Cuando se despertó, estaba sola. Se duchó y se vistió y bajó a desayunar, esperando encontrar a Jared en la cocina. Se sintió desilusionada cuando vió que sólo Martha y la pequeña Ada estaban allí.
-Buenos días Elise-saludó su suegra con una sonrisa-¿has dormido bien?
-Sí, gracias.
Elise se sentó y Ada, inmediatamente, se encaramó a sus rodillas.
Martha sirvió un café y le acercó el plato con tostadas.
-Gracias Martha. ¿Dónde está Jared? Creí que estaría aquí.
-Estará fuera casi todo el día. Con el viaje y la boda hay muchos asuntos pendientes, y él y su padre han ido hoy a hacerse cargo de ellos. Creí que te lo habría dicho.
-Pero papi prometió que me llevaría hoy a comer un helado-Ada hizo un puchero.
-Quizás pueda llevarte yo-la niña recompensó a Elise con una sonrisa-si me indicas cómo puedo ir hasta la ciudad, Martha.
-Pediré a alguien que os lleve-aseguró ella-aunque lo mejor será que aprendas a conducir.
-¿Conducir? ¿Un coche?
-Sí, claro. ¿No te gustaría? Así podrías salir cuando quieras.
-Sí, estaría bien, creo.
-Bien, hablaré con alguien para que te de clases. Y te matricularé para el examen.
Elise ayudó en la casa a Martha durante la mañana. Luego, mientras Ada echaba la siesta echó un vistazo a los libros que su suegra la llevó para el examen. Había acordado con Gail que al día siguiente empezarían las clases. Pasó la tarde leyendo, hasta que a las cinco, el vamp las llevó a ella y a la niña hasta el pueblo.
-Os recogeré en hora y media, princesa.
-Gail, llámame Elise, por favor.
-De acuerdo, Elise. Vendré luego a recogeros.
-Gracias.
Las dos caminaron por el pueblo hasta encontrar la heladería favorita de Ada. Allí, pidieron unas tarrinas y se sentaron en una mesa para comerlas. Después, pasearon un rato por el pueblo, hasta que Gail fue a buscarlas. Cuando llegaron a la casa, ya había anochecido.
-Gracias Gail-dijo Elise cuando el vamp paró el coche delante de la puerta de la casa.
-De nada. Mañana vendré por la mañana para empezar las clases.
-De acuerdo. Hasta mañana.
Ada entró contenta y, al ver a su padre en el salón, corrió hacia él y empezó a contarle todo lo que había hecho en el día. Elise se quedó algo separada y saludó con una sonrisa al rey Luke, que estaba sentado en el sofá con aspecto cansado.
-¿No vas a saludarme, esposa?-preguntó Jared mirándola interrogante.
-Sí, claro. ¿Qué tal el día?
Jared rió y dejó a la niña en el suelo, que, inmediatamente, corrió a subirse a las piernas de su abuelo. El vamp se acercó a Elise y la cogió de la cintura.
-Mi día ha mejorado mucho desde que has entrado en casa, querida-afirmó –pero tienes que aprender a saludarme como es debido.
La besó sin prisa, ante el sonrojo de Elise. Cuando la soltó, él sonrió divertido y Elise murmuró una disculpa y fue en busca de Martha para ayudarla.
-Veo que habéis solucionado ese asunto pendiente-comentó Luke.
Jared se encogió de hombros y retiró a su hija de las rodillas de su cansado abuelo.
-No había muchas opciones. La gente había empezado a murmurar.
-Y los comentarios de Mía han sido especialmente maliciosos.
-Ya he hablado con ella, padre. Sabe a lo que atenerse.
-Eso espero. Creo que tu esposa tiene bastante más carácter de lo que parece. Y me gusta mucho. No me gustaría verla sufrir.
-¿Me estás llamando la atención?
El rey sonrió.
-Te estoy diciendo que espero no tener que llamártela.
Esa noche, Martha y Luke se retiraron pronto. Elise estaba sentada en el sofá, leyendo un libro y, cuando sus padres se fueron, Jared se acomodó a su lado. Cuando la atrajo hacia él, la chica le miró sorprendida. Él rió divertido y la besó, mientras la tumbaba en el sofá.
-Te he echado de menos-murmuró contra su boca mientras deslizaba una mano por debajo de su camiseta.
Elise le sujetó la mano.
-Jared, aquí no. Puede vernos cualquiera.
El chico la sujetó con una mano y bajó la boca hasta su cuello.
-Nadie va a bajar aquí.
-Jared, no…
Elise se revolvió cuando el chico insistió en buscar su pezón y pellizcarlo. Él la mordisqueó el labio en represalia.
-Estate quieta, Elise.
-No…
-¿Alguna vez vas a decirme que sí, mujer?-preguntó el vamp retirándose con gesto enfadado.
-Lo siento, no puedo…aquí. Me moriría de vergüenza si nos viera alguien.
Jared se levantó impaciente. La hizo ponerse en pie y la atrajo hacia él.
-Pues sube a nuestra habitación y prepárate para mí mientras voy a ver a Ada. Y date prisa, esposa.
