23. Siempre fue personal

Zaek

Seis de la mañana con cincuenta y nueve minutos, todos estamos listos, vestidos y preparados para pelear, abro el portal y cruzamos para quedar a la orilla de la playa.

La brisa particular de la mañana en esta isla es lo primero que nos recibe al estar aquí.

—¡Mi isla, mi preciosa isla! —exclama Jehiel arrodillándose en la arena y besándola—. Ew, me dejé llevar —comienza a escupir la arena y luego se pone de pie mientras todos lo miramos confundidos—. Finjan que no vieron eso.

Ruedo los ojos y volteo a ver para todos lados.

—¿Y bien? —dice Cristina igual de atenta—. ¿Dónde están? Esperaba un ejército listo para atacarnos.

—Que no los veamos no significa que no estén cerca, todos estén vigilantes —digo caminando en dirección al bosque tropical.

—¿Dónde crees que estén mis hermanas? —pregunta Rachell mientras apresura el paso para caminar junto a mí.

—No lo sé, esta isla es lo suficientemente grande como para perdernos en el intento de buscarlas... —respondo serio.

—O podrían estar allí —agrega Giselle señalando a lo lejos la casa de Jehiel.

—¿No sería muy obvio? —pregunta Kenneth.

—Exacto —dice Ariadne—. Bien podría ser una trampa, pero supongo que la única forma de saberlo es...

—Entrando —completa Joshua y sostiene bien la barra de metal que tiene en la mano.

—Chico, tienes coraje, me gusta —Jehiel ríe dándole una palmada en el hombro.

—Bueno, andando —apresura Giselle y comienza a correr hasta la casa.

Siempre de impulsiva.

Todos corremos detrás de ella sin perder la concentración ya que podrían atacarnos cuando menos lo esperemos.

—Oye, oye... —la tomo de la mano cuando llegamos al porche de la casa y la hago girarse—. ¿Qué mierda crees que haces? No puedes correr así, no sabes quién podría agredirte.

—Te tengo a ti, sé que nada me va a pasar —sube los hombros y se gira para abrir la puerta de la casa.

Yo observo el panorama y luego entro en la estancia con todos detrás de mí.

—¡CHLOË! ¡SEBASTIÁN! —grita Giselle recorriendo todo el lugar.

—¡VERONICA! ¡JESSICA! —grita ahora Rachell y volteo a verla.

—Rachell... Hay algo que debes saber, aunque para este punto debería ser muy obvio.

—¿Qué?

—Tus hermanas no pueden escucharte, no olvides que eres un espíritu y los humanos no pueden verte.

—Oh... Claro, por un segundo lo olvidé —ella asiente y se va junto a Giselle para comenzar a revisar la casa, así que aprovecho y me acerco a Jehiel.

—Esta es tu isla, la conoces mejor que nadie. Si quisieras esconder algo aquí ¿dónde sería?

—Hay tantos posibles lugares —se cruza de brazos y frunce el ceño en clara señal de estar recordando—. Cerca de la playa están unas cuevas, al norte.

—El lugar está vacío, no hay señales de que hubieran estado personas aquí —informa Ariadne mientras baja las escaleras junto a Kenneth y Joshua.

—¿Alguno no piensa en la posibilidad de que esas personas ni siquiera estén en la isla? —continúa Cristina saliendo de uno de los pasillos.

—No creas que no se me pasó por la cabeza —le respondo—. Jehiel, ¿esas cuevas están lejos?

—A unos cinco minutos si apresuramos el paso.

—Bueno, ¡fuera! —grito para que todos escuchen y salimos de la casa siguiendo a Jehiel.

—¿Cuánto crees que dure toda su farsa? —me pregunta Ariadne y yo alzo los hombros.

—No lo sé, pero quiero que estés atenta —la miro y ella sonríe de lado.

—Qué lindo, te preocupas por mi cuando en realidad sabes que puedo cuidarme sola.

—Soy tu hermano mayor, claro que me preocupo.

—Mayor solo por dos minutos, no alardees.

—Mayor y punto.

—Basta ya, puedo con Tess y puedo con quien sea —hace una pausa retomando el tema y luego me mira—. No es como si de verdad me importe mucho.

—Eso espero.

