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Seis meses han pasado y el revuelo por Jeon está por doquier, cualquier amante del boxeo que apoyó al surcoreano cuando estuvo sobre un ring, ahora también ven las peleas de MMA para seguir muy de cerca sus victorias.
Sus enfrentamientos no habían sido solo locales, junto a Johann y su equipo ha viajado a Brasil, Miami y Canadá. Sus victorias son cuatro knockouts y una victoria por decisión unánime de los jueces. Su popularidad entre el mundo del boxeo y el escándalo de dopaje de su último encuentro en el ring llama mucho la atención de cualquiera.
Si bien el surcoreano cuenta con demasiado apoyo, también cuenta con gente que lo abuchea y le recrimina sobre su pasado. Entonces cada vez que es atacado verbalmente por alguien se recuerda que no puede hacer cambiar de parecer a las personas y que debe vivir el presente tal y como Johann se lo suele aconsejar.
El T-Mobile Arena de Las Vegas tiene las puertas abiertas una vez más, pero ahora no es para peleas de UFC, esta vez es para premiar a aquellos luchadores que dejan sangre, sudor y lágrimas dentro del octágono.
—No puedo creer que tengas casi cinco millones de seguidores en Instagram, Jungkook —lloriquea Rosalina.
—No puedo creer que te fijes en eso —balbucea Jeon, nervioso.
Ella despega la vista de su celular y lo ve fijamente.
—¿Seguro que estás bien? —lo interroga.
—Sí, es solo que no esperaba que me invitaran, sigo siendo amateur en el MMA.
—Sí, pero eres el amateur más popular y fuerte hasta el momento —se entromete en la conversación Johann.
—Relájate y disfrutemos de esto —le propone Rosalina.
Él suspira y solo se limita a asentir, y es que después de todo se lo merece. Ha soportado muchos golpes y el simple hecho de estar en esta premiación ya es un triunfo porque ha conseguido que los de la élite nuevamente se fijen en él.
Rosalina se da el último retoque en los labios y luego se queda viendo a su padre y a su amigo.
—Estoy lista —anuncia.
—Por fin, larguémonos de aquí —dice Johann tomando su saco color negro.
Jungkook toma su sacola de color beige y espera a Rosalina, ambos lucen perfectos. Ros utiliza un pantaloncillo y chaleco color beige, Jeon viste un pantalón beige a juego con su sacola y una camisa negra cuello de tortuga.
—Espera, espera. Dame tu móvil —le pide ella.
Sin rechistar él se lo entrega y luego se pone su sacola, ella se acerca a él y se toman un para de fotografías.
—Postea algo que no sea de lucha en tu Instagram.
—¿Es esa tu manera de pedirme que te suba a mi Instagram —bromea el pelinegro.
—Solo hazlo.
—¿Quieres que también les pida que te vayan a seguir a tu cuenta? —continua con la broma.
—Cállate y muévete, llegaremos tarde.
Ambos suben a la limosina y ahora ya no le sorprende lo lujosa que es por dentro, y entonces recuerda su pasado.
—Posiblemente pases al escenario papá —comenta Rosalina, captando la atención de Jeon.
—Sería genial ver al jefe en el escenario —musita Jungkook, mientras la rubia asiente de acuerdo a lo que ha escuchado.
El vehículo se detiene de manera brusca y luego la ventanilla que separa la parte trasera de la limosina con la delantera desciende un poco.
—Disculpen el inconveniente, pero las personas que esperan por los luchadores están tan emocionados que no les importa ser atropellados —les hace saber el conductor.
—Está bien, conduce con cuidado —habla Johann.
—Tranquilízate, nadie va a lastimarte. Podrán insultarte, pero no agredirte.
—Rosalina —la reta su padre.
—Bueno, me callo —masculla ella divertida.
Cuando el auto llega hasta el punto específico, se detiene y luego la puerta se abre. El primero en salir es Johann y luego caballerosamente ayuda a su linda hija a salir.
Jungkook, por su parte, se queda sentado por unos segundos, por más feliz que esté, en el fondo esto le genera un poco de ansiedad. En especial, cuando hay personas que lo detestan debido a lo sucedido con Park.
Decidido sale de la limusina, acomoda su sacola y alza su rostro, ve hacia el frente y ve a dos hombres alejarse del sitio donde se fotografían. Uno de cabello azabache y otro castaño.
Ve las hebras castañas que caen en la parte de su cuello con el viento y si no estuviera tan lejos y tan obsesionado con Jimin, podría jurar que es él.
Johann lo hace regresar a la realidad y minutos después caminan entre fanáticos y fotógrafos hasta llegar a la alfombra roja en la que se toman el tiempo para posar.
—¡Jeon!
—¡Jeon, aquí!
—¡Jeon!
Lo llaman los fotógrafos mientras dan su mayor esfuerzo para obtener la mejor fotografía de la noche del ex boxeador que ahora está empezando a brillar en el mundo del MMA.
—Jeon, ¿Te doparas como lo hiciste antes?
Rosalina ve furioso al hombre y Johann se acerca a Jungkook, y lo lleva adentro mientras lo tranquiliza.
Jeon llama mucho la atención, sabe que las miradas recaen en él y en su pasado en el boxeo. La ceremonia empieza y ve cómo uno a uno los entrenadores y luchadores de todas las categorías pasan a recibir sus premios.
