08
Amber entra al gimnasio con Jimin detrás de ella, persiguiéndola lo más cerca que puede para tener su atención.
—Amber, Amber, Amber —la llama cuando está atrás de ella.
—Jimin, basta —se queja la rubia, desesperada.
—Tú prometiste acompañarme, lo apuntaste en tu agenda personal. No puedes decirme el propio día que no vas a acompañarme —protesta Jimin.
—Sí, sé que lo hice, pero no es mi culpa que Eva haya dejado a tu padre y él haya decidido cancelar todas sus reuniones y asuntos importantes y ahora yo debo lidiar con todo eso, mientras reorganizó su agenda —espeta con rapidez, Amber.
—Amber, por favor. Le prometí a los niños que llevaría a alguien —cuchichea decepcionado el castaño.
La rubia mira hacia la derecha y ve como Jungkook está tomando un descanso, mientras se hidrata.
—Lleva a Jeon —le propone, señalando al pelinegro que de inmediato la ve cuando escucha su apellido.
—No, él no está interesado en ese tipo de cosas.
—¿Tú cómo lo sabes, Jimin? ¿Ya te lo dijo? —lo interroga con seriedad la rubia.
—Ey, ¿a dónde vas?
—Te acompaño a que le digas a Jeon que te acompañe —contesta Amber.
—No, no le pediré que me acompañe —se rehúsa el castaño.
—No te preocupes, se lo pediré yo.
—Amber, espera. No lo hagas, será muy vergonzoso si dice que no.
—Deja el negativismo, Jimin. Hola, Jeon.
—Hola, Amber —la saluda el pelinegro.
—Necesito que me hagas un favor. ¿Crees poder ayudarme?
Jungkook la ve por unos segundos y nota como Jimin se mantiene a la expectativa ocultándose detrás de la chica.
—Depende de qué se trate —acota Jeon.
—Veras, le prometí a Jimin que lo acompañaría a su fundación para motivar a los niños a una aspiración para cuando sean grandes. Pero no puedo ir porque su padre está a punto de volverme loca —le explica la chica—. ¿Podrías tú acompañarlo? Por favor.
Jungkook da un paso hacia la izquierda, ladea su rostro en la misma dirección y de esa manera consigue ver a Jimin y que él lo vea.
—Si no puedes no hay ningún problema. No te preocupes —balbucea el castaño.
—Debo terminar el último set de entrenamiento y luego debo ducharme. Si me esperas te acompañaré.
El castaño asiente en repetidas ocasiones, intentando controlar su mirada. Cosa que es inevitable ya que la camiseta deportiva de Jeon está pegada a su cuerpo debido al exceso de sudor.
—Estaré con Brad —dice Jimin, luego se da media vuelta y se aleja del pelinegro.
—Está agradecido, solo que le cuesta expresarse —intenta disculparse la rubia.
Jungkook asiente y luego regresa a su último set de entrenamiento.
Jimin se mantiene entretenido en su iPad viendo un nuevo capítulo de Criminal Minds. Está tan concentrado en su aparato electrónico que ni siquiera se da cuenta que hay un par de personas rodeando el área de trabajo del encargado del gimnasio.
—¿Sí? —susurra al notar a las personas.
—Hola, buenas tardes. Reservamos una cita con anticipación —dice uno de los hombres.
—Ah, ok. Denme un segundo —borbotea mientras se pone de pie a tropezones.
Se da media vuelta y cruza la puerta detrás del escritorio, ve a Brad simulando que está leyendo el periódico, pero en realidad está dormido y no puede evitar reír.
—Oye, Brad —lo llama—. ¿Esperas que haga tu trabajo o qué?
El señor abre sus ojos y ríe, baja el periódico para luego dejarlo sobre el escritorio.
—No, imagínate si te dejará a cargo del gimnasio. Definitivamente nos iríamos a la ruina —suelta Brad, mientras camina hacia Jimin.
—Estás insinuando que… —se detiene fingiendo estar indignado.
—Ay, por supuesto que no. Nunca le diría eso al hijo de mi jefe —musita con seriedad, Brad. Haciendo que Jimin se carcajee junto a él.
Los dos salen riéndose y se quedan de pie viendo a las personas.
—¿Qué esperas? Oh, es que enserio quieres que los atienda yo —menciona con parsimonia el castaño mientras se señala.
Brad niega mientras ríe, le da unas cuantas palmaditas en la espalda a Jimin.
