006 • La caida del cuarto espíritu.
— Sol, ¿me pasas la roca?
Mérida frunció las cejas, ese nombre... era el nombre de la princesa de Arendelle que había muerto hace siglos.
— ¿Cómo le llamaste? — Mérida alzo la mirada hacia Jack, quien dejo de pintar sobre una roca.
— Solecito, siempre la llamo así. — Jack frunció las cejas con rareza.
— Creo que escuche otra cosa...
— ¿Estás bien, Mer? — Hiccup indago, apartando un momento la roca que pintaba.
La pelirroja asintió, tal vez se estaba volviendo loca.
— Me contaban que cada siglo hacían un evento para conmemorar al bosque, ¿verdad?
Los espíritus asintieron, los cuatro habían estado ese día pintando rocas, una simple diversión que los mantenía distraídos.
Rapunzel dejó el pincel sobre la pintura azul, viendo sus manos llenas de pintura.
— Cada siglo celebramos por el bosque, honramos el estar aquí. Y en dos días se cumplen mil años desde la muerte de los otros espíritus. — Le explico la rubia.
— Y desde que llego Rapunzel. — Jack sonrió hacia su amiga, quien le regreso la sonrisa.
— ¿Llegaste al mismo tiempo que los anteriores espíritus murieron? — Mer bajo la roca que pintaba.
— Solo sé que estaba aquí desde los cuatro, no recuerdo cuando llegue.
— ¿Y tus recuerdos?
— Solo recuerdo una canción de cuna, pero no aparecen más recuerdos...
— Eh aprendido tanto, de sus historias y del bosque... — Mérida termino de dibujar su cuarta roca, dejándola sobre la manta. — ¿Desde cuándo se gustan?
La pregunta hizo que Rapunzel abriera sus ojos, mientras que Jack dejo caer su roca de golpe.
— ¡AJAJAJA! ¿De qué hablas? — Jack empezó a balbucear, poniéndose rojo ante esa pregunta.
Hiccup retuvo la risa, viendo a sus amigos ruborizarse como tomates.
— Ambos siempre están juntos, oh, por favor. Están tomados de la mano hace 2 horas.
Rapunzel y Jack se soltaron, no se habían dado cuenta de eso.
La rubia le hizo un gesto con la cara de que guardara silencio, y Jack no dejaba de reír totalmente nervioso.
Pero por un momento Jack vio a Hiccup, el castaño mantenía una sonrisa en dirección a la pelirroja. Y en ese momento aprovecho para regresarle la jugada a sus amigos, alzando una ceja y señalando a ambos.
— ¿Y ustedes cuando nos iban a decir que se gustaban?
Esta vez fue Hiccup quien sintió el color desaparecer de su rostro, mientras que Mérida casi se ahoga con la fruta que estaba comiendo.
Ambos empezaron a hablar al mismo tiempo, entre varias excusas. Sin saber que era un juego de Jack, quien solo asentía, no tan convencido por lo que dijeran.
Hiccup y Mérida ya no podían verse, cada que lo hacían se ponían rojos.
— Vayamos a poner las piedras por ahí, Solecito. Dejemos a los tortolos.
Jack se puso de pie, extendiendo la mano a Rapunzel, y pronto ambos empezaron a caminar entre los árboles para ir dejando las rocas pintadas por cualquier lugar.
Cuando pasaron unos minutos, Hiccup paso una mano por su cabello y Mérida se dio cuenta de que tenía pequeñas trenzas cerca de su nuca.
— Ya sabes como es Jack, tss... — Hic rio en bajo, girando para ver a la pelirroja y tomando una de sus rocas. — Me gusta esta, ¿Dónde es?
— Mi casa, en Dumbroch.
— Por poco olvido que eres una princesa.
— No lo digas así. — Mérida hizo una mueca de disgusto. — Extraño mi casa.
Hiccup se quedó en silencio, el mismo fue quien dijo que debían asesinarla para que hubiera un cuarto espíritu. Y si hacían eso, ahora definitivamente Mérida no podría salir del bosque.
— Hic...
El chico se giró sobre sí mismo para ver a donde Mérida veía perpleja, y rápidamente se levantó al notar como una sombra de caballo se acercaba a ellos amenazadoramente.
Mérida se puso de pie en cuanto vio otra acercarse por su lado, y pronto ambos estuvieron rodeados por esos seres.
— Hic, ¿Qué son esos?
— Son pesadillas, el espíritu de la oscuridad los hace.