No hablamos más y nos disponemos a seguir a Jehiel hasta las cuevas que puedo visualizar a lo lejos.

—¡Chloë! ¡Sebastián! —hablo una vez que nos acercamos.

—¿¡Hola!? Ayuda, por favor, ayuda —me responde la voz de un niño.

—Oh Dios mío, ¡Sebastián! —Giselle me empuja mientras corre hasta la cueva y todos la seguimos.

Está sucio, también se encuentra atado de pies y manos, junto a él hay una chica atada de igual manera solo que está dormida, bueno... Espero que esté dormida y no muerta.

—Mis hermanas... Solo está Jessica —dice Rachell preocupada al ver sólo a una—. Por favor, algunos de ustedes hagan algo, saben que no puedo.

—Gisy, estaba muy asustado. ¿Qué está pasando? —Sebastián llora y Giselle también mientras lo desata—. Un chico muy escalofriante me dijo que habías hecho algo malo y que me matarían por culpa tuya.

—Nada te va a pasar, pulga —el pequeño la abraza y Giselle acaricia su cabello—. Estoy aquí, Sebas, ya estoy aquí.

Yo, por mi parte, me acuclillo para despertar a Jessica.

—¿Dónde está Chloë? —pregunta Joshua con desesperación—. Mi novia no está aquí. ¿¡Dónde está?!

—Oye, un problema a la vez, no quieres que los demonios se amontonen a la salida de la cueva y nos maten a todos, ¿no es así? —responde Kenneth de forma seria.

La hermana de Rachell se despierta asustada y Ariadne la ayuda a ponerse de pie, pero enseguida rompe en llanto.

—Tranquila, vinimos a ayudarte, te sacaremos de aquí —le dice Ariadne abrazándola—. Cariño, estás a salvo, te llevaremos a casa, pero ¿dónde está tu hermana?

—El tipo que nos trajo aquí se la llevó hace un rato —pone una mano en su cuello—. Intenté ayudarla, pero me golpeó muy fuerte...

—Tranquila, la encontraremos —Ariadne le limpia el rostro y Jessica solo asiente, la pobre aún está temblando.

La chica luce adolescente así que de seguro no pasa de los quince años, Rachell camina al lado de Ariadne mientras salimos todos de aquella cueva.

—Debemos mandarlos por el portal al Inframundo, en el castillo estarán seguros con mi padre mientras terminamos todo esto —le digo a Giselle cuando nos dirigimos al portal.

—¿Tu padre sabe de esto?

—Tú no te preocupes por eso.

—Pero, ¿qué hay de Chloë?

—La encontraremos, debemos poner a salvo a estos primero —toco su hombro y ella asiente mirando a su hermano que está bien sujeto a la mano de ella.

—Sebastiàn, quiero que hagas algo por mí, ¿sí? Una vez que cruces ese portal con la chica, quiero que corras con ella lo más rápido que puedas al castillo que el sendero les dirige.

—Giselle, no quiero irme sin ti, hermana, por favor... —empieza a llorar.

—Sebastián, por favor, es la única manera de ponerte a salvo.

—Pero-

—No hay pero que valga, prometo regresar por ti, iré a buscarte. —Le da un abrazo y entonces lo suelta para que yo lo envuelva en un campo de fuerza y que cruce el portal.

Ariadne ya habló con Jessica, la envolvió en un campo de fuerza y Jehiel abrió el portal para que salieran de aquí.

—Bien, dos fuera faltan dos —dice Cristina cruzándose de brazos.

—Creo que conozco otro lugar perfecto donde se podría esconder a cualquiera persona —Dice Jehiel mientras se gira sobre sus talones—. Síganme.

La ruta nos lleva directo al bosque tropical, puedo contar con mis dedos las pocas veces que he estado en este bosque, pero el lugar a dónde nos dirige Jehiel jamás lo había recorrido antes.

Comienzo a caminar junto a él para saber exactamente hasta dónde nos dirige.

—¿Crees que hay una posibilidad de que Chloë todavía esté viva? —me pregunta Jehiel cuando sabe que estamos algo lejos de los chicos quienes vienen mirando todo de manera cautelosa—. Encontrar a esos dos fue demasiado fácil, Zaek.

