05
Jungkook abre la puerta de su apartamento y se encuentra con Amber, la cual entra sin que él se lo pida.
—Oye, no puedes entrar así —la reta Jeon.
—Sshh —emite la rubia. —Déjate de juegos y enviame la dirección —le pide a la persona al otro lado de la línea.
Culmina la llamada y ve fijamente su celular.
—Necesito que te vistas y me acompañes —se dirige está vez a Jungkook.
—Amber, ¿qué haces aquí? No puedes entrar a mi apartamento sin que te lo permita, podría estar con alguien y echarlo todo a perder —se queja el pelinegro.
—Ok, sí. Tienes razón, lo siento. Pero es que enserio necesito que me acompañes.
—¿A dónde?
—No lo sé —miente la rubia. —Pero tengo la dirección —agrega mientras agita su celular.
—¿Por qué debo ser yo el que te acompañe? ¿Por qué no lo hace John?
—Haces demasiadas preguntas. ¿Me ayudarás o no? —lo cuestiona desesperada. —Espero que sí —musita, mientras hace una cara tierna.
—Bien, voy por mi sudadera.
Amber sonríe grandemente mientras Jungkook va hacia su habitación.
Después de treinta minutos que se dividieron entre llegar al lugar y encontrar un buen estacionamiento. Cuando están frente a la fila para entrar a la discoteca Jeon cambia de opinión al instante.
—No entraré ahí —se rehúsa el pelinegro.
—Por favor, Jeon —suplica Amber. —Mi hermana pequeña está dentro —miente por segunda vez.
—Mierda —espeta entre dientes.
La rubia le entrega un par de billetes al guardia y de inmediato los deja entrar.
Se adentran al lugar hasta por fin llegar a la barra. Jungkook alza su mano y uno de los bartender's se acerca a él.
—¿Qué te sirvo?
—Una soda con mucho hielo —contesta el pelinegro.
—¿Es en serio? —se burla Amber.
—Si, no quiero que el coach y mi padrino me llamen la atención si me realizan algún doping sorpresa —replica de mal humor—. ¿La encontraste?
—¿A quién? —pregunta Amber.
—A tu hermana. No dijiste que…
—Iré a buscarla, espera aquí —le pide nerviosa la rubia.
Jungkook la ve partir y dirige su mirada a la pista de baile la cual al parecer está motivada. Hay muchas personas haciendo un círculo mientras aplauden, gritan y bailan.
—Quiero una cerveza —pide una chica. —Oye, una cerveza —repite. —¿Qué debo hacer para que me atiendan? —indaga molesta.
—Ser bonita seguro que no —menciona Jeon, obteniendo la atención de la pelirroja.
—¿Ah, sí? —articula nerviosa.
Jungkook está por seguir con la conversación, pero ve cómo los del lado izquierdo de la barra se hacen puño y otros se apartan llamando su atención.
Un tipo alto de cabello azabache empuja con fuerza a otro joven, haciéndo que se golpee la espalda contra la orilla de la barra. El que está contra la barra ladea su rostro y es entonces cuando Jungkook reconoce al hijo de su padrino.
—Oye, no te vayas —le pide la pelirroja, al ver que Jeon se levanta y la deja sola.
El pelinegro cruza la barra apartando a quien sea que se interponga en su camino. Cuando ha logrado llegar ve que no están, ve hacia el pasillo y nota las sombras que las luces de neón proyectan. Trota y se detiene cuando empieza a escuchar unos fuertes gritos.
—Suéltame —se escucha el quejido desesperado.
—¡AY! Maldito —escucha una voz diferente y adolorida.
—Te dije que me soltarás —dice el de la primera voz—. Tranquilízate y hablemos, James. Por favor.
Jungkook llega a la esquina y reconoce al ex de Jimin caminar hacia el castaño.
—¡Quédate donde estás! —demanda, furioso.
Jimin detiene su intento de huida al escuchar al azabache hablarle de manera demandante.
—James, no lo hagas —le ruega con voz gangosa el castaño.
—Tú vas a obedecerme, ¿entendiste?
El castaño asiente.
James alza su mano y abofetea el rostro de Jimin.
—No te escuché.
—Sí, entendí —acota con voz quebrada, Jimin.
James coge del cabello a Jimin, y es cuando Jungkook decide mandar a la mierda su auto control e involucrarse.
El pelinegro empuja al azabache, cuando ha conseguido que suelte a Jimin, espera a que James se le acerque y de un golpe bajo lo doblega.
—No, déjalo —interviene el castaño.
—¿Qué? —duda confundido, Jeon.
—Pero si él estaba…
—No, maldición. Aléjate de él ahora mismo —le pide el más bajo.
Jungkook niega porque no entiende el actuar de Jimin.
El castaño toma una de las manos del pelinegro y lo lleva hasta la barra.
—Debes irte, lárgate ahora.
—Él te golpeó —recalca Jeon, mientras señala el rostro de Park.
—No —emite entre dientes, Jimin.
—¿Eres masoquista o qué? —lo cuestiona—. Sé muy bien lo que ví, Jimin.