— Pero estaba muerto, ¿no? Me dijeron que-
Sus palabras fueron interrumpidas cuando un caballo se acercó a ella y jalo de su capa, haciendo que caminara entre tropezones al ser jalada por el cuello.
Hiccup rápidamente tomo de su brazo y jalo de ella, haciendo una ráfaga de aire que asusto a algunos caballos.
— Quédate detrás de mí, no me sueltes.
Mérida se ocultó detrás de él, aferrándose a su camisa mientras el chico extendía ambas manos y soltaba una ráfaga de aire que los expulso a varios metros de ambos.
La pelirroja tomó una rama larga, lista para golpear a esas cosas... si es que eso se podía.
— No sé qué hacen aquí, solo el quinto espíritu puede crearlos.
Una risa resonó por el bosque, mientras ambos se ponían alerta y Mérida intento eliminar todo rastro de miedo.
— Quinto espíritu, por favor...
La voz se extendió a su alrededor, dejándolos a ambos de espaldas y con los caballos acercándose entre bufidos.
— No seamos tan formales, Hiccup Haddock.
Ese nombre hizo que Hiccup bajara las manos, mientras ante él aparecía el cuerpo de un hombre oscuro. El cual jugaba con una pequeña flor entre sus manos, con una enorme sonrisa.
— Y usted debe ser Mérida, la... no espíritu.
Mérida le vio con furia, apretando con más fuerza la rama.
— ¿Qué quieres Pitch? — Hiccup entono sus palabras serias.
— Oh, hace siglos no escuchaba mi nombre. Refrescante, ¿no?
Desapareció al terminar sus palabras, apareciendo tras Mérida y tomando un mechón de su cabello.
— Interesante, realmente interesante.
Hiccup jalo a Mérida, interponiéndose entre ambos y protegiéndola con su cuerpo.
— ¡No te atrevas a tocarla!
— Tranquilo, no estoy aquí para hacerle nada. Aunque... ¿Ya le contaron qué paso con su reino? Dumbroch, ¿no es así?
Mérida fue bajando su rama, viendo a Hiccup de reojo.
— ¿Qué tiene mi reino?
— Oh, ¿no sabes? — Pitch aplasto la flor, dejándola caer al suelo. — La historia siempre se repite, querida. Con. Cada. Espíritu.
Pitch empezó a caminar alrededor de ambos, viéndolos de reojo y haciendo las simulaciones de unas cuantas sombras.
— Primero, Arendelle, con su princesa del Sol. Luego Berk, con el futuro líder de la aldea. Luego High Elves, con el heredero a la corona... Cada reino dio un espíritu, y cada reino... cayó.
Mérida empezó a procesar la información, sintiendo que empezaba a hiperventilar.
Rapunzel, Hiccup y Jack. Los tres eran de un reino, uno que cayó tiempo después de perder a su heredero.
Y ahora... Dumbroch.
— No... ¡Mientes!
Pitch rio, negando lentamente con la cabeza.
— Pregúntales a tus amigos, oh... ¿Ya sabias que planeaban matarte?
Mérida sintió el color desaparecer de su rostro, viendo a Hiccup, quien le vio con súplica. No lo negó, ni siquiera se esforzó en decirle lo contrario.
— Ustedes... ¿Querían matarme?
— Mer, era la única opción. Cuando se cumplan los mil años necesitamos a los cuatro espíritus, era la única opción.
— ¡No! No soy el cuarto espíritu, ya ni siquiera sé que soy.
Pitch se quedó observando, satisfecho, por haber implantado el caos.
— Mer, escúchame. — Hiccup dio un paso hacia ella.
— ¡No me toques! Me trajiste aquí en primer lugar, para matarme y hacer lo que sea que quisieran.
— Por favor, solo déjame explicarte.
— ¿Jack y Rapunzel sabían?
Hiccup mantuvo su mirada suplicante, sin decir nada, y con eso Mérida tuvo sus respuestas.
La pelirroja empezó a retroceder, y las pesadillas parecieron no querer hacerle nada. Y tan pronto como estuvo apartada de Hiccup, empezó a correr en la otra dirección.
— ¡Mer!
Las pesadillas rodearon al espíritu, quien cerro los ojos y centro toda su energía para crear un huracán a su alrededor que arrastro con los caballos.
— ¡Mérida, espera!
Empezó a correr por donde ella había escapado, mientras ignoraba la presencia de Pitch.
— Una menos, y falta la otra...
Vio la flor marchita en el suelo, antes de desaparecer en la oscuridad.
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