La noche del evento ha llegado, la recepción luce tal cuál como Jimin lo planeó, antes de iniciar sin duda por primera vez agradeció a los empleados que se esforzaron para que todo luzca y marche de maravilla.

Si realmente no estuviera feliz con lo que está haciendo, diría que le duele el rostro de tanto sonreír, pero como no es el caso. Cada sonrisa que adorna su rostro es de completa felicidad.

—Gracias por asistir —agradece el castaño, estrechando su mano con el representante de ejecutivo de la UFC.

Se da media vuelta saluda a un par de invitados más, y se acerca a la mesa en la que se encuentra la esposa del presidente de la asociación de boxeo. 

—Agradezco tanto que estés aquí —masculla Jimin, mientras abraza a la mujer.

—Es un placer estar aquí. Cuando escuché de tu proyecto me emocioné, estoy muy feliz por ti, Jimin —dice ella con elocuencia.

—En serio gracias —repite el castaño.

—Jimin, por favor acompáñame —le pide Amber.

El castaño se despide y sigue a la rubia.

—¿Estás listo? —lo cuestiona y agrega sin dejarlo hablar—. Yo sé que sí, sube a ese escenario y lúcete.

—¿Y Emma? —inquiere él buscándola con la mirada.

—Con John, le dije que la llevará al escenario. Vamos —coge la mano de Jimin y juntos caminan hacia el escenario—. Todo el mundo está aquí, es tú momento y el de los niños de la fundación.

John se acerca con Emma, la niña camina hasta Jimin y de inmediato entrelaza su manita con la de él.

—Gracias. Por favor no se alejen, siento que estoy temblando —les pide Jimin antes de empezar a subir los escalones.

—Estaremos aquí —asevera John y Amber solo se limita a asentir mientras abraza su MacBook.

El hijo de Won Park sube los escalones sosteniendo la mano de Emma. La vicepresidente de la fundación dirige unas palabras y luego le da paso a Jimin.

Él camina hasta el micrófono y en la primera mesa ve a su padre y en la siguiente a Dimarco junto a parte de su equipo y amigos de la élite. Sonríe y luego ve hacia la izquierda, al bajar las gradas del escenario en esa pequeña oscuridad se encuentra John, Amber, Celia y su amiga Zoe.

Emma presiona su mano y él desciende su mirada, ambos se sonríen y luego Jimin dirige su atención a los presentes.

—Buenas noches a todos, quiero empezar agradeciendo a todas las personas que hicieron esto posible. Es justo como lo planifique —comienza hablando. —Ahora quiero agradecer a cada uno de ustedes que se tomó un poco de su tiempo para asistir a este evento tan importante, no solo para mí, sino para los niños de la fundación que mi madre creó. Es un placer para mí continuar con su legado, estos meses he descubierto que el mejor premio es ver la sonrisa de Emma cada vez que se divierte. Es difícil explicar mi decisión de apadrinarla, pero he aprendido mucho de ella estos días, me hace querer ser mejor persona cada día y eso me hace feliz —Jimin se detiene al escuchar la risa de Emma.

La niña suelta su mano y lo abraza.

—Al apadrinar un niño con cáncer no solamente le están brindando ayuda con sus tratamientos médicos, si no también se darán la oportunidad ustedes de ver la vida diferente, a como ellos la ven. Este proyecto cuenta con muchas opciones de apadrinamiento, hasta la opción de adopción de uno de los niños.

Los ojitos de Emma se ensanchan al escuchar la palabra adopción. Jimin alza el rostro de la pequeña y ella lo mira con sus lindos ojos brillosos tras sus gafas.

—Emma, ¿me darías la oportunidad de convertirme en algo más que tu padrino? 

—¿Cómo pa-papá? —trastabilla la niña, mientras todos prestan atención a la escena frente a ellos.

Jimin asiente emocionado.

La niña salta felíz y luego suelta un claro y perfecto—. ¡SI!

Todos los presentes se ponen de pie entre risas, aplausos, gritos y silbidos debido a la linda escena que han presenciado.

—Todos recibirán un folleto con la información de nuestro proyecto, nuevamente gracias por asistir. Disfruten el resto del evento —culmina el castaño mientras carga a la pequeña en brazos.

John sube al escenario y ayuda a Jimin a bajar las escaleras, cuando está abajo Amber lo abraza tan fuerte que entre ambos casi aplastan a Emma.

—No respiro, no respiro —se queja la castaña.

Jimin la deja en el suelo mientras conversa con su abogada y la vicepresidente de la fundación.

Emma juega a las escondidas con Amber, la rubia por fin entendió que no hay manera en que la niña esté sentada por mucho tiempo, así que ha decidido unirse a ella.

La pequeña busca su próximo escondite, pero se frena en seco al reconocer a Jeon. Mira hacia todos lados y al no ver a Amber cerca trota con sus pequeñas piernas hasta la mesa en la que se encuentra el boxeador.

—Jeon —lo llama la castaña, mientras tira de la chaqueta.

Jungkook el cual se encuentra concentrado en una sola persona, no siente que alguien jalonea su chaqueta y que lo llaman.

Los ojos del surcoreano están puestos en el castaño que se mueve de un lado a otro, saludando y sonriendo a los invitados.

—Jeon —lo llama por segunda vez, Emma.

Johann codea a su hija, la rubia ve a la pequeña y sonríe grandemente.

—Jungkook, está ocupado mirando desde lejos a…

—Guarda silencio, Ros —la interrumpe él con voz ronca—. Te dije que no quería venir.

—Pero viniste, y no te veo para nada molesto o incómodo —replica ella a la defensiva.