—Muy fácil sin duda, por eso no sé qué esperar —paso una mano por mi cabello despeinándolo solo un poco—. Mi hermana mayor es la mente maestra detrás de absolutamente toda esta locura, así que no, no sé si Chloë está viva y no sé si todo esto es una trampa.

Jehiel no dice nada y seguimos caminando en silencio un par de minutos más hasta que puedo sentir el olor a leñas quemándose. Humo negro rodea esta parte del bosque y mis sentidos se activan, estamos cerca de algo y por el aspecto en el que se está tornando no puede ser algo bueno.

—Manténganse todos juntos y no se olviden de no quitarle los ojos de encima a Rachell —digo volteando a ver a los demás y asienten.

Hay un pequeño camino que nos dirige directamente a lo que yo sospechaba, una fogata. Una enorme fogata rodeada de mucha leña, es como si quisieran calentar el bosque entero con tan semejante fuego que arde brillante y libera humo negro por todo el lugar.

—¿Qué problema tiene esta chica con el humo? —dice Giselle parándose a mi lado.

Iba a responder, pero los gritos de Kenneth y Cristina me hacen voltearlos a ver. Corren rápidamente rodeando la fogata hasta uno de los árboles.

—¡No puede ser, es Pamela! —grita Ariadne y comenzamos a correr hasta los Andersson.

—Abuela, Abuela... Por favor, abuela, despierta. —Kenneth la toma en brazos y lagrimas resbalan por su mejillas.

Está sentada sobre la tierra recostada de un árbol, toda sucia y no reacciona, tiene sangre por todo su rostro y ropa.

—Kenneth —Cristina abraza a su hermano por la espalda y él sigue intentando levantar a su abuela—. Hermano, ella-

—No, Cristina, ella está bien, solo está inconsciente —dice tocando el rostro de Pamela—. Abuela, despierta, por favor —la abraza con fuerza contra su regazo.

Ariadne y yo nos miramos porque conocemos este tipo de cosas, sabemos que no está inconsciente, está muerta y al parecer desde hace ya un par de horas.

—Zaek... —Giselle toma mi mano y yo la miro asintiendo—. Oh no —me abraza y yo la rodeo con mis brazos colocando mi barbilla sobre su cabeza y cierro mis ojos.

Ciertamente yo no esperaba que las cosas llegaran a este punto, no con Pamela, ella no merecía esto.

Siento una presión en mi cabeza, sé que no soy yo el que está desesperado.

Volteo a ver a mi hermana y veo como su mirada es dirigida a todos los demonios que están rodeándonos en este instante, nos han acorralado en un círculo dejándonos con la fogata en medio.

Suelto rápidamente a Giselle y volteo a ver a los Andersson que se pusieron de pie y corrieron hasta llegar a mi lado junto a Ariadne y Joshua también. Jehiel está con Rachell y probablemente esto acabe mal.

Mis ojos viajan hasta la figura que se hace paso entre los demonios y puedo distinguir a Tessabeth con una sonrisa de arrogancia en su rostro. Junto a ella viene un demonio cargando a una chica rubia, en pijama cubierta de sangre y su garganta muestra una cortada profunda.

—Bueno... No tardaron mucho en encontrar a Pamela, creí que se tomarían toda la mañana para eso —dice mirándonos y puedo sentir como Kenneth quiere saltar sobre ella y golpearla—. Por cierto, les traje personalmente a la otra porque de seguro demorarían en encontrarla y no hay tiempo para eso.

Rachell cubre su boca tratando de ahogar un grito.

Abro mis ojos sin poder creer lo lejos que ha llegado, Tessabeth había matado a Verónica.

—Oh, perdón por la sangre —dice haciendo un puchero y mostrando su vestido manchado—. Corté su garganta así que fue todo un desastre —señala a la chica en los brazos del demonio—. Pero bueno... —sube los hombros y sonríe con emoción al vernos—. ¿Listos para hacer un trato?

El demonio coloca el cadáver de Verónica en el suelo y puedo ver como Rachell quiere correr hasta ella, pero se mantiene firme.

—Eres tan despreciable —le dice Ariadne con los puños cerrados.

—Hermana, ¿en serio? —responde negando.

