10
John se encuentra dentro del Jeep, en la parte trasera yace Jimin dormido mientras espera que sea la hora para llegar al gimnasio y recibir su tercera clase de defensa personal.
Era la tercera en el mes ya que, el coach de Jeon algunas veces alargaba sus entrenamientos y por parte de Jimin, empezó sus clases de francés y sus horarios aún no estaban fijos con su tutor.
Cuando el chófer ve que casi es la hora, enciende el vehículo y conduce hasta el estacionamiento del gimnasio. Al aparcar el auto lo siguiente que hace luego de cerciorarse que dentro solo queda Brad y Jeon, es despertar a Jimin.
—Creo que no necesito ese entrenamiento —refunfuña el castaño.
—Yo creo que sí —dice John, sale del vehículo y luego abre la puerta trasera—. Ahora salga.
—Me duele la cabeza.
—Que mal, ya estamos aquí y ya hice planes para jugar póker con Brad mientras toma sus clases de defensa personal.
—¿Quién te dijo que puedes hacer planes? —lo cuestiona, irritado Jimin.
John ríe mientras le ayuda a salir.
—Tú no puedes hacer planes sin mí. Recuérdalo.
—Bueno, lo recordaré desde mañana. Tiene mi palabra —expresa el moreno haciendo todo lo posible para no reírse.
Jimin lo escucha, lo mira y se carcajea consiguiendo que John también se carcajee.
El castaño entra al gimnasio cinco minutos tarde, mientras que él entra Brad sale.
—Llegas siete minutos tarde —es lo primero que dice, Jungkook.
—¿Y?
—Debes ser puntual.
—Son solo siete minutos, Jungkook —reprocha el más bajo mientras se quita los zapatos.
Jeon lo ve por unos segundos, el castaño viste una camisa un par de tallas más grande y un pantalón deportivo flojo de color gris. Su cabello luce desarreglado y eso le parece atractivo.
—Calienta mientras le ayudo a Brad a dejar las pesas en su lugar —le indica Jeon.
El más bajo asiente y empieza a calentar, intentando recordar cada uno de los movimientos que Jeon le enseñó.
—Debes tocarte la punta de los dedos de los pie —le recalca el pelinegro.
—No alcanzó —protesta Jimin.
Jungkook coloca la última mancuerna de veinte kilos en su lugar y después se encamina hacia el castaño.
—¿Qué haces? No vengas.
—El que da las indicaciones aquí soy yo —replica Jeon, acortando la distancia entre ambos.
Jimin lo ve con sus ojos ensanchados y sus cejas alzadas, se cruza de brazos y recarga su peso en una de sus piernas.
—Estira de nuevo, y está vez intenta tocar los dedos de tus pies con los dedos de tus manos.
—Te dije que no alcanzó.
—Y yo te dije que lo hagas de nuevo —puntualiza el pelinegro. —Vamos, inténtalo —dice mientras le baja los brazos a Jimin.
El más bajo lo mira a los ojos, pasa saliva y abre sus labios para decir algo, pero los cierra cuando siente una de las manos de Jungkook sobre su espalda.
—Abajo.
El castaño empieza a descender la parte superior de su cuerpo, extiende sus brazos y manos y consigue llegar un poco más abajo de sus tobillos.
—No llego —susurra, apenado.
—Pero llegarás.
—¿Por qué estás tan seguro? —lo interroga Jimin, enderezando su postura.
—Porque yo voy a ayudarte. Ahora abajo, yo no dije que subieras.
—Estás siendo arrogante, Jungkook.
—Sí, suelo serlo cuando se trata de algún deporte y cosas por el estilo —parlotea Jeon—. Abajo, sin quejas.
Jimin baja de nuevo, siente de nuevo una de las manos de Jeon en su espalda. Suspira y luego percibe como la parte superior de su cuerpo es empujada hacia abajo de manera lenta.
—Espera, espera —habla el castaño al sentir una extraña sensación en la parte trasera de sus piernas.
—Estás bien, tranquilízate —le aconseja el pelinegro.
—Pero es que se siente raro —confiesa el más bajo entre risa, pero con rostro incómodo.
—Solo un poco más —verbaliza Jeon, empujando solo un poco más.
—Jungkook —lo llama Jimin. —Jungkook, lo logré —dice feliz.