—¿Quieres sushi?
—Arroz cantones —dice Brad—. Alquilare Vaselina.
El castaño sonríe y asiente. Cuando regresa su rostro al frente se da cuenta que Jungkook está mirándolo.
—Ah, terminaste —verbaliza, nervioso.
—Sí —dice Jeon, mientras ve como Jimin coge algo del área de trabajo de Brad.
—¡Brad! —lo llama. —¡Me voy, Brad!—se despide del hombre.
Sale detrás del enorme escritorio cargando un bolso negro Luis Vuitton.
—Vamos, John está afuera —le hace saber Jimin a Jungkook.
Jeon lo ve y sin decir nada lo sigue manteniendo la distancia entre ellos.
—¿A la fundación? —indaga John.
—Sí, y…
—Iré lo más rápido posible —lo interrumpe, John.
Jimin ríe mientras entra al auto, todavía no entiende cómo los trabajadores de su padre pueden hacerlo sentir cómodo y protegido. No se siente de esa manera con el resto de personas, es extraño, pero curioso.
El castaño siente que el auto está en movimiento, alza su mirada de su móvil y de soslayo ve a Jungkook sentado al otro extremo del asiento trasero.
Está por darle las gracias por acompañarlo, pero su celular comienza a sonar.
—Zoe, ¿cómo estás? —atiende mientras esboza una enorme sonrisa.
Sonrisa que para el pelinegro que viaja a su lado es nueva.
—Bueno, ahora no puedo. ¿Qué te parece mañana?
—Mañana me parece increíble, debo contarte algunas cosas y… bueno, mañana te pondré al tanto —habla animada la chica.
—Ok, espero que sean buenas noticias. Por cierto, Eva dejó a papá —la pone al tanto.
—¡¿Qué!? —exclama Zoe, provocando que Jimin se aleje un poco del móvil.
—Sí, creo que fue después de la pelea. Se emborrachó y olvidó que al día siguiente tenía una especie de cita
—Lo iba a llevar a presentar con su familia —se entromete Jhon.
—Oh, espera. No era una cita, ella lo presentaría con su familia. John acaba de decírmelo —rectifica y comenta, Jimin.
—Ay, por Dios. Ella debió molestarse demasiado —comenta Zoe.
—Se molesto más cuando me llamó personalmente porque papá no respondía sus llamadas —le plática el castaño.
—¿Qué fue lo que le dijiste? —indaga la chica.
—Nada —acota Jimin, ganándose una mirada inquisidora de parte de John que lo ve desde el retrovisor—. Bueno, le dije que no me importaba ella en lo absoluto y que más le valía que fuera la última vez que me llamaba. Luego la dejé hablando sola.
—¿Tu papá lo sabe?
—No lo sé, supongo que sí. Pero oye, no fue mi culpa, siempre la evito y la que me buscó fue ella.
—Jimin, un día tu padre volverá a casarse y debes aprender a convivir con su esposa.
—Lo sé, Zoe. Es solo que mi padre nunca escoge mujeres que lo amen. Ellas aman su dinero, no a él.
El auto se detiene y se da cuenta que han llegado.
—Debo colgar, nos vemos mañana. Te quiero.
—¿Algo que deba hacer o decir específicamente? —pregunta Jungkook, evitando la salida de Jimin.
—Ah, bueno. Vas a presentarte y dirás que eres boxeador, puedes decirles porque te gusta el box y contarles un poco sobre el deporte y si lo deseas de tu niñez o algún relato de tu vida. Solo es para que ellos tengan alguna aspiración y motivación a futuro —le explica el castaño.
—Entiendo —es lo único que dice Jeon.
Salen del auto y de inmediato un par de personas se acercan a ellos.
—Jimin, que bueno que llegaste. Los niños empiezan a desesperarse —dice una de las señoras.
—Disculpen la demora. Amber, no pudo venir, pero me acompaña el nuevo campeón mundial de peso Welter de boxeo.
—Oh, eso es espectacular, los niños van a amarlo —expresa emocionada. —Por favor venga conmigo —se dirige a Jeon.
Jungkook ve a Jimin.
—Nos vemos luego —musita el castaño.
El pelinegro asiente y se deja guiar por la señora, espera en una habitación llena de muchos dibujos hechos por los niños. Mientras ve por una enorme ventanilla como Jimin entra y es abrazado por muchos niños.
Minutos después uno a uno comienzan a entrar al aula, toman asiento en el piso y con su mirada curiosa ven al pelinegro que está de pie frente a ellos.
