17. Cambio en el ambiente

Zaek

Al llegar al edificio todo se tensa y por las caras que han puesto Giselle y Rachell noto que también han sentido el cambio en el ambiente.

—Aún no lo entiendo —le dice Giselle—. ¿Por qué puedo verte?

—Con todo lo que está pasando no me sorprendería que esto fuera un terrible sueño del cual no puedo despertar —responde Rachell.

Giselle y yo nos miramos unos segundos luego de oírla decir aquello, pero nos ahorramos el decir algo y entramos al departamento.

Inspecciono el lugar que se encuentra solo iluminado por las luces del pasillo ya que son pasadas las una de la madrugada, pero lo que capta mi atención es el hecho de que apesta demasiado a azufre y humo.

Eso solo puede significar una cosa.

Antes de encender las luces del departamento empujo a las chicas para que queden detrás de mí y subo el interruptor.

—¡Joshua! —Giselle grita de inmediato, pero mi brazo le impide correr hasta él—. ¡¿Qué mierda le hiciste!?

—Rhino —digo mirando al demonio que tiene custodiado a un inconsciente Joshua atado de brazos y piernas acostado sobre el sillón—. ¿Acaso no te enseñaron que irrumpir en casas ajenas con un chico secuestrado es de mala educación?

—No —responde con una sonrisa sarcástica—, creo que me salté las clases de modales ese día.

—¡Querrás decir las clases de conducta! —le grita Giselle aun forcejeando conmigo para que la deje ir—. ¡Animal!

—Giselle Mattwes, tan simpática cómo te recuerdo, que bien te ha tratado la vida, hablando en sentido literal... —arquea una ceja y Giselle se tranquiliza un poco.

—Me gustaría decir lo mismo, la última vez que te vi creí haberte hecho cenizas, pero sigues aquí —dice entre dientes—. Parece que eso que dicen de: Yerba mala nunca muere, es verdad.

—Touché, querida mortal.

—¿Qué es lo que quieres? —hablo nuevamente.

—A la Inconclusa, ¿No es obvio? —señala a Rachell y yo la miro de reojo.

Estiro mi brazo nuevamente hasta la altura del estómago de ella, casi como si fuera una especie de protección.

—¿Y para eso era necesario secuestrar a este chico? —desvío mi mirada a Joshua y Rhino sonríe.

—Veràs, cuñado, este chico aquí no tiene nada que ver con la Inconclusa actual —se agacha ligeramente para darle unos golpecitos en la mejilla a Joshua y luego alza su vista a Giselle—. Es solo un recordatorio de que tan fácil cómo lo conseguimos a él, podemos conseguir a todo ser "amado" tuyo, Giselle. —se ríe—. Oh, y también, así fue de fácil provocar que tu hermana quedara en el hospital.

La alarma de pánico se activa en Giselle, intenta caminar hasta Rhino una vez más y se lo impido nuevamente ya que parece olvidar que es humana y no cuenta con ningún tipo de protección como antes, aparte de la que yo pueda brindarle.

Rhino, por su parte, parece más fuerte y dispuesto a destruirla con tan solo el tronar de sus dedos.

—Sabes muy bien que no te daré a la chica y tampoco permitiré que le toques un cabello a Giselle —ladeo la cabeza y él carcajea.

—Lo sé, pero será ella quien se entregue por sí misma —Rhino se cruza de brazos y rodea el sofá para quedar frente a nosotros—. Ambas lo harán —mira a Rachell y Giselle aclarando su punto.

—El que no sea una Inconclusa ahora no significa que te tenga miedo —Giselle se zafa de mi brazo y camina hasta quedar frente al demonio, yo no me muevo porque sé que, aunque quieren matarla tienen de prioridad a Rachell y no la dejaré sola—. ¿En qué puedo servir yo a su débil intento por crear nuevos demonios? ¿Qué diablos tienen conmigo? Ni morir me dejaron, ni vivir bien me dejan.

—Deja de hacerte la estúpida. ¡Sabes lo que hiciste! —le grita Rhino y Giselle retrocede unos pasos. Aprieto mis puños.

