22
Después de tres meses el día del pesaje ha llegado. Todo el mundo cuestiona el cambio físico de Jeon, haciendo rumores sobre un posible dopaje, a lo cual su equipo siempre salía a desmentir.
Se preguntarán ¿qué hizo Won Park luego de su conversación con James? La respuesta es nada, dejó que todo fluyera porque así es como su plan se va llevando a cabo.
—Jimin, hazme el favor y sonríe —lo reta su padre.
El castaño se fuerza a sonreír y luego ve a su padre.
—Te dije que no quería venir —le recuerda su hijo molesto—. ¿Dónde está, Amber? ¿Por qué ahora le diste vacaciones largas?
—Jimin, fue decisión de ella. Llámale y date cuenta por ti mismo —miente Won.
Y es que la rubia había renunciado y cuando su jefe y ex pareja le llamó, fue solo para decirle que le diría a su hijo y a todo el personal que diría que ella le había pedido vacaciones largas. También le ordenó no comunicarse con su hijo, a lo cual Amber cambió su número telefónico y evita a toda costa responder los mensajes de Jimin en todas sus redes sociales.
—¿Ah, sí? —replica el castaño.
—No empieces con tus berrinches, Jimin.
—Muy tarde —parlotea ensimismado. —Yo creo que me estás ocultando algo. ¿Por qué me ocultas algo? —confronta a su padre.
—Si tú me dices algo que me ocultas, te diré si te oculto algo sobre Amber. ¿Me ocultas algo, hijo?
Los ojos de Jimin se ensanchan, desvía su mirada y de manera ágil responde—. No creo que pueda ocultarte algo papá, eres dueño de mi vida, la manejas a tu antojo así que, no creo que yo pueda ocultarte algo.
Won ve a su hijo, abre su boca para contestar, pero se detiene. Sonríe de manera burlona y mientras asiente acota—. Claro, papá lo sabe todo. Porque si no lo sabe todo su hijo toma malas decisiones.
—Quiero hablar con Amber. ¿Puedes hacer que ella me responda?
—Haré lo que pueda, cariño —musita Won para luego depositar un beso sobre la sien de su hijo—. Ahora vamos.
Jimin siente como su padre entrelaza su mano con la suya, le da tranquilidad, pero también lo deja un poco pensativo sobre la pregunta de si le oculta algo.
Cuando llegan al auditorio toman asiento en la primera fila frente a la mesa en la que Jeon y su equipo se van a situar. El castaño ve hacia la izquierda y se percata de la presencia de su ex pareja.
—¿Qué hace James aquí? —pregunta paranoico.
—Tranquilízate, él sigue siendo quien avala las peleas —contesta su padre.
—Quiero irme —refunfuña el chico.
—Jimin, no te hará daño. Estoy aquí, mi deber como padre es protegerte. Si supiera que estás en peligro no te hubiera ordenado que vinieras —expresa su padre, intentando tranquilizarlo. —Además, Jeon nos necesita —agrega.
Jimin se queda pensativo, su padre no lo lastimaría, se excede un par de veces al protegerlo, pero no es nada que hiera sus sentimientos.
El presentador anuncia la llegada de ambos peleadores y una avalancha de reporteros y periodistas corre hasta quedar frente al escenario del auditorio.
El día más esperado ha llegado, el pesaje un día antes de la pelea, dónde los luchadores brindan un par de declaraciones y algunas veces los insultos los llevan a empujones y provocaciones hasta llegar a los golpes. Una excelente razón por la cual Jimin no es aficionado el día del pesaje, pero está sentado al lado de su padre porque lo había obligado y porque le prometió a su novio que estaría sentado en la primera fila.
Después de un corto y claro discurso por parte de ambas partes involucradas, ambos luchadores proceden a retirarse la ropa hasta quedar en licra. El primero en subir a la báscula es Andrei.
Jimin lo ve y no puede evitar sentir un mal presentimiento al verlo, desciende su mirada y luego mira a su padre el cual, sonríe sin presión alguna al ver al oponente de su novio.
—¡72.2 kilogramos! —grita el presentador.
Los que apoyan al ruso aplauden y gritan mientras Andrei presume los músculos de sus brazos y luego posa con su cinturón.
Jeon comparte un par de palabras con Jake y luego se acerca a la báscula.
—Vamos muchacho, estamos listos.
El castaño ve a su novio, si no estuviera tan nervioso está seguro que estuviera apreciando la hermosa vista del trabajado cuerpo de Jungkook. Pero en lo único que puede pensar es en que Jeon debe tener el peso indicado para poder llevar a cabo la pelea.
El pelinegro sube a la báscula y la pantalla revela variaciones de números hasta dar con el peso indicado.
—¡72 kilogramos exactos! —vocea el presentador.
Su entrenador celebra junto al resto del equipo, Jeon mira fugazmente a Jimin y cuando lo ve sonreír se relaja solo un poco.
Presume sus músculos y luego posa con su cinturón.
—Hora del cara a cara, señores —les anuncia el presentador.
Jungkook camina al centro del escenario, Andrei hace lo mismo. Los dos se ven fijamente con mirada seria, ninguno emite una sola palabra, no hasta que el ruso decide hacerlo.
—Voy a aniquilarte, Jeon —espeta Andrei.
El pelinegro por su parte solo se limita a sonreír de manera burlona.