—¿Quién eres? —lo interroga uno de los niños.
—Niños —les llama la atención la señora.
—Sí, ¿quién eres? —lo cuestiona ahora una niña.
—¿Cómo te llamas? —pregunta otro niño al fondo.
—Niños —verbaliza apenada la señora.
—Está bien, déjelos. Hola niños, yo soy Jungkook —se presenta con nerviosismo el pelinegro.
—Hola, Jungkook —lo saludan de manera desorganizada.
—¿A qué te dedicas? —lo cuestiona una castaña que utiliza anteojos.
—Yo soy boxeador profesional —contesta Jeon.
—¡Oooh!
—¡Woaw!
—¡Eso es genial!
Se escuchan las vocecitas e impresiones de los niños.
—¿Te gusta boxear? —pregunta un niño de tez morena.
—Pues sí, me gusta mucho boxear. Me siento bien cuando estoy arriba del ring.
—¿Qué sientes cuándo estás arriba del ring? —indaga la misma niña de anteojos.
—Pues… —vacila Jeon. —¿Les gusta el chocolate? —los interroga Jeon.
La mayoría asiente y otros responden un fuerte y audible sí.
—Bueno, cuando estoy en el ring me siento como ustedes cuando comen chocolate.
Los niños sonríen complacientes al escuchar la explicación del joven frente a ellos.
—¿No tienes miedo cuando te golpean? —pregunta ahora un niño de tez blanquecina.
—Si les digo que no mentiría. Por eso debo derribar a mi oponente antes para recibir menos golpes.
—¿Si tienes miedo porque sigues boxeando? —cuestiona la misma niña de lentes.
—¿Prácticas algún deporte? —la interroga Jungkook.
—Sí, el basketball. Aunque no soy muy buena —contesta la niña.
—¿Y si no eres tan buena por qué lo sigues practicando?
La niña lo mira con sus ojos saltones que relucen tras el vidrio de sus lentes. Con su dedo índice sube sus gafas, se acomoda en la silla y mirando fijamente a Jungkook, responde con arrogancia.
—Porque me gusta.
—Lo mismo es conmigo —dice Jeon. —Sigo boxeando aunque tenga solo un poco de miedo porque me gusta —expone con voz pacífica.
—Emma, es suficiente —le llama la atención la señora.
—¿Tienes cinturones como Pacquiao? —pregunta un rubio.
—Sí —acota feliz, Jungkook—. Voy a traerlo si vengo a visitarlos de nuevo.
—¿Y nos podremos tomar fotos? —pregunta emocionada una niña de tez trigueña.
—Sí, por supuesto que sí —responde Jeon—. Intentaré tener más cinturones cuando los visite nuevamente.
—¿De verdad regresaras a visitarnos? —curiosea la niña de lentes.
—Sí, regresaré Emma —asevera Jeon, sonriendo mutuamente con la niña.
—Señora, Jones. Puede Jungkook enseñarnos a boxear cuando regrese a visitarnos.
—Oh, bueno. Esperemos que sí, y también esperamos que siga ganando muchos cinturones. Desde ahora vamos a apoyarlo mucho.
—¡SI! —gritan los niños.
—Muchas gracias por venir. Creo que lo adoran mucho —menciona la señora Jones.
Jungkook realiza un leve asentimiento mientras ve a Jimin afuera de la habitación tras una mesa, preparando bandejas con un jugo para los niños.
Después de unos minutos todos salen al jardín, Jeon ve a los niños comer y jugar mientras los adultos los supervisan.
—Gracias por venir —escucha repentinamente el pelinegro.
Alza su rostro y ve a Jimin tomar asiento frente a él.
—Ellos te adoran. Son muy curiosos, pero les agradas mucho. En especial a Emma.
—Emma, es muy…
—Preguntona —termina la oración el castaño.
—Sí —concuerda Jungkook. —Entonces tienes una fundación —musita mientras ve detenidamente al chico frente a él.
—Era de mamá. La fundó ella —dice Jimin con seriedad—. Ella también murió de cáncer, ella amaba tanto este proyecto que les dejó la mitad de su dinero a ellos y la otra a mí. Así que, prometí venir una vez al mes a verlos, pero los visito seguido, me gusta pasar tiempo con ellos.
—Lamento mucho lo de tu madre.