Rachell abraza mi brazo y esconde su cabeza como puede, está asustada y la entiendo.

—¡Estúpida tu cola! ¡¿Qué diablos hice yo?!

Ella no lo sabe.

—¡¿No lo recuerdas?! —Rhino parece dispuesto a lanzar el primer golpe y Giselle de lanzar dos más.

—¿Problemas de audición, abuelo? ¿Cuántos siglos tienes? Dije que no lo sé, ¡no sé lo que hice!

Rhino ríe sin una pizca de gracia y me mira esperando una respuesta, yo niego y entonces abre los ojos casi sin creerlo, pasa la mano por su cara restregándola y mira a Giselle de forma exasperada.

—No seré yo quien te lo diga —dice de mala gana.

—Bien, porque no quiero oír nada de ti —Giselle lo empuja y camina de largo hasta el sofá para comenzar a desatar a Joshua.

Rhino niega con una sonrisa burlona y empieza a caminar hasta mí, alza los brazos en el aire al ver la mirada de advertencia que le doy ya que no lo necesito cerca mío o de Rachell por el momento.

—No le contaste nada, ¿verdad?

—Depende de lo que nada signifique —respondo serio y sacudo mi brazo para que Rachell deje de abrazarme, lo hace y me mira confundida—. Ve con Giselle —le ordeno y acto seguido la rodeo con un campo de fuerza magnético hasta que caminó lejos y llegó al sofá, solo entonces deshago la burbuja. Rhino rueda los ojos.

—En este caso nada significa todo lo que pasó después de que quedara inconsciente y... —dice bastante obvio, pero no logra terminar su oración ya que la puerta es abierta por los hermanos Andersson. Rhino los mira de arriba abajo y ellos hacen lo mismo, el demonio luce sorprendido por el hecho de que lo puedan ver y así que se hace "invisible", según él, al ojo humano y ríe.

Cristina frunce el ceño y Kenneth lo mira con curiosidad.

—¿Qué es tan gracioso? —se lleva una mano a la nariz—. ¿Te fumaste algo antes de venir aquí? Apestas demasiado —le dice Cristina y se aleja hasta la sala donde están las chicas con un todavía inconsciente, pero desatado Joshua—. ¿Conoces algo llamado agua y jabón? Te serían de ayuda.

—¿Acaso ella...? —Rhino señala a su espalda algo confundido y yo subo los hombros, porque estoy igual de confundido que él.

—¿Puede verte? Sí, ambos podemos —responde Kenneth con aire aburrido—. Sólo que no sabe lo que eres.

—¿Lo que soy? —Rhino arquea una ceja y por un momento me pareció ver la típica expresión ofendida que Jehiel suele hacer.

—Mmm ¿Un demonio? —dice Kenneth ahora algo más entretenido con la situación—. Mi hermana es más propia a creer que eso de espíritus, fantasmas, espectros y cosas así son fantasías de niños, yo en cambio me mantengo al margen siempre.

Rhino abre la boca solo un poco y señala a Kenneth cómo si no creyera que es verdad y quisiera que yo dijera que no lo era, pero lo cierto es que este chico sabe demasiado y todo es más complicado a cada segundo.

Siempre es complicado, pero ahora se siente más confuso que nunca.

—Bien, estoy seguro de que no quiero saber qué cosa eres —señala a Kenneth y este solo sube los hombros despreocupado—. Así que solo diré esto: Tienes 48 horas para ir a la isla de Jehiel, ¿la recuerdas? —sonríe con descaro—. Y llevarás a ambas chicas.

—Sabes que no lo haré —digo serio.

—Pero eso no depende de ti y créeme que irán porque tenemos personas que ambas aman.

—¿De qué hablas...?

Rhino saca un papel doblado de su bolsillo trasero y lee—: Moss fue por una tal Chloë, y un tal Sebastián y Bill fue por una tal Jessica y otra Verónica, no lo sé. —Sube los hombros despreocupado—. Tu hermana está siendo paciente, deberías estar agradecido, dijo que si en 48 horas no se presentan cosas muy malas comenzaran a pasarle a estas personas.