—Haré que pases la peor vergüenza de tu vida. Ni con todos los esteroides y medicamentos que has bebido vas a ganarme.
—No me dopo, puedo ganarte con los ojos cerrados —objeta Jeon.
—Estas en mi mundo, Jeon. Y en mi mundo el único que gana soy yo —balbucea el ruso, terminando con la poca distancia que los separa.
—Eso lo veremos —recita Jungkook, mientras choca su frente contra la de Andrei. —Sé que fácilmente puedo arrebatarte tu mundo y ser el nuevo y único dueño —alardea.
El ruso gruñe y luego empuja al surcoreano. Jeon da un largo paso al frente y corresponde de la misma manera.
—Voy hacer que lo pierdas todo, Jeon. Todo —musita entre dientes, Andrei. —Hasta aquellos ojos color miel —añade con burla, dedicando una breve mirada al castaño que ahora está de pie al lado de su padre luciendo preocupado.
Jungkook sabe a quién se refiere, empuña sus manos al mismo tiempo que presiona con fuerza su mandíbula. Choca su pecho contra el de Andrei y luego lanza un puñetazo que logra rozar una de las mejillas del ruso.
Ambos entrenadores se encargan de sujetar a sus pupilos y alejarlos, mientras la gente grita despavoridamente al ver el pequeño enfrentamiento y cruce de palabras previo a la pelea de mañana.
—¡Mañana sepultare tu carrera, bastardo! —exclama con sorna, Andrei.
Ambos equipos se encargan de llevar a los luchadores al camerino. Jake reprende a Jeon, pero el pelinegro tiene su mente en aquellas palabras del ruso mencionando los ojos color miel de su novio.
—¿Qué opinas, hijo? —lo cuestiona Won.
—Opino que quiero irme.
—Bueno, vámonos.
—No, iré a despejar mi mente. Regresaré a casa pronto.
Won ve a su hijo, sonríe aunque lo que más quiere es dejar de fingir que no sabe que su hijo se irá a ver con su apadrinado.
—Bien, llámame si necesitas algo.
—Lo haré papá —susurra Jimin, luego de abrazarlo.
El señor Park ve marcharse a su hijo, observa el escenario y se queda mirando las pancartas grandes con la imagen de Jeon y Andrei en ellas.
—Sigue en pie el plan o has cambiado de opinión, Park.
Quiere ver a la persona que le habla, pero no desea ser tan obvio ante gente curiosa.
—No he cambiado de opinión. El plan sigue en pie —afirma Won.
—Eso es lo que creí —verbaliza James—. Mañana será un gran día, espero y estés listo para las repercusiones de tus decisiones.
Won finge una sonrisa, se da media vuelta y ve al ex de su hijo.
—No te equivoques, James. El que estemos juntos en esto no te da el derecho de sugerirme algo, te recuerdo que este plan se lleva a cabo porque yo así lo quiero —puntualiza Park para luego dejar solo a James.
Jimin, por su parte, baja del taxi y entra al gimnasio. La masajista al verlo le indica que Jeon está en el vestidor.
—Ey, cariño —habla el pelinegro al verlo—. ¿Qué sucede? Háblame.
Jeon se pone en pie y se acerca a Jimin.
—Nada, simplemente quería verte —susurra el castaño.
—¿Seguro que estás bien? —inquiere el más alto.
—Sí. Pero, ¿hay algo que deba saber? ¿Qué sucedió con el ruso?
—Nada, solo fueron palabras estúpidas para provocarme —acota Jeon.
—¿Qué tipo de palabras?
—Solo palabras, cariño. Nada de que preocuparse.
—Y si no había nada de qué preocuparse, ¿por qué lo golpeaste? —lo confronta Jimin.
—Porque soy un idiota impulsivo. Tú lo sabes bien —dice Jeon, mientras abraza al castaño—. Oye, está bien. Mírame cariño.
Los bellos ojos color miel de Jimin ven a Jungkook y entonces las palabras de Andrei se repiten en su mente. Suspira y aparta cualquier molestia de su mente, besa la frente de su mimado novio y luego sus labios.
—Jeon, despídete. Nada de distracciones —enfatiza Jake.
—No debí haber venido. Lo siento —se disculpa Jimin.
—Está bien, el verte me hace bien —murmura Jungkook.
—Me voy, te quiero —se despide el castaño. —Promete que no dejarás que te golpee demasiado —le pide.
—Haré lo que pueda —farfulla Jeon.
—Jungkook.
—Ok, lo prometo —articula entre risas el pelinegro.
Jimin deja un beso sobre el pecho de Jungkook, y luego sale del vestuario. Se gana una mala mirada por parte de Jake, pero se lo merece, no debió haber ido al gimnasio, pero por alguna extraña razón deseaba verlo.
Cuando el castaño llega a casa ve a su padre sentado en la sala, toma asiento a su lado mientras ven la chimenea.
—¿Todo bien? —lo cuestiona su padre.
—Sí —se limita a responder—. ¿Estás bien?
Won ve a su hijo, jura que daría y haría lo que fuera por su bello hijo.
—Lo estaré pronto —contesta a la pregunta de su hijo, para luego abrazarlo. —Te amo Jimin —suelta de la nada.
—Lo sé —masculla el castaño, aferrándose a su padre.
—No lo olvides nunca, hijo.
—No lo haré papá.
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