Johann sube al escenario y Rosalina y Jungkook no se pierden nada, incluso lo graban para que Elda pueda verlo cuando regresen a Alemania. Jeon ve a su entrenador que ha sido premiado y homenajeado por ser uno de los primeros entrenadores de MMA en Berlín.
Cuando la premiación llega a su final, Johann aprovecha para hablar con distintos entrenadores y por supuesto que presume de su muchacho prodigio, ¿Cómo no hacerlo cuando es el mejor de los amateurs?.
—He visto las peleas de tu chico, es muy bueno —dice el ucraniano que ve a Jungkook a la distancia.
—Sí, es muy bueno. Trabaja muy duro para mejorar todos los días.
—¿En qué peso está? —indaga, poniendo una enorme sonrisa en el rostro del alemán.
—Welter —responde socarronamente.
El ucraniano nuevamente ve al surcoreano, se da media vuelta y dice unas cuantas palabras en ucraniano y como acto seguido un joven alto y rubio se acerca a ellos.
—Jungkook, hijo ven acá —alza un poco su voz Johann.
El pelinegro deja sola a Rosalina y va hacia Johann, ve a los dos ucranianos, pero no sé dirige a ellos.
—Él es Andrey, está en busca de un luchador para la retención de su cinturón de peso Welter —expone el ucraniano. —Estas en su lista —agrega, señalando está vez al surcoreano.
—¿Por qué? —pregunta Jeon, viendo fijamente al rubio.
—Porque eres bueno, y porque tienes muchos fanáticos que te apoyan y que no. Tienes todos los ojos en ti y eso acarrea vistosidad para tu contrincante —contesta con elocuencia el hombre.
—Si se inclina por Jungkook, recalcale que mi chico irá por el cinturón —espeta Johann.
El alemán estrecha su mano con el ucraniano y luego se despiden.
—Mañana empezaremos a entrenar —dice Johann mientras caminan hacia la salida.
—¿Mañana? —duda Ros. —Dijiste que mañana íbamos a vacacionar —protesta la rubia.
—Él va a escogerte —parlotea él señor—. Tú confía en mí.
—Esperen, debo ir al sanitario —dice Rosalina, haciendo que ambos la vean molestos.
—Date prisa, estaremos afuera —le indica su padre.
Jeon se da cuenta que alguien lo mira antes de salir del lugar, cuando consigue recordar quién es hace el intento por ver hacia atrás, pero Johann lo llama.
—¿Viste a Dimarco? Es una bestia, está en peso medio y su ambición ahora es subir a semipesado. Ese chico quiere tener todos los cinturones —platica Johann con su pupilo.
—¿Y qué tal es el rubio? —indaga Jungkook.
—Andrey. Andrey es bueno, pero…
—Lo siento mucho —se disculpa el chico, girándose para quedar frente a frente con Johann.
Los ojos de Jungkook se ensanchan a más no poder.
—Te dije que no era buena idea, Di —habla el chico mientras el italiano lo abraza por la cintura.
—Por favor, discúlpenos Johann —se dirige al alemán.
El chico al lado de Dimarco alza su rostro y se queda estático al ver a Jeon. Sus ojos se cristalizan y lo único que puede hacer es pasar saliva con dificultad y sostener con fuerza el premio que su amigo ha ganado.
—Jeon, es bueno verte de nuevo —lo saluda Dimarco.
El pelinegro no quiere ignorarlo, pero es que su chico de ojos color miel está frente a él. Y ahora sabe que es real, es todo lo que ha deseado y soñado. ¿Pero por qué lo sujeta de manera tan tranquila de la cintura? ¿Por qué Jimin tiene el premio de Dimarco? ¿Por qué siente alegría y enojo? Tiene tantas preguntas y pocas respuestas.
—Ju…
—Estoy lista, vámonos —interviene de manera efusiva, Rosalina mientras entrelaza su mano con la de Jungkook. —Felicidades por el premio —dice la rubia.
Jimin se queda en silencio viendo como la mano de Jungkook sujeta la de la chica.
—Gracias —verbaliza el italiano.
El castaño suspira y sin decir nada se aleja de todos, inclusive de Dimarco, el cual luego de despedirse de todos lo sigue deprisa.
Jeon da un par de pasos y Rosalina lo sigue, está tan en su mundo que ni siquiera recuerda que sujeta la mano de la rubia.
—Jungkook, estás lastimando mi mano —murmura ella—. Jungkook.
—Es él —balbucea.
—Suelta mi mano —le pide molesta.
—Era él, Ros —repite.
—Deja de actuar extraño, casi pulverizas mi mano.
—Era Jimin, ese era Jimin.
—Y más te vale que…, espera, espera —se interrumpe ella misma—. ¿Dijistes era él?
El pelinegro asiente y articula—. Era Jimin, Ros.
—La limusina está aquí —anuncia Johann.
Jeon desciende su rostro y va hacia el auto mientras los Müller lo miran y lo siguen muy de cerca.
¿Qué cómo se siente? No tiene una respuesta exacta, sus emociones son confusas, un momento quería abrazarlo y al otro quería reprocharle lo malo que le había hecho junto a su padre.
¿Y qué hace con Dimarco? ¿Qué hace luciendo tan lindo sin él a su lado? ¿Qué hace él pensando que aún tienen una oportunidad juntos? ¿Por qué se siente feliz y triste al mismo tiempo? ¿Por qué tiene que ser todo tan complicado?
Rosalina se sienta al lado de su padre mientras le da su espacio a su amigo, en serio espera que el chico no esté con Dimarco por el bien del corazón de Jungkook.
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