—Tienes una admiradora, no seas maleducado —lo reprende Johann.

El pelinegro mira a su entrenador y a su amiga, la rubia le señala a la niña y él ladea su rostro hacia la derecha y luego lo desciende un poco y entonces la observa.

—Jeon —gesticula con una enorme sonrisa.

—Emma, hola —la saluda él al reconocerla—. ¿Qué haces aquí? Creo que estás un poco lejos de…

—Estoy jugando a las escondidas con Amber —interviene la niña. —Oye, tú podrías hacerme un favor —suelta repentinamente.

Rosalina ve a su padre, Johann ve a Jeon, y Jungkook observa a su entrenador en busca de ayuda. El alemán asiente y él a regañadientes también lo hace.

—Sí, pero depende que tipo de favor —accede y aclara.

—Bueno, mis amigos en la fundación no creen que eres mi amigo. Entonces, no sé, pensé que podrías venir a mi fiesta de despedida de la fundación y decirles a todos que si eres mi amigo para que por fin me crean —le comenta la niña. —¿Vendrás? —indaga impaciente.

Jungkook se queda en silencio, ya ha estado en la fundación con Jimin. Recuerda todo y por unos segundos su mente se desconecta de su cuerpo.

—Por favor, di que sí —le suplica Emma.

—Vamos, Jungkook. Responde —se entromete Rosalina, divertida.

—¡Emma! —se escucha la voz de una quinta persona acercándose a la mesa. —Buenas noches, yo… —se pausa así mismo al reconocer a las personas frente a él.

—Joven Park —lo saluda Johann.

—Jimin —enfatiza el castaño.

—Sí, disculpa. Me lo dijiste y lo olvidé —recuerda el alemán entre risas.

—No hay problema, coach Müller —murmura Jimin. 

El castaño los mira y jura no haberlos invitado, o quizás sí y lo olvidó.

—Entonces si vendrás.

Escucha la voz de la niña y lleva su atención a ella.

—Emma, no puedes andar jugando a las escondidas por todo el local —se dirige Jimin a ella. —Gracias por asistir y disculpen si Emma los incómodo —se disculpa y agradece mirando solamente a Johann.

Jungkook lo mira detenidamente y se da cuenta que no lo ha mirado, al menos no como él quisiera.

—Jeon, porfis, porfis —lloriquea Emma.

—Emma, vamos —dice el castaño acercándose un poco más para tomar una de sus manos.

—Espera, solo quiero que Jeon diga que sí —borbotea impaciente.

—Emma, basta —le pide Jimin. —Deja tranquilo al señor, Jeon y sus acompañantes —agrega en tono frío.

Las cejas de Jungkook se elevan mientras un nudo se forma en su garganta. ¿Desde cuándo es el señor Jeon para Jimin? Lo mira, pero el castaño no lo ve a él, solo se fija en la niña.

Rosalina se pone en pie al igual que su padre, la pequeña se suelta del agarre de Jimin y sigue a la chica. Es lo que Amber le había dicho, que debía seguir a la rubia.

Los ojos color miel de Jimin por fin ven directamente el rostro de Jungkook, entonces aquella desesperación que el pelinegro sentía ahora ha desaparecido.

—Gracias —murmura el castaño. —Gracias por venir. Sé que no te interesa, pero fuiste quién me inspiró a llevar a cabo este proyecto —confiesa en voz baja.

Jeon en silencio solo se limita a escucharlo y a mirarlo. ¿Qué no le interesa? Acaso no puede notar lo mucho que le cuesta controlar sus expresiones. Lo mucho que lucha contra él mismo para no hacer una locura ahora mismo luego de lo que ha descubierto.

El pelinegro asiente y luego se da la vuelta, Jimin suspira, muerde el interior de su labio inferior y extiende su brazo izquierdo para poder detener a Jeon.

—Y-yo en serio espero que un día puedas perdonarme —articula el castaño.

Jungkook sonríe y luego resopla, se da media vuelta, causando que Jimin lo suelte y ahora quien lo sostiene es Jeon hasta el punto de acercar lo  suficiente al menor y hacerlo sentir más pequeño de lo que ya es.

—¿Por qué te disculpas por algo que no hiciste intencionalmente? —lo interroga Jeon con voz firme.

Los ojos de Jimin se ensanchan, su cerebro está intentando procesar la pregunta, y el resto que él mismo se está haciendo mentalmente.

El castaño aclara su garganta y musita tartamudeando—. T-tú, tú… ¿A-acaso t-tú? Tú…

—Disculpen la interrupción —se excusa Dimarco. —Tu padre quiere hacer el brindis —se dirige a Jimin.

—Sí, pero es que…

—Ve —lo interrumpe Jeon, soltando su brazo—. Ve, hablaremos luego.

Jimin no dice nada, suspira y luego se da media vuelta, Dimarco le sonríe, él le corresponde y luego caminan hacia la primera mesa frente al escenario bajo la atenta mirada de Jungkook.

Una hora más tarde el evento había llegado a su fin, entre todos los invitados Jimin lucha para encontrar a Jungkook, pero es en vano. creía que lo esperaría al final, tienen mucho qué hablar y aclarar, pero al parecer no le importa demasiado.

—Ten, me pidieron que te entregará esto —habla Amber, llamando su atención.

Jimin ve el papel en su mano y arruga sus cejas. Cuando lo desdobla se relaja y ve a la chica.

—Yo me encargo de Emma.

—Gracias, Am —verbaliza emocionado y luego la abraza.

Le da un vistazo una vez más al papel y en el fondo siente esperanza. Sonríe y luego sale del local intentando controlar todas y cada una de sus emociones.