—No me llames hermana, porque tú y yo no somos eso desde hace ya mucho tiempo —Ariadne da un paso al frente y la tomo del brazo para que se detenga.

—Por favor, no empecemos con esto, me insultas... te insulto, mejor pasemos esa parte y vayamos directo al grano.

—¡Bien! ¡¿Dónde está Chloë?! —grita Giselle.

—Sí, ¿dónde está mi novia? —le sigue Joshua.

—Ese no era el grano al que yo quería llegar, pero si te interesa tanto esa chica creo que debe estar muriendo justo ahora. Se me hizo muy insoportable y tuve que tomar medidas drásticas. —dice rodando los ojos y luego se mira las uñas.

—¿Dónde la tienes, Tessabeth? —pregunto y ella sube su mirada para verme.

—En el volcán —dice señalando por sobre mi cabeza y todos giramos para verlo—. Está atada y Rhino tiene estrictas órdenes de arrojarla si el trato no sale como espero.

—No hay trato, ¡estás demente, mataste a mi abuela! —grita Cristina, la rabia corre por todo el rostro de esta chica.

—Querida, soy un espíritu de Muerte. ¿Qué esperabas que hiciera? —sube los hombros y da un par de pasos hasta quedar dentro del círculo, pero aún lejos de nosotros—. Y creo que hablaste muy pronto al decir que no hay trato, porque de hecho, yo hice uno.

—¿De qué hablas? —le pregunta Giselle y yo expulso aire lentamente por mi boca preparándome para escuchar lo que no he querido creer por mucho tiempo.

¿Jehiel? —Tess lo mira con una sonrisa, y él toma a Rachell del cuello. La arrastra mientras ella grita y patalea para zafarse de él, pero no lo logra. La deja caer sobre sus rodillas en frente de mi hermana, luego se para junto a ella y nos mira de forma seria—. Buen trabajo, es bueno tenerte de vuelta, demonio de primera jerarquía.

—Es bueno regresar —responde con una media sonrisa y cruza sus brazos por detrás de su espalda.

Ninguno de los chicos dice nada, todos lucen tan confusos como creo que están, excepto Ariadne y yo, porque era algo que veíamos venir, no somos idiotas sabíamos a qué nos enfrentamos.

En mi memoria llega el preciso momento en el que supe que sería traicionado.

''—¿Y bien?

—Tenías razón, no fue un accidente.

—Lo sabía, era muy obvio que justo el bus en el que viajaba la hermana de Giselle se vuelca de la nada.

—Sí, por eso cuando me dijiste que venías para acá fui directo al lugar, quizás en parte Ariadne tiene derecho de molestarse —sube los hombros—. Ambos la dejamos con Rachell...''

Una sola hebra de cabello rosa sobre el hombro de la chaqueta de Jehiel fue la señal de alerta.

Quizás cuando se la topó en el lugar del accidente de Rosie, la abrazó y no se dio cuenta de que trajo al hospital evidencia de aquello. La evidencia de que a partir de ese momento supe que era un infiltrado.

—¡Eres un maldito traidor! —le grita Giselle—. Yo era capaz de confiarte mi vida si era posible, eres un idiota.

—¿Por qué le confiarías tu vida a un demonio? —responde él con fingida confusión—. Creo que la idiota es otra.

—Amigos míos, tomen a esta chica y llévensela de aquí —ordena Tess señalando a Rachell y así hacen unos tres tomándola de los brazos—. Díganle a Lucifer que lo conseguimos, tenemos a la Inconclusa gracias a nuestro querido Jehiel y su lealtad cuestionable, pero inquebrantable.

—Esto se ha torcido más que un pretzel —dice Joshua tomando fuertemente la barra de metal.

—Esto solo está empezando —digo yo y volteo a ver a los chicos.

—Me gustaría ser la primera en golpear a la del pelo rosa, no solo por llevar un tinte que comete crimen contra la moda, sino por mi abuela —dice Cristina dando un paso en frente levantando los puños.

—Ahora es personal, maldita bruja, te metiste con los Andersson. —Continúa Kenneth mirando a Tess a lo que ella solo sonríe complacida por verlos tan enojados.

—Siempre fue personal —Decimos Ariadne y yo a la misma vez y entonces la pelea comienza.

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