Los pájaros no cantan, chorrean sangre

El corazón apunta a la guillotina.
¿Qué más hay luego del final?
Los pájaros no cantan, chorrean
sangre. El tesoro escondido en tus venas

te va a sepultar.

La mañana se deshace en tus labios secos,
no sé en qué pensar.

La ira dormida ahora es odio.
No he perdido el rumbo porque no existe el rumbo.

El mundo es un rombo a punto de colapsar.

Somos lo que nunca deseamos ser, un rencor fugitivo y
deseoso de calma

La calamidad me besa los pies, te besa los pies.

Somos todo lo que nunca anhelamos.
Abrazame.

Tomame de la mano, de las caderas.
Quiero huir, irme lejos.
Quiero dejarte solo, abandonar mi cuerpo.
Quiero dejar de ser mente y volverme cuerpo.
Fluir con la corriente, dejar de pensar.

Las veces que fuimos verbo tan solo nos repetimos que nos arrepentimos de lo que sentimos. En primer lugar,

¿quién carajos dijo que valía la pena estar vivo?

Los pájaros no cantan, chorrean sangre.

Somos odio fugitivo, rencor adherido
en arterias por explotar.

Dejé de respirar por mis pulmones,
desaprendí la Mona Lisa.

Hay un poco de falta de criterio en tu moral. ¿No te has dado cuenta?

Quiero matarme.

Después de todo, ¿qué carajo significa estar vivo?

La permanencia no es una característica, es solo tortura.

Quisiera dejar de descifrar los versos inconexos que me rodean. No soy nadie, no soy nada. No me entiendas. No me puedo perdonar.

Sé que somos algas estampadas en el agua del deshidratado mar.

¿Por qué lloras, cariño?
Tu boca huele a líbido.

Quiero cortarte las arterias y colgarte de las mechas del pelo.

No es odio lo que siento.
Me destruyo y lo necesito.
Antimateria me he vuelto.

No deseo que estemos juntos, Eliot. Ambos lo sabemos. 

Ambos sabemos que te detesto. ¿Por qué sigues apareciendo? Si ambos lo sabemos...

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