su cabeza y abre sus ojos.

—Te amo birdie —susurro en sus labios mientras doy empujoncitos pequeños, seguro de que puedo correrme una vez más.

—Eres demasiado bueno —me elogia. 

Nos reímos al escuchar el sonido obsceno que mi pene hace al hundirse en él. Sus brazos rodean mi cuello, me besa lento y me pierdo en él. Al salir de él lo cargo unos segundos y luego lo dejo en el suelo.

—No, no, cargame —lloriquea como un niño.

—Jimin…

—Lo digo enserio, cargame —me interrumpe. —Me tiemblan las piernas —confiesa y yo solo rio para luego mirarlo con atención.

Sus piernas tiemblan mientras mi semen recorre la parte anterior y posterior de sus muslos.

—Pero tú deseabas esto —bromeo.

—Tú también, lo dijiste en el domo —suelta a la defensiva mientras lo cargo.

—Sí, pero quién estaba usando esa linda braga de blonda y esa bata de chandal eras tú —lo acuso y se ruboriza al instante—. Estabas dispuesto a todo ¿no?

—Amor —masculla entre dientes, intentando ocultar su rostro en mi pecho. 

—Me gusta, me gusta que tomes la iniciativa. Me encantan esas bragas, te compraré muchas porque después de mis peleas vendremos a casa y voy a cogerte y luego te haré al amor hasta quedarme dormido en tus brazos —le hago saber.

Me mira sorprendido y luego gesticula ansioso—. Prometelo.

Me detengo bajo el umbral de la puerta del baño y desternillo en risas.

—Jungkook, prometelo —me exige desesperado, forzándome a mirarlo. —Amor —refunfuña.

—Lo prometo —digo entre risas. —Lo prometo —repito, ahora con tono serio.

—Bien, me gusta la idea. La amo —canturrea. —Ahora ayúdame a ducharme de nuevo —me indica con su mirada tierna y un puchero formado por sus labios.

Lo veo y me palpita el corazón como un adolescente, este chico me tiene embelesado y lo sabe.

—Vamos a ducharte, birdie —susurro y él de inmediato sonríe.

Lo dejo en la tina y cuando enciendo el grifo se emociona como un niño. Lo limpio con una esponja mientras me plática sobre su venta de garage, lo escucho como si se tratara de algún tema importante para la humanidad. Supongo que es porque lo amo, porque es lo que haces cuando amas a alguien, lo escuchas hasta que culmina mientras lo miras y dices comentarios sobre lo que piensas. Amar es dar sin recibir nada a cambio, Jimin se entregó a mi sin esperar una vida llena de lujos, lo menos que puedo hacer es complacer y amar a mi lindo chico mimado cada día, hora, minuto y segundo.

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