Tan pronto como Jared desapareció, Elise subió a la habitación. Se cepilló los dientes y se quitó la ropa para ponerse el camisón. Acababa de quitarse el sujetador, cuando Jared entró en la habitación. Se ruborizó ante la mirada de él y trató de meterse el camisón con rapidez. Jared se movió a la velocidad del rayo para quitárselo de la mano y alejarse con él. La miró travieso mientras dejaba caer el camisón y negaba con la cabeza. Elise se tapó con los brazos, roja como un tomate.
-No te tapes. Eres preciosa y me encanta verte-Jared se acercó a ella con la voz ronca por el deseo.
La cogió los brazos y se los sujetó a los lados del cuerpo. Luego, la observó un momento antes de besarla con pasión.
-Voy a tirarte los camisones-murmuró junto a su oído mientras la acariciaba los pechos.
-Me le regaló Alexia-respondió ella- probablemente no la guste que lo hagas.
-Pues guárdale. No te va a hacer falta.
Jared la cogió en brazos y la llevó a la cama.
-Espera-pidió la chica mientras él se desnudaba-tengo que decirte algo.
El vamp frunció el ceño.
-No es buen momento para hablar, Elise.
-No has estado en todo el día-respondió ella enfadada-no hemos podido hablar antes.
-Hablaremos luego-aseguró él terminando de quitarse la ropa- llevo todo el día pensando en tenerte desnuda en mi cama. No puedo pensar en otra cosa ahora.
Elise protestó cuando él volvió a abrazarla. Jared la besó hasta hacerla callar. Cuando bajó los labios hasta encontrar los pezones, dejó de resistirse. Él no se conformó con eso, sin embargo. Elise oyó el ruido de sus braguitas cuando el chico las rasgó y después, sintió cómo él la separaba las piernas con delicadeza. Cuando notó el primer roce de su lengua en el clítoris, no pudo evitar un gemido de placer. Oyó a Jared reír con suavidad, antes de que su lengua volviera al mismo sitio. Usó un ritmo lento pero continuo para llevarla al borde del orgasmo. Luego, a la vez que introducía dos dedos en su interior, aumentó el ritmo. Elise convulsionó inmediatamente y el chico subió para besarla y se introdujo en ella cuando aún la sacudían los últimos espasmos.
-Me encanta ver cómo te corres-la susurró en el oído mientras se hundía hasta el fondo.
Elise volvió a gemir y Jared se apoderó de su boca para acallarla. Esta vez, no fue delicado pero, cuando la mordió para alimentarse, la chica alcanzó de nuevo el clímax.
Poco después, uno en brazos del otro, trataban de recuperar el aliento.
-¿Qué querías decirme?-preguntó Jared acariciándola el pelo.
-Quiero ver a mis hermanos-dijo la chica-pediré a Gail que me lleve mañana. Después de las clases de conducir.
Elise notó el cuerpo de Jared tensarse.
-Preferiría que no lo hicieras-dijo con aspereza.
Elise se incorporó para mirarle extrañada.
-¿Te refieres a las clases de conducir?-preguntó
Jared pareció dudar.
-No. Me refiero a ir a ver a tus hermanos.
-Llevo varios días aquí, Jared. Y no sé nada de ellos. Quiero verlos.
-Yo te llevaré en unos días.
Elise se sentó en la cama intentando mantener la calma.
-Y ¿puedes explicarme por qué?
-La paz es aún muy reciente. Puede haber…suspicacias si vas ahora allí.
-No te entiendo, Jared. Tendrás que explicarte mucho mejor.
Jared se sentó también en la cama para mirarla serio.
-No quiero que nadie piense que estás pasando información al rey vampiro.
Elise le miró asombrada.
-Eso es una estupidez-aseguró-y lo sabes. Siempre habrá quien piense mal de mí porque no soy vamp.
-Es demasiado pronto. Te llevaré a verlos en unos días, te lo prometo.
-¿En cuántos días?
-¡Maldita sea, Elise! No lo sé. Quizás un par de semanas.
-No voy a estar dos semanas más sin ver a mi familia, Jared-afirmó la chica.
-Tu familia ahora somos nosotros, Elise. No lo olvides.
La chica le miró furiosa.
-No. No lo sois. Tengo que vivir aquí un mes. Y, si no puedo ver a mis hermanos, te aseguro que no estaré aquí ni un minuto más de ese mes.
Se levantó y cogió su camisón del suelo, con intención de ponérsele.
-¿A dónde te crees que vas?-preguntó Jared con esa voz dura que ella le había oído pocas veces.
-No voy a dormir aquí contigo-aseguró la chica poniéndose en pie.
Jared se levantó y, en una milésima de segundo estaba delante de ella.
-Quítate el camisón y métete en la cama, Elise-ordenó apretando los labios-no vas a irte a dormir a ningún otro sitio. Eres mi mujer y dormirás conmigo. Estemos o no enfadados.
-Estoy un poco más que enfadada, vamp. Y no quiero dormir contigo.
-Obedece princesa. O te romperé ese bonito camisón y te demostraré cuánto te gusta dormir conmigo.
La chica dudó un momento. Luego, al ver la mirada fría de su marido, obedeció. Se quitó el camisón de un tirón y se acostó, dándole la espalda. Jared se acomodó a su lado sin tratar de abrazarla esta vez. Elise contuvo los sollozos, pero no pudo evitar que las lágrimas salieran sin control.
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