Carajo, carajo, carajo.

—¡Joshua! hey, mírame soy yo, estás bien... ¡respira! —Giselle grita de repente y todos volteamos a ver como el chico despierta y Giselle lo abraza—. Gracias al cielo estás bien.

—Pero ¿Qué? —dice mirando para todos lados—. ¿Giselle, que estoy haciendo aquí? ¿Cómo...? —se lleva una mano a la frente y hace un gesto de dolor—. Ugh, me duele demasiado la cabeza.

—Es hora de que me retire, ya he dado el mensaje, te toca repartirlo —Rhino arruga el papel en su mano en una bolita y me la arroja al pecho, esta cae al suelo y Kenneth la recoge para guardarla en su bolsillo—. ¡48 horas, cuñadito, que no se te olvide!

Rhino sale del departamento estrellando la puerta. Kenneth y yo nos miramos sin decir nada procesando todo.

Estoy seguro de que él no entiende del todo lo que acaba de pasar, aunque lo manejó muy tranquilo.

Miro a Giselle y llevo mis manos por detrás de mi cuello en un gesto de incomodidad. ¿Cómo le dices a la chica que amas que tu hermana casi mata en un accidente a su media hermana? ¿Qué mandó a secuestrar a su mejor amiga y a su hermano menor? Y que gracias a cualquier obra divina Joshua sigue vivo.

—Supongo que esto que estoy sintiendo justo ahora es el estrés —susurro y Kenneth ríe bajamente.

—Eso parece... Si quieres yo les digo. Ya sabes, lo de Chloë, Sebastián, Jessica y Victoria.

—Verónica —corrijo y niego lentamente—. Creo que lo correcto sería que yo se los dijera, pero no ahora.

—¡Viejo! el tipo te dijo que tenías 48 horas.

—Él puede decir lo que quiera, pero Zaek Stefan Muerte no sigue órdenes de demonios de bajo nivel, ¡ni de nadie! —digo orgulloso y él asiente.

—¡Zaek, ven acá! Ayúdame a sentar a Joshua —Giselle me grita desde la sala y camino hasta allá.

—Por suerte nadie te daba órdenes —se burla Kenneth y le lanzo un cojín a la cara.

—¿Podría decirme alguien que está pasando? —Cristina se cruza de brazos y camina hasta su hermano.

—Quisiera preguntar lo mismo, pero tengo miedo de la respuesta —dice Rachell sentándose a un lado de Joshua y todos la miramos.

Joshua mira al lugar donde todos estamos viendo a Rachell y frunce el ceño.

—¿Qué ven? —pregunta el chico moviéndose un poco incómodo.

—¿Me creerías si te digo que hay una chica sentada a tu lado, pero no puedes verla? —le responde Giselle y Joshua niega.

—Bien, al menos no todos están locos en este lugar —digo aliviado—. Estás genial, Joshua, que no la veas es lo normal —recalco mirando a los Andersson y ellos ruedan los ojos simultáneamente.

—Si esto es un tipo de broma, no me agrada —dice Joshua mirándonos—. Necesito que me digan cómo diablos llegué aquí, por qué me duele todo y que olor este —alza su camiseta olfateándola y luego hace el amago de vomitar.

—Larga historia —muevo mi mano en un gesto desdeñoso y él asiente confundido.

—Al aparecer tienes mucho que contar, Zaek —Giselle se pone de pie y me mira seria.

Estaba a punto de hablar cuando la puerta del departamento es abierta nuevamente, ahora son Jehiel y Ariadne los que entran, se dan unas miradas con los Andersson y luego caminan hasta la sala.

—Joshua, ¿qué estás haciendo aquí? —Jehiel lo palmea en el hombro.

—¿Qué te pasó? —pregunta Ariadne al verlo todo atontado.

—¿Qué te pasó a ti? —le responde al verla toda mojada, con la ropa rasgada y el cabello revuelto.