—Te dije que podías hacerlo —le recuerda Jeon, mientras retira su mano de su espalda.
—¡Lo logré! —vocea emocionado, para luego abrazar sin previo aviso a Jeon.
Jungkook se queda perplejo los primeros segundos, pero luego corresponde el abrazo y puede sentir ese delicioso aroma al perfume dulce de Jimin.
—Ay, no. Ay, no —canturrea el castaño, alejándose apenado de Jeon. —Disculpa, y-yo, yo lo siento —se disculpa mientras desciende su rostro, intentando ocultar el sonrojo en sus mejillas.
Jungkook esboza una sonrisa ladina mientras lo ve. Aclara su garganta y luego dice—. ¿Te parece si iniciamos?
—Ah, sí, sí. Claro —borbotea nervioso sin siquiera mirar a Jeon a los ojos.
—Acuéstate.
Sin siquiera pensar y preguntar la razón, el aún absorto castaño hace lo que le han indicado.
—Separa tus pierna, voy a colocarme sobre ti, colocaré mis manos en tu cuello porque fingiremos que estoy asfixiándote —le indica el pelinegro mientras se pone de rodillas entre el espacio que las piernas de Jimin le dejan.
El más bajo desvía por unos segundos su mirada, cuando mira al frente ve como Jungkook se acerca a él solo un poco y luego posa sus grandes y ásperas manos alrededor de su cuello.
—¿Estás bien?
El castaño asiente.
—Mírame —le pide Jungkook—. Mírame, escúchame y luego pon en práctica todo lo que has escuchado.
Jeon puede sentir con su tacto como la blanquecina, suave y delicada piel del cuello de Jimin se eleva cuando traga saliva.
—Vas a juntar mis muñecas, Sosténlas con fuerza y juntalas.
Jimin aleja sus manos de la colchoneta y las posa sobre los antebrazos de Jungkook, las sujeta con fuerza y luego las junta como se lo ha indicado.
—¿Así está bien? —duda el castaño.
—Sí. Ahora quiero que coloques las plantas de tus pies en mi cintura y luego empujame.
—Ok —musita Jimin, mientras hace lo que le piden.
—Empuja despacio —le sugiere Jeon—. Asegúrate de sujetar con fuerza mis muñecas, ahora cruza tus piernas y colócalas sobre mis hombros.
El más bajo lo hace y entonces se da cuenta ahora que ya no está para nada nervioso.
—¿Y ahora? —indaga.
—Ahora levanta tu cadera un poco y listo.
Jimin lo hace y luego suelta sus piernas y brazos del cuerpo de Jungkook.
—¿Crees poder hacerlo rápido?
El más bajo se queda en silencio, inhala profundo y luego asiente.
—Espero no lastimarte.
—No lo harás —le asegura Jeon, mientras una vez más posa sus manos en el cuello de Jimin.
—¿Listo?
—Sí.
—Cuando gustes.
Jimin inspira profundo, posa sus manos sobre los antebrazos de Jungkook, junta las muñecas y luego pone la palma de sus pies en la cintura del contrario lo empuja hacia atrás y luego coloca sus rodillas sobre los hombros de Jeon y para finalizar alza su cadera.
—Ah, suelta, suelta —se queja el pelinegro.
Jeon se pone en pie mientras extiende los brazos y estira su espalda.
—Ay, no. ¿Te lastimé? Papá va a matarme, seguro y va desheredarme por haber lesionado a su boxeador estrella —expresa con preocupación, Jimin.
—¿Por qué en lugar de estar feliz estás preocupado? —lo cuestiona Jungkook, ahora más relajado.
—¿Y por qué estaría feliz? —objeta el castaño.
—Porque lo conseguiste, lo lograste.
—Pero, tus brazos y espalda —verbaliza, confundido mientras los señala.
—Dolió, pero no fue para tanto —confiesa el más alto.
—¿Entonces lo hice bien? ¿Lo logré?
Jungkook asiente mientras sonríe.
—¡No puede ser, lo logré! —grita, contento.
Da una vuelta corriendo y luego se detiene frente a Jeon.
—¿Seguro que no te lastimé? —indaga.
—Seguro.