—Está bien. Así que si respondo a tu pregunta, yo solo mantengo en pie lo que mi madre fundó y amó. Aunque el resto de gente piense que solo lo hago por caridad, para que me miren y para enmendar mi imagen.
—¿Y no es así?
—No —acota con rapidez, Jimin. —Pero es genial seguirle haciendo creer a la gente que lo hago de manera forzada porque eso es lo que le venden al mudo en sus programas de farándulas —agrega con una enorme sonrisa.
—Pero te afecta.
El castaño niega.
—Yo creo que sí —lo contradice Jeon—. Pero tienes demasiado orgullo para dejarte afectar frente a muchas personas que no conoces y que en realidad tampoco te conocen.
—¿Lo dices por experiencia? —lo cuestiona Jimin, alzando su ceja izquierda.
—¿Tú qué crees? —corresponde con otra pregunta, Jeon.
—Que importa lo que yo crea. Al final lo único que importa es que te sientas bien internamente, sabiendo lo que eres y lo que vales —acota el más bajo.
Jungkook lo ve y no puede evitar reír, llamando la atención de Jimin.
—Entonces esa personalidad grosera y mimada no es verdadera —duda Jeon.
—Por supuesto que lo es —asegura Jimin—. Sé quién soy, me gusta quien soy, amo quien soy. No me importa si les agrado o no, la mayoría de personas que me detestan por ser presumido harían lo mismo que yo si tuvieran la mitad o lo mismo que mi padre tiene y me da. Así que no voy a disculparme con absolutamente nadie por qué ame ser el centro de atención, al final solo yo y las personas que realmente me conocen saben que tipo de ser humano soy.
Jeon se queda perplejo, nunca habría podido imaginar lo que una persona puede ocultar bajo sus acciones. Y como muy observadores y juzgadores que somos los seres humanos, sabe a cabalidad que el hijo de su apadrinado posiblemente nunca sea bien visto públicamente porque sus acciones son diferentes a como en realidad piensa y al inmenso corazón que tiene con las personas que se permite abrirse y que lo conozcan de manera más íntima. Ahora puede entender la razón por la cual Amber, se preocupa tanto por él y busca resguardarlo cueste lo que cueste.
—Papá —atiende al segundo sonido que su celular realiza—. No puedo cenaré con Brad. Dijo que alquilara Vaselina.
—Jimin —lo llama con voz decepcionada su padre.
—Oye, entiendo que estés mal por lo de Eva. Pero le prometí que le llevaría arroz cantones —le explica.
—Y si yo… tú sabes. Podría unirme a ustedes —sugiere Won.
—Papá —se queja Jimin. —Bien, está bien. Pero debes llevar comida —accede.
—¿Quieres que pase por ti? —indaga su padre.
—No, John me llevará.
—John, también puede unirse —comenta su padre motivado.
—Oye, deja de invitar a todo el mundo —lo regaña el castaño—. Te amo, nos vemos en el gimnasio.
Jimin ve a Jungkook y luego desvía su mirada.
—¿Vaselina dos? —duda Jeon.
—Sí, es una costumbre. John me conoce desde que tenía doce y siempre que nos reunimos me enseña una película o canciones viejas —comenta Jimin.
—No sabía que existía vaselina dos.
—Ahora lo sabes —chista el castaño. —¿Quieres… ¿Tú sabes unirte a nosotros? Creo que eso motivaría a mi triste padre.
—¿Seguro? —indaga Jeon, viéndolo con sus ojos ensanchados.
—Sí, supongo que John también se unirá. Y que papá llevará a Amber, así que no hay problema.
—Ok, sí.
Se despiden de los niños y de todo el personal que los cuida. Suben al auto y se detienen en un restaurante chino.
—¡Oh, vean a Jeon! —vocifera una mujer al reconocerlo cuando ha salido del auto.
—¡Jeon! —grita alguien más.
—Oye, Jeon. Eres grandioso —se escucha a lo lejos.
Jimin ve a John y sonríe.
—Toda una estrella en ascenso —bromea el castaño.
—Por favor, firma mi camisa —le suplica un niño cuando está frente a él.
Jimin alza sus cejas y alza sus dedos pulgares.
John lo acompaña por el arroz cantones y cuando regresan ven a Jungkook, rodeado por muchas personas mientras firma autógrafos y se toma selfies con ellos.
—¿Quién crees que será tu siguiente oponente? ¿Ofrecerás tu cinturón para un nuevo combate? ¿Permitiras la revancha con el antiguo campeón?