—Un reencuentro amoroso con mi hermana mayor —responde seriamente.

—Sí, a veces tengo de esos con mi hermano mayor también —bromea Joshua con una media sonrisa y entonces lo recuerdo, la llorona de Chloë es su novia.

Genial.

Ahora serán tres personas a las que debo decirles que mi loca hermana secuestró a alguien querido de ellos.

—Chicos, debemos irnos —llamo la atención de todos—. Creo poder tener algunas respuestas a lo que está pasando, así que tenemos que partir ahora.

—Bien, deja me cambio —dice mi hermana caminando hasta las habitaciones con Jehiel detrás de ella.

—Rachell y Joshua me temo que ambos también deben venir, no están muy seguros ahora que digamos —digo mirándolos a ambos. Joshua vuelve a fruncir su ceño confundido y mira a un lado de él sin lograr ver nada.

—¿En serio hay una chica aquí? —mueve su mano en el aire, pero solo logra atravesar el rostro de Rachell varias veces. Ella no se mueve pues de cierta manera también le parece interesante el cómo una mano pasa por su cara cómo si estuviera hecha de aire.

—Eso es algo que en definitiva no esperè ver hoy —comenta Cristina caminando nuevamente hasta la sala, se sienta en el otro extremo del sillón y golpea el hombro de Rachell en un fallido intento de atravesarla—. Lo siento, lo siento.

—Tranquila, al parecer no puedo sentir dolor terrenal —dice con una media sonrisa, miro a Giselle de reojo y ella niega como si estuviera recordando cuando ella estaba así.

—Estamos listos —Jehiel sale con Ariadne de manos agarradas y ambos vestidos de negro.

—Esta es la Ariadne que conozco —Giselle camina hasta ella y empuja a Jehiel para abrazar a mi hermana.

—Lamento no haberte dicho que era yo desde un inicio —murmura mi hermana aun abrazada a Giselle.

—Eso no importa, ahora lo sé y no sabes lo feliz que estoy.

—Trataré de no ofenderme por el hecho de que tu novia acaba de empujarme para abrazar a mi novia y a mí me ignoró por completo —me dice Jehiel parándose a mi lado y yo sonrío.

Por muy bonito o emotivo que esto parece ser para las chicas es hora de irnos y me desagrada ser yo el que las interrumpa.

—Chicas, ya debemos irnos —las separo y ambas asienten. Joshua y Rachell se ponen de pie. Kenneth abre la puerta del departamento y los siete salimos del lugar.

—El portal está en el pasillo —dice Jehiel y entonces veo la puerta que nos conduce a todos lados parada sobre sí misma en medio pasillo.

—¿No podían dejarla afuera? —pregunto abriendo la puerta.

—Yo no veo nada, ¿qué portal? —Joshua niega y los hermanos Andersson lo secundan.

—Qué estúpidamente irónico que puedan ver demonios y espíritus andantes, pero no puedan ver un portal —resoplo con cansancio en dirección a los Andersson.

—Una vez leí en uno de los libros de mi padre, que, si se quiere introducir a un mortal a un portal, lo más sensato era envolverlos en un campo de fuerza ya que contienen redes sobrenaturales qué les pueden ayudar a ver sólo un poco de lo que es otra dimensión y por ende un portal.

—Tiene sentido —digo.

—¡Al fin! —exclama Jehiel y luego le da un sonoro beso en la frente a mi hermana—. Leer tantas páginas con letras te han servido de algo, mi amor —dice burlón.

Noto de inmediato como Kenneth rueda los ojos al desviar la mirada a otro lado.

—Se llaman: libros. Idiota. —Ariadne golpea ligeramente a Jehiel y luego me mira a mí—. ¿A dónde vamos?

—Europa, creo yo —respondo mirando a Cristina.

—Específicamente a Atenas, Grecia —dice ella aclarando la ubicación.

Ariadne comienza a envolver a los hermanos Andersson en campos de fuerzas y yo hago lo mismo con Joshua y Giselle y una vez listos cruzamos el portal.

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