32

Los Ángeles 

Jimin baja del vehículo y le pide a John que esperé por él, entra al edificio, aborda el elevador y cuando está en el tercer piso busca el despacho de su abogada.

—Joven Park, ella y su amiga esperan por usted —le informa la secretaría.

El castaño asiente y luego entra a la oficina.

—Lamento la demora —se disculpa. —John, no estaba en casa y no puedo salir sin él por decreto de papá —explica a ambas.

—Lamento no estar contigo estos días —habla Amber, poniéndose en pie para tomar una de las manos de Jimin—. Amira y yo hemos estado trabajando para ayudarte en esto.

—Lo sé, Amber. No tienes porque darme explicaciones, tú sabes que te adoro y realmente aprecio que hagas esto por mí —dice el castaño tomando asiento al lado de la rubia y frente a Amira.

—¿Están listos? —los cuestiona la abogada.

Ambos asienten mientras sujetan sus manos con fuerza.

—Los papeles de traslado del edificio están acá, el nuevo contrato de compra para el nuevo hogar de niños lo tengo listo. Y sobre la casa en la playa que quieres comprar aún estoy esperando la cifra exacta —le plática Amira a Jimin.

—¿Estás segura que si las propiedades pasan a mi nombre, Won no podrá quitarle nada? —inquiere Amber.

—Muy segura. La mejor opción es esa —contesta la abogada—. El edificio estaba a mi nombre, pero pasará al tuyo, Amber. Si Won lo descubre va a demandarme y…

—Él no va a demandarte, Amira. Va a soterrar tu carrera, nunca podrías ejercer de nuevo —la interrumpe molesto. 

—Jimin, ¿estás seguro?

—Por supuesto, Amber.

—Ok, dime dónde debo firmar, Amira —expresa decidida la rubia.

La abogada le indica con la punta del bolígrafo el lugar específico, la rubia coge el lapicero, le da una breve mirada a Jimin y luego garabatea sobre las líneas que Amira le indica.

—Gracias, Amber. Estoy muy agradecido contigo por apoyarme en esto —agradece el castaño.

—Por ti cualquier cosa, Jimin —musita la rubia mientras lo abraza.

—Jimin, si no nos vamos llegaremos tarde —habla Amira, poniéndose en pie mientras toma su chaqueta y su cartera.

El castaño y la rubia se ponen en pie al mismo tiempo.

—Oye, necesito hablar contigo —le pide Amber.

—¿Sobre qué? —indaga Jimin, caminando hacia la puerta detrás de Amira.

—Sobre Dimarco.

—¿Dimarco?

La chica asiente.

—No tienes porque preocuparte, Amber. Él…

—No es eso, es que él…

—¡Jimin, deprisa! —alza su voz la abogada.

—Lo siento, Am. Debo llegar a tiempo, me dices luego, te amo.

—Sí, bien. Te amo.

—¿Andas en auto, verdad?

—Sí, en tu camioneta —acota la rubia.

El castaño le lanza un beso y luego corre hacia el elevador, sale del edificio junto a su abogada y luego suben al vehículo junto a John el cual las lleva a su siguiente destino.

—¿Estás listo? —inquiere Amira.

—No lo sé. ¿Tú crees que estoy listo? 

—Por supuesto —afirma ella.

El castaño agita sus manos al sentir el sudor en sus palmas, las restriega contra la tela de su pantalón y luego ve y escucha como la puerta se abre.

—Estás listo, ahora vamos —lo motiva, Amira.

John extiende su mano hacia el vehículo, Jimin la mira y sonríe al ver ese lindo y atento gesto. Con su mano izquierda sujeta la del contrario y sale del auto.

—¿Todo bien, joven Jimin?

El castaño mira al moreno frente a él, desciende su rostro y ve cómo su mano es sujeta por la de él. Se siente seguro ahora, tan seguro que en el fondo una punzada llena de recuerdos lo visita y le hace desear la compañía de Jungkook.