—Muy bien, hora de intervenir —le indica a John.
—Es todo por hoy, damas y caballeros —habla fuerte y claro John, abriéndose paso entre la gente mientras Jimin lo sigue. —Vamos, muévanse —demanda
John se detiene frente a Jungkook, se da media vuelta y coge uno de los brazos de Jimin para acercarlo a él.
—Despedite, agradece y luego sube al auto —le indica el castaño a Jeon.
—Nos vemos, gracias por el apoyo —se despide el pelinegro.
Agita sus manos en repetidas ocasiones mientras es grabado y fotografiado por muchos aparatos electrónicos.
Jungkook es el primero en subir al vehículo.
—¡Park! —exclama alguien—. ¡Eres bellísimo!
—Lo sé, gracias —réplica con orgullo el castaño, para luego entrar al auto con la ayuda de John.
—¿Están bien? —los cuestiona John.
Ambos asienten.
—Eso fue una locura —borbotea con una enorme sonrisa, Jeon.
—Y solo es el inicio —dice John, mientras pone en marcha el vehículo.
—Ten cuidado, John. No quiero que te demanden por atropellar a algún fan de Jungkook —bromea Jimin.
El moreno y el pelinegro ríen divertidos.
—No debes responder. Nunca respondas a menos que estés seguro de lo que dirás —dice repentinamente el castaño—. Ellos solo buscan que cometas un error para despedazarte y llevarle un erróneo mensaje a la persona con la que quieren que te enfrentes. Debes aprender a cómo responder y qué es lo que quieres que los medios conozcan de ti y tu vida privada. Por si no te has dado cuenta, ahora eres un personaje público, todo tú.
—Pareces experto en el tema —susurra Jeon.
—Lo soy. Recuerda que soy el hijo de Won Park.
Jungkook lo ve y ahora que ha pasado un poco más de tiempo con él, puede decir que empieza a acostumbrarse a los comentarios presumidos de Jimin.
—Todos esperan —anuncia John, mientras se estaciona.
—¿Esa es Cecilia? —indaga Jimin, al ver a una mujer más al lado de su padre, Amber y Brad.
—No lo creo —duda John.
—Seguro y se reconcilió con Eva —musita Jungkook.
—No, si fuera así él no estuviera aquí —agrega entre risas el chófer, mientras sale del auto.
—Ay, no lo puedo creer —murmura entre dientes, Jimin, cuando sale del vehículo.
Los tres llegan frente a la entrada del gimnasio y se detienen ante las dos mujeres y los dos hombres.
—Traje arroz cantones —se dirige el castaño a Brad.
—Gracias —susurra el señor.
Cecilia toma el paquete de comida y entra al gimnasio.
—No seas grosero —le pide Amber, para luego darse la vuelta y entrar al gimnasio a ayudar a Cecilia.
—Tú —dice el castaño viendo a su padre—. ¿Qué hace Cecilia aquí?
—No podía dejarla sola en casa —responde su padre.
—¿Y por eso la trajiste? Deberías llamar a tus guardaespaldas y a tu contador. Seguro y se sentirán mal porque nos los has invitado.
John suelta una sonora carcajada contagiando a Brad y a Jungkook, luego de escuchar las palabras de Jimin.
—Oh, y olvidaste a la decoradora de interiores y al que limpia la piscina.
—Ya entendí, detén tu berrinche y haz sentir mejor a tu padre —lo reprende Won.
—Brad…
—Está bien, joven Jimin. Que todos estén aquí me hace sentir bien —confiesa Brad.
El castaño sonríe, se acerca a su padre, lo abraza y entran de esa manera al gimnasio.
Jungkook entra junto a John y Brad, se sientan en el suelo mientras comen y ven Vaselina dos, en una televisión de caja que todavía tiene incluido el reproductor de DVD.
Jimin y Brad conversan entre susurros, es su costumbre, la cual su padre respeta mucho. Won conversa con Amber sobre la película mientras Cecilia es la única en silencio que le presta completa atención a la Vaselina dos.
Jeon ve como Jimin se levanta y camina hasta John, se sienta a su lado y luego recuesta su cabeza sobre uno de los hombros del chófer y guardaespaldas.
Tiene una cosa clara, el castaño es distinto con los trabajadores de su padre. Lo ve desde su lugar y le parece un chico divertido y atractivo, en especial cuando sonríe. Sí, sin duda que cuando sonríe es cuando más atractivo le parece.
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