—Dios, lo logré. Qué genial —dice el castaño, hace una pausa y mira los ojos color negro del contrario. —Eres un buen entrenador personal. Arrogante, pero bueno —lo elogia entre risas—. Oye, yo quería agrad…
Las palabras del más bajo quedan inconclusas cuando Jungkook posa sus labios sobre los del castaño.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué me besaste? —lo interroga cuando han separado sus labios, pero aún mantienen la cercanía.
—Porque estabas por agradecerme. Te dije que debíamos encontrar otra manera de hacerlo.
—Ok, ¿y tú manera es besándome?
—¿Tienes una mejor idea?
—Jungkook, no puedes besarme como intercambio de agradecimiento.
—¿Por qué no?
—Porque no es normal. ¿O acaso vas por la vida besando en la boca a cualquiera como agradecimiento?
—Creí que tú no eras cualquiera. tú eres tú, Jimin Park hijo único del multimillonario Won Park.
—Explícate porque no te estoy entendiendo —reprocha el castaño mientras se cruza de brazos.
—Eres la única persona a la que le agradecería con un beso en la boca, y a la única que le permitiera que me agradeciera de la misma manera —explica Jeon.
Jimin lo ve absorto, no entiende lo que está pasando, o quizás sí, pero su cabeza, corazón y mente no logran conectarse al mismo tiempo al sentir un revoltijo de emociones.
—¿Por qué? —logra preguntar el más bajo.
—Porque me gustas —responde sin rodeos, Jeon.
—Pero no te agrado. Dijiste que no te agrado —le recuerda y recalca, Jimin.
—Creo que a mí corazón, mente y cuerpo no le interesa si me agradas. Creo que lo olvidaron y entonces hicieron que me parezcas atractivo y besable, delicado y desprotegido y muchas cosas más que no pienso confesar.
Jungkook está por besarlo de nuevo, pero Jimin se lo impide.
—¿Esto es una especie de broma o apuesta? Si es así dime con quién, haré que mi padre lo despida.
Jeon cierra sus ojos y bufa.
—Me gustas, ¿por qué es difícil que me creas?
—Pues creo que por el hecho que dijiste que te desagrado y que solo me soportas porque soy el hijo de tu apadrinado multimillonario —contesta, furioso Jimin.
—Escucha yo…
—No, escucha tú. Se acabó la clase de defensa personal, me voy y vamos a fingir que esto no pasó. Qué descanses Jungkook.
Dicho eso el castaño se gira y sale del gimnasio con tantas emociones en su interior.
—John, llévame a mi apartamento —le ordena al moreno.
—¿Joven Jimin, está bien? —lo cuestiona Brad.
Jimin no responde simplemente continúa caminando hasta llegar el estacionamiento y quedar frente a la puerta trasera del Jeep.
—Dile a papá que no llegaré a casa y que estoy bien.
John le abre la puerta, el castaño entra y ni siquiera ve su celular. El moreno sube al Jeep, enciende el motor y luego conduce hasta el alejado condominio de la ciudad.
—¿Necesita algo? —pregunta John, mientras lo escolta hasta el apartamento.
—Necesito que nunca le digas a papá de este lugar, y que lo tranquilices —le pide Jimin.
Abre la puerta del apartamento, se da media vuelta y ve al hombre frente a él.
—El código es 1432, ponte cómodo. No quiero estar solo.
Jimin entra al apartamento, pero John por su parte, decide quedarse afuera unos minutos, primero llama a Amber y luego a su jefe para decirle y asegurarle que se quedará con su hijo y cuidara a como dé lugar.
—Señorita Amber —atiende John.
—Estoy llamándole a Jimin y no me atiende —dice la rubia.
—Dejó el celular en el Jeep junto a su billetera —le hace saber el moreno.
—John, asegurame que está bien y que vas a cuidarlo.
—El joven Jimin está bien. Y lo voy a cuidar, le llamaré si él necesita algo.
John cancela la llamada, se acerca a la puerta del apartamento, introduce el código y luego entra. Busca a Jimin y lo encuentra acostado en una de las sillas reclinables del balcón.
El moreno se retira el saco, la corbata y coloca el arma sobre una pequeña mesa. Camina hasta la silla vacía y en silencio toma asiento mientras ve la linda vista junto al hijo de su jefe.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top