Capítulo 4 - Aprendiendo a dominar lo desconocido


    Stella no podía dejar de preguntarse qué eran las transformaciones, ya que todo para ella era nuevo, raro y nunca hubiera imaginado estar donde estaba, ni siquiera podía entender si todo lo que ocurría era realidad, producto de su imaginación o un largo e interminable sueño.

    Héctor había respondido casi todas las preguntas de Stella, pero ella, se daba cuenta que él no decía todo lo que sabía sobre las transformaciones e insistía en querer saber.

    Héctor la comprendía, pero le aconsejaba tener paciencia y estar abierta a cada situación que se le presentara, porque con cada una ella podría ir respondiendo sus intrigas.

    De todos modos siguió enseñándole y Stella escuchándolo atenta.

    —La transformación Ángel—explicó Héctor-es la primera transformación, para conseguirla hay que aprender las enseñanzas de los ángeles, sobre todo entender la frase: "todo cambia al ser angelito".Para usar la transformación hay que hacer un paso a la derecha y a la izquierda. Podés volar.

    La Armadura Futura, no es una transformación, pero es como si lo fuera. Para conseguirla hay que tener buen manejo de vuelo y buscarla en la mina elemental. Para activarla hay que ponerse las manos en la cara y volver a sacarlas. Te da más fuerza para luchar y te hace más grande de edad y cuerpo.

    La Armadura Elemental: es la segunda transformación, puede ser de cualquier color con tal de que sea el mismo color del elemento .Para conseguirla hay que encontrar al dragón elemental. Podés tener arco o espada. Sirve para pelear. —Terminó de explicar el ángel.

   — Em... ¿Pero qué es un dragón elemental? —Preguntó Stella.

    —Los maestros elementales crean un dragón. Cada elemento tiene un dragón elemental y éste funciona para transportarse. Vive muchísimo tiempo (Prácticamente 150 años). —Explicó Héctor.

     —Y ¿Cómo hago para conseguir las transformaciones?

    —Tendrás que comprender el mundo desde la grandeza de ser una persona íntegra y tus buenas acciones te llevarán a utilizar tu caudal de poder en el bien, pero esta parte sólo depende de vos misma—.Respondió el hombre alado.

    Luego de explicarle durante bastante tiempo, le da a Stella la tarea de recorrer el lugar y dialogar con los ángeles, sabiendo que algunos de ellos necesitan ayuda, para diferentes tareas.

    Stella se dirigió al pueblo, atenta y dispuesta, pues ella quería ayudar a algún ángel. Apenas llegó, se encontró con un pequeño gritito de ayuda, el cual provenía de un árbol cerca suyo. Así que ella se acercó a donde estaba el árbol. Así pudo ayudar a un ángel que se había quedado trabado con su ala derecha en una rama.

    Por otro lado, una niña había extraviado un objeto muy preciado, herencia de su familia y Stella organizó con otros ángeles un operativo de búsqueda hasta que lo encontró.

    La última buena acción que realizó fue intervenir en un pleito entre dos angelitas, que en una gran discusión no podían entenderse y se atacaban sin darse cuenta que casi decían lo mismo y la solución era simple.

    Stella vuelve con Héctor que la felicita y continúa con su entrenamiento.

    Al día siguiente, Stella comenzó a descubrir el poder de la luz, que debería aprender a manejar muy bien para defenderse de los espíritus.

    —Bueno Stella, es hora de que aprendas a controlar la luz (Eso sí, te voy a enseñar de a poco), así que, lo que te voy a mostrar es como concentrar tu poder.—Dijo Héctor y moviendo su mano en el aire como formando un arco, dejó ver unas chispitas de luz que escapaban entre sus dedos.

    Stella copió la acción que hizo Héctor y pudo notar que un pequeño brillito había aparecido entre su índice y su pulgar. Su estado de concentración la dejó agotada, pero su asombro y su alegría, hicieron que recobrara fuerzas para continuar.

   — Suficiente con que te salga esto, has avanzado muy rápido, prontamente conseguirás manejar tu luz, para segar a los espíritus—dijo Héctor.

    Stella asintió con la cabeza.

    Luego de un pequeño descanso...

    Stella vio que Héctor se acercaba con una espada en la mano. La chica se quedó estupefacta y le dijo:

   — ¡Wow! ¿¡Y eso!?

    —Es la espada de Shams, que será tu protección, frente a un ataque—contestó el ángel.

    —¿Ataque de quién?

    —De los espíritus.

    —¿Qué espíritus? Aparte, yo no sé ni trepar una cuerda y esa espada pesa más que yo.

    Héctor comenzó a reír.

   —  ¡Eres graciosa! Es una hermosa cualidad. Podrás aprender de las dificultades y superarte.

    Esta espada fue forjada por espíritus arrepentidos rescatados del inframundo y es con lo único que puedes dañarlos por ahora.

    Los espíritus son nuestros enemigos porque pretenden atacarnos sólo para causar caos y transformar nuestro gran poder del bien, para causar el mal en todos los mundos.

    Después de las explicaciones, Héctor comenzó a entrenar a Stella con tácticas de ataque y manejo de la espada.

    El entrenamiento dio sus frutos. Stella exhausta pero feliz por lo aprendido se retiró hacía una habitación que le habían otorgado para su descanso.

    Se sentía rara y sola de a ratos por extrañar a su familia, su casa sus cosas y a sus amigos...

    Ra susurró en su cabeza:

    "Tranquila Stella, no estás sola, quienes amas están en tu corazón y todo esfuerzo valdrá la pena."


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