—Jimin —lo llama Amira.

Agita su cabeza y con delicadeza y contra su voluntad suelta la mano de John.

Entra a la fundación, saluda a un par de niños y trabajadores y luego llega hasta la oficina de la encargada.

—Señora Jones, estoy feliz de verla nuevamente —la saluda Jimin.

—Joven Park, es un gusto y una bendición que usted esté aquí después de tres meses de ausencia —verbaliza la señora.

—Jimin ha estado un poco ocupado —interviene Amira al ver el rostro inexpresivo del castaño. —Pero estamos aquí para dar inicio con los apadrinamientos de los niños —la pone al tanto, mientras de su cartera saca una carpeta.

—Eso es increíble. Los niños estarán muy contentos —comenta la señora. —¿Quién será el primer padrino y el primer apadrinado? —indaga curiosa.

—Yo —responde Jimin, dejando anonadada a la señora—. Seré yo el padrino y la apadrinada será Emma.

La señora lo ve absorta entonces Jimin empieza a dudar de su capacidad. 

—Necesito que firme estos documentos, es para hacer constar que está de acuerdo con las salidas de la pequeña Emma. Y también hace énfasis en que fuera de la fundación toda la responsabilidad sobre la niña es únicamente de mi cliente, Jimin Park —le explica la abogada.

Antes de coger el bolígrafo la señora le indica a una de sus trabajadoras que vaya por la pequeña, minutos después los documentos están firmados y la niña entra.

—Hola, Emma —la saluda el castaño.

—Hola, joven Jimin —habla en voz baja la niña.

—Solo Jimin —le pide el castaño.

—Emma, el joven Park desde ahora es tu padrino. Él…

—¡Mi padrino! —exclama la castaña—. ¿En serio?

—Sí —asegura Jimin, mientras la mira con una enorme sonrisa.

—No vamos a preguntar cómo te sientes porque ya lo tenemos claro —dice Amira.

La niña de anteojos camina hacia Jimin, lo ve por unos segundos y luego le sujeta la mano derecha con fuerza. El castaño traga grueso, su corazón siente amor, siente eso que solo le hace provocar Jungkook, entonces sabe que ha tomado una buena decisión.

Sus ojos se llenan de lágrimas y de inmediato desciende su rostro, carraspea su garganta y susurra—. Debo salir un momento.

Amira lo ve y asiente, se acerca a la niña y ahora es ella quien la sujeta para evitar que siga a Park. El castaño entra a un salón, limpia las lágrimas antes que desborden las cuencas de sus ojos cuando se da cuenta en qué salón está lo único que puede imaginarse es a Jungkook dentro del salón hablándole a todos los niños. 

Sale del salón a toda prisa y ahora va al jardín, ve los árboles y las bancas, se detiene en una específico y entonces vuelve a verlo tan vivaz que duele que solo sea un recuerdo.

—Te extraño —balbucea en voz baja, mientras un par de lágrimas recorren su rostro. 

Muchos pasos y gritos se escuchan, se limpia el rostro y los niños corren hacia el jardín. Se despide de algunos que lo saludan y luego sale de la fundación. Amira espera por él junto a Emma.

—Disculpen la demora —musita.

—Jimin…

—Estoy bien, Amira. Gracias por todo.

—Ok, llámame si necesitas algo.

La abogada se despide de la niña, luego de Park y por último de John.

—¿Cómo te sientes? —cuestiona a la niña.

—Nerviosa, pero emocionada —acota Emma.

John abre la puerta trasera y la niña entra.

—Su madre estaría muy orgullosa, joven —comenta el moreno, ganándose la atención del castaño. —Y Jeon feliz —agrega mientras cierra la puerta.

Jimin ve a Emma y le sonríe, la niña corresponde de la misma manera sin titubear.

Su celular vibra y cuando lo coge ve los mensajes que Dimarco le ha enviado. Responde y luego le dedica toda su atención a la pequeña Emma.

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