Extra
Todo había sucedido demasiado rápido esa noche.
Después de ir a dar un paseo nocturno, regresaron para comer a su departamento antes de ir a dormir.
La rutina había sido la misma desde hace un par de meses, justamente planeada para la llegada de su cachorro, ya sin discutir y aprovechando todo el tiempo que tenian, Pablo ya se había resignado, sin embargo, ocho semanas antes del parto programado para Pedri, fue que sucedió.
–¡Vamos, Pedri! ¡Puedes hacerlo!
Pablo sostenía su mano, Pedri la apretó tan fuerte como pudo cuando una nueva contracción lo atacó.
–¡Solo necesitamos que pujes un poco más, ya veo su cabeza!–Espetó Laura; una practicante de enfermería que vive en el departamento de a lado, y fue a ayudarlos cuando escuchó el alboroto.
–¡Ahg! Gavi... N-¡Agh! No puedo, t-tengo miedo.
–Lo sé, yo también, pero...-
–¡Ahhh!
–Escuchame.–Decía el Alfa acercándose más al beta.–Escucha, puedes hacerlo, vamos, nuestro cachorro ya quiere conocerte.–Pedri volteó a ver a su Alfa, y asintió su cachorro,
quería verlo... Aunque sea por unos segundos.
–¡En cuanto sienta otra contracción, por favor puje de nuevo como lo hizo ahora!– Indico Laura y en cuánto una contracción nueva llegó, Pedri dio todo de si en ella.
El cachorro salió casi con un 'pop'.
Su lloriqueo se escuchó casi al instante.
El cuerpo de Pedri se relajo en cuanto escucho el llanto de su pequeño. Pablo beso su frente perlada en sudor, una y otra vez mientras le susurraba lo bien que lo había hecho.
–Es un niño saludable.–Murmuró Laura, mientras lo envolvía en la manta que habían preparado previamente.–¿Pedro?
Pedri estaba tan casado, aun asi estiró sus brazos lo suficiente para que le entregara a el bebé.
–Dios, es hermoso...- Pablo estaba al borde del llanto.
El pequeño niño con un mechón castaño hizo gestitos.
–Más que eso, es perfecto.–Añadió Pedri, antes de darle un beso en la frente a su pequeño.
Era la mezcla perfecta de ambos.
–Pedri.
Poco a poco Pedri iba cerrando los ojos, solo pudo escuchar los llamados y gritos de Pablo.
–Pedri... ¿Pedri? ¡Pedri!
Pedri le dio una última sonrisa antes de cerrar los ojos por completo.
–¡Pedri!
–¿Pedri? ¡Pedri! ¡Doctor venga!–Pedri tuvo que cerrar sus ojos, la fuerte luz lo lastimaba.
–¿Gavi?
–Sí amor, soy yo, e-estas en el hospital... Lo lograste.–Decía un Gavi con lagrimas, lagrimas de felicidad, después de tres semanas, con miedo, dolor y culpa, su esposo volvió a abrir sus ojos.
–¿C-Cachorro?
–Fernando esta bien, te extraña y no deja de llorar por ti.
–Quiero verlo.
Fin.
Hacerlas llorar es mi pasión señoras, me despido buen fin de semana jsjsjs
(Las notas las voy a dejar, son especiales)
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