—No, tú no sabes nada —replica el castaño.
—Jimin —lo llama Amber.
—¿Qué haces aquí? ¿Qué hace él aquí? —la atiborra de preguntas, Jimin. —Estoy por hacer que firme y él lo golpeó —le relata a la rubia.
—Él hijo de puta lo abofeteó. Lo maltrata física y emocionalmente y él solo se limita a defenderlo —suelta Jeon indignado.
—¿No vas a largarte, verdad? —cuestiona Jimin a Jungkook.
El pelinegro lo ve con una sonrisa burlona.
—Nos vemos en casa, Amber. Conseguiré la firma y regresaré a casa.
—Jimin.
—Estaré bien, lo prometo.
Dicho eso el castaño se aleja del pelinegro y la rubia, Jeon lo ve de lejos y no sabe por qué, pero decide seguir a Jimin.
—¿Por qué no aceptas que te maltrata? ¿Por qué no te defiendes? ¿Por qué no abres la maldita boca y dices algo? ¿Por qué no alzas tus brazos y te cubres el rostro cuando te abofetea?
—Déjame en paz, aprende a respetar el espacio personal del resto —es lo único que dice, Jimin, recordando las palabras que el pelinegro le dijo el día de su pelea de presentación.
El castaño alza su mano, el auto se estaciona, trota y sin agregar más nada sube al taxi dejando a Jungkook solo.
—¿Qué mierda fue todo eso? —indaga Jeon al ver a Amber afuera de la discoteca.
—Bueno, supongo que una discusión entre ex’s —miente la rubia.
—Sin mentiras, Amber. Todo esto fue una maldita mentira desde que llegaste a mí apartamento, creo que merezco la verdad.
—Sí, lo entiendo. Tienes razón, pero tengo una promesa de silencio y no puedo romperla —musita la chica.
—¿Ese imbécil lo maltrata, verdad?
La rubia lo ve, desciende su rostro y suspira.
—Sí, pero…
—Lo sabía, debí haberle partido la cara y lastimarle las manos —la interrumpe Jungkook.
—Jeon, debo pedirte un favor —susurra Amber.
—Lo golpeare sin que me lo pidas, no te preocupes. Detesto a los bastardos que golpean a sus parejas.
—Gracias, pero no es eso. Necesito que no le digas a nadie sobre lo que vistes, en especial al señor Park —especifica la rubia.
Jeon la ve estupefacto, no entiende el motivo por el cual le pide eso.
—Su padre debe saberlo, ese bastardo puede enviarlo al hospital —verbaliza el pelinegro.
—Estoy de acuerdo, pero también creo que el que debe decírselo es Jimin y no alguien más —expone con parsimonia, Amber.
—¿Y cuándo lo hará? Hace minutos negó haber sido golpeado por el bastardo.
—Lo hará, solo necesita conseguir algo.
—Lo que necesita es un psicólogo, defensa personal y alejarse de ese bastardo —brama Jungkook, mientras detiene un taxi.
—Espera te llevaré.
—No, prefiero regresar solo. Ten cuidado —se despide el pelinegro, y luego sube al taxi.
Amber sube al auto, conduce por doquier, ha dado la vuelta por los alrededores de la casa de su jefe y después de casi una hora conduciendo en los mismos lugares decide entrar.
Ve las luces de la piscina apagadas y entonces sabe a dónde ir. A la habitación del castaño, da dos toques y luego abre la puerta.
—Tengo el aval de James —anuncia Jimin, mientras se pone de pie camina a su cómoda y coge la carpeta. —Acá está —agita el documento acercándose a la rubia.
—Jimin, tú…
—Está bien, le mentí. Le dije que buscó problemas y por eso lo deje solo en la discoteca. Estaba ebrio, no recuerda nada.
—Debes alejarte de él, Jimin.
—Lo haré, deja de preocuparte tanto —le pide el castaño, mientras le entrega el documento. —Llama a papá y dile que vaya preparando el espectáculo —le aconseja.
—Jimin, en serio debes alejarte de James.
—Lo haré, ya no lo veré más —asevera el castaño.
—Disculpa por involucrar a Jeon. Le pedí que no abriera la boca, en especial con tu padre —le hace saber, Amber.
—No me interesa —balbucea Jimin, lanzándose a su cama.
—Cree que eres un idiota, sabes.
—Me da igual lo que él crea, Amber —menciona con desagrado el castaño.
—Claro, lo siento —se disculpa la rubia—. Descansa.
Amber sale de la habitación con el documento en su mano, Jimin ve el techo de su habitación. Suspira cuando la imagen de Jungkook mientras golpea a James llega a su mente. Nunca nadie lo había defendido de esa manera, ver a Jeon hacerlo hizo revolotear su estómago y su corazón palpitar.
Niega, se abriga y luego apaga la luz de su habitación, le duele la mejilla izquierda y la comisura de su labio. Recuerda que el idiota de James lo golpeó, derrama unas cuantas lágrimas y luego se queda dormido.
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