Capitulo 7: Furia divina

Nuevamente, el Olimpo se cernió en una discusión interminable. Hermes corrió el rumor de que un Dios había ayudado a uno de los Elegidos, y el mensaje no tardó en llegar a Zeus que desató su furia por todo el Olimpo. Reunió a los once dioses restantes para una junta que no iba a ser precisamente agradable.

—¿Quién es tu fuente, Hermes? —preguntó Zeus intentando mantener la calma, aunque sin mucho éxito. En su tono de voz brotaba enojo y rabia.

—Angelo, mi Elegido. Dio pruebas suficientes y no tengo problema en mostrarlas —contestó.

—Te escuchamos —dijo el Rey de los Dioses observando a los demás.

—El Elegido de Ares se apareció una hora antes de que comience la Batalla, acechando a la Elegida de Atenea que estaba por subirse a un avión. Planeaba matarla, y no hay forma de que haya sabido donde iba a estar. Estoy seguro, y creo que no hace falta decir más, de que recibió información de Ares previamente—aseguró Hermes con determinación. Era una de las primeras veces que se veía al Dios mensajero tan serio.

—¿Qué dices al respecto, Ares? —interrogó Zeus un poco más calmado al escuchar la verdadera versión de la historia. Estaba cansado de los rumores y los chismes.

—Lo que dijo es cierto —respondió avergonzado.

—¿Y qué habías pensado? ¿Qué nadie se iba a dar cuenta y que ibas a matar a mi Elegida cómo si fuera una hormiguita voladora? ¡Te equivocaste!—empezó a bufar Atenea. Luego se hizo un silencio demoledor.

—¿No dirás nada, Zeus? —arremetió Artemisa con aire soberbio.

—Estoy pensando que sanción debería poner, así que déjame hacerlo en paz—agregó con severidad. El rey de los Dioses tomó una larga pausa y al cabo de un minuto volvió a hablar—. Ares, tú cometiste una falta que yo aclaré desde el principio que no debía cometerse. El castigo para tu Elegido será la pérdida de su poder.

—¿Perderá los dos poderes? —preguntó Hermes esperando una respuesta positiva.

—¿Los dos poderes? ¿De que está hablando? —cuestionó Zeus girando su cabeza y fijando la vista en Ares con una terrible ferocidad.

—Hades le otorgó a mi Elegido un segundo poder divino, dándole la capacidad de transformarse en un muerto —contó Ares.

—¿Acaso aquí haces lo que tú quieres? ¡Dije bien claro cómo tenían que ser las cosas! —vociferó Zeus. Ares no contestaba—. ¡Responde!

—¿Cuál va a ser mi sanción? —preguntó evadiendo las acusaciones del rey de los Dioses.

—Debería sacar a tu Elegido de la Tierra, pero el pobre chico no tiene la culpa de tener un padre tan poco respetuoso. Tu hijo perderá el poder que Hades le otorgó y no podrás comunicarte nunca más con él hasta que termine la Batalla.

—¡Tendrías que ser más duro con él, Zeus! Sí sigues así un día alguno te arrebatará el trono...—agregó Hermes nuevamente fuera de sus cabales. Odiaba cuando ocurrían injusticias.

—¿Qué dijiste? ¿Quién piensa arrebatarme el trono? —arremetió el actual rey de los Dioses griegos.

—Tienes gente disconforme por todos lados. Es todo lo que sé. Podrías causar una rebelión —opinó nuevamente el Dios mensajero. A Zeus no le gustó absolutamente nada que lo desafiaran así, y mucho menos en público.

—Ares, puedes hablar una vez más con tu Elegido y contarle lo que pasó. Pero eso es todo —dijo Zeus evadiendo los comentarios de Hermes—. Doy por finalizada esta junta, y aclaro que a partir de este punto ya no habrá segundas oportunidades: si se rompe una regla más, su Elegido muere. Que tengan un buen día, Dioses del Olimpo.


Así concluyó la junta, que no le permitió a muchos dioses expresar sus dudas e inconvenientes que les surgieron en estos días. La situación en el Olimpo estaba muy lejos de ser óptima, y la gente se estaba empezando a cansar.

Será mejor que la batalla por la humanidad termine rápido, o el Olimpo terminará agotándose de las decisiones de Zeus y causando una guerra interna que será difícil controlar.

¿Quiénes caerán primero? ¿Los Defensores, los Asesinos...O Zeus y su reinado?


Una persona muy sabia una vez dijo que los dioses son grandes solamente porque los miramos desde abajo...

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